Partida Rol por web

Elendorn sacó y preparó su moneda de plata, el mago estaba tentando demasiado a la suerte, y no quería sufrir las consecuencias. Iría al joyero que quisieran, pero no evitaría esa vez el abusivo pago, tal vez recibir aquella cifra le pareció suficiente como para cumplir con la cuota indicada.

Tras oir las indicaciones de los estudiantes me mostré mucho mas animado, ardía en deseos de conocer las obras de aquella joyera y del resto de artesanos del gremio.

Esperé unos segundos por si alguien tenia algo más que añadir y me retiré imitando al Silvano.

El mago asintió ante aquellos jóvenes ávidos de conocimiento, algo que hacía que los respetara, a la vez que se giraba hacia sus amigos y les decía:

-Yo voto por ir a ver a la mujer, los gremios suelen tener precios fijos y poco negociables debido a sus normas propias, con la artesana si encontramos algo que nos interese seguro que está más abierta a regatear -expuso demostrando que siempre tenía una opinión sobre todo.

Acto seguido se dispuso a concentrarse en su nuevo y útil sortilegio, ésta vez tenía pensado camelarse al guarda recordándole todas las aventuras que habían vivido de pequeños...

Elendin apoyó a su amado, pues no tenía mayor interés en ver a ningún joyero y cualquier opción le parecía buena. Por lo que esperó pacientemente a lo que decidiesen los demás para continuar.

 Cruzaron todos el puente sin problemas, dejándo sólo como pago la moneda de Elendorn.

 No tardaron en localizar la joyería, haciendo esquina, tal y como los estudiantes la habían descrito. Había diversos rótulos con precios escritos en tinta negra que habían sido tachados en tinta roja y corregidos a la baja. Al parecer, la anciana joyera estaba haciendo varias y cuantíosas ofertas.

 La puerta estaba entreabierta y el interior estaba oscuro. Se adentraron con cautela y encontraron a la mujer, de sangre mezclada pero clara ascendencia norteña, recogiendo varios pendientes del suelo. Al parecer un expositor había volcado.

 De hecho dos o tres expositores y una silla parecían haber volcado. Las ropas de la mujer también tenían un desgarrón a la altura del hombro izquierdo y su tocado aparecia ladeado.

 ¿En que puedo ayudarles? preguntó la mujer una vez más en la lengua de los sindar.

El noldo miró con sumo interés todos aquellos artículos, se paró en las alianzas, pero al ver que Elendin estaba allí presente pronto decidió proseguir para que no sospechara nada. Así pues, vio los pendientes de Trueno y al ver la magia que encerraban tenía clarísimo que los necesitaba.

No obstante al percatarse el estado en el que se encontraba la pobre anciana le dijo:

-¿Está bien señora? ¿le han atracado? ¿hay algo que podamos hacer para ayudar? la verdad es que me interesan algunas joyas y quizás si nos ayudamos mutuamente podamos llegar a un acuerdo, ¿qué me dices? -preguntó en tono amistoso a la vez que realizaba su sortilegio para granjearse la amistad de aquella mujer.

Elendorn vio el panorama y comenzó a ayudar a recoger la mercancía, no negaría que entre lo que veía había un objeto de interés, pero era más de tres veces todo el presupuesto que poseía - ¿se encuentra bien? - dijo ofreciendo lo recogido.

Ver una tienda tan maltrecha y con joyas tan caras, le daba a entender que habían intentado robar algo, pero ese no era su terreno, y si lo era de guardias a los que no veía.

Al entrar en la tienda pude deleitarme con los objetos que allí se exponían...sin duda había algunos amuletos de gran poder...si bien todos fuera de mi alcance, aunque eso no me impidió permanecer absorto en su contemplación durante largos minutos. El resto parecían más interesados en que le había sucedido a la anciana que guardaba la tienda, pero en aquellos momentos solo anillos y amuletos existían en mi mente.

 La mujer miró al noldo y rechazó su mano para levantarse. 

 Su voluntad era fuerte. Probablemente, había sangre de los Dunadan del Norte corriendo por sus venas.

 No. No se han llevado nada, al final. dijo sin explicar a quien se refería Por lo menos esta vez.

 Entonces escuchó al grupo y los miro, evaluandolos. Asintió como dándoles su aprobación. Quizá por el hecho de ser extranjeros, extraños de fuera de la ciudad.

 Si les interesa algo, no duden en hacer una oferta. les explicó Estoy de saldo. Necesito dinero para poner a mis sobrinos fuera de la ciudad. ¡Son la única família que me queda!

 La mujer tampoco dió pistas sobre el origen de su aflicción. Lo cierto es que parecía un poco ida. Puede que la hubiesen golpeado en la cabeza o, sencillamente, que la edad había ido haciendo mella en su talante. Y en su educación.

El mago sin dar por pérdida la posibilidad de ayudar a esa mujer, insistió en su idea diciendo:

-Quizás nosotros podamos ayudar a sacar a sus sobrinos, tenemos contactos en la guardia, y además contamos con bastantes recursos... -expuso esperando que la mujer aceptase- a cambio me interesarían bastante esos pendientes, puedo darle 64 monedas de oro, y este anillo, pero no tengo nada más para añadir a la oferta -concluyó esperando que la mujer aceptase.

 La mujer asintió y puso al alcance del mago los bonitos pendientes.

 Sin embargo, el noldo carraspeó señalando los Pendientes del Trueno. La mujer hizo un gesto mohino y comenzó a analizar el anillo que le había entregado con ojo clínico.

 ¿Y cuales són esos contactos en la Guardia? ¿Hasta que punto podrían ayudarme a mi y a los mios? le daba vueltas al anillo entre sus dedos...

El enano suspiró mientras veía como regateaban a la vieja por el anillo. Nada de lo que allí había le llamaba especialmente la atención aunque quizá si habría algo que pudieran necesitar sus compañeros. Así que permaneció atento a todo cuanto pudiera hacer para ayudarles siempre vigilante de que no volvieran a caer en las garras de la obsesión por los artefactos mágicos.

Sacó, sin embargo, un par de gemas rojo sangre y una amatista por si eso podía ayudar a decantarse a la vieja para entregarle el codiciado pendiente a su compañero.

-Un soldado de la guardia, nos debe un favor después de haber apresado al bandido Thang -dijo esperando que eso le infundiera cierta confianza a la mujer.

Acto seguido contempló la enorme generosidad del enano, sin duda no era algo común en su raza, y por un momento creyó que podía ser una simple broma, pero no era así, la oferta de Fjalar era sincera, algo que impresionó profundamente al noldo, que no dudó en contestar en todo sumamente agradecido:

-Maese Fjalar, vuestra enorme generosidad hace que no tenga palabras con la que agradeceros dicho gesto, tened por seguro que os lo devolveré en cuanto pueda, muchas gracias amigo... -concluyó dotando de un cargado tono afectivo a sus últimas palabras.

Esperaba que su regateo con la anciana sirvieran para que la oferta del naugrim no fuera necesaria, o al menos no en su totalidad.

 La anciana negó con la cabeza.

 Lo lamento, es un gesto bonito, en efecto, pero vuestra merced sabe el poder que encierran estos pendientes, yo no se lo he ocultado. Ya sabe que valen más. la mujer intentaba ser educada, pero firme. Esto no cubre ni la mitad del precio ya rebajado...

 Se mesaba la papada, como buscando una solución que satisfaciese a ambos.

  ¿Apresásteis a Thang? Era un bandido conocido en esta ciudad... parecía más impresionada por esta parte de la historia que por la del favor Quizá ... os pueda ofrecer un trabajo, pero primero debo hablar con mis sobrinos...

 La anciana hablaba más para ella misma que para los aventureros alli presentes. Entonces se dirigió en Sindar al Noldo.

 ¿Dónde os alojáis o cómo puedo encontraros?

Resignado ante el precio de las joyas, permanecí observante mientras el Noldo regateaba con la vendedora.
Sin duda eran joyas hermosas y de gran valor, pero nisiquiera el Elfo parecía poder costearse su compra.
Me sorprendió sin embargo que aquella mujer aparentemente humilde tuviese semejante fortuna en su poder.

El silvano miró largo tiempo el camafeo, pero era absurdo intentar regatear, tal como ya dijo, valía más de tres veces su fortuna. El dinero nunca había atraído al silvano, pero era molesto cúando dependía de este costearse un capricho.

Hubiera respondido a la anciana, pero puesto que esta se refería al noldo no dijo más.

El enano guardó de nuevo las gemas al ver que no había forma de hacer cambiar a la mujer de opinión y le indicó donde se alojaban.

-Quizá podamos llegar a un acuerdo ventajoso para todos-comentó con paciencia-. Sea como sea, podéis encontrarnos ahí.

Echo un último vistazo admirando la manufactura de las joyas y siguió a sus compañeros.

El mago asintió a la vendedora, aunque hubiera perdido aquella oportunidad seguía abierta la opción de compra, por lo que le dijo sin problemas la posada en la que se asentaban e indicándole que por la noche es cuando se encontraban allí más tiempo.

Tras ello se dirigió a la anciana una última vez en voz baja y le dijo algo que era inaudible para los presentes...

-Le ofrezco 33 monedas de oro por ese anillo tan bonito, ¿acepta? ya seguiremos hablando de los pendientes cuando nos reunamos... -dijo deslizándole las monedas, haciendo más atractiva su oferta.

 Oh, por supuesto. dijo la anciana ante las palabras del noldo. Venga conmigo un instánte.

 Y tras esto, lo hizo pasar a la trastienda, dónde estuvieron unos minutos antes de regresar ambos con el resto del grupo. Aparentemente, sin mediar ningún tipo de problema ni violencia.