Partida Rol por web

-Gracias buenas gentes, compartiremos el fuego pues, y haremos nosotros la primera guardia -expuso a modo de ofrecimiento por la brusca primera imagen que se habían llevado- entonces ¿venís de los puertos grises? creí que allí sólo habitaban elfos -expuso un tanto extrañado y consternado a la vez, pues aquello le recordaba la llamada eterna de su sino, llamada que era desoída por el noldo desde que encontró el amor y la alegría de vivir en aquellas tierras duras pero vigorizantes- pero disculpad mis modales, mi nombre es Tirlindë y mi amada se llama Elendin -expuso presentándola y contemplando el asombro que causaba en los rostros de los edain anunciar su unión a uno de los de su raza- el resto son Rudigar, Fjalar, Elendorn y Ragnar -concluyó presentándolos a todos a la vez que miraba a la bondadosa mujer y le decía- no os preocupéis mi señora, estamos bien, es más, si necesitáis algo de nosotros no dudéis en pedirlo -expuso el elda confiando en aquellos desconocidos pero que habían demostrado buenas intenciones- no obstante, dado que sois comerciante, ¿tenéis algo que pueda interesarnos? ¿algún arma poderosa o una pieza de equipo que nos pueda interesar? -preguntó finalmente dispuesto a hacer negocios con aquella agradable familia.

  Burga se llevó al pequeño hobbit junto al fuego mientras el viejo se quedaba hablando con Elendin y Tirlindë. Elendorn buscó un árbol dónde acampar mientras Antharion llevaba a Fjalar y Ragnar a algún lugar dónde poder atar a las monturas.

 El grupo se disgregó por el campamento conociendo a la família que allí acampaba.

 Burga se llevó al hobbit junto al fuego.

 Claro que sabemos lo que sois, maese Rudigar. Aunque mi marido diga que venimos de los puertos grises, nuestra finca está en el campo, no lejos de Suza, la Comarca, como los grandes la llaman. le confesó guiñándole un ojo No soy una gran cocinera, debo reconoceroslo... nada como los pastelillos de gengibre que Peteregilda Grobenburg sirve los dias de mercado.

 La mujer le ayudó pese a todo a preparar y calentar sus raciones al fuego. Evidentemente, ellos ya habían cenado... los cacharros estaban puestos a secar en el suelo sobre un paño.

 Una vez a solas, el hombre les dió más detalles utilizando el sindarín, lengua que los tres parecían dominar.

 Elfos, en su mayoría... pero también hay mercaderes. Y algunos somos edain fieles. En realidad, nuestro hijo el mayor tiene una tienda allí con una casa encima, con mujer y dos hijos. Nosotros vivimos con la pequeña, Glodariel, en una finca en el campo, a mitad de camino entre la comarca y la costa... a la sombra de las colinas de la torre... explicó pausadamente Mi padre sirvió con Arvedui... hasta su fin.

  No se mostró conforme con el tema de las guardias.

 Por prudencia, sería más justo si uno de los vuestros hace guardia con uno de los nuestros, ¿cuantos sois? ¿Cinco? ¿Seis? contó con los dedos No, me temo que vendímos casi todo el género en Gondor, traemos el efectivo de vuelta a casa. De todos modos, no solemos traficar con armas ni artefactos, no... Nuestro negocio es el pescado de la bahía que cargamos hasta la comarca, dónde lo cambiamos por especias y tabaco para pipa... una vez en camino... aceites, telas... depende...

 Finalmente se dirigió en un aparte a Tirlindë, pero Elendin pudo oírlo perfectamente.

 No osaré juzgaros, no os preocupéis, pero desde Beren y Luthien... negó con la cabeza Mal fario, maese Tirlindë... mal fario... miraba a la joven dunedain apenado.

 El joven Antharion acompañó a Ragnar y Fjalar hasta la zona dónde ellos habían atado a su percherón para que acomodasen a las monturas. 

 ¿En tiendas, decís? Que incomodo, ¿no? se sorprendió del viaje que habían hecho ya ¿Y bajáis desde el bosque de los trolls? ¿Es un lugar tan tenebroso como dicen?

 Después de dejar las monturas, se acercaron al carromato. Allí una joven de cabellos del color de las zanahorias jovenes salía ya en la busca de su hombre, cubiertos sus hombros por una manta.

 ¡Glodariel! ¿Que haces aqui afuera? Déjadme amigos que os presente a mi esposa, Glodariel, hija de Barethain y Burga...

 Hola, amor... la joven besó al que era su marido y lo arropó también con la manta.

 Sus pies descalzos que pisaban el suelo no parecían molestos por el frio o la hierba húmeda.

 ¿Sois viajeros? Vos sois un khazad, ¿no es asi? Un guerrero fiero de las montañas azules... dijo la muchacha pelirroja viendo a Fjalar Y vos... ¿qué sois vos?

 No conseguía ubicar o identificar a Ragnar. Se lo quedó mirando con limpia curiosidad.

 Tras un rato de balancearse en el árbol, observándolo todo, una figura menuda se alejó del fuego y del calor del campamento. Arrebujado en una capa parda, como sus cabellos y con unos agudos ojos color miel, el niño se quedó de pie, junto a las raíces abultadas del árbol. 

 ¿Eres un elfo, no? le preguntó en Oestron ¿Por eso te quedas aqui fuera? Pero tu compañero es un elfo también, uno de ellos por lo menos, y todos estan dentro del campamento. ¿Estas enfadado? ¿No te gustamos los mercaderes? ¿Es eso?

 Luego simplemente se sentó en el suelo a observar la imponente figura del montaraz encaramado a la copa del árbol con sus armas y equipo.

 ¿Disparas muy lejos con el arco? ¿Has abatido a algún orco? Padre dice que no existen, pero el abuelo dice que sí y que devoran a los niños.... de repente, como si hubiese recordad de pronto presentarse Me llamo Mithlondir, pero me puedes llamar Mith, todos me llaman Mith...

El elfo sonrió ante la llegada del muchacho y escuchó sus palabras, no es que estuviera molesto solo no sabía de quien podía fiarse.

Sin dejar de vigilar, respondió al muchacho con calma - si, soy elfo, y no tengo nada en contra de los mercaderes, simplemente creo que vigilar desde las sombras permite asegurar que nadie se acerca con malas intenciones, y de hacerlo, se topará con alguien a sus espaldas.

Cual halcón siempre observando, el silvano defendería a todos durante su turno de vigilancia.

- En cuanto a los orcos,... - pensó un instante si que le dijeran que no existían era algún tipo de enseñanza, pero no se le ocurrió motivo alguno por el que no pudiera saber la verdad - los orcos son viles, traidores y peligrosos, de hecho, ¿te apetece escuchar la historia de unos amigos?

En tercera persona el elfo contó algunos detalles de "aquellos amigos que conoció" - conocí a un grupo muy alocado que se tiraban de bruces ante cualquier peligro, y de entre ellos, un elfo de mi misma raza siempre preocupado por la incauta actuación de los más jóvenes. Ya fueran troolls u orcos, su ímpetu les llevaba a los peores destinos posibles.

Tomoó su ración diaria y le dio un trozo al muchacho antes de proseguir - primero lucharon contra una bruja a la que quisieron ayudar, creían que era tal vez no una buena mujer, pero si anciana y necesitada, para ella buscaron un tesoro que algunos de ellos no querían entregar tras dar su palabra, el elfo de mi raza, es de la opinión de que las promesas se deben cumplir siempre, a menos que algo le impida hacerlo, pero por los muchachos que le acompañaban, la anciana fue descubierta como peligrosa bruja. No tuvieron oportunidad de luchar, todos cayeron bajo sus embrujos, pero el silvano pensó que si no les había matado, era en parte porque quiso cumplir con su palabra de dejarles disponer de gran parte del tesoro, y tal vez, por el respeto que siempre le intentó mostrar mi amigo silvano.

Miró si el chico se aburría antes de seguir - poco después de aquello, se lanzaron a rescatar a un chico al que habían atacado unos trolls, en esa ocasión se toparon con una guarida de esos temibles monstruos. Tengo entendido que mi amigo estuvo a punto de morir, y sus compañeros sufrieron heridas y daños considerables, iba un Noldo, como el que mencionas que está en el campamento, y cayó sin conciencia en plena cueva, corriendo un temible peligro. No es fácil viajar desprotegido, todos lo pasaron mal en un momento u otro. Por fortuna salvaron al joven, aunque herido y dolido por perder una de sus piernas.

Intentaba resumir las historias, para procurar entretener al chico.

- la última vez que escuché de él, fue a un castillo, ¡plagado! De orcos, valientemente se preocuparon por los viajeros y procuraron asegurar un poco el lugar. En esa aventura, el elfo estaba contento, parecía que sus compañeros habían aprendido a ser precavidos, pero solo lo aparentaba, en cuanto la batalla comenzó, no tardaron en seccionar el grupo, y aunque les fue bien, vio que la paciencia y precaución no era el punto fuerte de ellos, por eso decidió ser cauteloso por todos ellos. A continuación hayarían túneles secretos y peligros por doquier, orcos en cada esquina y finalmente un hombre malvado que controlaba a esa peligrosa raza, atacando sin piedad a sus semejantes humanos - la historia podría ser muy dura o tensa para el chiquillo, por ello acabó suavizando el final - por suerte salieron triunfantes y el lugar aunque no sea seguro, no será tan complicado de cruzar por lo menos.

- si, existen los orcos, con alguno he acabado yo mismo, pero si tienes ocasión, te recomiendo huir si tienes posibilidad de ello, pues si luchas, será seguramente a vida o muerte.

Asintió ante su nombre, y le dio el suyo - encantado Mith, yo soy Elendorn.

Le gustaban los críos, su inocencia permitía al silvano relajar lo que parecía una leve ansiedad constante.

- Sí, soy un khazad, aunque no un guerrero tan fiero como pueda parecer, creo que soy mejor bardo.- dijo el enano con una sonrisa mientras ataba los caballos.

- El bosque de los trolls es un poco menos tenebroso ahora de lo que era cuando llegamos, pero sigue habiendo trolls y orcos. Si vais hacia allí deberíais tener cuidado.

Deje hablar al enano, mientras estrechaba amistosamente la mano de nuestros improvisados anfitriones.Solo alcé la voz para responder escuetamente la pregunta de muchacha:

Mi nombre es Kallen, aunque podeis llamarme Ragnar...soy un ermitaño, un hombre del bosque. Mi hogar está muy lejos de estas tierras, al otro lado de las montañas de la niebla, mas allá del gran rio...de alli vengo y alli volveran mis pasos algun dia.

Pausadamente los seguí hasta su lugar de acampada. Parecia que aquella noche podriamos gozar de un poco de buena compañia.

 El niño no parecía aburrirse de las histórias que el elfo le contaba.

 Al contrario, hacia preguntas sobre las aventuras de los amigos de Elendorn.

 ¿Era una bruja poderosa? ¿Y era malvada?

 ¿Y los trolls comían niños?

 ¿El castillo era grande? ¿Cómo de grande?

 Sin embargo, ya se sabe como son los niños. Poco a poco el muchacho se fue refugiando en la capa que llevaba contra el frio y el viento de la noche. Para cuando Elendorn se presentó, el muchacho ya hacía unos minutos que dormía, a los pies del arbol.

 Que bien exclamó la joven con el fuerte brazo de su esposo ceñido a su cintura.

 A mi madre también le gusta mucho cantar... y hacer música. Seguro que podéis cambiar canciones... dijo refiriéndose a Burga. 

 La joven seguía observando con curiosidad a ambos aventureros. Parecían dormir en el carromato, no se veían tiendas ni sacos de dormir en el suelo.

 Regresamos a casa explicó el joven guerrero Tenemos una pequeña villa a la sombra de las Colinas de la Torre, entre el Brandivino y el Mithlond, entre la comarca y las montañas azules... se puede ver el mar en los días claros...

 El joven parecía añorarse, cansado quizá de viajar y dormir en el carro.

 Pero antes descansaremos en Tharbad. dijo de pronto aquel hombre Si la encontramos, claro... creo que nos desviamos en algun punto de las tierras brunas. Ya le dije a tu padre que no deberíamos haber cruzado ningún pantano...

 La joven, risueña, se encogió de hombros.

¿Tharbad? Dije al oírle pronunciar aquel nombre.

Eso parece, nosotros nos dirigimos ahí también...

Poco me preocupaban las razones de aquellos viajeros para pasar allí la noche, pero si íbamos juntos evitaríamos incidentes como el de los bandidos que nos habían intentado robar solo unos días antes.

La joven montaraz escuchó apenada esas palabras, aunque prefirió ignorarlas por el momento. Después, se dirigió a él con toda la autoridad que podía reunir.

- Estoy de acuerdo en que hagamos las guardias como decís, y os agradecemos vuestra ayuda - la montaraz parecía confiar en aquella familia. Elendin era una mujer de pocas palabras, por lo que cenó en silencio y esperó a estar con cierta intimidad antes de hablar con Tirlindë.

Con delicadeza se quitó su capa y sus botas, y meditabunda se sentó al lado del hechicero buscando consuelo en sus brazos hasta que le tocase su guardia.

El elfo se acercó al muchacho dormido, las sombras eran buenas para vigilar, pero una mala idea para dormir, si se esperaba descansar adecuadamente. Se agachó al lado del chico y con todo el cuidado posible lo tomó en brazos procurando no despertarlo y caminó hacia la carreta despacio pero sin pausa. No era la persona más fuerte de la historia, pero si las prisas no le obligaban a descuidarse, cargar a un muchacho no era tan complicado, miró a los presentes esperando que le dijeran donde dejar a Mith al cobijo de las mantas o en la cercanía del fuego, no fuera a enfermar por un simple descuido.

Tirlindë asintió ante la oferta de guardias mixtas, dando a entender que le parecían bien. No obstante, enarcó una ceja ante el comentario de aquel hombre sobre su relación y le dijo en un tono un tanto altivo:

-No sé a que os referís con malfario, Beren y Lúthien fueron muy felices pese a los tiempos que corrían, y con gusto pasaría el doble de penurias con mi amada si me aseguran que cuando todo acabe seguiremos juntos ... -dijo a la vez que cogía con suma ternura su mano y miraba a Elendin cargado de amor.

Acto seguido, dejando que la montaraz se acurrucura con dulzura junto a él, la arropó y dejó que durmiera plácidamente con el calor de la hoguera y su esbelta figura como respaldar; a la vez que la besaba con delicadeza para que descansara bien.

No obstante, el mago interesado en los viajes de aquellos hombres, continuó con la conversación preguntando:

-Entonces, si servisteis con Arvedui, he de suponer que pertenecéis al pueblo de mi amada ¿cierto? lo cierto es que la muerte del rey de Arnor fue una gran pérdida -expuso expresando sus condolencias por aquella pérdida y demostrando sus conocimientos de historia- pero según tengo entendido, a los dunedain los gobierna ahora los herederos del capitán de Arnor, con sangre real también ¿no seguís a vuestros compañeros? -dijo interesado en la historia de los descendientes de númenor, pues mucho acontecía últimamente relacionado con ellos- nosotros por nuestra parte nos dirigimos a Tharbad, así que supongo que mañana seguiremos caminos opuestos, al parecer una sombra la amenaza y hemos de evitar que se extienda -concluyó explicando el sentido y la orientación de su viaje.

Fjalar se sorprendió de la casualidad de encontrar a unos viajeros que se dirigían a donde ellos deseaban ir. No le preocupaba demasiado ese hecho, aunque no quería bajar la guardia después de las traiciones vividas.

- Si mis compañeros están de acuerdo podríamos continuar con vosotros el resto del camino, más gente significa más protección. -dijo sin dudar.

 Ragnar y Fjalar disfrutaban de la charla junto al pescante del carro con la feliz pareja cuando Elendorn llegó con un muchacho de bucles castaños dormido en brazos. Antharion sonrió mientras la madre se hacía cargo.

 Dámelo. le dijo la pelirroja con total confianza al montaraz silvano Pobre Mith, está rendido...

 La joven entró al carromato a volver a acostar al pequeño, de unos diez años.

 Antharion puso al día a Elendorn.

 Pues si como dicen tus compañeros vamos todos a Tharbad, lo suyo es compartir camino. Lo consultaré con Barethain por la mañana. pensó un momento antes de añadir Lo que con el carro creo que iremos mas lentos que vosotros. Llegaremos mañana bien entrada la noche o quizá pasado.

 El tipo parecía compungido por no poder seguiros el ritmo.