Partida Rol por web

Rastrear aquel lugar no sería mala idea, tenía una ubicación que vender, solo si ello le conducía por el camino deseado. Nunca le habían gustado las discusiones, y las del Noldo y la norteña tenían pinta de ser largas.

Infiltrarse directamente traía sospechas, los ladrones al igual que timadores y asesinos, tendían a desconfiar si no veían una coartada clara. Él en cambio, utilizaría su naturaleza tranquila.

Un elfo dando dinero ya debía tener algunos ojos sobre él, ¿porque lo hizo? ¿Que pretende? Y lo más importante ¿que busca? A él ya debían estar vigilándolo. Su verdad de que no le había dado mucha importancia nunca al dinero, podía torcerse para decir que sabía que ningún contacto era gratuito, y su coartada era sencilla también, un escolta silvano cansado de sus contratistas, dispuesto a vender la ubicación de un alijo para poder prescindir de ellos.

Tirlindë realizo una mirada de hastío cuando el pseudobeórnida empezó con su retahíla, en su mente sólo sonaba "bla bla bla el noldo es malo bla bla bla seguimos sin un plan bla bla bla lo mejor es esperar" como resumen de lo dicho por Ragnar, y dado que el mago ni se consideraba malo, ni era conocido por su paciencia, tenía claro que no debía hacer caso alguno a lo propuesto por el animista; eso sí, en algo había tenido razón, la cueva de los trolls estaba muy lejos de allí, por lo que debía pensar algo mejor... Así pues, sin dar ninguna muestra de arrepentimiento por lo dicho y haciendo como si no se hubiera equivocado en nada dijo:

-Puede que la cueva de los trolls esté muy lejos, pero no por ello debemos descartar dicha opción, podemos ir diciendo que queremos meter el alcohol que hemos encontrado en una cueva de trolls, en la ciudad y que deseamos hacerlo de forma "barata"; de forma que si los contrabandistas nos ayudan le daremos un porcentaje del total, así pues, con esa idea pediremos que nos lleven ante su líder, para gestionar todo el asunto y que nos den ciertas garantías, nuestra falsa identidad de comerciantes puede ayudar a darnos más credibilidad si cabe -concluyó nuevamente como si estuviera convencido de que su plan era el mejor y que tarde o temprano tendrían que darle la razón.

Elendin entornó los ojos ligeramente, pero debido a que su tono estaba creando malestar en el grupo, decidió no seguir tan beligerante delante de todos, de modo que volvió a su tono dialogante al que tenía a todos acostumbrados.

- Tirlindë, al igual que pueden querer comprobar que la coartada del burdel es cierta o no, querrán comprobar que nuestro cargamento de alcohol es real, y no podemos llevarlos hasta la cueva de los trolls, como bien decís, por lo tanto esa idea habrá que descartarla definitivamente. Y mucho menos nos llevaran hasta su jefe hasta que no tengamos algo fiable entre manos, no han llegado a ser una cédula criminal tan grande siendo estúpidamente ingenuos. - terminó diciendo - debemos tener algo que ofrecer, que sea real, tangible y comprobable... hasta entonces no creo que podamos hacer demasiado. Si bien podemos empezar con la coartada de ser comerciantes, sigo pensando que nos haria falta algo más... - la norteña comenzó a pensar - tal vez pudierais ofreceros a ser guardaespaldas de los traficantes, o algo así... - volvió a su semblante taciturno de siempre, tal vez más taciturno de lo normal.

 A pesar de las palabras de Ragnar, el enano continuaba pensativo.

 El tono no se relajaba, si bien poco a poco la conversación parecía conducir en la buena dirección.

 Todo se trataba de ponerse de acuerdo.

 El elfo recorrió el callejón palmo a palmo pues tampoco era muy grande. Sin embargo, el callejón de una ciudad, aunque rastreable, no era lo mismo que un recoveco en el bosque. El montaraz se mostraba confuso y poco perceptivo al no tener árboles ni arbustos dónde buscar los rastros habituales.

 Finalmente, abandonó el lugar con las manos vacías. Sus pesquisas no habían dado resultado.

El enano no ignoraba la discusión de sus compañeros pero creía que estaban llegando a un punto muerto.

-Debemos ir por las zonas donde entra la mercancía preguntando cuanto costaría introducir nuestra mercancía-dijo pensativo-. Y hablando del malestar que nos producen las altas tasas que nos hacen pagar.

Fjalar no creía que está última parte fuera complicada, no le gustaban los impuestos que podían ahogar a su población para mantener las guerras de sus señores y, con las coartadas que tenían, podían sostener el plan sin demasiado problema.

Además, aunque había tomado en consideración los planes de sus compañeros estos parecían no ponerse de acuerdo más que en el fondo.

-¿Y el silvano?- preguntó entonces.

Se había pasado tanto tiempo meditando que no se había dado cuenta de si desaparición.

Fjalar tiene razón. Apunté en cuanto el enano finalizó su intervención.

A falta de un plan mejor, me parece un buen punto de partida...nos permitirá conocer un poco mejor el lugar y como se hacen las cosas por aquí...a medida que vayamos obteniendo información podemos añadir vuestras ideas al plan original.

En cuanto hagamos un par de contactos, podríamos arriesgarnos a arreglar algún tipo de encuentro como propone Elendin y quizás entonces tengamos más claro que podemos ofrecer para apuntar a los hombres clave de la organización tal y como sugieré el Noldo...

Esperaba que con aquella intervención la discusión quedase zanjada, al menos por el momento.

Ha salido, respondí a la pregunta del enano. Deberíamos ir a buscarlo y ponerlo al tanto de nuestras intenciones.

Desentenderse de aquella manera de las decisiones del grupo, no me parecía una acción muy responsable por parte del Silvano, pero en cierto modo lo entendía. Yo mismo me había visto tentado a abandonar la mesa en varias ocasiones. Sin embargo, permanecer y discutir era parte de nuestras obligaciones toda vez que habíamos aceptado cumplir aquel encargo. De una manera u otra se lo haría saber, aunque tampoco esperaba que aquello fuese a afectarle de algún modo.

Una lástima darse cuenta de que tal y como ya sabía, la ciudad no le ofrecería muchas pistas, sabía del castillo que la piedra era bastante desagradable como para seguir algún rastro en ella, la ciudad era bastante semejante.

No encontrando rastro alguno caminó de vuelta a la posada, sentía frustrción cuando las cosas no funcionaban como esperaba.

 Elendorn regresó al comedor de la posada.

 Aunque el grupo seguía allí ya no estaban discutiendo. O la conversación había terminado o quizá hacían una pausa.

El mago negó para sí al ver como el resto de su grupo se negaba a ver lo evidente, no obstante tenía claro que no iba a hacerles cambiar de opinión por lo que aprovechando la aparición de Elendorn dijo:

-Yo sigo pensando que es mejor agotar primero la vía del comerciante y del alcohol de los trolls, pues el que cueste que comprueben dicha baza no es lo mismo que suponer que no la considerarán cierta por lo mismo... -expuso dejando claro aquel punto- ¿alguien viene conmigo? -preguntó para ver si alguien estaba de su lado.

Elendorn se acercó con calma y con voz baja dijo - yo optaré por esa opción, soy su escolta después de todo - dijo adaptándose al papel que se les había ofrecido.

Ligeramente chafada porque su plan no había salido adelante, se encogió de hombros, y mirando de manera desafiante a Tirlindë dijo:

- Yo iré con Fjalar, creo que para empezar no está mal.

El otro plan le parecía absurdo. Nadie iba a comprar ni aceptar como moneda de cambio algo que no podía averiguar de forma fácil si existía. 

Asi sea pues

Aunque de un modo diferente al que la mayoria hubiese previsto, finalmente se alcanzó um acuerdo.

El Noldo y el Silvano probarían suerte en los bajos fondos de la ciudad en busca del comerciante de la noche anterior, mientras Elendin y Fjalar usarian su coartada como comerciantes para averiguar el modo mas economico de introducir mercancias en la ciudad.
Tal y como era previsible, no tarde en alinearme en el grupo del enano.

Bien, pues no se hable mas. Yo acompañaré a Fjalar y a la norteña. Mucho me temo que mi querido amigo enano va a necesitar toda la ayuda posible en el río comenté entre risas.
Por un momento, vacilé ante la incierta perspectiva del Noldo y el Silvano juntos y desatados en la noche de Tharbad.
Pero de alguna manera, sentía que de algun modo, finalmente terminarian entendiendose. Habia un punto de excentricidad en ambos, donde quizás descubriesen un punto de encuentro.

Nos vemos a la noche entonces. Procurad no meteros en líos, y recordad que una retirada a tiempo siempre es mejor que la muerte

7 de Girithron
11:00

 El grupo abandonó el Descanso del Viajero tras llegar al acuerdo de dividirse. 

 En realidad, recorrieron aún juntos la Rath Heled, hasta cruzar el canal y llegar a la monumental avenida Menetar. El barrio de los ladrones y el puerto se encontraban los dos en el islote central. Así que el grupo, ya separado en dos grupos pero a la vista unos de otros, cruzaron por el puente. Al llegar a la garita, los soldados reconocieron casi al unísono:

 Pertenecen al Gremio, pueden pasar.

 Todo en orden, adelante mercader, pase.

 Ninguno de los soldados hizo ademán de cobrarles o detenerles.

 Nada más cruzar el puente del Iant Formen se desviaron a la derecha junto a una herrería, para internarse en los puertos, dejándo que el silvano y el noldo siguieran más adelante por la avenida, con la intención de girar a la izquierda más adelante e intentar entrar en el barrio de los ladrones.

 Las barcas de pescadores, pequeñas y medianas, amarraban aqui antes o después de faenar. El olor de pescado golpeó sus fosas nasales. El sol comenzaba a estar alto sobre sus cabezas y el puerto daba un aspecto muy diferente de dia que de noche.

7 de Girithron
11:00

 El grupo abandonó el Descanso del Viajero tras llegar al acuerdo de dividirse. 

 En realidad, recorrieron aún juntos la Rath Heled, hasta cruzar el canal y llegar a la monumental avenida Menetar. El barrio de los ladrones y el puerto se encontraban los dos en el islote central. Así que el grupo, ya separado en dos grupos pero a la vista unos de otros, cruzaron por el puente. Al llegar a la garita, los soldados reconocieron casi al unísono:

 Pertenecen al Gremio, pueden pasar.

 Todo en orden, adelante mercader, pase.

 Ninguno de los soldados hizo ademán de cobrarles o detenerles.

 Nada más cruzar el puente del Iant Formen Elendin, acompañada por Fjalar y Ragnar, se desviaron a la derecha junto a una herrería, para internarse en los puertos. El noldo y el silvano se despidieron de ellos y siguieron por la avenida Menetar, hasta poder girar a la derecha por la Rath Aran, siguiendo la muralla sur del Palacio Real hasta casi llegar al canal. Al cruzar el Cherant Rammas, sí fueron detenidos en la muralla por los guardias, que cruzaron sus lanzas.

 Un sargento revisó las credenciales de Tirlindë.

 Señor Damaris, lo lamento. No sé si en el Gremio le han informado de lo peligrosas que son estas calles. dijo refiriéndose al barrio de los ladrones al que las puertas que guardaba daban acceso. Ante la insistencia del noldo, el hombre negó con la cabeza y le devolvió los papeles. Como guste, señor, pero si entra ahí no podremos garantizar su seguridad.

- Busquemos barcos que puedan mover nuestra mercancía-dijo el enano, en voz alta, ya puesto en tarea-. A ser posible con los precios más asequibles. ¡Nos están matando a impuestos!

Lo de separarse le había parecido buena idea en ese momento aunque pensaba que quizá el hechizo de amistad del noldo pudiera valerles para sus planes.

Observaba cada barco tratando de encontrar uno que pudiera transportar mercancías y meterlas sin ser descubierto y, de vez en cuando, preguntaba a algún navegante sobre la posibilidad de traer mercancías en barco desde algún lugar alejado. No necesitaba entrar en detalles puesto que esperaba el no de la mayoría de ellos.

Pensativos, cruzamos el puente en dirección al puerto, dejando atrás al altivo Noldo y al elfo trepador

A pesar de desearnos mutuamente suerte en la despedida, existía en lo más hondo de mi pecho el ferviente deseo de llegar al fondo del asunto con nuestras propias averiguaciones, nada me gustaría más que bajarle un poco los humos al hechicero y hacerle probar un poco de su propia medicina.

Flanquee al enano en nuestro paseo por los embarcaderos, asintiendo a todas sus aseveraciones. Fjalar había demostrado una imparcialidad y un sentido de lo practico que lo convertía en un miembro confiable dentro del grupo. para mi no resultaba un problema interpretar el rol de su aprendiz.

De cuando en cuando deslizaba miradas furtivas hacia la Norteña. Resultaba evidente que se encontraba molesta con el Noldo y en menor medida, quizás también con el resto de nosotros por no haber apoyado su plan. De modo que procuré no forzar la situación y esperar a que ella estuviese dispuesta a hablarnos.

Quizas en los almacenes podamos preguntar por las embarcaciones y las tarifas disponibles Maese Fjalar

Mientras el enano recorría los botes, yo me centré en los marineros que cargaban los aperos y manipulaban los fardos de un lado a otro. De cuando en cuando me alejaba de la ribera del río para adentrarme en unos almacenes o algún tenderete próximo.

Tirlindë llegó hasta la parte más "oscura" de Tharbad, en compañía del miembro que había demostrado mayor criterio dentro del grupo, Elendorn, que pese a ser un moriquendi, tenía que admitir que estaba adquiriendo mayor sabiduría; al igual que le ocurrió a los elfos sindar en la primera edad por estar en contacto con su propio pueblo; quien sabe, quizás algún día puedan coger ambos un barco y embarcarse hacia las Tierras Imperecederas. Pero esos asuntos eran todavía muy lejanos y tocaba centrarse en el presente, por lo que dijo en tono cordial y con cierto agradecimiento en su voz por acompañarle:

-Bueno, estimado amigo, vos diréis por donde empezamos ¿recuerdas dónde visteis al vendedor? es la mejor forma de empezar -dijo esperando que dicho individuo andara por allí.

A su vez, el mago no quitaba ojo a todo lo que le rodeaba, prestando especial atención a aquellos personajes que pudieran parecer sospechosos, a reuniones clandestinas en medio de la calle, por si podía escuchar con su fino oído alguna conversación interesante...

Decidida a averiguar todo lo posible sobre el contrabando de la ciudad, Elendin se puso su capa y se colocó detrás de Fjalar, no muy segura del papel que debía interpretar. Pensaba en un principio escuchar y callar, mientras observaba a su alrededor cada detalle que estuviese a su alcance.

Apenas fue consciente de si alguien había notado su estado de ánimo, y ya lejos de la presencia de Tirlindë, se relajó notablemente. Un poco más contenta, comenzó a pensar ideas al igual que sus compañeros. 

- Es buena idea la de las embarcaciones, debemos encontrar quien administra los principales almacenes de aquí, y quizás a base de sobornos... - propuso la montaraz - ¿Y si entramos en una taberna después? quizás invitando a varias copas a alguien adecuado podamos soltarle la lengua...

Tal vez, pensó, podrían invitar a algún marinero hasta emborracharlo por completo, así quizás tendrían un hilo por el que tirar...

Y allí estaban, entrando en malos dominios, el silvano sacó sus armas gemelas, dejando sus manos a su espalda ocultas por la capa, casi hubiera reído cuando el Noldo preguntó donde habían visto al vendedor de la noche anterior. ¿Le seguía y no tenía algún plan?

- aquel hombre estaba al lado de nuestra posada, en un callejón cercano. Por ello fui esta mañana a comprobar si había alguien o algo.

Obviamente no había encontrado nada, si no, el plan del escolta codicioso hubiera seguido adelante.