Partida Rol por web

 La anciana asintió.

 Los pendientes son tuyos. De hecho, puedo ofrecer trescientas monedas a cada uno si recuperáis la tiara... la anciana revisó la nota, limpiándose las lágrimas de los ojos Amenazan con fundirla... Eru bendito... cinco mil piezas es el coste de los materiales... ¡la tiara vale mucho más! Le he dedicado horas y horas... incontables noches...

 El miedo a que aquella obra de arte única pudiese perderse se traducía de las palabras de la anciana.

 La vieja fortaleza... Ostinen Turambar... musitó entre dientes Se encuentra en el islote central de la ciudad. Justo detrás del Barrio de los Ladrones. Un terrible lugar. Pero sólo alguien de Tharbad o que haya vivido algún tiempo aqui, la llamaría la Torre de la Gárgola... es una leyenda local...

 La mujer parecía aún preocupada por que esos salvajes pudiesen fundir su obra maestra, cuando su hijo regresó. Había puesto a la lechuza a dormir en su habitación. Prometió que el animal ya no molestaría.

El mago asintió satisfecho, ya habían cerrado el trato, y parecía bastante generoso, mas no se olvidó la palabra dada por lo que dijo en nombre del grupo:

-Entonces tenemos un nuevo acuerdo mi señora, y que conste que no me olvido de mi palabra dada, os debemos el señor silvano y yo un pasaje seguro hasta la posada del cruce de caminos.

Tras ello, y lamentando que el insoportable sobrino volviera a la sala, le respondió a sus amigos diciendo:

-Ya veo que hay problemas con el reparto de objetos para el plan, pero son detalles que se pueden ir solventando, lo importante es que a todo el mundo le parezca bien, eso sí, tal y como dice Ragnar, hay que investigar, y me parece acertado, mi idea era principalmente para tener un plan de acción llegado el momento... -concluyó dejando claro que ya abordarían los detalles más tarde.

Así pues, se volvió a dirigir a la anciana y le dijo:

-Bueno, Lothiriel, ¿me permite algunas preguntas antes de marcharnos? ¿tiene usted algún rival conocido? ¿algún competidor comercial con pocos escrúpulos por ejemplo? -preguntó para empezar y tener claro si la joyera se había granjeado algún tipo de animadversión.

Conforme con la nueva sitiacion, asentí a las palabras del Noldo. Después de todo, Tharbad era lo más cerca que habia estado de mi objetivo desde que salí de los bosques.
Ayudar a aquella anciana no nos haría mal, y tal vez con algo de tiempo, pudiésemos averiguar más sobre la profecía de Turlin.

muy bien, ahora será cuestión de organizarnos un poco. Por lo que la señora dice, los ladrones viven en la ciudad. Deberíamos indagar un poco si se ha visto merodear a alguien por esa fortaleza. Y tambien hacer una visita para reconocer el lugar...

Aún resentido por el plan que había tomado el noldo sin consultar, el enano asintió. Tenían tiempo para hacer unas pocas averiguaciones antes de ir a rescatar la joya que tanto trabajo les había costado. Seguía desconfiando de los jóvenes, pero no tenía más pruebas que pudiera presentar.

Cuando hablaron del precio de sus servicios se sintió muy alagado, pero seguía dispuesto a hacer vestido toda la misión.

 La anciana se esforzó por dejar claro a Tirlindë que si bien le agradecía la ayuda y lo respetaba, no entendía por que él debería cobrar antes del servicio al contrario que el resto de su grupo. La discusión no llegó a avivarse por que justo en ese momento un joven de cabellos cortos y morenos entró en la tienda. Lo acompañaba un  hombre de edad, altura y porte. A través de la puerta abierta los aventureros pudieron ver como media docena de lanceros tomaban posiciones fuera, en la calle.

 ¿Quién es esta gente, hermano? se dirigió directamente al joven de rubios cabellos, casi blancos ¿Són los ladrones? ¿los has encontrado?

 Turin le aclaró que aquellos eran clientes de su tía y que habían venido a ayudar.

 Espero que no entorpezcan la investigación oficial... dijo mirándolos con desconfianza.

 A pesar de su corta edad, era evidente que el edain poseía un gran carácter.

 El dunedain de mayor edad avanzó hacia la anciana y la ayudó a incorporarse, afianzando sus antebrazos con sus manos.

 Lothiriel, cuanto lamento este contratiempo. le dijo en Sindarín, la lengua que usaban los hombres del norte en Cardolan. Luego, sin embargo, continuó en Oestron por respeto al resto de presentes  He informado a la princesa y esta desolada. Imagino que no hay manera de recuperar a tiempo la tiara antes de la próxima reunión del consejo...

 La anciana le enseñó la nota de los ladrones al alcalde de la ciudad. El hombre lo leyó rápidamente, cambiando su semblante a una honda preocupación. 

 No te preocupes por el dinero. Yo puedo prestartelo. Lo descontaremos del pago de la joya una vez la recuperemos. aseguró el hombre Cinco días es perfecto... el Consejo se reúne en una semana.

 Con gesto rápido se guardó la nota bajo la pechera de su casaca. Abrazó a la anciana, palmeando suavemente su espalda para que se calmase.

- Disculpe buen hombre... - dijo el silvano afable - ¿me permitiría usted leer de nuevo la nota? Quisiera asegurarme de que no hay algún mensaje oculto, los ladrones a menudo se creen más listos que nadie y dejan mofas que les pueden delatar...

Era una buena excusa para examinar una vez más la nota, aunque el que conociese un mínimo al silvano sabría que era raro que el se aventurara a pedir algo sin algún motivo concreto. Ese hombre acababa de hacer dos cosas que no le gustaban ni una pizca, la primera guardarse la nota bajo su pechera, cuando lo habitual era confiarla a la guarda como posible prueba, lo segundo ofrecer esas 5.000 monedas sin dudar.

La primera indicaba que; o bien era el ladrón, reconocía la letra, o había alguna marca que delataba al culpable y a él no le interesaba que se supiera.

La segunda que; "prestándole las 5.000 monedas" A. de ser culpable las tendría de regreso y obtendría otras 5.000 luego, B. de reconocer la letra sería alguien muy cercano, por lo que sería como darle a esa persona 5.000 monedas sin perder él ni una, y C. de reconocer alguna marca, recuperaría tras la venta de la tiara su inversión y después podría con la nota en mano extorsionar al culpable obteniendo al menos medio botín.

Si sus compañeros no llegaran a su misma conclusión al ver que el silvano pedía la nota, cuando estuvieran solos ya lo comentaría. Una cosa estaba clara, cuanto más se tenía, más se quería, y aquel tipo era un sospechoso como cualquier otro.

Asuntos de gente grande: enrevesados, llenos de cosas brillantes y propensos a acabar en derramamiento de sangre. Rudigar era un hobbit más activo, curioso y violento que buena parte de sus congéneres, pero para todo había un límite. 5.000 monedas de oro era una cantidad suficiente para marear al humano más pintado, ni qué decir hay que mucho más que suficiente para dejar sin palabras a un simple hobbit.

El pequeño guerrero balbuceó alguna excusa ininteligible, se metió las manos en los bolsillos y siguió mirando hacia arriba, donde acontecían aquellas conversaciones fastuosas que a duras penas si podía seguir. ¿Notaba algo extraño? Sin duda, lo más raro de todo el sentirse involucrado en algo de esa magnitud. ¿No podían volver a tratar con orcos y trolls? Aquello sí le parecía algo manejable...

El noldo enarcó una ceja al ver llegar a toda aquella comitiva, el hermano del sobrino de Lothiriel parecía igual de imbécil que su pariente, pero este al menos se esforzaba por guardar las formas. No obstante, le llamó la atención lo rápido que aquel hombre allegado a la reina había ofrecido el dinero sin más problemas, como si no importara lo más mínimo que la mujer perdiera ese dineral del total de la corona, algo olía mal allí, su instinto no falló con Turlin y tampoco creía que fallase ahora. Así pues, percibiendo que allí ya poco más podían hacer, le dijo al pequeño hobbit al oído y en voz baja:

-Voy a ausentarme un rato maese Rudigar, id en unos minutos al baño de la anciana a recuperar mis pertenencias si sois tan amable -dijo con su voz melodiosa y sonriendo al mediano en gesto de complicidad. 

Por lo que acto seguido, le dijo a la joyera:

-Disculpe Lothiriel, ¿puedo usar el excusado un segundo? -preguntó con la mayor educación posible para decirle en voz baja al pasar a su lado- no acepte ningún préstamo aún, ese dinero no debe acabar en manos de los bandidos... -concluyó esperando que la anciana no se comprometiera a nada aún.

Tras ello, y una vez en el baño, se preparó para realizar su magia...

El enano consideró lo que les venía por delante. Pagar un rescate por una joya que, a todas luces, era mucho más cara que el rescate pedido. Quizá era por que vender la joya más adelante sería complicado, pero seguro que podrían sacar mucho más si lo hicieran.

Pensativo, el enano se preparó para el plan que estaba surgiendo. Quizá investigar el sitio antes de la recepción era lo más importante en ese momento. Y recuperar la joya, a pesar del pago, era su objetivo.

Todo parecía cuadrar, pero seguía desconfiando de que el ataque hubiera sido desde dentro.

No terminaba de comprender la animadversión de mis compañeros hacia los sobrinos de la anciana, pero la situación empezaba a volverse incomoda. Cada vez llegaba más gente importante y pareciera que nuestra presencia allí estuviese fuera de lugar.

 Minastan se mostró extrañado de la petición de Elendorn. Sin embargo, el sobrino rubio de la anciana irrumpió rápidamente en su favor.

 La nota dice claramente que mi tia puede llevar una escolta para cruzar el Barrio de los Ladrones hasta la fortaleza. Estos elfos, venidos de lejos, van a ayudarnos en esta labor, alcalde. le explicó como una forma de justificar la presencia del grupo en la tienda Déjele ver la nota, pues ahí estan las condiciones exactas de los ladrones.

  Minastan asintió y solícito sacó de su pechera de nuevo la nota para entregársela al montaraz.

  La anciana dió permiso para ir al baño a Tirlindë que se hizo acompañar del pequeño hobbit. Ciryon les guió hasta el lugar en el piso de arriba. Los tres desaparecieron escaleras arriba.

 El papel había sido escrito en la lengua común, el Oestron:

 Si quieres volver a ver la Tiara intacta, reúne cinco mil monedas de oro y llévalas a la Torre de la Gárgola que hay en las ruinas de la vieja fortaleza, sóla, a medianoche dentro de cinco días a partir de hoy. No intentes encontrarnos. Si no vienes sola, no hay trato. Puedes traer una escolta de no mas de cuatro guardias para atravesar la Fortaleza con seguridad, pero no deben entrar a la Torre contigo. Si no vienes, nos veremos forzados a fundir la Tiara.

 Minastan parecía ser sincero. O puede que un gran actor, como el noldo había sugerido. 

 Sin embargo, Ragnar llevaba años observando la conducta de los humanos. Su intuición no le había fallado nunca. Y su intuición le decía que allí había algún asunto turbio, más allá de lo evidente. Una extraña tensión se había adueñado de la sala y, si bien, podía parecer que era por la presencia del grupo, Ragnar estaba seguro de que no era así.

 El culpable estaba en aquella sala. Pero había que descubrir quien era y conseguir pruebas sólidas de ello. No aceptarían la palabra de unos desconocidos extranjeros así por que sí. Por mucho que Tirlindë pensase que su palabra era ley.

 Subieron por las escaleras hasta el piso de arriba. 

 Una vez allí observaron un largo pasillo sin ventanas que partía de las escaleras y se adentraba en la casa. Estaba oscuro, sin embargo los ojos del noldo se adaptaron enseguida a la penumbra que allí reinaba. El hobbit tuvo que cogerse de las ropas del hechicero para guiarse.

 El pasillo tenía dos puertas a la derecha y dos a la izquierda. Sin embargo Ciryon, con el paso seguro del que se conoce el lugar de memoria, los llevó hasta la quinta puerta, la del fondo. 

 Es aqui. dijo y abrió la puerta.

 El pasillo se inundó de luz. El excusado, a penas un habitaculo de metro y medio por metro y medio, tenía una claraboya en lo alto por la que entraba la luz del medio día. Un bacinete, una jofaina y un elaborado espejo se encontraban en el interior. El bacinete estaba impoluto, aunque era evidente que debía ser vaciado después de cada uso.

 El joven los dejó allí dentro y salió al pasillo, cerrando la puerta tras él.

 Minastan se quedó consolando a la anciana. Ambos hablaban en sindar en voz baja y mostraban una cierta familiaridad. 

 Turin reunió a los tres aventureros a su alrededor, cerca de la puerta de la tienda, mientras su hermano subía con el hobbit y el hechicero al piso de arriba.

 Deseo atrapar a esos ladrones tanto como vosotros. les confesó Mi tia y el alcalde están dispuestos a pagar, pero yo no. ¿Puedo acompañaros? Soy un buen explorador y conozco la ciudad, pues me crié aqui.

 El joven parecía realmente dispuesto a descubrir la verdad.

Aquella conversación de gente grande le superaba, pero Rudigar prestaba el máximo de atención para que luego, cuando el grupo debatiera sobre su plan de acción en base a aquellas, pudiera al fin entender los mensajes ocultos y las mentiras, así que cuando el noldo se le acercó casi dio un respringo por la sorpresa. Finalmente asintió en silencio y le acompañó al baño.

En el baño el hobbit se volvió hacia otro lado hasta que el mago lanzó el hechizo de invisibilidad y ya no había nada que ver ni por lo que sentir pudor (más por parte del hobbit que del elfo). Tras ello recogió las ropas de Tirlindë con cuidado y las depositó en el interior de su propia mochila, se despidió silenciosamente (un gesto hacia la nada) y se dirigió de vuelta hacia el grupo.

A medida que los acontecimientos se desarrollaban yo mismo empezaba a pensar que algo no estaba bien en todo aquello. No sabria decir si era una cuestión de contagio de desconfianza por parte de mis compañeros, o sencillamente intuición. Pero lo cierto era que algo se escondía entre tanta cortesía. Y algo me decía que el culpable del robo podría estar más cerca de lo que en un principio pudiese parecer.
En silencio, continué observandolos. Muis sospechas estaban puestas en Minastan, pues no entendía aue los muchachos pudiesen tener nada que ver en todo aquel asunto.