Partida Rol por web

Podría decirse que habían colmado mi paciencia, y a cada palabra que salia de la boca de aquellos niños peor era mi disposición.

Estoy de acuerdo con Turin... empecé. Para seguidamente dedicar una severa mirada al muchacho ...pero no te engañes Turin. Ninguno de nosotros estamos aquí para aguantar tus desprecios. me giré y me enfrenté al muchacho. no respondemos ante ti, sino ante tu tía. No fue idea nuestra ayudarla con el robo, sino muy al contrario lo hacemos de buena gana, porque ella nos lo ha pedido entonces me volví y recupere algo la compostura. No era habitual en mí comportarme de aquella manera, pero no podía soportar ningún tipo de comportamiento de superioridad como aquel.

Yo tampoco creo que sea buena idea recompensar los chantajes de eses pequeños bandidos y espero que no debamos arrepentirnos antes del fin, Maese Fjalar proseguí dirigiéndome esta vez al enano.

Tras escuchar a Elendor y juzgar brevemente la situación. Decidí finalmente quedarme con el enano.
Regresad pues a casa de la anciana. El camino es seguro desde esta parte y no hay peligros que temwr en vuestro regreso, sin embargo el nuestro es incierto. Me quedaré con el chico y el enano, quizas precisen de mi ayuda. Cuando llegueis pon al tanto al Noldo y a la anciana de lo ocurrido hablaba ahora con Elendorn. Confiaba en que el Silvano se bastaría para esciltar al joven de vuelta a casa, y que sabría apaciguar sus ánimos y ponerlo en su lugar si era preciso.

El enano sonrió de manera conciliadora y suspiró.

- Supongo que entonces aquí se acaba nuestra compañía-dijo con pesar a Turin-. Confío en la información que nos entrega este joven y estoy seguro que nos brindará una gran ayuda. Aún así esto seguro que Elendorn podrá llevarte al encuentro y traerte de vuelta sin ningún problema.

No creía que separarse fuera buena idea, pero no quería despreciar la ayuda que les proporcionaba Hirii, aunque fuera más cara de lo que pretendía.

- En cualquier caso- dijo entonces dirigiéndose a Ragnar mientras caminaba siguiendo las indicaciones de Hirii-, no creo que sea un chantaje. Nos está vendiendo un conocimiento y, por mi experiencia con jóvenes de otras ciudades, creo que sería ingenuo no pagar por él. Parece caro, pero seguro que es por que nos facilitará mucho nuestra labor. Por cierto, aunque me llamo Drako Stonehammer suelen llamarme Fjalar, supongo que es más sencillo de recordar.- terminó, dirigiéndose al ladronzuelo con una sonrisa.

 A su pesar, dejaron atrás a Elendorn y Turin, que parecía algo molesto por las palabras de Ragnar pero tuvo la sensatez de no contestarle. Hirii los guió hacia el sur por el muro, hacia los almacenes. Aunque había algunos trabajadores trayendo y llevando toneles entre estos y las dos tonelerías que había ya en el Barrio de los Ladrones propiamente, ninguno se quejó ni dijo nada. Incluso un par de estibadores saludaron a Hirii como si lo conocieran. Y apreciasen.

 Hirii los guió por el Tien Dolen y los muelles del Barrio de los Ladrones. Varias chalupas, barcas de remos y pequeños veleros se hallaban allí atracados. Entre los barcos varios tipejos de aspecto siniestro intercambiaban mercancías y dinero aqui y allá.

  Pude ver al ladrón cuando salía de la joyería. les explicó Por eso sabía de dónde veniais. Lothiriel y sus sobrinos son bien conocidos aqui en Tharbad. Por desgracia el ladrón llevaba una capa oscura y la capucha echada. Pero yo diría que era humano. Un metro noventa o así, unos cien kilos... fuerte, aunque no exageradamente corpulento, ya sábeis...

 El muchacho hablaba con gran aplomo y determinación. Le gustaba escucharse y demostrar su astucia, al parecer. Sin embargo, se había alejado de sus aliados ocultos. Más allá del alcance de sus piedras, por lo menos.

  Seguí al encapuchado hasta la antigua fortaleza abandonada. les explicó cuando el fuerte ya se elevaba en el horizonte por encima del tejado del resto de casas, más bajas No entré en ella pues todos saben que ahí se esconden Barnur y su banda. Son unos tipos realmente peligrosos. Ladrones y saqueadores. Si tienes un problema con ellos...

 El joven se pasó el pulgar derecho por el gaznate, dándo a entender que Barnur y sus hombres no tenía problema en asesinar a aquellos que los molestaban.

 Debió pensar que era buena idea esconder el botín en la fortaleza. Barnur lo protegería sin quererlo y, si al final la guardia lo encontraba, lo culparían a él y su banda.

 Sonrió al llegar al tercer y último de los puentes que cruzaba el Cherant Ostinient, el canal que hacía las veces de foso de la antigua fortaleza de la ciudad.

El noldo, pese a lo ansioso que estaba por saber qué diantres hacía su amada allí, no veía lo más factible aparecerse desnudo, por lo que subió corriendo a su habitación, para ponerse lo primero que pillase, aunque fuera una toalla, mas por fortuna no tuvo que bajar así, pues Elendin se apareció en dicha puerta, preguntando por él, como si de una coincidencia romántica se tratase. Así pues, ataviado sólo con una toalla enrolada en su cintura, apareció el mago ante ella, y le dijo con su voz melodiosa:

-El mismo, pero creo que lo más intrigante ahora es, ¿no se supone que estabas rumbo al norte? -preguntó extrañado pero también con cierto tono de alegría, pensando que quizás su declaración de amor la hubiese hecho cambiar de opinión más pronto que tarde- disculpa mis ropajes pero es el hobbit quien tiene mi túnica, si me explicas tu situación te pondré al corriente de las nuevas aquí -dijo con un tono ligeramente neutro pues no sabía si la dunedain seguía enfadado con él por el mismo extraño motivo que antes.

La montaraz estaba sorprendida de ver así al elfo, pero no pudo reprimir una enorme sonrisa. Sin pensarlo dos veces, lo abrazó, rodeando con sus brazos el cuello del noldo y empujándolo con fuerza contra ella para que él también la abrazara.

- Según íbamos avanzando me iba dando cuenta donde estaba mi verdadero lugar - admitió la joven - me daba cuenta de que Amrith no me necesitaba, o al menos no tanto como vosotros, como tú... - se ruborizó levemente - o como yo os necesito a vosotros, especialmente a ti - sonrió observando la cara del elfo, y alzando la cabeza cerró sus labios entorno a los de él, mientras unas lágrimas comenzaban a empañar su rostro, mezclándose con el beso que los estaba uniendo - ¿podrás perdonarme?

Seguia al enano y al chico en silencio. No ocultaba mi disgusto, pero había decidido seguir adelante al comprender que el daño ya estaba hecho.

El chico decia conocer la zona, al ladrón y a la banda de malhechores que tenian su guarida en la vieja torre. De lo primero habia quedado constancia, lo segundo demostró no ser más que fanfarronería. Pues no tardó en reconocer que apenas se había limitado a perseguir su silueta por la ciudad. Y sobre lo tercero nada cierto había. Por lo que sabiamos, el mismo podría formar parte de aquella supuesta banda. En cualquier caso, algo me llamó la atención de su relato. Y fue qué dió por hecho que aquel hombre no pertenecía a la banda del tal Barnur, cuando lo más lógico, tras ver que se escondía en su cubil, hubiese sido suponer que era uno de ellos.
En cualquier caso nada dije para evitar que el chico tuviese tiempo a buscarse una excusa y decidí esperar y dejarlo hablar, por si más adelante pudiese incurrir en alguma contradicción.

El enano, a pesar de parecer absorto en lo que decía el muchacho, no dejaba de observar a su alrededor. Cada una de las palabras que decía iba anotándose en su cabeza para su análisis ya que consideraba que toda información era importante...

El joven desconocía la identidad del maleante que había robado la joya, pero les había dado una descripción de su altura e información que podía ayudarles a atraparlo.

- Entonces era alguien que conoce la reputación de Barnur... pero también debía conocer como es por dentro el local. ¿Verdad?-preguntó Fjalar mientras observaba el camino que les quedaba por delante.

Tenía claro que preguntas se debían hacer, aunque sospechaba la respuesta que el muchacho le daría...

"¿Cómo sabes que no era un miembro de la banda? ¿Por qué pedir un rescate? Si ya la tenían en su haber solo tendrían que encontrar algún comprador sin escrúpulos y no se meterían en ningún berenjenal." pensaba para sí mismo.

Rudigar se puso de lado de Fjalar en aquella cuestión: los niños vagabundos seguramente sabían más de lo que pasaba en la ciudad de lo que la guardia de la misma nunca podría soñar con saber. Y podían colarse en lugares a donde ésta última sería absolutamente incapaz de acercarse sin ser descubierta (o incluso abatida)...

─Yo voy con vosotros ─dijo sin atreverse a mirar a Turin, no fuera que fuera a "gustigarle" de alguna manera. Casi se diría que el pequeño guerrero se guareció a la sombra del fornido naugrim (lo que pocos podían hacer físicamente, si uno se paraba a pensar).

El paseo por el barrio le pareció interesante al hobbit, todavía falto de experiencia en visitar lugares sórdidos como aquel barrio de los ladrones.

Barnur, dijo el chico. Por supuesto, ese nombre no le sonaba de nada al ballestero del grupo. No obstante, la advertencia de Hirii sobre el tipo y su banda era sintomática de graves problemas. La parte positiva es que si acababan con ellos seguramente no tendrían ningún problema con las autoridades. Es más, seguro que hasta les aplaudían, más allá de la recuperación de la tiara.

Por otro lado, el chico planteaba que el ladrón de la tiara lo habría depositado en la fortaleza sin que sus ocupantes habituales se enteraran y eso no tenía por qué ser verdad. Tal vez era algún tipo de colaboración, por lo que Barnur y los suyos estuvieran advertidos de la que se les podía venir encima...

Tirlindë, aquello era trabajo para Tirlindë y su hechizo de invisibilidad. Vestido con el hechizo podría adentrarse en la fortaleza sin ser visto y revisarla de arriba a abajo hasta localizar la tiara. Con un poco de suerte ni siquiera tendrían que lanzar una sola flecha. Ojalá fuera tan fácil como eso. Seguramente sería de todo menos fácil, por desgracia.

 Turin estuvo hablador durante el trayecto de regreso a la joyería de su tía. Básicamente, se dedicó a dar opiniones muy contundentes sobre Hirii y la decisión que había tomado gran parte del grupo.

 Ellos sabran lo que hacen... ya son mayorcitos. eso parecía contenerlo todo, pero volvía una y otra vez al tema Esos niños del Barrio de los Ladrones son todos cortabolsas y adictos a las hierbas... a saber que va a ser del otro elfo, el enano y el hobbit... a lo mejor aparecen flotando en el canal... 

 No parecía desearles mal final, sencillamente estaba muy molesto por no haber sido escuchado.

 Cuando llegaron a la joyería, desde una ventana del segundo piso, la lechuza salió volando para posarse en su hombro.

 Ey... vieja amiga, ¿ya estas despierta? preguntó el joven pero se quedó en silencio cuando escuchó los gritos que salían de la tienda.

 Apresuradamente, Elendorn y Turin corrieron hacia la puerta. Sin embargo, estaba cerrada. Rápidamente, Turin echó mano de su llave para abrirla. Dentro, Lothiriel y Ciryon habían apartado las diversas joyas y dispuesto una mesa en medio de la tienda. Sobre ella había carne asada, pan y guisantes. Al parecer, estaban comiendo.

 Sin embargo discutían. Ciryon estaba muy encendido y las palabras de su hermano no ayudaron.

 Ciryon, tranquilo. No grites más a nuestra tía, que ella no tiene la culpa de confiar en las personas equivocadas. la anciana y el joven lo miraron con sorpresa Sí, les he acompañado al Barrio de los Ladrones para hacer pesquisas pero allí se han aliado con el primer muchachito cortabolsas que les ha ofrecido su guia. Cinco piezas de oro nada menos le han sacado al enano...

 Eran duras palabras, pero aún más fueron las de su hermano.

 ¡Esos extranjeros no son de fiar! gritó Ciryon haciendo volcar un vaso de agua de la mesa.

 Al parecer no reparaban en la presencia de Elendorn, o por lo menos no lo consideraban una compañía tan mala como el resto del grupo. Discutían abiertamente en Oestron en su presencia.

 Esta mañana cuando acompañé al alto elfo y al niño con la armadura al excusado, no podéis creer lo sucedido. dijo moderando el tono por fin, como si estuviese más guiado por la sorpresa que por la ira Al parecer el noldo ha decidido ausentarse por la claraboya. ¿Quien hace algo así? Sólo el niño ha salido del excusado para decirme que su amigo "tenía prisa"

 Al parecer, no consideraban que abandonar la casa de alguien por una ventana fuese digno de respeto.

 ¡Seguro que tenía cuentas pendientes con la justícia! Por eso ha huido al ver al alcalde y los soldados. No ha perdido el tiempo, no... y de nuevo como si no lo creyese ¡Pero si debe haber por lo menos seis o siete metros hasta el suelo!

 La anciana no respondía a nada de todo esto. Simplemente se mantenía hundida en su silla, revolviendo la carne con guisantes como si fuese a encontrar una solución en su escudilla.

 El joven sonrió al comentario del enano.

 No lo sé. No lo creo. dijo en voz alta No al menos tan bien como yo.

 Con eso captó de nuevo la atención del grupo. 

 Antes de que la banda de Barnur ocupase el lugar, yo y mis amigos solíamos jugar en las ruinas de la fortaleza. Tampoco hace tantos años de eso... ahora ya no voy por que es peligroso, pero os acompañaria si así lo deseáis.

 Cambiando de tema, volvió a hablar del misterioso ladrón.

 Es posible que conociese por dentro la fortaleza o es posible que no. Al parecer es alguien acostumbrado a explorar. explicó Quizá era eso lo que hacía. Creo que simplemente había oído hablar del lugar... mucha gente cree que está maldito de alguna manera, o encantado. Puede que simplemente entrase, buscase un buen escondite y dejase la joya allí para recuperarla más tarde. No lo sé... 

 Al parecer lo sabía todo menos los detalles útiles. De todos modos, había un detalle que seguro desconocía: la información contenida en la carta. Así que, de momento, todo eran conjeturas.

Ni corto ni perezoso el silvano se acercó a la mesa tomando un trozo de pan alzándolo ligeramente para mostrar que lo tomaba para que se lo negaran de considerarlo pertinente. Pero para Elendorn unirse a una conversación en una mesa incluía hacerse parte de ella. Ni siquiera tomo un gran trozo, a penas un pellizco como gesto de buena fe, un "con esto ya formo parte de la conversación".

- entiendo que critiquéis al grupo que ha marchado con ese grupo de ladronzuelos, pero llevo un tiempo custodiando las espaldas del alto elfo y puedo afirmar que sus decisiones no necesitar ser comprendidas por alguien cuya sesera no llega siquiera a unos escasos cincuenta años, ¿te crees que puedes insultar a su procedencia sin ser capaz de comprender a quienes crecen durante siglos? - obviamente hacía referencia a los elfos - es posible que os cueste comprenderle y penséis en cuestionar sus decisiones, pero ningún Noldo conozco buscado por la ley - tampoco es que conociera a muchos Noldos, pero sin duda su papel de guardaespaldas era defenderle, incluso si en realidad pensaba que era un alocado y joven Noldo que aun no poseía la verdad de los suyos.

- un Noldo siempre toma el camino más apto para alcanzar su objetivo, sin importarle - decía indicando afable con su mano abierta hacia arriba a Ciryon - lo que opine un niño.

Sin duda no podía pretender entender a Tirlinde, cuando ni siquiera el propio silvano le entendía aveces pese a su largo trayecto antes de toparse con el variopinto grupo.

- no os preocupéis mi buena señora - decía refiriéndose a la anciana - si hay modo alguno de salvar la joya, el Noldo es el único que puede hayar el modo.

Esperaba calmarla para que comiera un poco, tanta presión no era buena para ella - y yo daría mi vida gustoso por ayudarla - quizás lo más sincero que diría, puesto que vivía por ofrecer su ayuda a otros.

─Bueno, yo soy pequeño, tal vez podríamos colarnos en la fortaleza a echar un vistazo. Sería importante saber cuánta gente hay ahí y dónde están para hacer nuestros planes de incursión, ¿no? ¿Me ayudas, Hirii? ─preguntó el hobbit inocentemente, como siempre.

Siempre resultaba curioso darse cuenta de lo ingenuo y valiente que era el hobbit, una tan extraña combinación que llamaba la atención: ahora mismo estaba hablando de colarse en una fortaleza en ruinas para jugarse la vida tratando de descubrir discretamente si había peligro y lo hacía desde el convencimiento que era lo más razonable, porque luego habría que masacrarlos y sería bueno enfocarlo todo de la manera más eficiente. Claro que no lo decían sus palabras, pero, al menos desde cierto punto de vista, era exactamente así...

- Admito que tu ayuda es importante en este asunto. Desconocemos como es por dentro la fortaleza y sería menos arriesgado con alguien que nos guiara- dijo el enano mirando receloso la entrada-. Pero no podemos quedarnos fuera mientras arriesgáis vuestras vidas, si entráis debería ser junto a nosotros por que si algo se tuerce debemos estar ahí para ayudaros.

Fjalar sabía que el hobbit había destacado por su maestría para el combate, pero en la fortaleza no podría contar con la distancia para atacar con la ballesta y, aunque admiraba su habilidad para pasar desapercibido, prefería cubrir cualquier posibilidad antes que lamentar no haber hecho nada por desidia o error.

-Iremos zona por zona tratando de evitar los peligros, si os parece bien-sentenció el enano esperando que todos estuvieran de acuerdo en su idea y pudieran encontrar la joya sin encontrase con ningún advenedizo que les supusiera un riesgo.

El corazón del noldo dio un soberano vuelco al escuchar aquellas palabras de su amada, las cuales, acostumbrado a la hosquedad reciente, fueron como un bálsamo de alegría, por lo que no le quedó más remedio que sonreír con una sinceridad casi palpable y decir en tono cariñoso:

-Lo haré con una condición, que no vuelvas a hacerlo más ... -dijo únicamente denotando que su separación es lo que más daño podría hacerle, para acto seguido abrazarla con fuerza, enterrando su cabeza en su pecho, haciéndola sentir amada nuevamente, para acto seguido darle un beso de pasión desbordante.

El alma del mago volvía a estar en paz nuevamente, por lo que sin decir nada se sentó junto a ella y se quedó unos instantes disfrutando de su cercanía, de su olor y de su presencia. Momento que aprovechó para ponerla al día de el nuevo encargo en curso...

─No creo que sea buena idea, Fjalar, eres muy pesado. O sea, poco silencioso. Nosotros nos podemos colar por sitios pequeños sin que nos vean. Si tenemos que ir a "limpiar" la fortaleza creo que mejor vamos todo el grupo. Si no es el caso y lo que hay que hacer es explorar un poco, mejor vamos los que no vayamos a llamar la atención, ¿no?

Inocente y todo lo que quieras, pero el hobbit había estado a punto de llamarle gordo a la cara al enano. Por insultos menos directos seguro que había habido muertos y amputaciones diversas. Sólo de pensarlo Rudigar sudaba.

No me gustaba el cariz que estaba tomando aquello, pero poco podía hacer ya por detener la deriva de aquella decisión.
El hobbit pretendia adentrarse con aquel chico en las ruinas de los bandidos. Podia vislumbrar multitud de razones por las que no debería hacerlo, pero las más importantes seguramente eran las que no podía imaginarme.
No se si es buena idea Rudigar. Si en verdad se trata de la guarida de unos bandidos, con seguridad habrá trampas...y podrías toparte con alguno de ellos...

La idea de Fjalar tampoco terminaba de convencerme. Sin duda era generosa, pero los riesgos de ser descubiertos se disparaban.
Tal vez deberiamos limitarnos a reconocer el lugar desde la seguridad que proporciona la distancia, y más tarde regresar con Elendorn y el Noldo, puede que para entonces ya hayamos pensado en un plan de acción mejor...

Entonces se dirigió al muchacho. Bien amigo, ha llegado el momento de comprobar si vales el oro que se te ha pagado... dices conocer los secretos de este lugar...biem, pues demuestralo

Elendin escuchó atentamente cuando Tirlindë la puso al día de lo que había ocurrido en su ausencia, apretando la mano del mago en los momentos más peligrosos de su seguimiento. 

- ¿Entonces sospecháis de los sobrinos de la joyera? - preguntó la montaraz con un hilo de voz para que solo el mago la escuchase - no debería haberme ido, me he perdido hechos importantes y me va a costar ponerme al día... - suspiró - ¿los demás están recabando más información? esperemos pues a que vuelvan y unamos cabos. - sentenció la mujer volviendo a abrazar al mago - respecto al anillo... - dejó caer, por si Tirlindë había cambiado de opinión.

Tres aventureros y tres maneras distintas de encarar la misión. El enano no quería retirarse y perder la posibilidad de entrar en esa zona obteniendo, a ser posible, la tiara antes de que alguien se la llevará de allí. Sin embargo, entendía perfectamente lo que el beornida quería decir.

- Tenemos tres caminos, debemos ponernos de acuerdo en uno de ellos-dijo Fjalar-. Quedarnos Ragnar y yo observando mientras entráis a reconocer el terreno, entrar todos a la vez para obtener la tiara, o hacer una exploración de los exteriores y retirarnos a buscar al resto del equipo. No sé que opción será la que nos lleve a mejor puerto, quizá un termino intermedio, explorar la entrada para decidir si es apropiado entrar más allá con, o sin, más apoyos...

El enano no quería perder tiempo, ahora que habían llegado hasta allí, en volver a buscar a sus compañeros. Pero entendía que si había algún riesgo que les impidiese continuar deberían intentarlo después con el resto de la compañía.

─Entramos Hirii y yo, echamos un vistazo, si está muy vigilado, volvemos y ya planeamos una incursión en toda regla. Si no está demasiado vigilado (pero vemos a alguien), exploramos un poco más y volvemos. Si no está vigilado os avisamos y avanzáis detrás de nosotros. Vamos, Hirii. ─sentenció Rudigar.

Y era justo, al fin y al cabo era él el que se jugaba el cuello. Lo curioso es que, aunque estaba a punto de emprender una actividad que su estimada tía Lenriketa Belinfante (la tercera por parte de padre) hubiera juzgado digna de una azotaina por ponerse en peligro y mancharse la ropa en la que tanto esfuerzo invertía en mantener limpia ─pues era una lavandera excelente con la que la madre de Rudigar mantenía una muy buena relación─, el pequeño guerrero, a estas alturas de sus aventuras en el mundo de la gente grande, ya ni consideraba no hacer. ¿Acaso se estaba olvidando de la proverbial prudencia hobbit? Tal vez nunca volviera a encajar en una plácida comunidad de la Comarca. Bien pensado, tal vez no volviera de aquellas ruinas de una pieza...