Partida Rol por web

Mientras hablais con el mercader y limpiais vuestras heridas, colocais a los germanos en una pila con sus armas, alejados de la carretera y les prendeis fuego. Nunca se sabe que enfermedades estos salvajes traen desde fuera de la civilizacion. Colocais los muertos de la caravana encima del carromato y siguiendo las ordenes del decano os poneis de marcha hacia Bonna.

El cielo es plomizo y la fina lluvia ha calado ya dentro de vuestra ropa. No podeis evitar pensar en el pobre chico raptado por los germanos. Que haran con el? Para que se lo han llevado? No parecen de  una familia rica ni importante. Que valor puede tener un joven romano para esos barbaros? El prospecto de que este ya posiblemente muerto hace que el camino hacia la ciudad sea en silencio, solamente cortado por los sollozos de la mujer y el viento.

Llegais a Bonna poco despues, escoltando a los mercaderes. A medida que os acercais al centro del pueblo, los murmullos de una conversacion acalorada van subiendo. Cuando llegais veis que varios campesinos tienen rodeada a una persona mayor que intenta calmarles

Entre la lluvia y la decisión del decano de dejar al niño a su suerte ("un cobarde, eso es lo que es... pobre niño"), el corso lleva los últimos veinte minutos con el ceño fruncido y sin decir palabra. Cuando llegan a Bonna y ve la pelea, siente un impulso intenso de ir a poner orden y defender al anciano, pero meses de latigazos le han enseñado a no hacer nada sin permiso de los superiores.

- Ave, decane. Deberíamos ir a ver qué pasa o...

En el último momento, el corso tiene un destello de ingenio y se da cuenta de que decir "...o estos campesinos también nos dan miedo" sería una mala idea.

- ...o... o mejor seguir con nuestra misión sin inmiscuirnos? Ave!

Viridio mira a Corso, meneando la cabeza.

¿Como va a permitir el decano que pase un contubernium delante de una posible reyerta y no poner el orden del Imperio Romano que defendemos? - dice como si no tuviese duda de cómo iban a actuar.

Siguió caminando, inclinado ante el peso de sus pertrechos.

Si al menos ese hijoputa nos dejase llevar las cosas en el carro...

La gente se queja amargamente al hombre mayor.

A mi me han robado una vaca! - dice un campesino - Pero me han dejado a mi mujer! Bastardos!

Yo he perdido 4 gallinas a los lobos!  - Dice un segundo

Pues a mi me han dejado al cerdo - dice la mujer del primero

Cada vez pasan mas veces el rio! Yo ya no salgo de casa por la noche! Se que estan ahi. Los huelo! - dice un campesino con una nariz enorme

Que haceis? Donde esta la legion? Tu eres el gobernador! Haz algo -  dice otro a su derecha con una horca en la mano

El pobre hombre solo es capaz de levantar los brazos y gritar

Calma! Calma! Es una situacion dificil pero tenemos que mantenernos unidos!

La gente, harta del pillaje no parece estar muy de acuerdo y se cabrean mas a cada momento que pasa, como buena plebe que son

Abajo con el gobernador! -  grita uno con una antorcha. La situacion esta degenerando rapidamente en una revolta

Fabio, de acuerdo con sus compañeros, y lleno de solidaridad hacia sus palabras, no puede sino murmurar. - Van a linchar al gobernador, ¿Y Franco el decanus no hace nada? ¿Somos Roma o unos bárbaros? 

Rufus asiente a Corsicanus y a Viridio.

- ¿QUE OCURRE AQUÍ? - grita el decano mientras se acerca al coro - Nadie va a linchar a nadie y menos a un representante del imperio - añade mientras se lleva la mano al gladius manchado de sangre.
 

Vamos a ver, chatines. - dice Viridio,quien empieza a tener uno de los peores días que recuerda y eso que aún quedan muchas horas por delante, colocándose junto al gobernador. - Entiendo que estéis cabreados por los inconvenientes que los dioeses ponen en nuestra vida, a ver si creéis que mi sueño de mozalbete era cargar más peso del adecuado todos los días, pero tenéis que entender que sin el orden de este nuestro querido Imperio, representado en uno de sus máximos exponentes por la Legión.

Aprovecha para hacer una pausa dramática y abrir los brazos, mostrando a sus compañeros.

Pero si os dedicáis a linchar a la gente, seguramente terminéis juzgados y condenados antes de que un gallus cante.

Por no hablar que -  dice levantando un dedo - si no fuese por la Legión y el orden romano, seguramente esta zona sería pasto de los bárbaros y los que aquí habitaran acabarían convertidos en esclavos.

Tras ello, suelta un escupitajo y se rasca los huevos sin ningún disimulo, está cansado y solo le apetece una puta...

Silo se sitúa detrás del decano mientras empuja al pasar a uno de los campesinos con el escudo para que le abra paso, y se dedica en general a mirar a la multitud con cara de pocos amigos y la mano en la empuñadura del gladius.

La gente se aparta de vosotros, con cierto respeto

Es cierto lo que dicen - dice Rufus rascandose la cabeza mientras la mueve de arriba a abajo vigorosamente - nos atacaron esos barbaros y si no llega a ser por la Legion estariamos ahora todos muertos.

Han atacado a romanos? - el panico se empieza a extender entre la multitud aunque ese no fuese la intencion de Rufius -  Estamos todos en peligro! Pronto vendran y quemaran el pueblo! Por que no nos defienden los soldados?

Calma! Calma! - dice el gobernador - Seguro que el centurion lo tiene todo bajo control. - continua, viendo que todo esta descontrolado - Verdad? - dice preguntandole a Ruso - De hecho, venia bajo invitacion expresa mia para reunirse con el concilio y discutir como acabar con las incursiones germanas

Gnaeus os mira expectante. Rufus os mira y se rasca la cabeza. La multitud os mira, pero sin bajar las horcas y las antorchas, esperando vuestra respuesta

Fabio contempló con furia a los pueblerinos que llevaban antorchas y horcas.

- ¡Pero esto que es! ¡¡¡Pero esto que es!!! ¿Qué hacéis alzándoos contra la legítima autoridad que emana del Senado de Roma, de su Primer Ciudadano el Imperator! ¡Id a vuestras casas ahora mismo! ¿O sois infiltrados de los Germanos? Así trabajan... prometiendo riquezas a los que se alzan contra Roma y luego los abandonan para que roma los crucifique... ¿Quién quiere ser crucificado? 

La mirada de Fabio demostraba que por él los crucificaría a todos.

- Luego el Gobernador os dirá los pasos que emplearemos para exterminar a los esclavos y restablecer la paz. ¡Ahora... a vuestras casas!

Los campesinos os miran titubeantes. Son mas pero vosotros estais claramente preparados para una batalla real. Ellos venian unicamente a quejarse y no a morir. Uno a uno se van alejando, no queriendo levantarse contra el simbolo de Roma en la zona.

El gobernador suspira

Gracias - dice con una sonrisa cansada - Soy Gnaeus Sulcipius Caepio, gobernador de la ciudadNo se lo tengais en cuenta. La gente aqui es pacifica pero estan asustados. Tantos años de tranquilidad nos han dejado poco preparados para el terror del otro lado del rio. Realmente pensabamos que la paz duraria siempre. Que les movera a venir a nuestras tierras? Ha habido pequeños robos y avistamientos desde que se marcho el grueso de la legion - menea la cabeza preocupado

El corso tose de forma discreta:

- Cough, cough... _{enviar aviso al cuartel...} cough, cough... luego... cough... ^{a por el niño...} cough, cough...

Visto que el asunto estaba solventado, Viridio volvió sin más miramientos a su posición junto al carro, hoy no estaba de ánimo para aguantar a un burócrata...

- Investigaremos lo que esta ocurriendo - comenta Ruso - Necesitamos que alguien de aviso en el fuerte del ataque de hoy, ¿podéis enviar a alguien?. - pregunta y añade en bajo - A ser posible dos personas que vayan por caminos diferentes, por si acaso.

Fabio asintió aprobadoramente ante las palabras del Decano. Dos personas por dos caminos diferentes, nos han asignado al único decano listo que he visto en todos mis años. Ahora ya no me importa si me hace azotar, seguro que es parte de su plan para unirnos y formar un buen equipo.

- Bien, señor, ¿Por donde empezamos a investigar? - dijo dispuesto a ponerse en marcha de inmediato.

- Creo que deberíamos volver al lugar del ataque e intentar seguir el rastro de los germanos desde allí. ¿Alguna sugerencia legionarios?. - pregunta el decano.