Partida Rol por web

Port Royal: la Sodoma del Nuevo Mundo.

La gran mayoría de los hombres que la habitaban se dedicaban a la piratería y las mujeres a la prostitución.
Un lugar perfecto para la pirateria, una ciudad estrategicamente situada en las rutas de comercio entre España y Panamá. Eran los piratas quienes la gobernaban y también quienes la defendian.

La ciudad contaba con una taberna por cada 10 habitantes. Y esta historia comienza precisamente en una de ellas.

Llamada El tridente de Poseidon en esta taberna se juntaba la peor calaña de los siete mares. Un tabernero curtido en broncas de piratas, alcohol y noches de lujuria, fue ofreciendo de beber a la gente según llegaba.

Entrando con desdén, me dirijo a la barra, no sin mirar a todos los de mi alrededor.
Una vez allí, tomo un taburete y me siento dejándome caer.

Espero que tenga un buen ron que servirme le digo con una voz prominente al tabernero.

James siempre fue tabernero en El Tridente de Poseidon y tiene buena memoria para las caras. Sabe que esta noche hay tipos nuevos, venidos de otros lugares.

Cuenta a varios tipos nuevos y alguna mujer que no parece prostituta, raro en aquella ciudad. Sabe que algo pasa, pero prefiere no preguntar, con el tiempo aprendió a no hacerlo.

Un tipo con un parche se le acerca a pedir ron.

Por supuesto amigo, el mejor ron de Port Royal. su voz suena amable, pero bastante ronca. El tipo de voz que impone cuando las peleas tienen que terminar.

Pego un sorbo del fuerte licor y dejo el vaso para girarme y buscar alguna cara conocida.
Si no hay suerte, tal vez encuentre alguna esclava de cuerpo imponente o algun brabucón al cual apalear.

Buenos días! dijo una fuerte y alegre voz de un joven tipo de aspecto bonachón. Llevaba un pañuelo en la cabeza, y un chaleco rojo. Despedia un fuerte olor a marisco y también llevaba un parche. ¡Una botella de ron, amigo tabernero!

Miro al tipo que tenía al lado. Isla Tortuga. Un estupido partio una botella en una pelea y se llevó mi ojo con ella. Con el dinero que le saque no pude si quiera costearme el cirujano... dijo señalandose la cara.

Cuantos ojos faltan por aquí digo al nuevo pirata Creo que los hombres con parche siempre deben conocerse, soy el Kraken de R'lyeh, mucho gusto le digo empinando mi vaso de ron.

Mi nombre es Frank Van Huurt dijo alzando el vaso. Holandes, testarudo y marinero. Dió un largo trago a su vaso y golpeó la barra de madera con fuerza al dejarlo seco.

Curioso nombre el tuyo, seguro que tiene una buena historia. Apuntó rellenando el vaso de nuevo.

Toda historia es poca para la mente de un marinero digo acabando mi copa compartimos ese ron que acabas de comprar?Ya de paso podría usted contarme que asuntos le traen por aquí...

Le miro con cara de circumstancia y espero una respuesta.

¡Compartimos todo el ron que haga falta! dijo el alegre holandes. Veras, soy pescador y mercante, tengo un barco lo bastante grande para ambas cosas. Vine a Port Royal porque los impuestos son más baratos y siempre puedes conseguir algo extraoficial... dijo guiñando el ojo. Tú ya me entiendes.

Así que tu estás en la compra-venta... no tedrás algun misterioso mapa que venderme? Los tesoros siempre me buscan holandés... se sirve ron Ahora, solo quiero encontrar algun viejo cofre que me proporcione tranquilidad por un tiempo, perdi mucho en mi viaje a Indonesia...

Verás mi amigo. dijo bajando la voz. No tengo ningún mapa, pero he oido historias. Mientras otros se emborrachan hasta volver tarumbas a su casa o la del vecino, yo escucho las historias que cuentan borrachos, rufianes y rameras, y entre todas las conversaciones se puede sacar algo útil. Realmente muy útil. Volvió a vaciar el vaso y rellenarlo, a la velocidad que bebía costaba creer que no fuera él quien llegase tarumba a casa del vecino. Pero necesito gente para mi barco.

-Pero tú tienes barco?

Quien dice esto, es una mujer joven que ya estaba en la barra, bebiendo directamente de una botella traslúcida.

-Para ser un holandés, tienes bastante a tu favor -dice, con una medio sonrisa.

¡Claro que tengo barco! le contestó a la mujer. Uno que me ha sacado de muchos apuros y de tormentas terribles. dijo con una sonrisa de orgullo. El tulipan azul Dijo llenandose la boca con sus propias palabras.

Entré en la taberna con aire altivo, mirando a todos lados por si encontraba alguna cara conocida, aunque aquello no hubiera sido de buen agüero; como quiera que fuera no vi a nadie y me dirigí a la barra y pedí con voz amable pero fuerte un buen trago de ron. Ya encontraría el modo de salir de Port Royal y pensando en ello estaba cuando escuché a una mujer decir algo a uno de los hombres que estaba en la barra, cerca de mí.

-Perdonen, señores pero no he podido evitar escuchar que necesitarán tripulación... Si no les desagrada llevar a una mujer, con todo gusto seré parte-quizás de entrada no hubieran visto que era una mujer por mis ropas poco femeninas pero al oírme hablar seguro que se daban cuenta.

Frank miró con cara de extrañeza a la mujer.

¿Y porque una dama como tu quiere enrolarse en un barco?

-¿Dama? No me ofenda de esa manera, señor...-dije con una media sonrisa.-Soy una mujer sí, pero nada más lejos que ser una dama...

Le guiñé un ojo.

-Digamos que el amor por los mares lo traigo en la sangre, eso o...-hice una seña para que mirara a una prostituta que estaba cerca de nosotros.

Reiko, una alta pero joven chica, con unas prendas exageradamente tétricas y con tonos oscuros, no pasaba muy desapercibida...
Se acerca con su suave andar y arrastrando su rebelde vestido a los que no pudo evitar oir tal conversación...
Nunca dejando de observar el mar a través de la ventana, y esos enormes barcos atracados...

Hum...he oido que...
Ejem...- antes de continuar se aclara la voz, intentando que pasara desapercibido su aun tono de niña.

He oido accidentalmente que busca tripulantes a su barco...¿Es eso cierto?

Si esta señorita de aqui al lado- dice, señalando a la chica que habia irrumpido antes en la conversación- se une , a mi tambien me gustaria enrolarme a la tripulación.

Hace una breve pausa antes de seguir...

No me gustaria estar sola en un barco lleno de marineros, con a saber que intenciones...- suelta una suave risita...

Frank pegó un largo silbido Vaya tres mujeres que tenemos aquí... dijo con admiración. Muy bien, podeis formar parte de mi tripulación pero os dire una cosa... dijo bajando la voz. El tesoro del que tengo información es dificil de encontrar y peligroso. advirtió con una voz trémula.

-De qué tesoro se trata, señor... Van Huurt?-dice, apoyando los codos en la barra, dando la espalda al tabernero. -Algo de lo que tal vez no sea mejor hablar delante de -mueve los ojos con rapidez, haciendo hincapié en lo siguiente- mucha gente?