Partida Rol por web

Trunau es una pequeña comunidad agrícola situada justo al sur de la antigua línea orca. Cada ciudadano apto de Trunau está encargado de la defensa de la ciudad en cualquier momento y es tristemente consciente de que su casa es el puesto avanzado humano en una tierra salvaje. Los niños en su duodécimo cumpleaños son presentados con un cuchillo como muestra que deberán ser ellos o sus familias los que protegan con su vida sus tierras de las hordas de orcos. 

La caravana llega has esperado no muchos días te has alimentado bien y no ha habido ningún motivo para que estuvieses alerta. Nomath agradece que la caravana haya venido pronto sino ya estaba temiendo por sus provisiones, eres una mole andante y el tendero cuando se da cuenta de lo que comes al día sólo rezaba a Erastil para que la caravana llegase.

La caravana está agrupada por varios carromatos cubiertos de fuertes telas con capacidad suficiente para las provisiones y para cubrirte en medio de ellas. Pero antes de subir ves que no solo hay conductores con sus aprendices, dos mercenarios acompañan la caravana uno de ellos es una mujer con un gran lobo, otro parece ser de una raza extraña cubierto con gorro y llevando armas no muy usuales.

Habéis sido contratados por la caravana que va de Varisia a Trunau, las noticias que dicho pueblo haya rechazado varias veces una invasión orca ha hecho que los varisianos en deuda lleven sus caravanas cuatro, a veces cinco veces al año para el comercio y reabastecimiento.

Pero esta vez algo ha cambiado, un nuevo pasajero será llevado en la caravana veis que es un semiorco y tiene la simpatía de los aldeanos del pueblo. 

Poco después de que los miembros del grupo fueran transportados desde [ciudad] a través del portal situado en el aquelarre, llegaron al cercano poblado de Trunau, un asentamiento humano situado en el extremo meridional del Bastión de Belkzen. A su llegada, supieron que la población había formado antaño parte de Varisia, pero que cuando los orcos atravesaron la vieja Línea de la Horda se encontró en medio de territorio orco. Incapaces de conquistar el poblado, los orcos abandonaron el intento y continuaron hacia el sur. Caravanas varisias acuden cuatro y a veces cinco veces al año para comerciar y reabastecer al poblado, pero por lo demás está abandonado a su sino. El poblado parece adorar exclusivamente a Erastil, y la única sacerdotisa es Gwaelon Suline, la mujer del alcalde. El grupo ha reservado indefinidamente la zona de descanso común, para que le sirva de improvisada base de operaciones. Zarielle fue a la posada a sonsacar al Abuelo de Trunau con cerveza, interrogándole acerca del saber de las rocas calavera. Ver Skull Rock. Dramatis Personae: Alcalde del pueblo: Baudh Suline Sacerdotisa del pueblo: Gwaelon Suline, sacerdotisa de Erastil, esposa del alcalde Posadero: Edrus Orellic, propietario de una posada llamada simplemente La Posada Tendero Nomath (sin apellido) Sabio local: El Abuelo, o el Abuelo de Trunau. No se le ha mencionado bajo ningún otro nombre

"¡Barstan!" -gritó Nomath- "la caravana ya ha llegado".

Al oír al tendero, Barstan salió de la trastienda donde se había estado ocultando y observó a través del cristal polvoriento. La caravana parecía robusta. Los carromatos eran suficientes para aprovisionar el pueblo durante muchos meses. Había dos mercenarios... ¿y un lobo? No era mucha escolta pero parecían competentes. Los varisios no parecían querer jugarsela en estos envíos.

"Hrm... bueno, al menos no hay cruzados" -dijo Barstan antes de salir de la tienda.

Caminó lentamente hacia la caravana, aproximándose a los mercenarios. Se percató así de que el que iba acompañado por el lobo era en realidad una mujer. El otro iba bastante cubierto, así que tampoco podía hacer muchas conjeturas.

"¡Saludos, viajeros! Voy a necesitar transporte, quiero ver un poco de mundo. ¿Os importa que ponga mis hachas a vuestro servicio?"

Adowyn mira al recién llegado con curiosidad pero sin hostilidad, ya que éste no ha hecho ningún gesto hostil.

Señala con la mano hacia atrás y dice: Eso depende del jefe de la caravana, yo aquí no mando.

Adowyn desde la primera vez que viste a tu compañero/a mercenario y en tu trayecto con el/ella te has dado cuenta que posee un aura de color dorado que le rodea permanentemente.

Eloki desde la primera vez que viste a tu compañera mercenaria y en tu trayecto con ella te has dado cuenta que posee un aura de color dorado que le rodea permanentemente.

Te das cuenta que ambos mercenarios poseen un aura dorada que le rodea permanentemente.

El semiorco posee un aura dorada que le rodea de forma permanente.

Trunau era una comunidad agrícola, comparada con muchas otras a lo largo de Golarion, inusual. Como mínimo, por lo que había llegado a escuchar Eloki. No era para menos, dada su situación. Había que ser muy valiente, o estar muy loco, o desesperado, o todo a la vez para establecerse al otro lado de la línea orca.

Aunque tampoco se podía decir que no eran dignos de admiración por ello.

En cualquier caso, no necesitaba saber mucho más sobre aquél lugar, salvo que era donde estaba y de donde iba a salir escoltando una caravana tras haber sido contratada. Las complicaciones podían llegar a ser numerosas si los orcos tenían ganas de conseguir materiales o comida, pero dado lo complicado que era en ocasiones conseguir un trabajo no se iba a quejar. Además, si todo iba bien, tal vez le ayudaría a conseguir otros trabajos en el futuro.

La hobgoblin no se acercó mucho, por el momento, a la que parecía que iba a ser una compañera. Con el arco a la espalda era fácil suponer su forma de actuar... o al menos lo supuso así hasta que vio al lobo que iba con ella. También la armadura le sonaba, pero no podía ubicarla. Sin embargo, no le inquietó ni ella ni el animal, especialmente porque el último no la gruñó ni nada.

Además... había algo raro con ella. Como si... Pero no, no tenía sentido... Y tenía que centrarse en su misión.

Y hablando de eso, pronto una sorpresa inesperada asaltó a ambas mercenarias, sin que siquiera hubieran dejado el poblado. De detrás de una tienda apareció un semiorco al que uno de los lugareños mismo había llamado al parecer. Diablos, si hasta parecía que todos eran amistosos con él. Él se acercó a la caravana y les habló, aunque se dirigió más directamente a la humana, preguntándola si había sitio para otro más. Pero como bien apuntó ella, las chicas no decidían.

Eloki se encogió de hombros y le señaló, para ayudarle, hacia la carreta principal de la caravana, algo más grande y elaborada que las otras.

- Si le quieres preguntar, está allí.- le indicó, sin alzar mucho la voz, antes de acomodarse el mosquete colgado del hombro. Sin embargo, se le quedó mirando un segundo más de lo que habría querido hacerlo.

"¿Él también?", pensó confusa.

Tras la indicación de la joven humana, Barstan exploró con la mirada detrás de ella intentando localizar al jefe de la caravana, pero no veía a nadie especialmente distintivo. Fue el otro mercenario quien le indicó que lo encontraría en el carromato más decorado que había unos metros más atrás. Por su voz supo que era otra mujer, pero había algo extraño en su acento. Más aún, esa gabardina y ese sombrero no parecían tener como objetivo ocultar su género, sino sus facciones. Apenas pudo verlas durante un segundo mientras la mercenaria le miraba, y esta pronto bajó la vista para ocultarse tras el sombrero.

Hmmm... no es humana. Parece mestiza, con rasgos algo salvajes, como los míos. ¿Puede ser otra semiorca? -pensó Barstan, arrepintiéndose al momento de haberse quedado mirando fijamente. Él comprendía bien lo que es ser un inadaptado y no quería parecer grosero- Viendo el lado positivo, esto significa que hay más probabilidades de que me acepten en la caravana.

"Ejem... Muchas gracias" -dijo, pasando junto a la mercenaria de rojo.

Se dirigió acto seguido al carromato decorado, y asomándose a su interior, interpeló al jefe de caravana:

"Saludos, buen hombre. Necesito viajar al sur con urgencia, ¿podría unirme a su caravana? Ya he visto que tiene escolta, pero yo también se combatir, como cualquier vecino le confirmará, y un par de brazos extra nunca vienen mal, en estos tiempos que corren. También puedo ayudar en cargas y descargas si así lo desea... y bien, ¿qué me dice?"

Las caravaneros venían sí venían pero la pregunta sería ¿cómo venían? muchos de ellos con el polvo hasta dentro de los calzones esperando que los caballos abrevaran y descansaran de la fatiga del viaje. Y así hicieron cerca de la tienda había unos abrevaderos especialmente para las caravanas y ahí se dispusieron a desensillar los caballos y dejarlos. 

- ¡Eh muchacho! dijo uno de ellos casi sin mirarte solo por haber escuchado tu voz, mi aprendiz está también cansado del largo viaje si quieres echarnos una mano puedes coger el cepillo y después de humedecerlo en el barreño limpiar a todos los caballos, te estaríamos muy agradecidos mientras vamos a tomar unas cervezas estamos sedientos ¿Qué me dices muchacho te interesa?  Su cara está curtida por la intemperie parecen hombres de avanzada edad no como sus aprendices que se les ve todavía jóvenes.

Alrededor tuya se forma un coro, un coro de caravaneros con sus aprendices que formando un círculo ancho a tu alrededor se quedan mirando tu respuesta ¿y dije casi todos verdad? Porque uno de ellos ni se fija en ti, su cara está como un tomate y no sabes por qué solo ves que se dirige directamente a la tienda con los puños apretados... y si abriera esa boca lo más seguro es que no dijese nada bueno, crees que ese es el jefe de la caravana según te lo indicaron los mercenarios pero viéndole llegar no crees que tuviese humor para ser molestado.

El mundo es un pañuelo o eso pensáis, no hay nada mejor que cruzarse con uno de los pocos semiorcos que todavía se ven en tierras humanas. No digo que no hubiesen más, claro que había pero que se mostrasen con total libertad pocos ¿Por qué? Quizás Eloki lo supiese mejor ya que lo había vivido en sus venas y sabía lo difícil que es qué te tuviesen en cuenta por tus cualidades que no por tu aspecto. Pero dejando a un lado vuestros pensamientos tenéis las posaderas doloridas del trayecto del viaje, ahora no creéis que pudieseis montar ni aún poni. En cambio el mundo se os abría o se os cerraba no lo sabíais muy bien pero este pueblo tiene taberna, y no sabéis cuánto más... quizás sería bueno echar un vistazo o descansar vuestras doloridas piernas. Aparte de que estáis sedientos y vuestras cantimploras vacías.

No era común encontrarse con un semiorco al que no miraran mal y aún más raro era ver uno que parecía ser tan querido por sus conciudadanos. Pero claro, Eloki que lo suyo era muchísimo más inusual. A pesar de ello, le agradó ser testigo de una escena semejante, demostrando que era posible superar los prejuicios.

Bueno, tampoco es que tener que limpiar los caballos fuera una labor muy agradable, pero tampoco parecía haber malicia en lo que le estaban pidiendo. Sí le llamó la atención a la hobgoblin el ver al líder de la caravana con cara de estar furioso o molesto por algo. Sin embargo, a ella no le importaba, al menos hasta que viera que era así. 

Ahora mismo, lo que le importaba era entrar en la posada y beber algo, además de rellenar la cantimplora. Y comer algo. Y puede que hasta darse un baño.

Y directa que fue hacia la posada.

- ¿Vienes? - preguntó a su compañera mercenaria, más por educación que por otra cosa.

Espera, dijo Adowyn con voz helada.

Luego dijo en voz alta, para que la oyeran todos los del corrillo, pero dirigiéndose a Leryn. ¿Ves, Leryn? Esos paletos no distinguen un guerrero de un estibador, y eso les costaría la vida si nos asaltaran los bandidos. Porque cada uno se debe dedicar a lo suyo. ¿Cómo dices? ¿Que el que ha hablado tiene pinta de estar jugoso? ¡Pero si hoy ya has comido! ¡No, no te dejo que lo mordisquees un poco, que luego te empachas!

-Vamos, vamos, no hace falta ponerse así -dice Barstan levantando las manos en un gesto conciliador- No me importa tener que limpiar a los caballos por una vez, ja ja, seguro que habéis tenido todos un viaje agotador, yo me encargo. Cualquier cosa si puedo salir de aquí antes de que vuelvan los cruzados...

-Ah, y si vais a la taberna, decidle a Edrus que os ponga cerveza de la buena, no de ese agua amarilla que le sirve a los forasteros, o se las verá conmigo ese viejo truhán.

Y así, con resignación pero sin perder la sonrisa, Barstan comienza a cepillar a los caballos uno por uno. Mientras lo hace, se pierde en sus pensamientos, recordando el caballo que tuvo su familia hace tantos años, cuando su padre adoptivo Howard llegó al pueblo y conoció a su madre...

Adowyn se encoge de hombros al ver que el semiorco no quiere pelea, se da la vuelta y sigue a Eloki hasta la taberna, donde pide una cerveza para ella, y un cubo de agua para Leryn.