Partida Rol por web

Prefiero estar de pie.

Es lo primero que le llegó a la mente como respuesta a la sutil invitación, pero había de enfriar el ánimo y calmarse o al final esa situación continuaría siendo para ella un dolor de cabeza y un pulso echado al resto del mundo por lo que inclinó la cabeza con educación y tomó asiento con lentitud calculada, sin mirar a la llorosa pupila de cabello ensortijado que estaba sentada en el camastro mientras que Belerofonte se mantenía leal y silencioso, un brutal recuerdo de su permanente escolta.

-Soy toda oídos, señor Keristan.

Nathaniel hace una señal a uno de los servidores por allí presentes y mientras se dirige con su Sargento a la galería de tiro se va desperezando por medio de ejercicios de estiramientos y relajación.

Nathaniel espera al servidor para recoger el material que este había traído, descubriendo delante de Phalanax un Lanzamisiles SoundStriker. El Devastador sonríe cuando lo acaricia por encima y tras aposentarlo en sus manos y que este aceptara su biomedida cargo algún que otro proyectil de practicas y fijando el blanco sobre los maniquís a cierta distancia efectuó algunos disparos de calibración. La verdad que tener un arma así en sus manos le daba un nuevo termino a disfrutar.

- Que le parece Sargento, cree que ahora nos enviaran a por algo mas grande. - Comento en tono divertido.

-Verá -dijo el hombre mientras entrelazaba los dedos y parecía adoptar una pose de profesor que va a dar una clase- Anoche, mientras su pupila se encaminaba hacia los habitáculos, unos niños la siguieron y empezaron a llamarla bruja y cosas de esas. El caso es que uno de los niños la lanzó algo...

-Una piedra -se escuchó musitar a la niña.

-Eso -sonrió- continúa tú, por favor -concedió a la niña.

Faery, algo cortada, empezó a enredar los dedos en los enormes rizos cobrizos que le caían en cascada- pues eso -murmuró- me tiraron una piedra, pero por instinto levanté una barrera y no me impactó, lo que hizo que los niños me tiraran más cosas -la niña parecía estar contándoselo a la punta de sus pies- entonces me agobié y grité, pero debí desatar algo pues varios de esos niños salieron heridos...

-Y ahí es donde intervení yo -continuó Keristan- esos niños están en el hospital de campaña con quemaduras de segundo a tercer grado y daños ligeros en el sistema nervioso por la descarga eléctrica que les lanzó -lo comentaba como si estuviera hablando del clima de ese día- y se supone que debería de ser enviada a una de las Naves Negras, pero me he negado -esbozó una ligera sonrisa- desde mi punto de vista eso ha sido una cura de humildad para esos niños y una prueba de control para Faery, así pues, yo impondría un castigo disciplinario -la sonrisa se ensanchó- de cara al público, pero desde mi punto de vista, se lo merecían.

El asesino se puso en pie y cogió el casco-arma que había al lado- si no tiene más preguntas la dejo para que hable con su pupila -esbozó una sonrisa- la esperaré fuera para que me diga que va a "hacer" al final, ¿de acuerdo?

Phalanax observó asombrado la capacidad del nuevo equipo del que disponía su hermano de apoyo.

- Eso espero, o estarán desapovechando tu potencial y el de ese juguete nuevo - Bromeó el sargento, que pensó en un escenario abierto para el próximo combate debido a la naturaleza del nuevo arma, viendo que en espacios cerrados no sería tan útil como el bólter.

El Apotecario Jefe observó como Septimus pasó al lado del cuerpo del que estaban haciendo la autopsia y paseó la mirada por todos los demás presentes. Parecía taladrar el alma de cada uno de los pocos apotecarios que había en ese capitulo y saber qué era lo que estaba pasando y qué era lo que había allí.

-Hermano Diomedes, acércate, por favor -dijo mientras miraba al otro grupito de apotecarios- dejadnos solos, ahora.

Y como si hubiera sido el pistoletazo de salida, los apotecarios y servidores abandonaron la sala para dejar solos a esa pareja en el apothecarium.

Los dos astartes se dirigieron hacia una de las galerías de tiro para armas pesadas, cuyas paredes eran más gruesas y en el fondo, en lugar de un "torso" había planchas de blindaje situadas de diferentes formas, para que se pudiera estudiar mejor todas las posibilidades de daño de ese disparo en concreto.

En cuanto Schidiae se acercó, un sensor leyó su biometría y detectó el tipo de arma que llevaba, por lo que un dispensador otorgó diferentes tipos de munición apropiada para el nuevo juguete de Nathaniel.

Nathaniel disfrutaba del momento en que tenia en sus manos el lanzamisiles. Su primera intención era ver de que eran capaces los proyectiles de penetración. Dispuso su punto de mira sobre las planchas de blindaje del interior y lanzo contra estas una tanda de proyectiles autopropulsados que impactaron sobre estas logrando un estruendoso impacto y daño consiguiente.

Tras lo cual se encaro a un grupo de maniquíes y sobre estos disparo otra tanda de fragmentación, quiera ver de que eran capaces las concentraciones de metralla que estos contenían. Con estos tuvo mas problemas en alcanzar al grupo disparando alguno que otro de mas, pero estaba claro que contra un numero grande las posibilidades de fallar serian mínimas.

"Oh... Tarde, me temo..." no pudo evitar pensar en apotecario al escuchar su nombre, y más aún al ver la cobarde retirada de todos los presentes. Sí, el hermano apotecario Zael le había requerido a solas, pero estaba seguro de haberles visto apretar el paso más de lo normal. Sin duda, los más dicharacheros pronto estarían cuchicheando sobre el por qué de la petición, y de qué estarían hablando. 

Mientras se acercaba, sin embargo, Septimus tuvo la desagradable sensación de saber que se trataría de alguna clase de recriminación por mirar cosas que no debía. Pero no cabía opción a réplica, él era su superior, y le debía obediencia a él y al capítulo.

-Hermano apotecario Zael...-dijo el astartes a modo de saludo, cuando llegó a una distancia prudente para hablar. 

-Se agradece, señor Keristan.- dijo Leah con voz átona con un cabeceo-Belerofonte.-dijo vocalizando con especial cuidado el nombre- Quiero estar a solas con Skadi.

Miró sobre su hombro girando el rostro sin añadir nada más, observándole bajo el denso flequillo níveo con expresión dura sin hacer ningún ademán de movimiento, aguardando el momento de intimidad con la niña.

Con un cabeceo, asiente a la petición de su señora... Beler es el ultimo en salir de la estancia y es el quien se asegura de que Lady Beryl y Skadi se quedan solas antes de cerrar las puertas tras de si...

Mantendra guardia hasta que su señora lo reclame, nadie entrara sin su consentimiento... o morira...

Phalanax, en silencio, observó la potencia de fuego del nuevo arma de Nathaniel. Asombrado por lo que parecía que podría hacer a los enemigos del Emperador, felicitó a su hermano de armas por la demostración de fuerza, esperando a ver el resultado en los sujetos de prueba, después de que el humo desapareciera.

Nathaniel probó el nuevo lanzamisiles y este funcionaba de una forma que daba hasta gusto. La forma de disparar y las explosiones hacían pensar que haría contra esos putos tiránidos y haría una auténtica escabechina.

-Buen disparo -dijo uno de los astartes que había por allí- ese arma está en muy buenas manos, creo yo, ¿no te parece? -dijo girándose a Phalanax. 

Era un miembro de la compañía Surtur y llevaba la armadura puesta por completo- nos dijeron que limpiásteis muy bien Mons Zilos, mi más sincera enhorabuena.

Cogió un bolter y lo alzó disparando ráfagas controladas contra los objetivos, consiguiendo muy buenas puntuaciones- ¿Sabéis algo de lo que está ocurriendo? ¿Por qué la Inquisición está realizando tantos interrogatorios?

-Estabas observando este caído y antes tus hermanos -dijo con una voz muy tranquila- ¿Qué os produce tanto interés? -observó el cadáver mientras cogía las herramientos del oficio- ¿Me acompañáis? Veremos que es lo que pasa con esto, ¿te parece?

-Inquisidora -dijo el asesino con una ligera reverencia- si necesitáis algo de mí, podéis contactarme cuando queráis -y sin decir más salió por la puerta antes de Belerofonte.

Cuando el astartes y el asesino salieron, Faery se encogió sobre la cama, doblando las piernas y abrazando las rodillas, donde apoyó la frente y se cubrió con la mata de pelo rojo rizado.

-Lo siento, Lady Leah, yo no quería... -sollozó la niña pequeña desde ese camastro.

De momento, la cosa no estaba marchando demasiado mal. Sin embargo, nunca se sabía, y era mejor mostrarse sincero y calmar los nervios al máximo.

-Ignoro qué ocurriría con el resto de hermanos apotecarios, pero lo que despertó mi interés fue el que ellos mismos mostraban en este cuerpo. 

Ante la invitación, que probablemente fuera más una orden, Septimus asintió suavemente.

-Por supuesto, hermano apotecario Zael. He observado algo... Extraño, o, al menos, diferente-comentó mientras se acercaba, recuperando un juego de instrumental apropiado para la tarea-allí. Ese conjunto de órganos parece más antiguo, y diferente en algún modo, aunque no he logrado determinar del todo qué ocurre. 

Nathaniel termino de disfrutar del fuego y las explosiones del nuevo arma. Tenia bien claro que hacer con ella y se sorprendió de los comentarios de otro de los hermanos presentes.

- Agradecemos la felicitación, también sabemos que lo vuestro no fue fácil. - Correspondió al otro. Cuando este lanzo las preguntas que tanto se habían oído por el lugar, Schidiae respondió. - No creo que lo sepan muchas personas  y entre ellas estamos nosotros, pero lo único que hace eso es minar la moral de las tropas y provocar especulaciones y rumores. ¿Has oído algo sobre el asunto? - Termino por preguntarle el Devastador.

Phalanax quedó impresionado, y confirmó esta emoción al ver cómo el hermano de la compañía Surtur felicitaba a Nathaniel.

- Nathaniel tiene una puntería mortífera. Sino hubiera sido por él, Mons Zilos hubiera sido un reto mucho más costoso. - Respondió, orgulloso de su unidad, y en concreto del devastador.

Entró en la conversación sin cortar a Schidiae cuando este contestó después de oir las preguntas de aquel hermano.

- Es cierto que su presencia siempre aumenta los nervios, pero no debemos dejar que estas emociones nos dominen y perjudiquen nuestra moral, al fin y al cabo, somos un capítulo de nueva fundación, y muchos acaban de entrar a formar parte de nuestras filas. Que se comprueben las mentes de los reclutas es una actividad normal, y su ayuda es inestimable. - Era cierto que Phalanax no disfrutaba demasiado de la compañía de Inquisidores, pero no debía temer nada, como cualquiera que fuera un convencido servidor del Emperador y su causa.

- Aun así, si sabeis algo sobre las actividades, siempre es bueno saberlo, hermano. - Acabó reforzando la pregunta de Nathaniel.
 

Levantó una mano y negó con la cabeza haciendo bailar el cabello alrededor del rostro, arañando las mejillas tatuadas con los mechones níveos.

-Nada de disculpas- dijo con voz suave-Desde el principio y sin omitir detalles.

El apotecario jefe escuchó lo que decía Septimus y se acerco a observar lo que le estaba indicando. Frunció el entrecejo mientras observaba con detenimiento y con un rostro inescrutable.

Tras un momento, volvió a posar la vista en el rostro de Septimus- Tienes razón, hay algo raro en ese cuerpo, y no es que sea de los más antiguos de nosotros -dijo puntualizando- por lo que algo está pasando, y no algo que tiene por qué ser bueno.