Partida Rol por web

Demian y Violet suben al piso superior, dejándoos a los dos abajo.

Sigues frente a la puerta, arco tensado y apuntando al hombre que se encuentra a uvas en la cocina. Arrya está detrás de ti, mirando a todas partes intentando evitar una posible emboscada.

-Sé que había otro- te dice- Yo a la araña gigante no la había visto, pero sí que vi a dos encapuchados atacando a mi marido. Debemos estar atentos.

En ese mismo instante, el hombre de dentro del cuarto se gira, aún distraído. De pronto, eleva la vista y te ve apuntándolo con el arco. Se lleva la mano al cinto con la intención de coger una daga que lleva sujeta en él.

Miro a Arrya fijamente y asiento con mi cabeza, como indicando que voy a actuar. Luego, retorno mi mirada hacia el malviviente, rápido, para no quedar expuesto.

Intento darle un flechazo en la mano, pero en ese momento comienzo a ponerme nervioso, pensando en qué pasaría si fallo. Mis manos temblaban, pero no podía tranquilizarme en ese momento.

Igualmente, decido soltar la flecha, esperando a que impacte, aunque me parece que mi estado me va a jugar una mala pasada.

La flecha sale disparada hacia el techo, muy lejos de donde se encotraba el hombre. El tremendo desvío se produjo porque al soltar el arco, la posición de la mano que lo sujetaba no era la correcta, por lo que la cola de la flecha salió rozando uno de los dedos, haciendo un desgarro en dicho dedo que conllevó un involuntario desvío del arco.

El profuso corte había comenzado a sangrar. No era nada que no se curase lavándolo un poco y envolviéndolo en una tela, en unos días, pero el caso es que en aquel momento el ponerse a vendarse el pequeño pero profundo corte era imposible.

El hombre se llevó la mano a la cintura y agarró una daga. Se puso frente a vosotros, desafiante. Se le veía tenso. Se encontraba en inferioridad de condiciones y lo sabía.

Sacudí un poco mi dedo lastimado por el dolor y lo introduje en mi boca para sacar el excedente de sangre. Rápidamente, pasé a tomar de nuevo el arco, y al ver que el bandido se acercaba, traté de rodar hacia atrás para alejarme y le lanzé una flecha a la cabeza.

Esta vez estaba más concentrado y podía ser que el ataque impactase en el malviviente. -Ten cuidado. Ya ha sacado su puñal. Yo trataré de protegerte como sea.- le digo a Arrya mientras me muevo.

El encapuchado intentó esquivar el golpe. Su certero movimiento impidió que la flecha acabase incrustada en el centro de su frente, pero no pudo evitar que le alcanzase en un hombro. El hombre gritó de angustia cuando la flecha se espetó en su hombro izquierdo.

Se sacó la flecha con un movimiento rápido y doloroso, y la sangre comenzó a manar.

Cabreado, el hombre se dirigió hacia Wimper con aire amenazante, y le clavó la daga en el mismo hombro en que él había recibido la puñalada segundos antes.

-Ojo por ojo, diente por diente, canijo- dijo, con ira y sorna, menospreciando a la raza mediana por su corta estatura.

Aunque Wimper trató de esquivar el golpe, el encapuchado era veloz y certero, con lo que antes de que le diera tiempo a recargar su arco ya había recibido la susodicha puñalada.

No me podía creer lo que estaba suciediendo. Antes de darme cuenta, el pobre Wimper tenía un hombro como un colador. Empuñé mi daga con miedo, pero también con ira. No podía quedarme de brazos cruzados después de que aquellos energúmenos hubiesen matado a mis amigos. ¿Es que iba a dejar que asesinaran también a aquellos tres generosos compañeros que no dudaron en socorrerme cuando más lo necesitaba?

Mientras el encapuchado le clavaba la daga a Wimper, yo hice lo propio con él en un costado. La daga entró limpiamente en la carne del hombre cuyo rostro aún no habíamos visto, y éste gritó de dolor, aullando como un loco.

El encapuchado cayó al suelo de rodillas. Sangre comenzó a manar de su boca. Entre el flechazo y la puñalada, éste apenas se tenía en pie. Al cabo de medio minuto escaso, cayó de bruces, inconsciente, mientras la sangre seguía fluyendo de sus heridas. No tardaría mucho en morir.

En ese instante, sentiste a Arrya gritar.

-¡Socorro, Wimper!- acababa de arrojarse al suelo en un intento desesperado por esquivar la daga de otro encapuchado. Había estado escondido en el salón, aguardando el mejor momento para ayudar a su compañero. Había llegado tarde, eso era cierto, pero ahora venía buscando venganza.

Lanzó otra puñalada, algo más torpemente, contra el cuerpo de Arrya, quien siguió rodando en el suelo intentando huir. De momento seguía de una pieza, pero necesitaba ayuda desesperadamente.

Me exalto al ver a Arrya en riesgo, por lo que vuelvo a cargar una flecha rápidamente. -Te dije que te iba a cuidar!- le digo a la mujer, rodando lo suficiente como para que la espalda o el pecho del bandido queden frente a mi y suelto la flecha hacia ese punto. Seguramente me iba a molestar el dolor, pero había que ser más preciso.

Por suerte, uno de los malvivientes estaba liquidado, pero quedaba este sorpresivo y molesto sujeto. Había sido inesperada su aparición, pero ahora estaba en desventaja; había perdido su primer movimiento.

Parece que tu arco se crece cuando el blanco está en movimiento. no habías vuelto a fallar un flechazo desde el lanzado por sorpresa. Esta flecha se incrustó en un costado del sujeto. Quizás no hubiese tocado ningún órgano vital, pero la cara de dolor del tipo resultaba suficientemente significativa: estaba tocado.

Arrya, desde su posición de inferioridad en el suelo se veía incapaz de poder usar su daga, así que descargó contra él una fortísima patada en sus partes nobles, en donde acertó plenamente. El hombre, entre la herida del costado y la susodicha patada, se dobló de dolor. Lágrimas saltaron de sus ojos, mientras gemía dolorido, con la sangre manando profusamente del lugar en que había impactado la flecha.

Colérico, se aproximó a Wimper unos pesados pasos, no sin antes propinarle a Arrya un tremendo pisotón en la cabeza. Como ésta no se lo esperaba, su frente y su nariz impactaron en el frío suelo. Se escuchó claramente la nariz de la mujer partiéndose contra la piedra del suelo.

-Vamos- te dice, desafiante- Vamos, lánzame otra flecha si te atreves.

El ruido de la nariz de Arrya hace estruendo y eco en mi cabeza. No le alcanzaba con haberse metido con la familia de la pobre mujer, parece. Comienzo a respirar más fuerte y mi cara se va transformando al punto de parecer un psicópata; sin dudas, me estaba encabronando.

Rápidamente, ruedo hacia la derecha, para tratar de tirarle otra flecha al malhechor. Sin embargo, al estar en un estado donde no pensaba del todo bien, le di demasiada fuerza al movimiento y me pasé un poco en el recorrido, por lo que me vi forzado a tirar la flecha de manera incomoda.

Con ella, iba todo mi deseo que la pesadilla que está viviendo la señora se termine, pero creo que la euforia me va a jugar una mala pasada esta vez. Por suerte, el malviviente ya estaba herido y puede que no falte mucho para que caiga.

Cuando el encapuchado dejó a Arrya atrás, ésta se puso en pie tambaleándose. Le sangraba la nariz, que se enrojecía más a cada segundo. Mareada, trató de embestir por la espalda al encapuchado, pero fue incapaz de hacerlo. Aún se movía de erráticamente a causa del impacto de su cabeza contra el suelo, por lo que al acercarse hacia el sujeto perdió el equilibrio y acabó de rodillas en el suelo con la mirada perdida. Aún le llevaría un poco de tiempo recobrar plenamente el sentido.

Mientras tanto, el encapuchado, ajeno a los erráticos movimientos de Arrya, centraba toda su atención en el mediano. Te miraba con cautela, aunque no dejó de proferir una risa hiriente al ver salir tu flecha hacia el quinto pino.

Herido como estaba, la idea de medirse en combate contra otra persona no formaba el mejor de sus planes, pero no le quedaba más remedio, así que se aferró a su daga y trató de hacerte un segundo ombligo con ella. Pero un ágil movimiento por tu parte hizo que esquivaras su ataque sin problemas. Las heridas del maldito encapuchado le hacían moverse de forma torpe y lenta.

Era el momento de actuar.

Arrya y el ladrón estaban bastante heridos como para poder luchar bien. Debía liquidar esto cuanto antes, para ayudar a la mujer y que su herida cese de sangrar, al menos. Me daba mucha furia verla en ese estado, más por todo lo que le ocurrió. Por qué debía pasar por esto? Había esquivado al ladrón y me quedaba la oportunidad de realizar un buen ataque y que este, finalmente, caiga.

Ya no me sentía nervioso. En esta ocasión, la seguridad era enorme, debido a que el resultado parecía estar definido. Una vez que logro evadir al malviviente, tomo el arco lo más rápido posible y, apuntando muy bien, lanzo la flecha a su cuello. El proyectil parecía ir con una potencia increíble, por lo que la ofensiva podría ser realmente efectiva, ya que si no lo mataba, lo iba a dejar en un estado realmente crítico. -Creo que este será tu fin, escoria.- digo, mirando fijo al ladrón y con cólera en mi mirada. -Arrya, te dije que te iba a salvar y eso voy a hacer!- sostengo, a viva voz. Espero poder reventarle el cuello a este malnacido.

Mientras tanto, recuerdo que Demian y Violet pueden estar en peligro también. La raña era enorme y no sé si serían capaces entre los dos de derrotarlas. Chicos, estén bien!

La flecha salió en dirección a su cuello con una precisión espectacular. Se clavó en la garganta del malnacido, quien apenas pudo emitir un desagradable gorjeo antes de caer a tus pies, inerte.

Arrya emitió un suspiro al verlo caer. Estaba recobrando la consciencia, y el ver a su enemigo en el suelo la tranquilizó enormemente.

-Ayúdame a ponerme en pie, amigo- imploró, estirando el brazo derecho hacia ti- Ya estoy mejor. En nada estaré preparada para subir contigo a ayudar a tus amigos. No sé cómo voy a poder agradeceros esto.

Pese al ligero atontamiento que aún pesa sobre ella, se la ve feliz, plenamente feliz. La muerte de su esposo ha sido vengada, y eso la ha hecho sentirse mejor.

En el piso de arriba se escuchaban violentos golpes, fruto indiscutible de una violenta trifulca.

Un gran soplido de aire fue lo que salio de mí una vez que vi al malviviente sin vida. Sequé un poco el sudor de mi frente y presté atención a lo que decía Arrya, quien se veía realmente feliz, una sensación que fue contagiada a mi persona.

Me daba pena verla maltrecha, pero la alegría por la venganza de la muerte de su familia podía más. Había escuchado a la mujer pedirme ayuda, pero decidí hacer otra cosa. -Por fin ha caído! Te dije que te iba a salvar. Te daré una mano, pero espérame un segundo, que quiero hacer algo.- digo, mientras empiezo a inspeccionar los bolsillos y ropa de los malhechores, tratando de encontrar algo que sea de utilidad.

Puede que tengan algo que pueda darnos una pista de por qué sucedió todo esto, o de quiénes son los culpables, entre otras cosas. Había que aprovechar cada recurso para sacar un buen resultado. Veamos que tienen...

El registro de sus bolsillos no te reporta nada de relevante interés. Exceptuando la daga que portaba cada uno de los encapuchados, no parecen llevar más que algunas monedas de oro. No era un gran botín, pero tampoco las iban a necesitar, así que mejor en tu bolsillo que en el de ellos.

Mientras hacías el registro de los cadáveres, te percataste de un hecho curioso. Fue mientras escudriñabas el contenido de uno de sus bolsillos. La túnica de su brazo derecho se desplazó apenas un centímetro hacia atrás a causa de tus movimientos revelando una especie de tatuaje. Al mover la túnica para verlo por completo, te diste cuenta de que llevaba el símbolo de una araña grabado en su muñeca derecha.

Movido por la curiosidad te acercaste al segundo cadáver, que ya lo habías registrado, y levantaste la manga derecha. Allí, claramente, podía verse otro tatuaje idéntico: una araña de gran tamaño grabada en tono negruzco en su muñeca derecha.

¿Acaso aquel absurdo asalto a una vivienda tan pobre estaba motivado por el extraño medallón que habían recibido como pago por auxiliar a un asaltado? ¿Acaso se había llegado a aquella situación por un estúpido collar?

Al ver las marcas en los cuerpos de los malvivientes, me sorprendo, pero trato de pensar un poco. Probablemente, esto se trate de alguna especie de agrupación, pero cuál era su motivo para atacar a la familia de esta pobre mujer? Esto es bastante sospechoso.

Saliendo un poco de mi asombro, me acerco a Arrya y pasándole mi brazo por atrás y el suyo por mi cuello, la levanto. Voy acercándola de a poco a las cuerpos y comienzo a interrogarla. -Sabes algo de este tatuaje? Me parece que representa algún tipo de secta.- digo, señalando con el pie  el dibujo del brazo derecho de uno de ellos. -Esto es muy raro. Deben haber tenido un motivo para haber hecho esto.- completo, mirándola a los ojos y tomándola fuerte para que este bien sujeta.

-Estoy bien, estoy bien- te dice, desasiendo suavementede tu brazo en un esfuerzo por aparentar que se encuentra perfectamente. Toma un pedazo de tela de una mesa y comienza a taponar la herida de la nariz, intentando que su apéndice nasal deje de sangrar- Creo que ese maldito bastardo me ha roto la nariz. Me duele horrores.

Se inclina a ver el tatuaje que le has indicado, y se vuelve a incorporar con el ceño fruncido y aspecto meditabundo.

-¿Una araña? Nunca había visto un tatuaje como ése...- se queda unos segundos pensando, asimilando lo que acaba de ver-Parece que podría haber una conexión entre el medallón y estos hombres- coge el medallón que lleva al cuello con la mano que no está utilizando para taparse la nariz y lo mira con cierta repugnancia- Si todo este jaleo se ha armado por este pedazo de basura, estaré más que gustosa de deshacerme de él. ¿Acaso es tan poderoso como para que justifique el asesinato de una familia? Si lo querían, por unas monedas lo habría vendido gustosa.

Suspira, triste a la par que furiosa. Se queda pensando durante un rato, mirando el medallón sin hacer o decir nada. Por fin, vuelve a hablar.

-El caso... El caso es que ahora siento curiosidad. Nunca creí que fuera mágico, pero ahora lo pongo en duda. Pero... ¿Cómo averiguar para qué se utiliza? No veo forma...- se para en seco. En su rostro aparece una expresión de certeza- Puede... Puede que haya una manera de averiguarlo. Hay un hombre... En el bosque, un druida muy anciano que vive apartado de todo y de todos. Es un sabio, o eso dicen. Nunca le he visto, pero conozco su historia... Quizás él...

En ese momento escucháis ruido en el piso superior, así como un grito desgarrador de Demian, interrumpiendo las palabras de Arrya.

Iba prestando atención a lo que Arrya decía, pero el grito de Demian irrumpió la charla, haciendo que mis ojos se abran casi en su totalidad y que trague saliva con dificultad. Creo que no había tiempo que perder, ya que podría estar en riesgo. La araña tenía un tamaño considerable y parecía que con dos personas no iba a ser suficiente como para derribarla.

-Oh no! Parece que arriba hay problemas! Vamos, rápido!- digo, algo tembloroso en mi voz, comenzando a subir las escaleras lo más veloz posible. Cuando llego al piso superior, empuño mi arco para estar listo, mientras me apoyo en la pared y voy acercándome con cuidado a la puerta, para no ser oído y atacar por sorpresa. Espero que no sea tarde...