Partida Rol por web

En el interior de la batlancha se había hecho el silencio. Era imposible que las preocupaciones no abordaran a nadie en un momento como ese. Así se sentían los civiles en sus casas, frente al televisor, con la atención centrada en unos alienígenas tan distintos a E.T. y Marty el Marciano que solo su presencia era demoledora.

La lancha atracó en el muelle de la Batcueva y deslizó el techo hacia atrás. Era como si un soplo de aire fresco les llegara a los pulmones, pues todo ese olor viciado a guano y agua estancada también era un primer paso hacia afrontar el problema y controlar la situación.

¡¿DICK?! ¡¿ALFRED?!-llamó la Cazadora.

No parecía haber nadie. Avanzaron juntas por el complejo subterráneo. Al pasar cerca de la plataforma médica, vieron un cuerpo tendido inerte sobre la camilla. Preocupadas, se acercaron a ver por si era una de los suyas.

Aquella mujer grandota y desconocida no tenía pulso.

Cof, cof...-tosió alguien por sorpresa y por detrás.

Tras el susto inicial y la tensión que las ponía alerta, vieron que se trataba solo de Alfred.

Y por este "asunto"-dijo Alfred sobre el cadáver-le pedí por radio que no trajeran a Hiedra aquí. Buenas tardes, señoritas. Si se preguntan quién es ella... Según tengo entendido se hacía llamar Stompa. Pertenecía al ejército de mujeres-soldado de Darkseid: las Furias. Batman dio instrucciones a Flash para que lo trajera aquí. Un médico ya viene de camino para diseccionarla y buscar alguna debilidad en su organismo alienígena que pueda darnos una ventaja en esta guerra.

Aquello no estaba bien. Eran los buenos, ellos no mataban. Ni siquiera a los peores delincuentes. Ni siquiera a los mayores enemigos. Era una noticia perturbadora. ¿A qué miembro de la Liga de la Justicia se le había ido la mano? Como mayordomo eficiente, Alfred se adelantó a la pregunta.

No tiene importancia saber quién lo hizo. Él deberá aprender a vivir con ello.

Parecía que no había nadie en casa, al menos no respondian a la llamada de Paula y el silencio era absoluto salvo por nuestros pasos. Nos movimos por la plataforma y vimos a alguien tendido en la camilla médica y me apresuré a ver quien era y si vivía. - Está muerta. - Le dije a Cazadora y la tos a mi espalda me asustó.

- Alfred, no nos des esos sustos y menos cuando llevo no se cuantos días desaparecida y con el mismo traje. Yo ya me he habituado al olor pero debo apestar a de todo. - Le dije al mayordomo de Wayne y entonces nos dio la explicación de quien era aquella mujer y porqué estaba allí.

- No iba a traer a Hiedra hasta aquí, Alfred. Tengo 18 años, pero aún sé pensar y si la hubiese traído, se hubiera encargado de marcar el lugar con sus plantas y tener localizada la Batcueva. - Le respondí enseguida. - Aunque debo reconocer que esto no me lo esperaba. - Dije refiriéndome a la mujer.

Alfred dejó claro que no se diría quien la mató, pero al menos teníamos algo claro: si era de la raza de Darkseid, se le podía matar, aunque no matásemos... podía morir.

- Darkeid se está dedicando a destruir todo lo que se ha creado, como el Banco de Semillas, que era lo que quería robar Hiedra, que nos mantenga vivos en caso de una tragedia mundial. Supongo que luego generará la tragedia o destruirá a la humanidad... o quizás se siente a ver como nos matamos por algo para comer. - Dije encogiéndome de hombros. - Pero nos tuvimos que enfrentar las tres a él junto a Krypto. Hiedra, Rose... que es muy rara. Por un lado parece que tiene múltiples personalidades, de hecho hasta le cambia el rostro de una inocente niña a una madre superprotectora a una especie de... persona llena de pinchos... - No sabía bien como describirla. La vi solo un momento, Darkseid era más importante que ella en aquel instante.

- La verdad es que el viaje con Hiedra fue interesante. Es capaz de tener sentimientos por las mujeres, aunque es mayor por las plantas. Cuando Darkseid destruyó el Banco de Semillas, creyó que Rachel, mi falsa identidad, estaba dentro y se preocupó... me dio hasta pena verla así. Hiedra ha ido a reclutar a sus dos amigas, quieren ir a por Luisiana a por un amigo. No dijo quien anda por allí ahora mismo. Pero creo que se teleporta como Darkseid, así que Hiedra podría al menos reparar su daño... no podremos pararle pero sí arreglar las cosas. - Y miré a Cazadora. - Tenemos que proteger a Hiedra sí o sí... aunque no nos guste, es la única que puede salvar el mundo por su amor a las plantas y su poder. Debemos encontrarla.

Me dirigí al Batordenador. - Veamos donde están Harley y Catwoman... las estará buscando y necesitarán un medio de transporte para ir a Luisiana. - Miré a Cazadora. - Paula, te necesito a mi lado en esto. No podré andar cubriendo a Hiedra si a Harley le da por intentar atraparme para entregarmea El Joker.

Alfred y Cazadora enmudecieron. Escrutaron a Bárbara con preocupación. Al fin, Helena abrió la boca.

Ratita, yo... no me llamo Paula. ¿Recuerdas mi nombre? Me llamo Helena. Helena-insistió la Cazadora.

Batgirl dejó de escuchar la voz de la Cazadora. Llegaron a su cabeza una lluvia de imágenes, multitud de tierras, cada una con una historia, y no todas tenían una Batgirl. Le albergó la sensación de soledad, de insignificancia, la más absoluta certeza de que ella era prescindible, que sin ella la historia seguía formándose. Historias paralelas, historias infinitas, con otros rostros y otras capas...

Bárbara vio un mundo en el que la Cazadora era Paula Brooks, una supervillana que luchaba contra un luchador con traje de pantera negra, un héroe que en ese mundo se llamaba Wild Cat.

No después, sino al mismo tiempo, también vio un mundo, su mundo, en el que la Cazadora se llamaba Helena Wayne, su amiga, hija de Bruce y Selina, de Batman y Catwoman.

Ambas Helenas existían a la vez, pero no existían en absoluto. Notas a pie de página de una historia mayor. Y una voz empezó a susurrar ininteligiblemente en la cabeza de Bárbara. Una voz muy lejana de una mujer que todavía no había nacido.

¿Tú? ¿Tú puedes escuchar mi voz?
Bárbara Gordon, de Tierra 2.
¿Cómo es posible?
No percibo poder en ti...
...y sin embargo tienes un importante papel que jugar ante esta amenaza.
Necesitamos tu ayuda, Bárbara Gordon, de Tierra 2.

Riiiiiiiiiing...

El sonido del timbre bastó para que la conexión pandimensional se cortara. Batgirl volvió en sí: ya no veía todas las tierras, ya no veía ninguna. Estaba en la batcueva, de nuevo.

Riiiiiiiing... Riiiiiiing...

Debo abrir la puerta. Por favor, Ama Helena, cuide de Bárbara. Con un poco de suerte será el médico que estamos esperando...

Alfred corrió hasta el elevador y presionó el botón para subir hasta la mansión. En pocos segundos habían dejado solas a Batgirl y a la Cazadora... con el cadáver de Stompa.

En el jardín delantero de la mansión Wayne se formó de pronto una esfera rosada de relámpagos que impulsaba el aire alrededor moviendo las briznas de hierba y las ramas de los árboles cercanos. La esfera descendió hasta el suelo y se deshizo mostrando al Doctor Destino.

¡El Doctor Destino ha llegadoooo...!

Al no ver a nadie a su alrededor, el doctor avanzó hasta el porche de la mansión y subió los escalones hasta ponerse delante de la puerta. Ensayó de nuevo su entrada.

El Doctor Destino ha llegado. El Doctor Desino ha llegado...

¡PERDED TODA DESESPERACIÓN, EL DOCTOR DESTINO YA ESTÁ AQUÍ!

No, demasiado largo...

Apretó el timbre. Siguió con su ensayo.

En el día más brillante,
en la noche más oscura,
¡ningún mal podrá escapar de mi vigía!
Que aquellos que adoran el poder del mal teman mi poder.
Porque yo soy el Doctor Fate.

Alan me va a matar.

Volvió a apretar el timbre. Al cabo de un minuto, la puerta se abrió.

Alfred, estás perdiendo facultades. Normalmente no tardas tanto en abrir, viejo inglés.

Ojalá "normalmente" fuera una posibilidad, doctor. Creo que tenemos una paciente que necesita su atención. Un lapso de memoria, en alguien cuya memoria es eidética. Solo fue un nombre confundido, pero le siguió un episodio de vahído. La paciente es Batgirl.

Ambos cruzaron la mansión juntos. Alfred tiró de un libro de la biblioteca y un panel se abrió dejándoles vía libre hasta el ascensor. Bajaron en silencio. Helena miró hacia arriba, hacia los recién llegados, con esperanza. La Cazadora estaba muy preocupada por su Ratita.

Creo que ya se conocen. Ponerse unas mallas siempre habilita espacios comunes.

¡Claro que sí! Bárbara. Estuvimos en la crisis de Trigon. ¿Recuerdas?

A ojos de Bárbara, un aura extraña rodeaba al doctor. Algo estaba mal, y sabía interpretarlo: aquel hombre no pertenecía a lo que la mujer de sus alucinaciones llamó Tierra-2. Era un impostor. No estaban ante el verdadero Doctor Destino. Alfred y Helena estaban confiados, eran como si ellos reconocieran a aquel extraño, como si supieran de algo llamado la crisis de Trigon. Pero Bárbara no recordaba ninguna crisis contra el demonio Trigon... Era como si el falso doctor hubiera afectado las mentes de sus amigos. O, pensando en gran escala... Era como si toda la historia de aquel mundo estuviera mal.

Algo estaba pasando y no entendía que era. Y lo peor era que en ese momento giraba en torno a mí. Había llamado Paula a Helena y luego esas visiones... - Tranquila, ya me encuentro mejor. - Le dije a Cazadora mientras me retiraba la mano de la cabeza al tiempo que no veía a Alfred con nosotras, pero las palabras de aquella mujer, aquella visión, seguían conmigo.

No sabía cuanto tiempo había estado ausente, pero por el gesto de ¿Helena? debió ser bastante, porque veía la preocupación en sus ojos. - No te preocupes, de verdad. Darkseid quizás me hizo algo y me afectó a la cabeza... o pasar demasiado tiempo con Hiedra hablando de plantas cansaron a mis neuronas. - Bromeé, tratando de quitarle hierro al asunto.

Y en ese momento se abrieron las puertas del ascensor y Alfred apareció acompañado del doctor Fate, a quien yo no reconocía como tal. De hecho no conocía ni la crisis de Trigon. ¿Recordar? ¡Cómo recordar lo que no había pasado! Pero no me quedaba más remedio que seguirle el juego. - Sí, lo recuerdo. ¿Qué tal estás? - Le pregunté por supuesta cercanía. -  Pero no te preocupes por mí, esto es todo cansancio y agotamiento mental. - Le dije tuteándole, al igual que él a mí.

- Alfred puede contaros mis desventuras durante los últimos días, bueno, parte de ellas... es normal que esté cansada y con la mente hecha trizas. Venir desde la Antártida con la batlancha y con Hiedra Venenosa como compañía no es que te de demasiada confianza como para conciliar el sueño, ¿no creéis? Y el viaje de ida no fue mucho mejor. Supongo que una ducha y una cabezada es todo lo que necesito para recuperarme.

Y miré a mi amiga, sin saber como decirle que aquel doctor Fate era una farsa. Después de llamarla Paula, después de esa visión donde estuve ausente un rato, ¿quien iba a creerme? Pero claro, no podía irme y dejar a aquel sujeto solo con aquel cuerpo y pedirle que se marchara sería algo sospechoso.

- Alfred, ¿qué tal si le pones algo de beber al doctor Fate y así me da tiempo a darme una ducha y quitarme el olor a sudor del cuerpo? Seguro que me viene bien para espabilarme y así le ayudo con la autopsia. Tengo curiosidad por ver que hay distinto entre ellas y nosotros. Pero que nadie empiece sin mí. - Sonreí ante mis palabras esperando la respuesta de todos.

No tan deprisa, señorita... Podrá irse en un momento, en cuánto el doctor le dé el alta.

Chasqueó los dedos y creó una luz. La pasó por delante de los ojos de Batgirl para comprobar que no había sido hechizada.

Sigue la luz. Bien, bien... todo normal. Di "aaaah"...

Examinó la cavidad bucal sin encontrar ningún resto de Starro incrustado en el paladar. Después cogió las manos de Bárbara para ponerlos en posición extendida.

Haz así-dijo, separando los brazos-. Ahora así-dijo, moviendo el dedo índice hasta tocar la nariz para comprobar que, como toda chica de su edad en Gotham, no se estaba drogando con la basura del Espantapájaros.

Todo en orden. Puedes irte. Si notas algo extraño, no dudes en avisar al doctor.

¡Espera, Bárbara!

La Cazadora apuró la zancada tras Batgirl para subirse al ascensor a la vez que ella. Lo último que vieron de la cueva fue a Alfred girarse en dirección al Doctor Destino para hablar con él y ponerle al tanto de lo ocurrido en Svalbard.

Mientras la plataforma ascendía, Helena puso una mano en el hombro de su amiga.

Que te encuentres bien no significa que tengas que estar sola. Te acompaño.

Al fin y al cabo, Bárbara estaba rodeada de personas que la querían. ¿Cómo pensó que la iban a dejar vagar por una mansión enorme sin compañía después de haberles preocupado con su salud?

Puedes usar la ducha de mi habitación...

Helena caminó un paso por detrás de Bárbara. Era una prueba. La Cazadora quería comprobar que Batgirl recordaba cómo llegar. ¡Claro que se acordaba! No había nada "equivocado" en la mansión. Pero entonces...

Fiififiiii, fi, fi, fifiiii, fi, fi, fifi, fififi, fifiiiii...

Escucharon el silbido al pasar cerca de la cocina. Bárbara notó en aquel sonido la misma sensación que tuvo cuando llegó el Doctor Destino: esa melodía no era de este mundo.

Ya está mi hermano con su silbidito. Ahora se me pegará y tendré la melodía en la cabeza toda la noche.

Bárbara sí conocía al hermano de Helena: Tim. Tim Wayne. El pequeño Timmy, ya todo un adolescente. Había crecido con ellos y le conocía a la perfección. Eso significaba que no tenía nada que ver con el Doctor Destino.

Puse mi mano en el haz de luz para que la puerta del ascensor no se cerrase y Helena llegase a tiempo. Durante el ascenso, me invitó a usar su baño. - La verdad es que iba a usar el de los invitados, ya sabes, para no pasearme por toda la mansión así, no sea que haya visita sin que Alfred lo sepa. Pero bien pensado, creo que podríamos mover un jarrón de sitio ahora mismo y aún estando el la batcueva, Alfred se daría cuenta del cambio. - Bromeé con Helena, haciéndola ver que todo estaba bien o todo lo bien que podía estar sin tener opción a contarle a mi amiga lo de la visión y que el Doctor Destino no era quien decía ser.

Entonces si me tomaría por loca.

Además, se me hizo raro que me acompañase. No por la compañía en sí, sino por las palabras usadas para hacerlo. Era como si de golpe no se fiase de mí. Que caminase un paso detrás mía tampoco me gustaba nada. Pero la mansión Wayne era la de siempre, lo que cambiaban eran las personas...

... como Timmy.

- Pues vayamos a callarle para que no se te quede en la cabeza. - Sonreí a Helena divertida. - Eres su hermana mayor, tienes que hacerle trastadas de vez en cuando... y no me digas que eres demasiado mayor para eso... si en el fondo lo estás deseando. - Sonreí con picardía y antes de que dijese nada, cambié mi rumbo hacia la cocina.

Tener aquella sensación tan extraña con aquel silbido, debía comprobar que estaba pasando y si Tim tenía algo raro, ella lo sabría, pero Helena no... lo que quizás implicase alguien con quien hablar sobre lo que estaba pasando.

Helena se dio por satisfecha.

No tengo muchas ganas de ver a ese idiota, pero así aprovechamos para pasar por la cocina y bebemos algo de agua, para hidratarnos bien...

Hablaba en plural, pero Helena seguía pensando en el bienestar de Bárbara. Sin embargo, al entrar en la cocina, a la Cazadora no le gustó lo que vio: Timmy, con su traje de Red Robin, estaba bebiendo directamente del cartón de leche.

¡Aaaagh! ¡¿Te parecerá bonito, no?! Eres un guarro, Timmy. Y seguro que ibas a volver a poner la leche en la nevera con todas tus babas. ¿Y qué haces paseándote con el "pijama" por casa?

Lo mismo se podría decir de ti, malvada hermanastra vestida como personaje de una novela del Marqués de Sade. Yo por lo menos voy a salir ahora a patrullar.

Mientras Timmy y Helena discutían, sus voces pasaron a un segundo plano. Bárbara notó que Red Robin tenía un aura distinta. No se parecía a la de Alfred, ni a la de la Cazadora, pero tampoco era la misma que emanaba del Doctor Fate.

El hermano pequeño dio fin a la conversación impulsando el cartón de leche hacia delante. El líquido salió por la boquilla y se derramó sobre el traje de la hermana mayor.

¡Eres un niñato inmaduro! ¡Mira cómo me has puesto!

Helena se alejó corriendo, deteniéndose al lado de Bárbara. Puso una mano en su hombro.

Sé que hablamos de que podías usar mi ducha, pero esto es una emergencia. Por favor, vete a la habitación de invitados.

La Cazadora siguió su rumbo, abandonando la cocina y dejando a Bárbara y a Timmy a solas. Al fin.

¿Qué estás mirando? ¿Tengo monos en la cara?

Quizás lidiar con un adolescente iba a ser una experiencia más extenuante que luchar con Darkseid.

- Tranquila Helena, así lo haré. - Le dije a mi amiga antes de mirar a Tim y recibir aquella contestación por su parte. No entendía porqué me trataba así, a fin de cuentas yo acababa de salir de la adolescencia... o eso creía.

- No Tim, miraba lo que habías crecido en este tiempo. No me había dado cuenta hasta ahora que ya eres casi un hombre. Y pensar que hace nada yo tenía tu edad y tú jugabas siempre a pelear... Y yo sin saber que estabas entrenando para ser parte de la Batfamilia. - Le dije con una sonrisa y con calma.

El aura que salía de Timmy era distinta de las demás... no sabía que pasaba ni si él entendía algo.

- ¡Oye! - Exclamé animada. - ¿Te has cortado el pelo? - Necesitaba una excusa para tocarle y ver si me transmitía algo, porque estaba claro que hablar de algo que ni yo entendía iba a ser complicado. Me quité uno de los guantes para que el contacto fuese con la mano... por si pasaba algo. - ¿Me dejas tocarlo? Me encanta el tacto del pelo cortito, sobre todo si lo dejaste algo rapado en la nuca... y ya sabes que con esta vida, pocas veces puedo tocar el pelo así a un chico... y que conste que no estoy tonteando ni nada contigo. - Le aclaré al final al darme cuenta de como sonaban mis palabras.

- No es que no seas mono, pero eres muy joven para mí y yo estoy colada por... da igual... no me hace ni caso...  ¿me dejas que te toque el pelo, Timmy? - Le pregunté con calma, casi a punto de desvelarle algo que ni Helena sabía.

Timmy bajó la mirada al suelo, dejando su pelo más a mano. No puso impedimentos a Bárbara. Mientras ella tocaba su pelo, notó cómo el muchacho se iba poniendo colorado.

Basta. No hagas eso...

El susurro no fue más que un hilo de voz. Sin embargo, siguió sin oponer resistencia.

Para.

Bárbara se fijó en que Timmy rompió a llorar. Cabizbajo, lloraba hasta que sus lágrimas desbordaban su antifaz goteando hasta el suelo.

Snif, snif... No... Snif, snif... ¿Por qué...? Snif, snif...

Se llevó el antebrazo a la cara tratando de contener sus lágrimas, pero fue un grifo que no podía volver a cerrarse.

No me esperaba la reacción de Timmy. ¿Qué demonios le pasaba al chico? Me dajaba tocarle y lloraba, pero no veía ni notaba que tuviese nada en el cuello, solo aquel tacto que me encantaba sentir. La segunda vez que dijo que parase me detuve sin entender menos aún y cuando le vi llorar de aquella manera me preocupó del todo.

- ¿Qué te pasa Timmy? - Le conocía desde pequeño y para mí era eso, como un hermano pequeño, así que no tuve problema en abrazarle buscando calmarle. - Tranquilo... puedes contar conmigo para lo que sea que te pase, lo sabes, ¿verdad? - Le pregunté sin dejar de abrazarle esperando a que se calmase.

Extendí mi mano y cogí una servilleta de la mesa. Vale que tuviese que cambiarme el traje, pero ya ir con mocos de Timmy en él iba a ser demasiado. - Toma, tal y como estás llorando, tendrás que sonarte en breve. - Le dije con voz protectora. - Si puedo ayudarte en algo dímelo... - Le insistí. Soltando lo que le pasaba quizás le pudiese ayudar y si no, al menos tenía un hombro donde llorar.

Prepararon unas tazas de cacao caliente y se sentaron sobre los taburetes en la isleta del centro de la cocina. Los ventanales góticos mostraban una noche precoz, oscura, aún sin estrellas. La luz del techo les daba algo de intimidad, y las lágrimas de Timmy no tardaron en secarse. Batgirl notó que la tristeza del chico había dado paso a una pesada presión.

Yo... no es que no quiera hablar del tema, ¿vale? Pero es un tema... delicado. Así que no tengo claro qué voy a contarte ni cómo de claras serán mis palabras.

Timmy bebió un sorbo de chocolate. Bárbara notó cómo el vaho helado se extendía por los cristales de las ventanas.

¿Qué es lo que sabes de mí? Quiero decir... Era Tim Drake, un chico superdotado que averiguó la auténtica identidad de Batman y le desafió para demostrarle... para demostrarme a mí mismo que podía. Batman me cogió como su pupilo, así que abandoné a mi familia y me vine aquí. ¿Correcto? Era genial. Imagínate, el primer Robin con dos familias: sus padres biológicos y la batfamilia adoptiva. El primero que no nace del trauma. Pero luego ocurrió "aquello"... Arnold Wesker asesinó a mi madre y a mi padre. Y Bruce me adoptó oficialmente, de modo que perdí mi apellido Drake y pasé a ser un Wayne.

Hasta ahí todo bien. Era lo que Bárbara ya sabía. La bombilla del techo parpadeó amenazando con apagarse, pero solo fue una bravata.

¿Nunca pensaste...? ¿Nunca pensaste "Wow, qué bien llevó Tim el tema; si fuera yo, habría intentado matar al asesino de mi familia con mis propias manos"? La típica historia de venganza que tantos capas han vivido, mi propio arco de madurez, o algo así. No quiero que te montes películas con lo que voy a decir. Preferiría que no diera lugar a que me hicieras un millón de preguntas. ¿Estamos? Allá voy...

Bárbara se percató de que una sombra se había deslizado por la superficie plateada de la tostadora. No necesitaba que la picara una araña radioactiva para saber que algo malo sucedía allí, y no era la historia de Timmy.

Arnold Wesker no mató a mis padres. Pero mis padres murieron. De una manera muy... de una manera que no puedo detallar. Por eso no hice luto. Por eso no me enfadé, ni con Arnold ni con el mundo. Porque mi enojo con el mundo no fue con est...

Las baldosas de la cocina, de diseño ajedrecístico, interrumpieron la confesión. Las losas ascendían formando pilares de base cuadrada que se alzaban sin cesar, y chimeneas en el suelo que seguían bajando hasta formar pozos sin fondo. Se movían arriba y abajo, convirtiendo la cocina en prácticamente una de las salas de entrenamiento mortales de la Liga de la Justicia. Bárbara estaba alerta y saltó sobre el mármol de carrara de la isleta antes de que su taburete cayera sin fin.

Timmy, por su parte, no tuvo tanta suerte. Su banqueta volcó y se agarró a una de las columnas que crecían hacia lo alto.

¡Bárbaraaaaah!

Instintivamente, Batgirl disparó su gancho hacia Red Robin, pero se quedó corto. La oscuridad que ocultaba el techo de la cocina en algún momento se había convertido en un espacio insondable. Bárbara valoró sus opciones. Si esperaba a la correcta alineación de pozos, no habría columna que le cortara el paso. Pero ese solo era el camino, los modos de salir de la cocina eran tres...

Desde la encimera podía saltar rompiendo la ventana hasta el jardín, bajo el cielo nocturno. Sería un buen modo de comprobar si la columna que se había llevado a Tim tenía continuación atravesando el tejado de la mansión.

Columpiándose con el gancho, podría volver al pasillo de la planta baja. Era el lugar más cercano al ascensor que llevaba a la Batcueva, con Alfred y el Doctor Fate.

De un salto podía plantarse delante del montacargas, y tratar de abrirlo antes de que las columnas o los pozos la alejaran de esa pared. Convenientemente contorsionada, podría meterse dentro y subir hasta el piso en el que se encontraba Helena.