Partida Rol por web

Jijiji... ¿en serio esa asesina se llamaba Cheshire? ¿Cómo el queso? Debió quedar última a la hora de repartir pseudónimos villanescos. ¿Cómo mata? ¿Con su aliento? Jijiji...

Rose y Hiedra se fijaron que al fondo, sobre un llamativo escenario, estaba sentada una mujer joven flanqueada por otros dos broncíneos y descamisados maromos. Tenía pinta de ser Ruleta, la que regentaba aquel casino ilegal.

¡Una mesa de Black Jack! ¡Vamos!

Harley tiró de sus amigas hasta tres taburetes. El crupier señaló el sobre de la invitación. Cuando se lo entregaron, dio a cambio un montón de fichas para apostar. También hizo un gesto a un camarero que les trajo tres copas de champán.

¿Puedo sentarme con ustedes?

Se acercó a jugar un hombre con gabardina y acento británico. Jugaba con sus fichas entre los dedos con gran habilidad. Y, lo peor de todo, se sentó en el cuarto taburete sin esperar a que le dieran el permiso por el que había preguntado.

Mi nombre es Constantine. John Constantine.

Sacó un cigarrillo y lo encendió, colgándolo de sus labios. ¡Otro enemigo de las plantas que fumaba sin ningún tipo de consideración!

Lo mejor de los casinos ilegales es que no respetan la ley de tabaco en interiores, ¿no creen?

-Te ves hermosa con ese vestido Rose. ¿Verdad Harley?

Debía admitir que se veía muy bien aunque seguro que la dulce Rose se encontraría algo azorada de llamar tanto la atención acostumbrada a ser tan discreta. Pam sentía curiosidad de lo que pensarían sus otras personalidades. En cualquier caso el verde le sentaba genial, por algo era su color favorito. La primera prueva de que tenían un aspecto arrebatador fue el hombre de la puerta al que la Doctora sonrió y le guiñó un ojo, no le molestaba que la apreciaran como la mujer seductora que era, sobre todo cuando eso podía distraer la atención sobre que ni siquiera estaban invitadas y suplantaban a una completa desconocida. Por fortuna el portero no parecía tampoco conocer en persona a la Señorita Chesire, punto a favor para las chicas.
En el interior pudo ver un variopinto grupo de personas y tan solo una cara conocida de Estados Unidos, aunque no había tratado con él, pero lo había visto en algunos recortes de prensa. Se volvió hacia Harley y se rió con sus ocurrencias, por fin podía disfrutar de su amiga tranquilamente, fue por eso por lo que accedió a jugar al black jack, al menos se merecía un poco de diversión, además era mejor que se mezclaran un poco en la fiesta, si iban directamente a por la anfitriona podían levantar sospechas.

-Ummmmm creo que es incluso algo menos original y más aburrido que eso Harley, ni siquiera algo gracioso como un queso... -Pero para qué meterse en posible explicaciones, habían ido allí a divertirse, bueno no del todo, pero ya que estaban...- ¡Por nuestra buena racha!

Dijo alzando la copa de champán que les habían dado y haciendos gestos al crupier para que le repartiera una carta. Mientras la levantaba y veía el as que le había tocado un hombre se unió al juego y aunque su primera reacción fue echarlo de allí se contuvo, quizás fuera una buena herramienta, como todos los hombres.

-Yo creía que lo mejor de los casinos era tentar a la fortuna. -Sonrió y alargó la mano hacia el hombre, no quería que les escupiera su pútrido humo a la cara.- ¿Podría dejar su tabaco mientras juego Señor Constantine? Soy muy supersticiosa y creo que me podría traer mala suerte. Yo soy Pam.

Se concentró para convencer al hombre de que hiciera su voluntad, y una vez en sus garras podrían sacarle información o todo lo que quisieran.

-Otra carta más.

La segunda había sido un 9. Podría decirse que estaba de suerte, no era un black Jack pero un 20 no estaba nada mal, hizo un gesto al croupier para dar a entender que estaba servida.

¡Me toca! ¡Dame carta!-El crupier sacó una jota, como el señor Jota, y grandes recuerdos le vinieron a la mente-. ¡Carta!-gritó enfadada, al revivir lo mal que le trataba el Joker-. ¡Siete! ¡Bien! Eso son...-contó por los dedos-. ¡Diecisiete! ¡Necesito otra! ¡CARTA!-la siguiente fue un cinco, total veintidós, Harley se había pasado-. ¡CARTA! ¡QUIERO OTRA! ¡CARTA! ¡CARTA! ¡CARTAAAAAAAAAGH!

Y tanto que fumar trae mala suerte. A mí me dio cáncer de pulmón.

Constantine tomó la mano de Hiedra Venenosa, piel contra piel, pero en lugar de estrecharla la giró y besó el dorso. Pamela era consciente de que su veneno ya estaría entrando en el torrente sanguíneo de aquel inglés. Sin embargo, un tatuaje casi imperceptible, como si fuera un sello protector, se formó en el dorso de la mano de Constantine. Nada, no parecía lo suficientemente afectado como para sucumbir a los encantos de la Doctora Isley. Y en cuanto separó sus labios de la piel de Pam, el sello se difuminó y dejó de ser visible.

No suelo apagar un cigarrillo por la petición de una mujer, pero haré una excepción-dijo, apagándolo en uno de los ceniceros de la mesa-. Después de todo, voy a necesitar las manos para jugar-. Triscó sus nudillos.

Carta-. Uno de corazones; hizo sonar de nuevo los dedos de su mano-. Carta-. As de picas, y de nuevo su truco-. Carta-. As de tréboles, ¿qué probabilidades había de sacar tres ases seguidos después de que Hiedra sacara el cuarto?-. Carta-. Dos de corazones, ya van cinco-. Carta-. Dos de picas-. Carta-. Dos de tréboles, en el mismo orden en el que salieron los ases-. Carta...

Las tres cartas siguientes fueron tres treses de la baraja. En total llevaba veinte puntos, empatado con Pamela. Si empataban con la puntuación más alta, se repartirían el premio.

Je. Carta.

El crupier se le quedó mirando. Ya habían salido todos los ases de la baraja. Sacara lo que sacara, se pasaría y sería eliminado. Constantine asintió al empleado de Ruleta. La última carta era... el inglés volvió a triscar los dedos... otro as. El as de diamantes estaba sobre la mesa dos veces: en la pila de Pamela y en la de Constantine.

Vaya, vaya... parece que lo de apagar el pitillo sí que trae buena suerte. He ganado-dijo con sorna.

El crupier miró a lo lejos a dos de los matones que estaban en pie cerca de las ventanas. Los dos guardaespaldas echaron a andar hacia la mesa.

Si algo aprendí de los casinos es que hacer trampas te abre todas las puertas-susurró, guiñando un ojo a las chicas.

Puede que el crupier no supiera cómo se hicieron esas trampas, pero había suficientes ases como para saber que el invitado no era trigo limpio. Constantine volvió a encender un cigarrillo y esperó tranquilamente a que vinieran a por él. El crupier miró a Rose por si ella quería jugar al black jack.

Hiedra rió con el entusiasmo de Harley, era una de sus cosas encantadoras y palmeó su antebrazo para llamar su atención mientras observaba al croupier atónito con la reacción de su amiga.

-Harley, querida, lamentablemente el máximo es veintiuno, te has pasado por un tanto, pero te has arriesgado y eso me gusta, has estado a punto de conseguirlo.

Ella no se había pasado y tenía una mano ganadora, las estadísticas jugaban a su favor y tenía grandes posibilidades de ganar aquella baza. Entonces el hombre llamado Constantine volvió a centrar la atención de la mujer. No estaba del todo segura si sentirse halagada porque apagara el cigarrillo, algo no le gustaba de aquel personaje, quizás se trataba simplemente que era un hombre, y al final de sus trucos...

-Hombres... Solo saben ganar haciendo trampas... -Eso no le sorprendía ni lo más mínimo, todos eran iguales, lo que no se cansaba de repetir.- Todos son iguales... No se puede fiar nunca de ningún hombre. -Miró sobre todo a Harley que siempre se dejaba embaucar por el Jocker y la metía en líos mientras él salía indemne. Aunque vio que en la maniobra de Constantine había cierta estrategia.- Ummmm. Aunque este es listo, parece que nos ha utilizado para sus fines. -Otro clásico de los hombres, usar a las mujeres para sus propósitos.- Disfruta de la compañía. -Le dijo finalmente mientras venían a buscarlo. Quizás era una estrategia a tener en cuenta para llegar a la jefa del casino, aunque seguramente podrían encontrar una manera más elegante.

Dentro del coche lo que sucedio me sorprendio, no solo el vestido no era para Pam sino que pretendia que me lo pusiera yo... casi me pongo a llorar ante el comentario y no era precisamente por la emocion, pero cuando entre las tres mujeres comenzaron a desnudarme y a colocarme todo aquello la verdad es que no sabia donde meterme.

Finalmente y flanqueada por Par y Harley que si no era porque me sujetaban una de cada brazo juraria que no era capaz de entrar por la puerta debido a que me temblaba todo el cuerpo y no era capaz ni de caminar entramos en el casino en donde me sentaron en una mesa de cartas a jugar y yo no veia nada de lo borrosa que tenia la vista debido al soponcio.

Fue en el momento en el que el hombre que se encontraba a nuestra lado hizo trampas cuando algo se activo en mi y negue con la cabeza al crupier para indicarle que no iba a jugar a nada y que bastante tenia con estar sentada en aquella mesa.

Sabe esta muy mal eso de utilizar a mujeres indefensas para conseguir sus propositos, esos chicos que vienen a por usted DEBERIA HECHARLO DEL LOCAL!! dije mas alto para que el crupier entendiera que no debia dejarle de ninguna manera llegar hasta su superior Las mujeres no son meros objetos con los que hombres como usted jueguen, deberia darle verguenza!!!

Si los seguratas se lo llevaban no dudaria en seguirles hasta donde se lo llevaran para acabar con todo aquello de una vez por todas

Sabes que alguien es una auténtica malvada cuando después de intentar manipular a John Constantine con feromonas se queja de que el inglés es un manipulador. Es el auténtico orgullo de supervillana.

En mi favor diré que utilizo a hombres y mujeres por igual.

La voz de Mamá Forrest hizo que los dos guardaespaldas apuraran el paso hasta llegar a la mesa.

Vamos a hacer más que simplemente echarle-dijo uno de ellos a Rose.

¡Arriba, don gabardinas! ¡Te vienes con nosotros!-dijo el otro a Constantine, con una pobre capacidad para inventar insultos.

Cada uno de los matones agarró a John por debajo del brazo y tiraron de él para levantarlo de su silla. Constantine no se resistió. Mientras los talones de sus zapatos se arrastraban por el suelo, con el cigarrillo sujeto en la boca, John mantuvo la mirada a las tres mujeres. Su rostro no mostraba preocupación. Parecía que eso era justo lo que pretendía. Se llevaron a Constantine tras una puerta que daba a una sala anexa.

Una varilla descendió del techo, portando un micrófono. Se detuvo a un lado de Ruleta, que acercó sus labios para hablar con más claridad.

Me gustaría recordarles a mis estimados clientes que en La Casa no se permiten las trampas. Gracias por su comprensión.

Ruleta se puso en pie y el casino recobró su vitalidad. El crupier de la mesa de las chicas retiró las fichas de Constantine. Parte de las fichas de Harley pasaron al montoncito de Hiedra, haciéndoles ver que si se mantenían juntas ni ganarían ni perderían. La dueña del casino dejó su plataforma para perderse tras la misma puerta por la que se llevaron a Constantine. Parecía que Ruleta tenía intención de asistir a un espectáculo a puerta cerrada.

Si querían seguir los pasos de John Constantine, también disponían de mesas de póker y ruletas para hacer trampas. No había porqué limitarse al Black Jack.

Mientras tanto, desde la entrada hicieron su aparición cinco nuevos clientes...

Pffff... A esos los conozco-afirmó Harley-. Se hacen llamar la Banda de la Escalera Real. Son unos pringados, se limitan a robar bancos sin ningún tipo de creatividad artística: ni tarjetas avisando de su delito ni rimas misteriosas.

Había algo extraño en el comportamiento de los disfrazados de carta... En lugar de unirse a alguna mesa, se quedaron de pie, distribuyéndose por toda la sala. Se lanzaban miraditas e instrucciones por señas, a distancia.

Tiró un beso al aire en dirección de Constantine y le hizo saluditos de despedida con la mano. Tenía estilo para ser un hombre y además el muy cabrón había conseguido su objetivo. Por un momento pensó en levantarse y unirse a la fiesta de la habitación, no era una entrada muy ortodoxa pero tampoco era de las que acostumbraba a pedir permiso, sin embargo la entrada de aquella panda disfrazados de cartas la hizo quedarse en su sitio. Los observó unos instantes y después se dirigió a sus amigas.

-Así que roban bancos eh... ¿Y por casualidad roban casinos también? Porque no parece que hayan venido a jugar... -Hiedra sonrió, aquello podía ponerse divertido.- Creo que si detenemos a unos famosos ladrones que intentan robar en el casino la señorita Ruleta no solo nos recibirá si no que nos estará muy agradecida, quizás lo suficiente para darnos lo que estamos buscando.

Esperó a ver qué les parecía a sus amigas. Ya ni siquiera necesitaba que fuera verdad y que hubieran ido a robar el casino, tan solo que Ruleta pensara que si y que ellas los habían detenido. Aquellas cartas mal repartidas no tenían nada que hacer frente a ellas y... acarició la nuez que había llevado consigo, quizás era hora de que entrar en acción, aunque miró a ver si el casino tenía el buen gusto de tener plantas naturales en el interior.

Cuando ambos hombres se acercaron a la mesa y cogieron a otro cada uno de un brazo mientras se lo llevaban iba detras de ellos Seguramente le hagan algo mas y si puedo me gustaria verlo, tal vez no tuviera feromonas como Pam pero confiaba en mi encanto y sexapeel Saben me encanta ver como dos hombres fornidos le dan su merecido a otro y cuando hay sangre... uff y abanicandome mientras me acercaba a los hombres.

Todo esto mientras seguia siguiendo a los hombres pero en ningun momento me fije en si Harley o Pam me seguian, la verdad es que estaba mas interesada en darle un escarmiento a aquel hombre.

Los guardias que se llevaban a Constantine apartaron la vista de Wild Rose para ver a su jefa levantarse. Se echaron atrás al notar la mirada inquisitorial de Ruleta.

Nah... ninguna pirada del BDSM vale lo suficiente como para jugarme este puesto. Ya perdí un buen trabajo en el Hellfire Club, es esto o termino fregando vómitos en un mal antro de Manchester-dijo uno a Wild Rose.

Yo estoy felizmente casado. Mi mujer está embarazada y estamos hasta arriba de deudas. Necesito este sueldo para mudarnos a un barrio más seguro, con una buena escuela pública cerca-dijo el otro.

Además, Ruleta parecía tener la misma tendencia de Wild Rose: también fue con los guardaespaldas para ver cómo pegaban a Constantine. No era como si los matones fueran a dejar entrar a una espectadora ajena al establecimiento en la misma habitación que su jefa. Fue un buen intento, pero no coló.

Todo estaba dispuesto. Utilizando la psicología corporal con los conocimientos de su época de psiquiatra, Harley Quinn le confirmó a Hiedra que la Banda de la Escalera Real tenía toda la pinta de venir a robar el casino. Había una serie de monsteras en los maceteros que cada diez metros decoraban los espacios cercanos a las paredes. Ya solo faltaba que aquellos idiotas dieran el paso.

¡Larga vida al Rey!-gritó el líder de la banda, sacando su pistola láser para dar dos disparos de advertencia al techo-. Por favor, sean tan amables de colaborar mientras la Banda de la Escalera Real les roba.

Uno de los clientes dio un puñetazo en la mesa de póker y se levantó de su silla. Tenía un pucho de estibador en la cabeza y una canana en el pecho llena de bumerangs de metal.

¡Eh, tú, cara-canguro! ¡Vete a tomar por culo! Tengo una buena mano y no tengo los kiwis para monsergas-dijo, con acento australiano.

Un rayo láser salió de uno de los ojos de la carta del Jack. Cruzó la sala, quemando la moqueta, y se detuvo a los pies del Capitán Bumerang bajándole los humos.

¡No interrumpas al Rey, o el próximo disparo agotará tu suerte de una manera definitiva!

Los villanos más listos que el australiano (la mayoría), se mantenían tranquilamente sentados en sus sitios, a sabiendas de que lo más seguro era no exponerse el primero y dejar que los otros clientes dieran la cara. Aquello desembocó en una guerra fría de tahúres en la que nadie usaba sus poderes contra los cinco bandidos.

Vamos, dejad relojes y joyas sobre las mesas. ¡Lo queremos todo!

-Gracias querida.... Estos tipos son tan predecibles...

Respondió a Harley cuando le confirmó sus sospechas. Y además de predecibles estaban locos. ¿Quien en su sano juicio se atrevía a hacer eso en un casino lleno de asesinos y gente con poderes? Desde luego en Gotham no pasaban esas cosas o...

Bueno sí, el Jocker está lo suficientemente loco como para hacer algo así.

Estaba loco y al menos era más divertido que aquellas cartas. Pero ni estaban en Gotham ni esta vez su amiga Harley había sido arrastrada en ese tipo de locuras, si bien era cierto que lo que tenían por delante también parecía una tarea entretenida. Estaba claro que a la mayoría les había pillado por sorpresa y que aquellos mal barajados habían causado cierta impresión pues nadie a parte del australiano parecía dispuesto a arriesgarse, pero seguramente que en cuanto pudieran hacer algo en su contra alguno se les echaría encima.

-Tenemos que actuar rápido. Si los reducimos seguro que Ruleta nos da lo que queremos. Voy a intentar atraer su atención y después los atacaré con las plantas para atraparlos si es posible.

Solo tenían que poner las cosas a su favor y por fortuna en el casino habían tenido el buen gusto de decorar la estancia con plantas naturales. Se separó un poco de sus compañeras para que la atención se centrara en ellas y poder dejarlas más libres de movimientos y caminó contoneandose hacia el centro de la sala, le gustaba ser el centro de atención.

-¡Pero qué maleducados! ¿Nadie os ha enseñado a pedir por favor las cosas?

Y mientras se aseguraba que las miradas fueran para ella comenzó a ordenar a sus queridas plantas que la ayudaran contra aquellos naipes.

Las tres macetas en las que se centró Pamela estallaron cuando las raíces de las monsteras empezaron a crecer. El objetivo era el Rey y el más grandullón, el As.

¡Cuidado, mi Rey! ¡Yo os salvaré!

El grandullón corrió hacia su jefe. Sin embargo, el jefe no tuvo problemas en apartarse y salir de la red de raíces, mientras que el As frenó su avance por culpa de la madeja creada por Hiedra Venenosa.

¡Soy fuerte! ¡Romperé las raíces con mis hercúleos brazos!

No lo haría. Tan solo cogía las raíces, que serpenteaban en sus manos con vida propia. Pero aún no había quedado atrapado, y aquella distracción no lo entretendría por mucho tiempo. El resto de miembros de la Banda de la Escalera Real empezaron a disparar sus láseres a todos aquellos que no habían tenido la sensatez de quedarse sentados ante los crupieres.

El láser de la Diez hirió a Hiedra en el estómago. Era una herida fea, y le dolía al moverse. Pero todo el dolor no era comparable al que habían provocado los seres humanos a las plantas del mundo.

Mientras, Thorn se plantó delante de la Reina.

¿En serio crees que vas a poder acercarte lo suficiente como para darme latigazos?

En un abrir y cerrar de ojos, la Reina disparó su pistola láser... Thorn dio un salto espectacular para esquivar el tiro, y según caía enroscó su látigo de espinas alrededor de la bandida dejándola enroscada en el suelo.

¡Maldita sea! ¡¿Por qué abandonaría el teatro?!

El Capitán Boomerang lanzó un... ¡un boomerang! Iba directo al Rey, pero Jack desintegró el boomerang en el aire con un disparo de su ojo. Después se apartó a tiempo de esquivar el bate de Harley Quinn.

Cuando ya no podía perderse más el control, algunos de los villanos del casino sacaron sus pistolas y dispararon con la seguridad de no ser el centro de atención. Una bala hirió el brazo del Rey. Otra mató a un guardaespaldas que cayó sobre la ruleta. El asesino trató de disimular escondiendo la pistola, y con una gran lección aprendida: no te metas en un tiroteo si no tienes puntería.

Con todo lo que se había montado, los matones descamisados de Ruleta pensaron que ningún sueldo valía lo suficiente como para recibir una bala... o un láser... o un latigazo de púas... o el golpe de un bate... o de un boomerang. Todos se escaquearon y se escondieron bajo las mesas o salieron huyendo en dirección a la puerta principal.