Partida Rol por web

   Mientras observo divertido cómo rueda la manzana lejos de mí, un tirón en el sedal que he tendido me vuelve a robar la atención. Tiro rápidamente del hilo y saco del agua una bonita trucha de color plata, con motitas marrones en el lomo. No es demasiado grande, pero abierta y cocinada sobre una piedra caliente, será un manjar delicioso.

   - ¡Tu pez, Isaura! -grito, entusiasmado, quizá demasiado alto- Manzanas, pescado y amapolas... ¡vamos a ser los héroes de la aldea, cuando regresemos! - miro la pequeña trucha - Bueno, si conseguimos capturar algunas más, claro...

  Cuando contemplo a las dos mujeres, riendo felices en el claro, me pregunto porqué no se podrá congelar el tiempo en este tipo de instantes, donde no hay preocupaciones y las sonrisas brillan en la cara de las personas. Porqué siempre a cada carcajada le sucede un grito de dolor, una lágrima, una desgracia. En mi fuero interno y a pesar de mi juventud, sé que estos momentos son tan escasos como el oro en las manos de un mendigo: No se pueden retener, no se pueden conservar...hay que gastarlos inmediatamente, porque desaparecen como arena entre las manos.

  Vuelvo a tener miedo, miedo a que suceda algo, al cambio, a que se rompa este instante, a que algo surja del agua y se enrede a los tobillos de Ana María. Con un timbre de alarma en la voz, le digo:

  - ¡Ana María! Cuidado con el agua, no sabemos si la laguna puede ser..peligrosa..en algún modo. No os adentréis mucho en el agua. -pausa- Por favor.

Mientras recojo manzanas no puedo evitar sentirme arropada por el lugar y las personas que me rodean. Un rubor se apodera de mis pálidas mejillas ante las palabras de Ana María, lo cual hace patente mi vergüenza ante tal alago.

- No creo ser merecedora de tal alago Ana María. - digo tratando de apaciguar el creciente sofoco que siento en mis mejillas. - Pero si así lo creéis seamos sabios como la tierra, fuertes como el viento y útiles como la luz del día. - digo al tiempo de recoger la última de las manzanas para tirársela a Alejandro, con cojoso resultado.

Durante el vuelo de la manzana mis ojos perciben algo que me paraliza un instante. Mi mente vuela rápida, fría, intentando dar una explicación elocuente a lo que han creído ver mis ojos:

Estamos en un bosque, un bosque del cual desconozco flora y fauna. Marcus y Hann cruzan de este a oeste, pero estamos al norte ¿pueden ser ellos?, ¿han seguido una presa hasta aquí?. No oigo el sonido del metal golpeando madera, no pueden ser Agripa y el ferviente devoto. ¿El señor Brenon? Dijo que supervisaría nuestra tarea, pero hace rato que no lo vemos ni oímos. - miro a mi espalda, hacia el manzano durante un instante - El pequeño riachuelo, la pequeña laguna con zarzamoras en fruto y no muy lejos un manzano con un claro diminuto con hojas mullidas y brotes verdes...¿¡ corzos !?

Cubro mi cabeza con la verde capucha de mi túnica, ocultando mi rostro al sol. La palidez se vuelve a adueñar de mi rostro en unos instantes y una rápida sonrisa es mi respuesta ante el hallazgo del muchacho. Me acerco a mis compañeros con paso lento y digo:

- No me encuentro muy bien, debe ser por el sol. - digo escudriñando la maleza circundante y tapando el poco sol que me deslumbre - Llamemos a don Brenon, hace rato que no sabe de nosotros. - al terminar la frase llamo al hombre igual que la vez anterior, antes de entrar en el bosque. 

HANN: Tu disparo roza el ala de una torcaz rezagada, al cortarle las plumas en su vuelo, pierde estabilidad y gira bruscamente para remontar la caída, falla y su vuelo finaliza al chocar su débil cuello contra el tronco de un roble. Un sonido seco. Un sonido mullido, tu presa está en el suelo inherte con el cuello doblado hasta su pecho. Tu mueca de concentración se tuerce en suficiencia, la suerte puede haberte ayudado en tu disparo pero el resultado es el mismo. Dos torcaces de dos disparos. La flecha se perdió en la maleza. recoges tu presa y oyes a Marcus decirte que te quedes quieto, habia localizado un corzo. Asientes y esperas pero Marcus desaparece de entre los árboles, pasan los segundos y oyes la voz de Brenon conversando con otra persona... ¡O puede que solo! ¿Sigues quieto y esperas, buscas a Marcus o vas por Brenon?

-Fijate bien: Es una maravilla de la naturaleza. Recodos inexplorados de la tierra yerma, menas y vetas esperando para abrirse ante nuestros ojos.

Si bien tu no ves más que un hueco mortal aderezado con piedras afiladas, si recibes la fascinación por este lugar para Brenon, como un niño recién salido de una tienda de tallaje de juguetes de maderas. Te sorprede que su gesto mudé con rapidez y se aproxime aún más al hueco del precipicio. Se arrodilla para ganar estabilidad y agita la mano para que te agaches con él.

Mira, túneles... Eso no estaba antes...- Al mirar compruebas efectivamente que bastante abajo del precipicio hay quebraduras en la roca, con arcos de medio punto en el umbral de la misa. Definitivamente eso no lo ha hecho la naturaleza.-Álguien vive aquí- Afirma ciertamente agitado- Más vida que la nuestra Demian, ¡MÁS VIDA!- Eleva el tono más allá de lo que esperaría y el sonido se propaga raudo por las paredes de la galería creando reverberaciones y un eco mitigado.

"¡Brenon!" Oís en la lejanía, casi un susurro perteneciente al bosque, justo a vuestra izquierda, discernís por su timbre que es la voz de Isaura.

- Vayamos a ver para qué me reclaman, compañero- Se levanta y encamina la marcha hacia el oeste del bosque.-Algún día entraremos ahí abajo y quién sabe igual podamos encontrar a algunos de los nuestros...

Las palabras te parecen demasiado optimistas, la idea de más personas para la aldea no es muy positiva por la disminución de recursos y las posibles diferencias que se haya generado tras dos años de supervivencia. Pero por algún motivo esas palabras petentran en tu espíritu, una vela de esperanza con la que surcar el mar.

ISAURA: Tu llamada se abre paso entre el follaje. No oyes respuesta y tu corazón parece pararse un momento... Vuelve a latir, la sensación de ser observada te perturba de sobremanera. Tus compañeros perciben tu inquietud y miran a los lados.

TODOS:

Miráis por todos los flancos con nerviosismo y pensáis que acercaros al claro de la laguna para hablar en susurros es más seguro, pero cuando movéis un pie se agitan los arbustos. Sudores recorren vuestra espina dorsal y la sangre os bombéa las sienes como un potro desbocado, la adrenalina empieza a activar los músculos mientras que el miedo os atenaza... Definitivamente algo o vigila.

Un chapoteo os roba la atención. Unas ondas solitarias aparecen en el centro de la laguna, veis una piedra golpear el azul cristal y sumergirse el proyectil. Buscáis al lanzador. Vuestros ojos se topan con una figura humanoide pequeña, una niña, subida a un árbol que os observa con mirada indiscreta... A los pies del roble otra figura se ha puesto en pie. Un hombre con el brazo levantado a la altura de su oreja aferrando lo que alcanzáis a ver como una vara que en uno de sus extremo brilla como las estrellas. Entre el follaje hay otros en misma posición a 10 15 y 20 metros en los alrededores.

Cruzáis una mirada los tres...

 Demian se encontraba muy asombrado. Había visto anteriormente grietas provocadas por el terremoto, pero nunca una de tales dimensiones y, sobretodo, ninguna que tuviese túneles en su interior. La naturaleza de estos no se podía percibir desde aquí, podían ser ríos subterráneos, desprendimientos... Por un momento se le pasó por la cabeza que fuese el Behemot, pero rápidamente descartó la idea, pues el tamaño de los túneles le parecía demasiado pequeño en comparación a su concepción de la criatura y, además, sus lecturas le habían hecho pensar que, debido a su dimensión celestial, ninguno de esos seres carecería de presencia material para los humanos. No obstante, la presencia de arcos de medio punto llevaba a pensar, inevitablemente, que había vida inteligente rondando por las profundidades. El abanico de posibilidades que se abría entonces era inmenso y si algo era seguro para Demian era que él no se encontraba allí por casualidad. "Aquí está", pensó, "he aquí el siguiente paso en mi camino". - Brenon - dice seriamente poniendo una mano sobre el hombro de éste - aún no se cómo pero tenemos que bajar ahí.

 Las palabras de Isaura le obligan a abandonar, al menos temporalmente, el increíble lugar, pero ahora Demian es otro, al fin tiene un propósito y no descansará hasta conseguirlo.

Luego de recoger a mi presa, que al parecer la suerte me había ayudado a cazar, giro a mi alrededor y veo que estoy solo. Marcus aparentemente se había ido a buscar un corzo, él era el especialista cazador, por lo que se podría decir que si yo iba detrás le podría echar a perder la presa.

Permanecí sentado en una piedra, en medio del bello bosque. Los rayos del sol bajaban desde las copas de los árboles, colándose entre el denso follaje. Desde allí escuché la voz de Brenon conversando con alguien. Sinceramente me importaba muy poco, y mi compañero de caza me había pedido que me quedara allí, probablemente para ayudarlo a cargar al corzo si le atinaba.

Me quedé entonces en aquella piedra, disfrutando de los pequeños detalles que hacían al mundo un lugar hermoso: la brisa que hacía cantar a las hojas, las canciones de las aves alegres, el olor del bosque, que llegaba impregnado de lo cálido de la tierra y lo dulce de las flores, una mariposa volando solitaria y atrevida entre las ramas, añorando la libertad de las alturas...

Cerré un instante los ojos, hacía tiempo que no encontraba algo de paz.

Jamás pensé que el sonido de un chapoteo pudiese sobresaltarme tanto... - pienso al contemplar la piedra producir ondas en la laguna. 

Parece que estamos rodeados por estas extrañas personas. Respira Isaura, tranquilízate. - empiezo a respirar de manera normal para calmar los nervios producidos por esta situación - ¿Quienes son? ¿Bandidos? Viajan con una niña, ademas nos han alertado de su presencia con la piedra - digo al tiempo que examino detenidamente con la mirada al hombre que se encuentra junto al roble en pos de alguna pista que me indique su origen o sus intenciones. ¿Portan armas más allá de esas extrañas varas? ¿Sus ropajes están ajados o manchados de sangre? - esas preguntas guían a mis ojos de sujeto en sujeto intentando encontrar las respuestas.

  Contemplo a las personas que han surgido de la vegetación, paralizado por el espanto. Que Brenon no consteste a la llamada de Isaura es muy mala señal; Algo no va bien. Al final va a ser verdad las historia de Adán y Eva y las malditas manzanas... quizá esta gente son refugiados, como nosotros, y defienden su huerto.

  Mientras pienso atropelladamente en las implicaciones de todo esto, trato de hacerme cargo de la situación. Mis prioridades son:

  1) Intentar atisbar una ruta de escape cercana a mi posición, para huir de aquí en busca de ayuda. Si la hay, voy a salir disparado. De lo contrario (si veo o creo que no hay ruta de escape a través de la espesura) , pasa al punto 2... :-)

  2) La daga que llevo en la bota, como única arma, quiero ocultarla en el suelo, oculta bajo una piedra o algo que me sirva de referencia cuando vuelva a buscarla. Tengo la sensación de que vamos a ser "huéspedes" muy pronto;  Y en caso de combate, de nada serviría contra tanta gente.

  3) Una vez que pase o haga los puntos 1 y/o 2, y si no he podido escapar, dejaría que Isaura hable primero: es la más instruída de todos y quizá la que pueda sacarnos del atolladero mediante la diplomacia, si es que hemos molestado a estas personas robando su comida.

Don Brenon no da señales de vida, o se ha alejado o algo ha pasado. Me estremezco cuando estamos siendo espiados claramente, ¿Quién son estas personas? ¿LLevan tiempo siguiéndonos? Me quedo mirando a la niña que se encuentra en árbol y me siento totalmente descorcertada. Miro a mis compañeros esperando algún tipo de señal por su parte. ¿Por qué lanzan una piedra?

Las personas están entre las ramas y árboles por lo que no disciernes bien cómo son. Como mucho ves alguna parte de cuerpo descubierta, torsos o brazos desnudos, no brilla armadura alguna, solo las jabalinas que relucen apuntando a vuestra dirección. Nadie se manifiesta... todo está en silencio. Ana María está a la defensiva contrariada por la acción de la niña que mira impávida los acontecimientos. Vuelve a caer otra piedra en la laguna que rompe el silencio. Se oyen murmullos y poco a poco van saliendo de entre los arbustos para situarse donde la luz del mediodía tardío les ilumine. 4 hombres os rodean a unos 10 metros y cierran la distancia que os separaba unos de otros. Son altos, los cabellos medio-largos, sucios y oscuros, la cara la llevan cubierta de barro húmedo un semblante duro y decidido en todos ellos, músculos hichados, desnudos de cintura hacia arriba y un cuerpo marcado donde todas las líneas anatómicas convergen en un punto, el abdomen. Las piernas negras de la tierra mojada, trapos mugrientos tapan sus intimidades y sus pasos decididos. Jabalina en mano y un arma de mano muy artesanal como un hacha o pico. En los extremos de la laguna hay dos mujeres: una de ellas bajo el árbol de la niña es rubia de ojos penetrantes con un arco tensado en sus manos. Mismo atuendo que los hombres pero el pecho cubierto de pelajes de mamíferos.
Al otro extremo, donde el manzano, una mujer cuya piel es similar a la madera de ébano con una trenza descuidada en el cabello que reposa en su cintura, con otro arco y flecha apuntándoos...
Nadie emite sonido alguno

Tus pulmones respiran aire puro y la imagen que te rodea np puede ser mas embaucadora, todo sosegado, como si nada hubiese pasado. Oyes a lo lejos la llamada de Isaura preguntando por Brenon pero no se oye respuesta. El tono era ciertamente de preocupación...

al detectar sonidos de mas animales y tras acertar a un torcaz estoy motivado y con confianza. y más si !el !animal que detecto es un corzo¡ a la gente le encantara así que no me lo pienso y voy tras el corzo rastreándolo sin esperar a Hann, si quiere seguirme lo hará por su cuenta.

Tu daga queda perfectamente oculta debajo de una piedra triangular cerca de la orilla. No ves ninguna opción de salir ileso ya que os rodean ppr los cuatro frentes solo ves a lo lejos dos figuras aproximandose a lo lejos justo por detrás de la mujer rubia arquera y la niña.

Pierdes a la pieza enseguida, sobre todo al quedarte a medio metro de una grieta de unos 10 metros de diámetro y mas de. 100 de profundidad.. ts pies se quedan perpendiculares al suelo y tu culo pisa tierra. Más que el dolor es el susto que te llevas. Al reponerte ves en lo profundo de la grieta unas quebraduras en las paredes laterales con un arco de medio punto. Es una clara construcción hecha por el hombre!! Hay vida allí abajo!!!. A unos 20 metros a tu izquierda vislumbras unas piedras colocadas de manera descendente. A simple vista noparecen más que piedras pero detectas que alguién las ha tallado cuidadosamente para usarlas...

Escuché la voz de Isaura, ciertamente la más bella en la pequeña y fría cabaña donde vivíamos. Parecía preocupada, llamando a Brenon. Me extrañó y quise ayudarla, no solamente por buena persona, sino por sus curvas...

Caminé en dirección a ella, esperando encontrarla en las cercanías.

-¿Qué sucede, Isaura? -le pregunté al hallarla.

Si fueran bandidos ya nos habrían matado o nos habrían espetado que les diésemos los alimentos. - pienso al tiempo que cae otra piedra a la laguna y los hombres nos rodean. ¿ Salvajes ? Espero que Brenon o alguien haya sido capaz de escuchar mi llamada, no veo como escapar de aquí... 

Lentamente voy elevando mis manos con las palmas abiertas, mostrándolas vacías. Relajo mis hombros y mis brazos todo lo que puedo tratando de transmitir algo de calma a mis movimientos. Respiro pausadamente y trago saliva, si bien podría ser por lo tenso de la situación, mas lo hago por que quiero que mi voz suene clara y no aturullarme con las palabras.

- ¿Quienes sois? - puede que sean salvajes, pero desde luego en dos años es imposible que hayan olvidado como comunicarse - ¿Son estos vuestros alimentos? - digo de la manera más pausada y calmada de la que soy capaz, mientras lentamente y con una mano rebusco en el saco que porto con manzanas para mostrar una de ellas. Espero respuesta de los hombres armados mientras permanezco inmóvil a su merced. 

En caso de que se acerquen o no hagan nada morderé la manzana intentando darles a entender que es un alimento.

  Me levanto de la orilla del arroyo, moviéndome todo lo despacio que me sea posible. Les muestro la trucha que he capturado y con gesto pausado, la dejo en el suelo, indicándoles por señas que es suya. Retrocedo lentamente, acercándome a Ana María e Isaura.

  Noto como el sudor me empapa el pelo y resbala por mi frente, molestándome en los ojos. Pero ni siquiera me atrevo a secármelo con el dorso de la mano, no sea que interpreten el gesto como una hostilidad. En mi fuero interno, me pregunto dónde diablos estarán Brenon y los demás. ¿Porqué no vienen? ¿Habrán tenido algún encuentro desfortunado, o simplemente nos hemos alejado demasiado sin darnos cuenta?

  Por alguna extraña razón, me preocupan las piedras que caen en la laguna. Si no van dirigidas contra nosotros...¿qué propósito tienen? Procuro no perder de vista el agua, por si acaso viera algo extraño bajo la superficie...

al ver esa grieta mi corazón se acelera la boca se me abre de asombro sin poder evitarlo.
puede que haya mas gente que haya sobrevivido al terremoto. ¿debería avisar a los demás?¿debería explorar por mi cuenta? tenia tantas opciones...

pero no tuve que pensar mucho tiempo para decidir:
vuelvo donde cazamos a las aves pero con la punta de una flecha voy marcando los árboles para seguirlos cuando vuelva, me acerco a Hann Y digo: