Partida Rol por web

Mientras avanzamos un poco más al norte en busca de unas mejores plantas, mis acompañantes conversan sobre las constantes pugnas de poder y sus consecuencias en la población. 

- La fé y el amor hacen a los hombres capaces de las mejores y peores hazañas, Alejandro. - digo al recordar cierto mito que leí tiempo ha - Algunos no solo se baten a mazazos, por un pañuelo sudado de una dama que para ellos se supone inalcanzable... - digo con una leve risa ante la expresión empleada por el joven escudero - También van a la guerra por defender sus tierras y a sus lugareños, no solo van, si no que dan sus vidas por ello. - digo en un tono algo serio - Como sea, mi conclusión es que las guerras de los hombres y sus ejércitos son un mal necesario. 

Tras un rato de trabajo infructuoso apartando mala hierba y algunas zarzas el joven plantea unas dudas, lo cual, en cierto modo me alegra y sorprende. 

- Supongo que aquel caballero al que servíais no estudiaba demasiado. - respondo al joven con sinceridad, mientras me incorporo para poder conversar mejor - No hace falta que lo imaginéis, ese lugar existe. Al sur de Italia hay una tierra donde, gracias a sus costas, confluyen todo tipo de culturas. Allí cuatro maestros en el saber se juntaron:  el judío Helinus, el griego Pontus, el árabe Adela y el latino Salernus. De sus ideas y principios nació la Scuola Medica Salernitana... - al ver que la emoción de recordar aquel lugar me a hecho volver a hablar en mi lengua natal carraspeo un poco y tras sonreir al chico aclaro - Escuela médica Salernitana, de la ciudad de Salerno...un lugar maravilloso donde las mujeres no solo podían aprender y posteriormente ejercer...también eran admitidas como maestras... - añado con la voz quebrada y los ojos un tanto vidriosos al recordar lo que el terremoto me arrebato - Como veis, no todos los hombres se dedican a matarse unos a otros. Mi tierra esta llena de maravillas, al igual que algunas que he leído sobre la vuestra, y Venecia es una de las ciudades mas bonitas de todos los reinos os lo... - un chillido me hiela la sangre, por suerte al momento todo vuelve a la calma tras las palabras de jubilo del descubrimiento de Ana María. Me acerco a comprobar que su hallazgo efectivamente son adormideras. 

- Y lo son. - añado tras el comentario del muchacho - Como a dicho Ana María estas flores pueden traer el alivio a la gente herida. - digo al tiempo que me inclino para inspeccionar la tierra de en derredor - Esta tierra parece muy rica, si conseguimos semillas tal vez pueda convencer a Sabatery de construir una jardinera en la aldea. - comento a mis compañeros intentándolos hacer participes de la idea mientras remuevo la tierra en busca de las diminutas semillas de esta planta. - No os quedéis ahí, agachaos  y ayudadme a buscar. - digo con un suave respingo al recordar la charla sobre la escuela salernita. 

Poco después vemos un riachuelo precioso y cristalino que nos indica la dirección a lo que parece un lugar de ensueño. 

- Mirad allí. - digo señalando el lugar - ¿Acaso no es precioso?, recojamos los frutos que podamos y después descansemos un rato en este maravilloso lugar de la naturaleza. - digo mientras mis pies empiezan a caminar hacia la laguna. - Un consejo, si vais a beber hacerlo del riachuelo, esta laguna aun que preciosa en si misma no deja de ser agua estancada. - anuncio como una advertencia y finalmente añado - ¡ Alejandro tal vez puedas pescar algún pequeño pez atrapado en ella ! - parloteo hacia el joven muchacho con un deje de desafió. 

Acercándome a la planta de la zarzamora hago un gesto hacia Ana María para que venga a ayudarme. - Cuidado con las zaras, así lo haremos más rápido. - digo apartando parte de los tallos para que las moras queden mejor expuestas. 

   Al ver el maravilloso claro, con el manzano erguido en él, emito un silbido de admiración.

   -Vaya, no me extraña que Adan y Eva, si tenían tanta hambre como nosotros, hicieran lo que hicieron con las manzanas.. - sonrío - Deberíamos recoger cuantas manzanas podamos, y orar para que no nos caiga una reprimenda divina por cada una de ellas que nos comamos...¡Pero antes tengo un pez que atrapar!

 Deseoso de impresionar a Isaura, cuyos relatos y conversación me han intrigado sobremanera, me dirijo a la pequeña laguna, mientras me despojo de mis guantes de esparto, con la intención de atrapar algún pez con ayuda de una rama afilada que tomo de cualquier árbol cercano.

La luz entra por los flecos verdes que dejan entre ver las hojas de los árboles.

Recogéis moras en cantidades importantes. Como para llenar el buche a unas 8 personas.

También cogeis semillas de mora y adormidera.

Mientras conversáis tranquilamente os entra la duda de cñomo se llamaria este bosque antaño... y si era hora de que vosotros mismos lo bautizáseis...

Maestre en tanto tira el sedal bástante interesado en demostrar su utilidad a Isaura mientras Ana María mira divertida la tarde que estás realizando.

Tras recoger las últimas semillas y frutos en el linde de la laguna me incorporo estirándome como la más recta de las varas para desentumecer mis miembros.

- Hace un día inmejorable. - comento - Deberíamos parar a almorzar allí junto al manzano silvestre, después podemos seguir faenando. 

Camino animada hacía el linde de la laguna, justo donde desemboca el pequeño riachuelo. Una vez allí, con delicadeza me quito el guante de esparto para guardarlo a en la túnica. Hago un leve gesto a Ana María para que se acerque, mientras me desabrocho las botas dispuesta a sentarme junto a laguna y remojar mis pies. 

Este es un lugar maravilloso sin duda, un pedacito de paraíso en una tierra cambiante. Me pregunto como se habrá llamado este lugar, sin duda no se a visto afectado por el temblor. - pienso al tiempo que sumerjo mis pies en el translucido liquido.

- Aahmmm... - exhalo un lento suspiro de alivio al notar la suave corriente acariciar mis cansados pies - Es una sensación reconfortante. - digo en dirección a Ana María, invitandola a hacer lo mismo. Mientras descanso sentada junto a la mujer que me acompaña ambas contemplamos al joven y animado escudero intentando pescar en la pequeña laguna. Me alegra ver que ya esta más tranquilo y animado. - pienso al tiempo que sonrío para mis adentros.

Pasado unos momentos de descanso en este rincón cuasi de celestial, me incorporo y descalza camino brevemente hasta el riachuelo. Me inclino suavemente para limpiarme las manos, refrescar mi rostro y beber un poco para saciar la cada vez más acuciante sed. Me quedo contemplando el fluir del riachuelo, dando me cuenta de que a pesar de todo lo ocurrido estos últimos años hay cosas preciosas que continúan inalteradas, un pensamiento reconfortante y al que aferrarse en momentos difíciles. 

- Tengo un poco de hambre así que voy a parar para almorzar. - digo recogiendo mis botas y dirigiendo mis pasos hacia el manzano - ¿Alguno de vosotros sabe como se llama el río que cruza cerca de la aldea? Mi geografía sobre estos lares es...inexistente. - digo lamentando mi desconocimiento. Mientras pelo los huevos que Dilly adopto un aire pensativo, hasta que finalmente digo: 

- El bosque de Rosaceae... - comento para mis compañeros - Bueno no se si el bosque tendrá algún nombre ya, pero a este pequeño rincón podemos llamarle así . - converso justo antes de empezar a degustar el almuerzo, tras unos momentos vuelvo a hablar - Me pregunto como les ira la caza a Marcus y Hann...o como se llevaran Agripa y bueno...aquel hombre. 

Después de terminar de comer y descansar un poco sobre el lecho mullido junto al manzano, vuelvo a mis tareas como recolectora, concentrada esta vez en las frutas del árbol próximo a nosotros.

 Ahhh - suspira - qué lejanos se me presentan esos años de la juventud... Felices, por una parte, pero carentes de sentido por otra. Sólo hay que ver a Ágripa, caminando con gallardía pero cegado ante la verdad, fuerte pero ingenuo, valiente pero estúpido, a medio camino entre la más profunda inocencia y el mal de la madurez, es ahora cuando ha de elegir un camino por el que no podrá retroceder, ha de ser firme y escuchar a su alma, pues son malos tiempos para elegir destino.

 Demian deja que sus palabras resuenen en la conciencia de su interlocutor al tiempo que ayuda a extraer el árbol de los zarzales. A continuación escucha con interés a Brenon, cuyas palabras provocan una reacción en "el lector": - ¿El lector? Oh, sí, leo mucho - dice al tiempo que saca de entre sus ropajes una traducción al castellano de la Biblia. - Aquí se encuentran todas las respuestas de nuestra alma, querido Brenon. ¡Aquí lo explica todo! Es en este libro sagrado dónde se nos muestra la verdad tal y como es. La verdad sobre el desastre de dos años atrás, el Leviatán y el Behemot, todas nuestras dudas sobre lo acontecido perecen aquí. - A medida que ha ido hablando ha ido alzando la voz y acentuando su nerviosismo natural, no obstante, es capaz de darse cuenta a tiempo y, más relajado, añade:- Pero bueno, dejemos la teología al margen por el momento, yo soy Demian, un humilde campesino que, como la gran mayoría de esta aldea, perdió todo con el terremoto, todo salvo la fe... ¿Qué me puedes decir de ti? ¿Cual es tu historia?

Isaura se acerca al manzano y da pequeños saltos para coger los frutos "prohibidos en la bíblia". No es una tarea dificil, el manzano no es muy grande y hay bastantes manzanas a la vista. En uno de sus saltos mueve una gran rama y caen 3 manzanas de golpe, impactando una de ellas, la más pequeñita y vírgen, en la coronilla de Isaura. No podéis evitar emitir una sonrisilla por el golpe tonto de vuestra compañera.

Al girarse y enseñaros las 5 manzanas que ha recogido, más las 3 en el suelo, vuestro gesto se transforma en rugir de tripas y salivación, como si una cigarra cantase en vuestro abdomen haciendo los coros al fluir del riachuelo.

Brenon se sonríe al ver el ímpetu en las palabras de Demian.
Tienes una gran fuerza de fe... Su voz grave es una salmodia para tus oídos, no muy expresiva pero profunda Eso es bueno. Mi historia no es muy interesante. Minero de piedras preciosas duran 6 años en toda Italia -Brota su acento italinao a su pesar- Me quedé sin trabajo y me enrolé en los mercaderes mercantes de la incipiente Venecia. Los terremotos nos pillaron en alta mar, naufragamos y acabé por estas costas... No sé de mi familia, mis hijos ni mis hermanos. Solo pienso la oportunidad de poder buscarlos cuando Sabatery me dé el visto bueno. Se queda pensativo... Ven, quiero enseñarte algo... No te preocupes por Ágripa si algo sé es que ese chico rastrea bien. Quiero enseñarte una maravilla de esta naturaleza.

 Demian no se sorprende con la historia de su acompañante, más bien sufre un extraño pesar, pues todas las historias que escucha le resultan idénticas en su esencia, incluida la suya. Brenon, sin embargo tiene algo que le hace parecer distinto y, al contrario que muchas otras personas, no le resulta desagradable al campesino, el cual sigue al primero con curiosidad.

Tras varios minutos esquivando ramas y algunos accidentes del terreno Brenon te lleva hasta un claro ne el bosque cuyo suelo tiene una grieta de unos 10 metros de diámetro. En su interior una caída libre de unos 300 metros.

Cuidado Te advierte. No te vayas a caer. Mira qué fisuras provocaron los terremotos. Te enseña el pozo natural de grietas y piedras fracturadas.

  Levanto un momento la vista del sedal, al escuchar el jugoso golpeteo de las manzanas al caer al suelo.

  - ¡Eh! ¡Lanzadme una de esas manzanas, señora! ¡Han sonado como si estuvieran rellenas de la mismísima ambrosía!  Pero apuntad bien, no tengo ganas de recibir otro manzanazo como vos...

- ¡ Ay ! - exclamo cuando la pequeña fruta me golpea sin hacerme demasiado dolor. ¿Por qué caen las cosas siempre? Ah, ya se, porqué he zarandeado demasiado la rama y no he tenido el debido cuidado.

Recojo todas las manzanas que han caído y las voy metiendo el saco. La última de ellas se la lanzo con mayor o menor desatino al muchacho que esta intentando pescar. 

- ¡ Allá va mi gentil caballero famélico ! - aviso al joven antes de lanzar la manzana - Hasta ahora no me había fijado, pero parece delgado para su edad y complexión...

Tu manzana sale muy lejos de la cabeza del muchacho, concretamente en la orilla del lago, la manzana no se rompe sino que rueda jugetona dentro de la laguna hasta adentrarse en ella.
Maestre ve la oportunidad perfecta para reirse de tus capacidades para lanzar manzanas y Ana Maria se la ve relajada, con los pies en el agua y tranquila.

El lugar me parece extraordinario, me hace sentir en paz, podría pasarme aquí días enteros, miro divertida como Alejandro intenta pescar no nos vendría nada mal, Isaura me crea gran admiración al ser tan sabia.
-Rosaceae... me parece bien, que te ha inspirado para llamarlo así? Eres una mujer muy sabia. Me hago el ánimo al verla quitarse las botas, así que me quito los zapatos, me arremango la falda y me adentro un poco en el riachuelo nullhasta que me llega el agua a mitad de las pantorrillas, al salir me froto los pies sucios y me limpio la cara, Isaura se hacerca al manzano, vaya pinta tienen... me acerco deseosa por llevarme alguna dentro de mis tripas y entonces lr cae un fruto en la cabeza, se me escapa una carcajada.

Al lanzar la manzana tus ojos creen haber visto algo justo enfrente. Una silueta oculta entre las ramas, acechante. Un hormigueo te recorre toda la espalda y al mirar al manzano descubres que entre la maleza también hay sombras con ojos atentos a vuestros gestos, a vuestra respiración.

Tu mente vuela rápida en pos de una respuesta:
¿Depredadores, son los compañeros gastándonos una broma? No puede ser otra cosa... ¿O es tu mente fatigada que al darse un respiro ha malinterpretado tus percepciones?

Tu pesca tiene éxito! Una pequeña trucha descarriada se ha enganchado en tu sedal. La sacas del agua y das el golpe de gracia para que no sufra más... ya verás cuando se enteren en Primera Aldea!

-Wow -dije sorprendido- ¡Gran disparo Marcus! Veamos...

Levanté el arco luego de ver el impresionante tiro de Marcus y tensé la cuerda, escuchándola sonar. La flecha salió siparada en el aire contra las aves. Jamás pensé que aquel muchacho fuera tan bueno como para acabar con una criatura tan pequeña y rápida de un solo disparo, sin haber tenido más de una fracción de segundo de aviso.