Partida Rol por web

Tras hablar con un par de herméticos y poco colaborativos Krîtar, demasiado involucrados en sus guerras de poder para ceder sin contrapartida una insignificante cantidad de sus fuerzas, bajé de nuevo hasta el estrato donde solía residir y trabajar.  

Sumido en tenebrosos e iracundos pensamientos, accedí a la gran biblioteca, donde había varios smalaughasî copiando algunos prometedores libros que habían sido saqueados últimamente.

-​​​​​​¡Largaos de aquí! Haré que vuestras entrañas se pudran si os vuelvo a ver en lo que queda de día! - siseé, viperino, descargando mi frustración sobre mis inferiores.  Luego me sumergí en el estudio de diversas disciplinas de oscuros orígenes.  Cuando estaba alterado e iracundo, únicamente el conocimiento, su adquisición, podía tranquilizarme.

*******

Al día siguiente, sin ni siquiera haber amanecido,  Artnajor se presentó en la biblioteca. Yo ya llevaba despierto largo rato, apenas necesitaba dormir unas pocas horas cada noche.

-​​​​​​¿Qué has averiguado, Fi-Artnajor? - pregunté sin levantar la mirada del libro que estudiaba. No esperaba mucho de la criatura pero su excitación me llamaba la atención. ¿,Habría averiguado algo útil? 

Los ayudantes desaparecen a una velocidad que ni te lo podías imaginar. Como Bibliotecario Mayor, este era tu territorio, pero aún con esas, la gente que te superaba en "rango" haría lo que estimase oportuno. - Señor Elfo, Oglujz .... Señaló al olog-negro que le acompañaba. - ... es otro aspirante como yo a Grimburî, y les escuchamos a los miembros del gremio del Espectro del Anillo (Estaba claro que se refería a Khamul, pero que no quería dar el nombre por el que le conocían) que están mandando muchas misiones y eso hará que otros novatos entren en el selecto grupo. Están sobre todo vigilando las fronteras de todos los reinos y refugios elfos y están patrullando mucho también los perímetros de ucornos, y las vías de suministros. Sabías perfectamente que tanto Angmar, las cercanías del Mar de Rhûr, Mordor y la propia Fortaleza estaban comunicadas casi constantemente por conbois que transportaban tanto materiales, suministros y nuevos reclutas o noticias. Tal vez los orcos, muchos de ellos nacieran aquí, pero, los humanos venían todos de fuera. De lejos, sobre todo del este y del desértico sur. El ejército escoltaba estas "misiones" de suministros, ya fueran mensajería, comida o "carne fresca" para las filas de las distintas fortalezas y reinos, pero, algunas han sido atacadas, y no por tropas regulares, sino por grupos de élite, que no han dejado más que unos pocos restos, para que fueran identificados por la siguiente "misión"; pero, o todo había sido robado, profanado o simplemente quemado. Lo que no esperabas es que las "tropas propias" de uno de los nazgûl se inmiscuyeran en algo que es tan "del ejército", y no creías que fuera porque colaboraban con ellos. Un objetivo mayor había en ello.

Sin duda buscaban a los responsables de los saboteos.  No podían ser Dunadan, pocos habían sobrevivido a la gran plaga y huían escondidos como acechantes alimañas solitarias.  Elfos o norteños de algun tipo,  probablemente supervivientes de algún ataque orco buscando venganza. Al fin y al cabo profanar, quemar y dejar rencorosas pistas eran frutos del odio.

-Bien. Es una información que podría servirme.  Pero introducirnos en un convoy de suministros podría ser demasiado arriesgado.  E interferir con los seguidores de Khamûl también podría serlo.  —Si tan solo pudiésemos averiguar qué tenían en común las caravanas atacadas.  ​​​​​​Probablemente no hubiese ningún patrón . Los asaltantes no tendrían la capacidad militar ni logística para atacar todas las caravanas.  - O en qué zona exactamente habían sufrido los ataques. Esa información la estaría recabando el Oriental también.  Debía pensar en algo que ni hubiese hecho él.

-​​​​​​Hablaremos con los orcos de la Red.  Cada vez que una caravana sea atacada, atacaremos otra.  Quemaremos, atacaremos y profanaremos exactamente en la misma medida.  Hasta que la mente tras los ataques haga acto de presencia.  Necesitamos un grupo de snaga con sed de sangre. 

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El mestizo y el troll "selecto" se miraron con cierto aire de extrañeza. No eran seres normales, pero, en general, ser de sangre, todas las razas "malvadas" ... era parte de su "decorado". El troll tocó en el hombro al medio-orco, y este entonces preguntón: - ¿Sus órdenes?

Unos momentos antes, un orco tocó a la puerta. Era fuerte, grande y robusto. Tendría que ser uruk, pero, portaba una pesada armadura, tenía el casco puesto y ... te diste cuenta que el olog quería algo más. El "tocar a la puerta" del "nuevo" interrumpió el empujoncito que fue a repetir sobre Artnaj.

—¿Mis órdenes? - una mirada de burla relumbró en mis ojos -​​​Si, supongo que necesitáis órdenes.  Estas limitadas criaturas no tenían la capacidad de seguir mis complejos planes, sólo un puñado de entre ellos tenia el intelecto suficiente para llegar vivos al siguiente anochecer.  Necesitaban instrucciones claras y precisas, no debí haberlo olvidado.-​​​ Necesito un grupo capaz de asaltar a un grupo de humanos.  Tú, Artnajor, serás el líder de ellos y sólo responderás ante mí.  Oglujz, ¿Has venido a servirme en esta misión? Conoces a los clanes de orcos de la red?

****

—Adelante, orco — Dije, algo molesto por la interrupción. Está reunión comenzaba a ser demasiado multitudinaria para mí gusto.  Esperé a ver qué tenía que decirme.

- Elfo. La palabra era un desprecio, por no decir que era un ecupitajo en tu ego. Era un capitán. Un Krîtar: - El Señor de la Fortaleza apela a su presencia con urgencia y tiene la orden de silencio so pena capital. Yo le guiaré. Si Boca de Sauron se estaba entrometiendo en esto, era que, una de dos, o tus andanzas estaban levantando demasiado "ruido" o que tenía algo que hacer contigo. Ninguna de las dos opciones te gustaban y sabías que incluso carraspear, podría significar que el uruk te rebanase el cuello. Estaba presto para el combate, y además escoltado por una Garra de "hermanos de raza", todos igual de armados y acorazados. No eran unos mindunguis que cruzaban por allí, y solo una guardia personal podía aunar esta cantidad de miembros y equipo tan selecto.

Estabas en un problema.

Un verdadero imprevisto.  Seguramente el Fhalaugashi había sumado dos y dos, deducido que tenía una misión importante y secreta y había conseguido acusarme de alguna infamia.  La alternativa, mucho peor, es que Boca de Sauron se sintiera suspicaz por el mismo motivo.   Mi promesa de guardar silencio, de informar únicamente a Sauron, me iba a llevar seguramente a la muerte.

Con gesto orgulloso, como a quien invitan a una recepción real, me incorporo.  -No hagamos esperar al señor de la fortaleza. 

14 de enero de 1400. La Montaña Pelada (Dol Guldur) Sur del Gran Bosque Verde (Bosque Negro). Tercer estato Estrato (Escaleras de Caracol).

Los guardias os dejan pasar, como quién deja pasar a un alto dignatario, pero sin hacer honores militares. 

Nada más dejar al puesto de guardia atrás, llegáis a una puerta de doble hoja, hecha con madera de roble. Está enmarcada en mithril y tiene adornos de diamantes y rubíes incustados. Es muy alta, como unos 4 metros de altura y cada hoja, de ancha, tendrá como unos dos. La parte superior está arqueada, como si fuera el acceso a un templo, más que a la residencia de uno de los líderes de esta "montaña". Nada más superarla da a un largo pasillo, que está salpicado por troneras y al final, un rastrillo levantado está siendo vigilado por otros dos guardias más. Son dos Trolls negros bastante grandes, pero acorazados como si fueran estatuas. Tras eso una gran sala de estatuas te dejó impresionado. Era como un museo, con un ejemplar de cada una de las razas inteligentes de la Tierra Media. Elfos (Excepto vanyar) humanos de todos ... incluso ent. Tras eso accediste a la sala enorme. Es un magnífico saló, que contiene una decoración siguiendo el estilo de antigua Numenor y con maravillosos muebles agrupados en diversas parte de la habitación. Tiene alguno detalles de naturaleza maléfica y también se nota que ninguno de los materiales ni objetos ha visto jamás la luz del Sol. Cuadros y tapices pueblan las paredes, las mesas disponen de estatuillas y extrañas esculturas. En el centro de la cámara, a ras del suelo hay un estanque de poca profundidad. En el centro del agua una figura femenina, parece ser una estatua de una antigua dama élfica, y una fuente de plata la rodea.

El orco te ordena, de modo despectivo: - Espere aquí. Mientras cierra la puerta y se marcha.

TE acerca, y el rostro de la el elfa es una cara demoníaca, con una mirada de infunde miedo.

Maravillado por la fortaleza dentro de una fortaleza que es la residencia de la Boca de Sauron, avanzo de manera solemne. Cauto pero digno, observé las disecadas figuras, el brutal, innecesariamente ostentoso arte numenoreano, tan alejado de la genialidad y ominosidad de las obras de Sauron, señor de la Tierra Media.

No me acerqué al estanque, ni a las esculturas o tapices.  No había venido a curiosear si no a recibir un mensaje, advertencia o sentencia de algún tipo.  La curiosidad impelía a la Boca de Sauron, que desearía averiguar para qué me había llamado el nigromante.  Sin embargo, mis labios estaban sellados.

14 de enero de 1600. La Montaña Pelada (Dol Guldur) Sur del Gran Bosque Verde (Bosque Negro). Tercer Estrato (Gran Salón).

No sabías cuanto tiempo había pasado, pero, mucho rato ya. Allí no venía nadie. No se movía ni el aire. Un frio intenso permanecía constante. El frio no te era una molestia, pero lo notabas perfectamente. A aparte de que tu ropas eran más que suficientes, los élfos, también eran bastante resistentes a esas condiciones. Hacía años que no habías visto la nieve.... hacía años que ni si quiera habías visto el sol, pero aún recordabas como era y como se sentía.

Al final la curiosidad que siempre sentia me hicieron dar vueltas por la sala.  Examinando con deleite las 'estatuas', algunas de ellas de criaturas que jamás había visto. Deteniéndome enfrente de la escultura de la furiosa y perturbadora elfa.  Mis ojos memorizaron grabados y materiales, la disposición de las paredes y monumentos, encontrando referencias arquitectónicas ocultas al templo que Sauron edificó en Numenor y del que una vez pude leer una somera descripción. 

La misteriosa estátua parecía seguirte, tanto con la mirada como con el cuerpo. Fueras donde fueras, siempre estaba orientada a ti, pero ni el agua que corría ni ella misma daban pista alguna de haberse movido.

En tu rebuscar por la belleza de los "adornos" de las mesas, bajo una de ellas había un viejo y apergaminado sobre. Tenía pinta de haber reposado en ese lugar años, por como se encontraba su material. Lo miraste con detenimiento, y cuando te percataste de que tenía la runa que en quenya sería tu inicial, miraste a la estatua. Durante un instante pensaste que la tenías sobre el hombro, mirando. Diste un respingo que te dejó el cuerpo helado. Su piel pétrea, su tacto frio y su mirada diabólica estaban sobre tu hombro. Tras ese parpadeo y el miedo, antes siquiera de saber como reaccionar, ya estaba en su lugar.

No sabías que había sucedido. Aún así, todo estaba igual. El correr del agua, el sobre, ... todo igual, si desquitamos que tu corazón corría al máximo que podía dar.

- Qué susto.

Tardé un rato en calmarme, pero ni siquiera el sobresalto que me provocó la combinación entre la terrible estatua y la ominosa atmósfera del salón se vio reflejada en mi rostro.

Con deliberada lentitud, abrí el mensaje dirigido hacia mí y lo leí. Tenis sentido que alguien como la Boca de Sauron no se dignase a hablar conmigo, a darme más importancia de la necesaria.  Sonreí maléficamente, seguramente él o alguno de sus esbirros me vigilaba de cerca desde que descendí al abismo bajo Dol Dulgur.

No lo habías visto nunca en persona, pero, sin saberlo reconocías su voz.

Istari, el Ejército colaborará con usted, con el apoyo de un mando intermedio....

Mientras leías parecía que la estatua se aproximaba otra vez a tu hombro, como si quisiera leer la nota. La pusiste contra tu pecho y miraste hacia ella. Seguía inmóvil, pero tú no pensabas lo mismo.

Tenía suficiente con la carta.  La Boca de Sauron ya habría movido los hilos suficientes, seguramente no sabía qué era exactamente lo que Sauron me había encomendado pero sí había deducido por mis acciones que necesitaba tropas para conseguirlo.  La habilidad del numenoreano para intuir las necesidades del Señor Oscuro estaban más que justificadas.  Eso significaba que la mayor parte del mérito del éxito de esta misión podría atribuírselo a sí mismo y que el fracaso, si ocurría, sería enteramente mi culpa.  

Me dí media vuelta y me fuí de allí, la presencia de la elfa era cada vez más axfisiante.  Estaba seguro que ahora los Krîtar me tratarían con algo más de deferencia.

Salías de esa hermosa sala hacia el museo. La sensación porveniente de esa estatua se disipa, como si le diera pena que la abandonasen y quedara a sola vete a saber cuanto tiempo.

Emprendí el fatigoso camino hacia mis aposentos.  Mi conocimiento de la estructura militar de Dol Dolgur seguia siendo escaso, pero un mando intermedio debía ser un Drartûl o quizá uno de los Krîtar.  Preferiría enfocarme en uno de estos últimos, pues eran individuos con mayores habilidades sociales y académicas que los zafios y malolientes Uruk u Olog que espoleaban a los orcos menores.

Busqué a Fi-Artnajor con la mirada ​​​​​​​​​​​​​​​, esperaba que no se le hubiese ocurrido irse.  Iría con él y el otro Olog a exigir una hueste bajo mi mando, pues siempre había primitivos detalles que mi elevada inteligencia solía ignorar.

El mestizo estaba hablando con el olog canijo y un uruk que vestía una cota bajo una placa de metal y portaba sobre el hombro una enorme "chapa" y un casco bajo el brazo. Parecían discutir algo, o incluso que el olog y Artna le estaban ... como parando los pies, o al menos, calmándolo. No te habían visto, y estaban en la entrada de los alojamientos de tu orden, esperando.

Me acerqué lentamente, en la oscuridad, intentando adivinar qué era lo que estaba pasando, pero sin acercarme demasiado. Quería tener margen para descargar una oleada instantánea de poder oscuro sobre él.

-​​​​​​¿Qué está ocurriendo aquí?-​​​​​​​​​​​ dije en un tono intimidatorio. -¿Deseas algo de Zangolog? Habla.

A unos 10 metros empiezas a hablar y a la mitad de la distancia te detienes, que es justo cuando terminas.

El uruk habla de forma gutural y profunda. Te recuerdan sus ojos a los de la mirada de la estatua de hace un rato.

- Elfo Zangolog, me han ordenado presentarme a usted y permanecer a sus órdenes, acompañando también el mestizo y al troll negro, hasta que su misión termine. También me han dicho que su misión no termina con su muerte, así que, ya sabemos todos que asesinarle no nos libera de su servicio. En esto último hizo un pequeño gesto con los ojos, como si señalara las intenciones de tus "primeros conocidos".

Tras eso cambió un poco su voz, a algo más normal para su raza y preguntó: - ¿Cómo ordena ser llamado Señor?