Partida Rol por web

Algunos guardias libres de servicio, y todos los colonos, autóctonos y extranjeros se aúnan a la celebración. El jolgorio es bastante, pero al final, la matriarca del desierto se impone. Ha conseguido poner silencio en la fiesta, con la orden de que la madre ha de descansar, y para el bebé no es bueno tanto jaleo.

Los ha dispersado a todos, y los que no se han marchado, se va a acostar.

La reunión concluye. Por mi parte, mando a los hombres bajo mi mando al catre pues aun quedan algunos por ahí con ganas de juerga. En realidad, pronto tendremos toda la juerga que deseen, aunque quizá no sea de la clase que ansían.
Quedo en medio de la sala viendo como se vacía y cruzo mi mirada con Nayira, la joven con la que he estado hablando. Alzo la diestra a modo de despedida y me encamino hacia la salida pues no parece necesaria mi presencia y, ademas, me urge encontrar al sargento de mi pelotón.

Nayira queda ligeramente sorprendida al ver que la partida no era inminente. Todo el movimiento que había allí de viajeros y soldados la había llegado a confundir, o tal vez era que aun seguía algo embotada después de tanto tiempo meditando. Fuera como fuese, aun le quedaban un par de días allí que probablemente se le harían eternos sin nada que hacer. Ojala hubiese allí alguien con quien entrenar.

Mientras veía al hombre agitar la mano a modo de despedida, ella le respondió con una nueva inclinación de cabeza. Si permanecía sin hacer nada tanto tiempo acabaría moviéndose como aquellos hombres forrados de metal. El próximo amanecer buscaría un lugar tranquilo para realizar ejercicios, tal vez así podría centrarse un poco.

Ambos os marcháis a dormir. No es que os haga demasiada falta en estos momentos, pero os parece lo más adecuado, para poder ... no tener que aguantar historias ni molestar o perturbar el descanso de los que verdaderamente lo necesitan.

Nada más salir de aquella sala, marchas a tus alojamientos, pero se te hace extraño. Uno Hombre-Oso del norte está allí, con su haca, como si nada. No es que fuera una ciudad especialmente estricta con las armas, pero si se era discreto. Un arma tan enorme como aquella "daba mucho el cante". Lo que más te sorprende es lo acalorada de la discusión y con quién hablaba. Era el propio Capitán de la Guardia, y cuando te das cuenta se dan un abrazo, ... "de oso". Además, ambos hablaban en un idioma que no se suena lo más mínimo. Algo brusco y tosco para tu gusto. Pero hablaban. Se entendían.

Algo te atrae de esa conversación.

Te sientas de donde habías permanecido este largo tiempo meditando.

La verdad es que tu cuerpo no precisa de descanso lo más mínimo. Te siente pletótica de energía y nada de cansancio recorre tus nervios. Más bien todo lo contrario. Sientes que tus rutinas y catas precisan "un poco de acción". Algo de entrenamiento, o algo. Además, el hombre aquel de tez morena, como un marino, ronda tu mente. No sabes por qué. No es que sientas atracción sentimental ni de ningún otro tipo. Algo ... te llama la atención de él. No es que fuera bueno peleando, pero ... sabía algo de moverse. Por lo menos, más que su líder. Igual con espada y toda esa chapa encima, sea mejor su jefe... pero sin ella, ese tipo no era nada. No era rival para ti ni lo más mínimo.

- ¿Estás pensando en tomarlo como alumno? Te preguntas a ti misma.

Sacudes la cabeza.

- No.

Descartas la idea ... pero algo te llama de él. No sabes si es que te atrae, te llama la tención, desconfías de él, o simplemente es el único que destaca en una ciudad blanca, la cual a ti te parece gris.

Iba yo camino de mi catre mas que nada para quitarme de en medio cuando en el exterior, en el patio del bastion, contemplo un espectaculo cuanto menos curioso.
Y cuando el espectaculo deriva en un gesto que mas bien parece propio de plantigrados y no puedo evitar acercarme tras arquear una ceja sorprendido.
Por supuesto seria de mala educacion interrumpir tan curioso gesto. Asi que cuando el capitan de la guardia vuelve al suelo yo carraspeo.
No se nota mucho en medio de un curioso lenguaje gutural, asi que me acerco un poco mas y carraspeo otra vez con mayor fuerza esta vez.
Lo cual hace que, entre mis carraspeos y los gruñidos, aquello parezca mas que un intento de comunicacion, una reunion de taberna adecuadamente regada con hidromiel.
Y al fin, tras un tercer carraspeo, añado en lengua comun.
Buenas noches a ambos. ¿Ocurre algo?. No he podido refrenar mi curiosidad ante tan calurosa reunión.

- Buenas noches Oficial. Te recoge el testigo el Capitán de la Guardia. - Le presento al Grithyl Burbeorn. Es uno de los líderes de los Guardianes, y una persona importante en el culto beornida, como en la propia cultura beijabar. No entendías eso de los "Guardianes", pero, sabías que un hombre de esa raza, en una ciudad, era un tanto extraño, ya que las despreciaban, se sentían incómodos en ellas, y su higiente no era "adecuada" para estar en una. Este no era una excepción y olía como si hubiera estado durmiendo un año en un establo sin limpiar.

Mantengo el rostro impertubable mientras el capitan explica quien es el artifice de tan curiosa reunion. Pues aparte de beornida, no he entendido nada de nada de lo que dice. No obstante hago memoria y respondo tras inclinar la cabeza. Saludos Maese Burbeorn. Espero que disfrute de su estancia en la torre del Sol. ¿Que tal están las cosas por la Carroca y el paso alto?

Es un tipo enorme. Su hacha impresiona, su espalda también.

- Mal.

Contesta tosca y bruscamente. Su habla también impresiona, por lo parca y escueta.

Y yo suspiro. Decididamente la comunicacion no es el fuerte de nuestro particular visitante. Asi que tras cruzar una mirada con el capitan, añado.
Es evidente que venir desde el cauce alto del Anduin, ha de ser debido a algo mas que un viaje por placer. Puesto que ahora estas aquí quizás quieras explicarte un poco mas para saber si podemos ser de ayuda.

Te mira un tanto extrañado, tanto el oficial como el beornida y este hombre añade: - Vengo desde el Lago Largo.

Ya no te sorprendía que hablase así, pero, parecía que venía justo del otro lado del bosque. Al lado al que tú pensabas marchar.

Y yo, me limito a ocultar mi sonrisa. Si. Hay un bosque bastante espeso entre el lago del rio Celduin y el caucealto del Anduin. A ojo, nada menos que casi doscientas millas de bosque con un reino elfico en medio y todo.
Asi que, me limito a añadir.
¿Y que noticias traéis desde el otro lado del bosque a la ciudad de Anarion maese Burbeorn?

TE mira de solayo, y se gira hacia el capitán: - ¿Entonces puedo?

Estaba claro que habías conseguido incomodar al tipo. De todas maneras, ya debía estar bastante incómodo por estar dentro de una gran ciudad. Tu fuero interior se burlaba del grandullón aquel.

El capitán de la guardia se apresuró a responder: - Si, si, puede, pero ha de dejar aquí la "artillería". Comenta señalando al arma del beornida. - De todas maneras se le proporcionará una escolta y serán sus guías por las calles.

Me presento voluntario para el trabajo Capitan. Al fin y al cabo, hasta pasado mañana no comienza mi mision.
Miro de nuevo al Beornida tras estas palabras y añado.
¿Necesitais hallar algun lugar en la ciudad?. Debo admitir que espero, de ser así, que no sea en los niveles superiores. Son unas cuestas algo empinadas las de esta urbe si.
Y callo esperando una respuesta ya sea del Capitán o de maese Beornida.

El hombretón no sabía que hacer, pero enseguida el capitán reacciona: - No podrá ser, ya que usted ha de controlar tanto a sus tropas como a los colonos, tener en cuenta sus circunstancias y eso no es labor para una oficial.

Hizo un gesto seco con la mano. Ya habían 3 soldados y un suboficial preparado, para este menester. Salen y uno de los soldados se hace cargo de la "artillería". Luego, los restantes, con los hombretones, marchan.

Cuando ya están lejos, el capitán te susurra: - Loable por tu parte, pero no propio. Con eso se gira y regresa a su puesto de guardia. Tras los primeros pasos añade: - No indigno, pero ... no propio.