Partida Rol por web

23 de febrero de 1700 T.E. 19:57h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. Despejado 12ºC. Nublado y esta noche no se ven estrellas.

Justo a la misma hora que el día anterior se hace el alto nocturno. La mañana había pasado tranquila, pero todos los guardias habían pasado extrañamente tensos esos momentos iniciales del día. Estaban a la que saltaban. Incluso se había forzado la marcha bastante, y habían tenido que comer sin detenerse. La gente estaba extenuada. Los soldados histéricos. Incluso irascibles.

Los colonos eran ajenos a todo ello, pero se estaba corriendo el rumor entre la gente que estaba por suceder algo, al ver el estado de ánimos de las tropas. Inclusos algunos murmuraban a escondidas. Se escuchaba de todo por la tarde. Desde que los tirarían al agua y les robarían todo, hasta que estaba por acontecer una invasión y ellos serían la carne de cañón, que sería la escusa (casus belli) para declarar la guerra a unos atacantes que no se sabía de donde venían o cuando aparecerían.

El líder estaba como los soldados. Extenuado y con los nervios de punta. El carro que habías usado de atalaya para otear durante el día no había dado sus frutos hasta ahora. El jefe de los guardias buscaba algo, y en lo más profundo de tu ser, sentías que era hacia ti. Y no, no lo decía el orbe ni nada similar era algo … diferente.

Nayira se había aproximado hacia las carretas que acompañaba y con tranquilidad, pero sin quitarle ninguna importancia expuso las precauciones que debían tomar a la matriarca. Añadió que intentaran mantenerse siempre en parejas o en grupos, de modo que nunca estuviera una sola persona sola. Aquella mujer sin duda comprendería la importancia de esas instrucciones y nadie como lela lograría transmitírselas a su pueblo.

Podía sentir los nervios de los colonos a medida que avanzaban, y durante el la parada nocturna la situación era tan tensa podía percibirlo en los rostros de cada uno. Al ver al jefe dando vueltas, una intuición la hizo ponerse en marcha. tras hacerle un gesto a la matriarca avisandola de que se alejaba unos momentos dirigió sus pasos hacia ese hombre cuyas preocupaciones parecían apunto de aplastarlo.

- ¿Va todo bien?

El oficial da un respingo, al ser descubierto por precisamente quién él buscaba.

- Si, si. Te habló por lo bajo. - Si puedes, sígueme, y toma tus armas. Parecía un tanto asustado, y al decir aquello el hombre, te fijaste que portaba el escudo embrazado, y su arma … tenía la manos sobre el pomo de su espada, aunque aún permaneciera en su arma. - Te cuento. Hizo un gesto señalando hacia un lugar, que se aproximaba hacia el agua.

Nayira caminaba ayudándose de su vara de metal, por lo que no necesitaba de nada mas. Desconocía si aquel hombre la había visto luchar, así que no sabia si se sorprendería al ver que no iba a por nada y caminaba junto a él, dispuesta.

- Tus hombres van a pasarlo mal en una ciénaga con todo ese metal por encima, espero que ninguno se quede atorado en el barro.

Acompañó al líder de los soldados hasta el lugar que le señalaba, atenta a cualquier amenaza que pudiera surgir de repente ante ellos, y escuchando lo que tuviera que explicarle.

Caminaba delante de ti, con sumo cuidado, a unos dos o tres pasos. También es que a más distancia costaba ver. Cuando ya la oscuridad os inundaba, y estaba claro que desde el campamento no os veía, parece que una silueta extraña se empieza a vislumbrar ante vosotros. No estará a más de cinco o seis metros, pero tan oscuro, era complicado. No portaba el arma empuñada, pero seguía con el escudo embrazado. De repente se escuchó: - ¿QUIÉN VA?

Tras el pertinente respingo por el exabrupto contestó el oficial: - Soy yo, Agnus. Soy el Capitán Asnfe. La forma se separó en dos hombres, que ahora, ya más nítidos y cerca, se podía distinguir. Eran dos guardias. Tras acercarse del todo notaste que el firme flaqueaba. El terreno era mucho más blando, y puede ser que ante las pesadas botas de los combatientes no se notase más que se hundían un poco, pero tú si te percatastes. Eran fibras naturales. Como un mantillo de musgo compacto sobre un lecho de tierra embarrada. Tras acercaros del todo y reuniros con la pareja de centinelas el oficial les ordenó que informasen. - Señor, sobre aquella islita del meandro hay un resplandor. Era algo fantasmagórico. No era fuego ni ninguna otra fuente de luz que conocieras, y además era tan apagado que había que poner especial atención para descubrirlo. Los ojos se adaptaban poco a poco a aquella falta de luz, pero tras unos segundos, que se te hicieron eternos, pudiste percibirlo.

Ahora hablaban por lo bajo. Incluso tras el grito de llamada a los que se aproximaban. - Si, a buenas horas quieres ser discreto soldadito.

El agua tendría que estar a pocos metros, pero aún así, ya se notaba la humedad en el aire, la cual era bastante agradable, incluso bastante fría para tu gusto, acostumbrada a las altas temperaturas del desierto, wadis y demás eriales del sur.

Nayira se aproximó a los dos hombres para escuchar lo que decían ya en tono mas bajo, pero también aguzo los oídos intentando detectar cualquier otro sonido. ya que desde luego no podría guiarse por sus ojos en medio de aquellas tinieblas.

- ¿Quien podría ser - pregunta con curiosidad cuando los dos hombres dejan de hablar al tiempo que mueve los pies contra el suelo como tanteandolo -? Pensaba que habías dicho que nadie vive en estas ciénagas. ¿Pueden ser otros colonos que salieran antes que nosotros?

No le gustaba moverse por aquel terreno que no conocía y que en cualquier momento podría ceder y convertirse en una trampa. Si no sabia donde era seguro apoyar el pie, no podría luchar con efectividad.

Al patear el suelo, hasta cierto punto te quitas el calor, pero tus botas, no acostumbradas a la humedad, se empapan enseguida. Incluso te da algo de asco, ya que has notado que se ha hundido el pie hasta casi el tobillo. Por suerte la maleza, o las hierbas, o lo que sea que hay sobre el suelo, hace que no te sumerjas en las aguas pantanosas, pero, cuando estas se terminan, el agua es lo predominante.

Cada vez desconfías más del suelo.

El soldado, al escucharte, no tarda en responder: - Nadie vive aquí. ¿Ni los peces viven aquí! De todas maneras, ante esa afirmación discrepabas. Mosquitos atormentaban tu rostro de cuando en cuando, y con manotazos al aíre, todos intentaban librase de aquellas molestias minúsculas y voladoras. También se podían escuchar ranas o sapos en las tinieblas de la noche.

Un arrastrar, acompañado de un grito se escuchó de repente. Nada más eso, un soldado se acercó hacia vosotros corriendo. - Mewlip, mewlips, el barquero, mewlips … Estaba tan asustando que no coordinaba ni la carrera. Cuando lo detienen los hombres que estaban junto a ti y tras varias órdenes responde: - Una mano, grande y de dedos enormemente largos salió del agua, agarró a Gunter y desapareció con el. Era un mewlip, un barquero del pantano, y se ha llevado a Gunter. Sonaba agitado, temeroso, fatigado por la carrera y cargado de pesar por haber perdido al compañero. - Ayudadle, ayudadle. Suplicaba desesperado.

Tanto el capitán que te acompañaba como el propio soldado que hacía de centinela y habíais ido a visitar no sabían que hacer. Tenían la mano sobre las armas, y se miraban entre ellos y a ti.

El propio capitán te miraba con cierta desesperación.

Nayira no tenia ni la menor idea de lo que era un mewlip, pero al escuchar que se había llevado a uno de los soldados, tomo al que venia huyendo del brazo para mirarle a los ojos y con la mayor calma posible le pregunto.

- ¿Donde ha ocurrido? Dime exactamente la dirección y la distancia.

Si lograba aquellos datos, se pondría en marcha a toda prisa, usando la vara para no chocar con ningún obstáculo y rezando para no hundirse en aquellas aguas tenebrosas.

El soldado, todo apresurado, desesperado, y dejando el machismo típico de los gondorianos (igual no se ha dado cuenta que eres una mujer) te dice: - Si, si, sígame. Y él mismo ya empieza a caminar hacia el lugar.
 

El pobre, llegando, tropieza y cae. Se levanta de inmediato, con el tintineo de la armadura, tras el golpetazo, que sonaba como si hubiera caído en un barrizal. Al llegar hay dos surcos, como si fuera algo arrastrando, (una carrito o algo así) y también, medio en el agua, medio en "tierra", su lanza, tirada.

Nada mas ver los surcos, Nayira frenó el paso y empezó a escuchar y observar todo con detenimiento. Estaba oscuro, por lo que no podía guiarse totalmente de su vista, ademas sabia que en aquellos casos no debía buscar formas sino movimiento. En mitad de la oscuridad, era mucho mas fácil distinguir el movimiento que una silueta.

- Coge tu arma - le susurra al soldado mientras empieza a caminar despacio.

Lentamente fue siguiendo la dirección de esos surcos con todos los sentidos alerta, intentando ignorar los insectos y sonidos típicos de la ciénaga, y buscar algo diferente.

Otro soldado grita a lo jejos. El hombre que tenías a tu lado ronea: - Ese es Scotch. Portaba su lanza empuñada, pero al decir eso, entre el miedo, y ahora el grito, la aprieta con tanta tensión que si hubiera luz, podrías ver sus nudillos perder el color por una más pálido. - Seguro que su rostro está a juego.

El capitán os ha seguido y pregunta en una protesta: - ¿Esto es un ataque?¿Nos están atacando? Un extraño brillo te delata que también te ha obedecido, desenvainando su espada.

Intentó concentrarse en su entorno y escuchar lo que esta sucediendo, pero aquellos hombres eran demasiado escandalosos. Apenas podía oír su propia respiración con el sonido de las armaduras y los gritos que daban.

- Silencio - dice Nayira alzando un dedo con la esperanza de hacerse una idea de lo que esta ocurriendo allí -. No hagáis ruido y escuchad.

La joven dio un par de pasos lo mas silenciosamente posible mientras intentaba aguzar todos sus sentidos. De nada le valdría correr como una loca en mitad de la oscuridad si no sabia donde estaba su enemigo.

Notaste la misma sensación que la primera vez que el orbe se hizo con tu alma.

Es como si tus ojos pudieran ver más allá de donde estás. Incluso volar a gran altura y velocidad.

Ves como tu cuerpo, en una tenue neblina empieza a levantar un dedo. Tu mente o visión se aleja en la altura, y de inmediato se zambulle en unas aguas que son igual de turbias y oscuras como el aire.

Unas manos largas y sucias emanan una extraña maldad y dolor simultáneamente. Desde los ojos, dueños de aquellas manos repugnantes se vislumbras tres siluetas. Dos de ellas acorazadas, y la otra, entallada, está levantando una mano, alzando un dedo.

Tu mente regresa a tu cuerpo. Sacudes la cabeza, como espantando un sopor tras un sueño … o una pesadilla. Tu dedo aún se está alzando.

Estaba tan atenta a lo que sucedía a su alrededor que la intervención del orbe la tomo por sorpresa en esta ocasión. Tras unos momentos de desconcierto, comprendió que había visto el mundo desde los ojos de un ser que emanaba maldad por todos sus poros, con lo que no tendría reparos si debía luchar contra ella. Ya sabia exactamente donde se encontraba, por lo que se decidió a tenderle una trampa.

Lentamente empezó a caminar, aproximándose hasta el lugar donde estaba aquel ser, fingiendo mirar a todas partes como si buscara, aunque en realidad estaba completamente concentrada y atenta para atacar a la criatura en cuanto emergiera para atraparla. Nayira estaba segura de que no podría resistirse a ello, pues estaba acercándose y poniéndose a su alcance.

No llegaste a dar un paso si quiera cuando saltó del agua como saldría una flecha de un arco. No pudiste preparar nada, pero tampoco te sorprendió. El orbe te había puesto en antecedentes de lo que estaba por suceder … y aunque no lo aprovechaste, por esperar que tardaría más, tampoco te pilló desatenta, al saber la situación que te rodeaba, a pesar de estar oculta bajo el agua y por las sombras de la noche.

La criatura salió del agua mucho mas rápido de lo que había imaginado, pero al menos lo hizo exactamente donde había supuesto que estaba, así que no fue una sorpresa completa para ella. Tan rápido como fue capaz, intentó lanzar la vara con fuerza a la altura de las piernas del ser antes de que la alcanzara.

TURNO 1 DE COMBATE

23 de febrero de 1700 T.E. 19:57:22h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. Marismas. Despejado 12ºC. Nublado y esta noche no se ven estrellas.

El soldado si estaba totalmente sorprendido y alcanzó a escudarse, pero por desgracia para ti, el monstruo se dirigía a tu cuerpo. El capitán parecía ajeno a la situación. No es que no se sorprendiera, es que ni si quiera sabía lo que sucedía. El "bicho" lanzó sus manos hacia ti, y aunque pudiste percatarte que la izquierda, la más alejada de los hombres, andaba muy desencaminada, la otra estaba bien orientada.

Que sepas que lo hecho mal. Primero tendría que estar decidido se si hacen paradas y demás, antes de hacer tiradas. Pero me he dado cuenta después. Igual es que el obre también te está diciendo por donde venían el zarpazo.