Partida Rol por web

Empiezas a nadar hacia la isla, desesperada y flatándote el aire. Era una carrera de desesperación, angustia y por la supervivencia.

Intentando no pensar en aquella cosa que ascendía hacia ella, Nayira imprimió toda la fuerza que le quedaba en brazos y piernas, impulsándose a toda velocidad en dirección al islote. procuró que tan solo ese movimiento, la resistencia contra el agua y el desplazamiento fuesen importantes para ella, centrándose en nadar y solo nadar.

Cuando ya los pulmones ardían, llegas a la superficie, y la bocanada de aire es más una explosión dolorosa que un bien elemental necesario. De todas maneras sigues "corriendo". Estás a menos de un metro de la orilla. Esta isla era como una columna, casi. Haces tres o cuatro metros gateando, chorreando agua, y habías pensando en ponerte en pie y controlar a los orcos, pero un tos inmensa te sacó de esa idea. Estabas a puntito de dejaste caer,cuando por el rabillo de ojo, y de manera más que imprevista, una persona llega en las mismas condiciones que tú (tosiendo y gateando, chorreando agua), pero con peor fortuna o habilidad. Este, se desploma, cae de morros, y grita. Empieza a ser arrastrado hacia el agua por algo que no ves.

Nayira subió gateando al islote, con la única intención de dejarse caer exhausta, pero nada mas llegar observó que había otro superviviente allí. Por desgracia, algo se aferró a su pierna y empezó a arrastrarlo hasta el agua, por lo que la luchadora se puso en pie de un salto y corrió hasta él, intentando llegar antes de que se lo llevaran y golpear lo que fuera que estuviese tirando.

No tenia tiempo de observar al hombre, pero imaginaba que seria un colono, ya que todos los soldados llevaban armaduras tan pesadas que jamas habría llegado hasta allí.

El muchacho, un chico joven, clava la rodilla en el suelo, y con el impulso que se da al patear el brazo dueño de la mano que le aferra, y tu ayuda, salís ambos rodando, hasta pasar la mitad del islote.

No tardas en incorporante, pero un fuerte dolor te recuerda que tu encuentro con el monstruo aquel no fue en vano, y a pesar de haber escapado, dejó sus secuelas. El otro, tosiendo, se ha hecho una bolita, temblando sobre la poca hierva que nace en aquella extraña atalaya que os ha servido de escondite, tanto para escapar del enemigo sobre la tierra, como los que se ocultan bajo las turbias y oscuras aguas.

Nayira se dejó caer agotada junto al chico, jadeando por el dolor y el esfuerzo. Si por ella hubiera sido, habría cerrado los ojos y se habría dejado llevar por el agotamiento, pero no estaban fuera de peligro aun. Lentamente puso la mano en la espalda de su acompañante, frotándola con suavidad a modo de consuelo, y de ahí fue recorriendo sus extremidades y cabeza. Quería tranquilizarle y al mismo tiempo averiguar si estaba herido.

- ¿Como te llamas?

23 de febrero de 1700 T.E. 22:19h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. 12ºC. Sin viento. Nublado y esta noche no se ven estrellas. En una de las muchas islitas de los pantanos. Se está empezando a levantar niebla.

En una lengua que tu consideras ... deformada, en según que situaciones, habla el muchacho. Es un hádico venido a menos.

- No le entiendo señorita. Contesta entre toses.

Ya te habías acostumbrando al ostrón de la caravana, y el escuchar una voz de no demasiado lejos de donde procedías, te llamó mucho la atención. El sonido se cortó de pronto. Una convulsión vino seguido de una arcada, y luego, vomitó ... medio río. Heridas no tenía, pero temblaba de frío. No es que hiciera demasiado frio, pero, mojados, no era especialmente bueno.

Tardé unos segundos en comprender que me había expresado en la lengua de los hombres cubiertos de metal, por lo que asentí comprendiendo porque no me entendía.

- Tranquilo - dije en una lengua lo mas próxima a la suya -, ya ha pasado todo.

Le tome de los hombros y le frote los brazos con fuerza intentando que entrara en calor. Hice un repaso al islote en el que estábamos, a ver si había bastante leña como para encender un pequeño fuego.

- Soy Nayira ¿Cual es tu nombre?

- Frit. Frit Arjol señorita. Contestó como pudo. Empezó a temblar, pero no era solo el frío. Estaba aterido por el frío, pero también aterrorizado. Era joven. Igual no tenía ni 15 años, pero pensabas que bastante menos, por su forma de hablar y voz. Tú misma tenías dudas de que había pasado, y realmente, a parte de un ataque de monstruos ... de dos bandos diferentes, no tenías claro. Pero: - ¿Como se han aliando ambos, los muertos del río y los impíos monstruos del suelo? ¿Qué les ha obligado a corrdinarse? Y lo que más temías ¿Qué buscaban...o a quién?

Nayira frotó los brazos del chico un rato mas, intentando tranquilizarle. A continuación se sentó frente a él y empezó a buscar dentro de su mochila, haciendo inventario de lo que le quedaba.

- ¿Estas herido?

Ella si lo estaba y esperaba contar aun con sus hierbas curativas, pues seguía notando esa presión en el pecho que le dificultaba respirar.

Empiezas a buscar, algo que quemar, pero todo estaba en tu mochila. - ¿Y la vara? No recordabas cuando la perdiste. Lo que te empezó a cabrear era el orbe y si cajita. Era lo que te servía de guía espiritual, lo que te daba pistas y quebraderos de cabeza, respecto a tu misión y lo que tenías que cumplir en tu peregrinación, antes de regresar.

Se te encendieron todas las alarmas y te estaban empezando a cabrear. Tanto que no llegabas a hacer daño al chico, pero ... pero casi.

- No señorita. Pero te diste cuenta, por su voz, de que tus "caricias" ya no eran agradables.

Lentamente Nayira, fue retirando las manos del cuerpo del pobre muchacho, consciente de haber estado desahogando su ira sobre él. ¿Su ira? ¿de donde había salido todo eso? Hacia una eternidad que no la embargaban sentimientos tan negativos e intensos. Odiaba todo lo que estaba sucediendo y toda la gente que había muerto en aquel ataque, pero no entendía porque la estaba sobrepasando de ese modo.

- Esta bien, creo que lo mejor será esperar a que amanezca y si los orcos se han marchado, ponernos en marcha. Debemos buscar algún asentamiento por la zona, y en este pantano dudo que lo encontremos. Pero lo veremos todo mejor con algo mas de luz.

Había perdido prácticamente todas sus posesiones, incluso todos los tesoros que había recibido de sus maestros. Aquella búsqueda estaba siendo un autentico desastre.

24 de febrero de 1700 T.E. 08:06h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. 12ºC. Sin viento. Nublado y esta noche no se ven estrellas. En una de las muchas islitas de los pantanos. Se está empezando a levantar niebla.

-Señorta, señorita .... A pesar de hablar como un chico de campo, parecía que era educado ... o al menos, lo intentaba. ... ya ha amanecido señorita. Te estaba tratando de una manera especial. No como una noble, o algo así. Era un respeto reverencial. Cuando el frío dejó de calaros en los huesos por el calor de los cuerpos, sentados, uno junto al otro, desfallecísteis ante el cansancio, cayendo dormidos. La mañana era gris, y una capa de niebla, que no tendría más que unos metros de alto, rodaba toda la zona. Por lo menos, todo lo que podías ver, que no eran más allá de unos 15 metros o así. 

Te toca.

Nayira abrió los ojos con cierto sobresalto. No recordaba haberse dormido, y la claridad a su alrededor evidenciaba que había pasado un buen rato desde entonces. Lentamente se puso en pie y empezó a estirar sus músculos, desentumeciendolos como si se preparara para una sesión de entrenamiento. Aquello le trajo a la memoria sus heridas y tuvo que hacer un esfuerzo por no encogerse de dolor.

- Tenemos que salir de esta isla - dice exponiendo lo evidente.

Intento hacer memoria de sus conversaciones con el líder de los hombres con armadura, para averiguar si seria mas corto retroceder o seguir avanzando para salir de aquella maldita ciénaga. Todo ello suponiendo que averiguara en que dirección caminar.

- ¿Que tal se te da orientarte, Frit?

Te miró sorprendido. - Con estrellas, no habría problema señorita, pero ... entre niebla y sol ... no sabría decir. Sonaba apenado, como si te hubiera decepcionado. Además, parecía inquieto. Es como que temía que lo sucedido la noche anterior, o los monstruos que vio, pudieran estar cerca. Tal vez, los que más miedo le dieran, no serían los que pisaban sobre la tierra, sino los que moraban en el agua.

- Si - le digo con una sonrisa entristecida -, me pasa exactamente lo mismo. Supongo que tendremos que guiarnos por el instinto entonces. Pero antes de nada hay que llegar a la orilla. Empecemos nadando en dirección contraria a donde estaban los orcos. Creo que de día no nos atacaran esos seres acuáticos, pero vayamos rápido por si acaso.

No tenia ni la menor idea de si atacarían o no, pero necesitaba tranquilizar al muchacho.

24 de febrero de 1700 T.E. 16:18h. Por la tarde. Gondor. De camino a Rhovanion. 12ºC. Ventarrón repentino. Nubes y claros. Linde del bosque XXXXX. La niebla se disipa sobre las aguas, pero el bosque no tiene ese problema.

Al principio pasásteis dos islas. Encontrar la "otra orilla", se estaba haciendo algo complicado, largo y cansado. El muchacho, necesitaba respirar y descansar. El agua estaba demasiado fria para ambos, y vuestros músculos, empezaron a protestar, pero, ya en el momeno más inesperado la niebla fue barrida por el viento. Ahora ver era algo agradable, pero el descubrir que estábais en la vera de un bosque, no compensaba el frio de los cuerpos y ropas azotados por un viento que se tornaba demasiado rudo para sureños como vosotros.

El bosque está tomado por los árboles, que tienen una distancia prudencial entre ellos. El sotobosque es reducido, y una manta de hojas, de los perennifolios que pueblan el lugar, cubre el suelo cual tapiz. Jamás habías visto tal cosa. Sabías que existían, pero, encontrarte con tal despliegue de material vivo, tan abierto, tan fuerte, y sobre todo, tan derrochador de recursos, te dejó más anonadada que una visita de "El Orbe". Era hermoso y lo veías como un desperdicio a la vez.

Las tripas del muchacho rugieron, pero él intentó disimularlo.