Partida Rol por web

Nayira torció el gesto al ver como la bestia parecía ignorar el golpe que le había propinado, que sin ser uno de sus mejores ataques, pensaba que tendría que haberle causado algún daño.Pero no tardo en comprender que estaba muy equivocada y que el gran draco había quedado bastante tocado en su pata, a la par que aturdido.

Sabia que no tendría demasiado tiempo por lo que se lanzo de nuevo al ataque y sin dudarlo ni un segundo, giró su cuerpo, balanceándose y moviendo girando la cintura para lograr un mayor impulso para intentar golpearle en la otra pata, buscando inmovilizarlo.

Encuentras al "pobre bicho" lamiéndose la pata delantera derecha, más despistado que otra cosa, y cuando se da cuenta de que tu giro es un ataque ya le está cayendo encima. Hace un leve ruido, muy parecido a un bufido felino y mucha tierra cae tas el impacto. Le has dado en el costado. Muy cerca del hombro, y aunque el golpe caía bien, no ha "tocado" una zona precisamente "blandita".

El bicho sacude la cabeza, como dolorido, y tras eso ruge poderosamente.

El gran draco parecía salir de su estupor, y a Nayira se le acababa el tiempo para acabar con él antes de que entrase en acción. Respiró profundamente y dejo que su cuerpo se moviera de forma mas armónica, de alguna manera la barra de metal que sujetaba entre sus manos se convirtió en parte de ella y al atacar actuaba realmente como una extremidad mas de su anatomía.

Sin pararse a discurrir si sus acciones eran adecuadas o no se dejo llevar y con tranquilidad, pero imprimiendo de nuevo toda la fuerza que era capaz de infundir con un giro de todo su cuerpo, descargó el arma que ya era parte de si sobre la bestia, intentando impactar en algún punto vital.

La pobre lagartija aún estaba dolorida de la primera torta, cuando le cae, por ... última vez la barra de metal encima. En su rugido había agachado la cabeza lo suficiente como para que ataque le cayera desde encima, y no solo que impacta, sino que además, su rostro golpea contra los guijarros del suelo, empezando a sangrar por la boca como si hubiera explotado las vísceras de alguna presa por un mordisco tremendo. El rugido que estaba en curso se acalla repentinamente y esos ojos amenazadores se apagan en el rebote contra las piedras del suelo.

Su cuerpo se desploma laxo y flácido, con un ruido extraño, como el que hacen las mantas al caer. Cuando todo se silencia se escucha arena escurrir sobre su cuerpo, que aún refleja pequeños destellos solares.

Ahora puedes escuchar la respiración agetreada del "Guerrero Pantera".

Nayira observó como el animal caía sin vida ante ella y por un segundo sintió lastima de que una bestia tan magnifica tuviera que acabar así. Un arrebato de furia hacia el guerrero pantera la sobrecogió, pues en cierto modo aquello era por su culpa, pero negándose a dejarse llevar por tales sentimientos volvió a inspirar profundamente y se obligo a calmarse.

Tras un ultimo vistazo se volvió hacia el guerrero y con expresión severa se aproximó para señalarle con la vara que sujetaba con la mano derecha.

- Deja de seguirme - le dice usando la lengua que pensaba que podría entender -. Por tu culpa el draco esta muerto, si persistes en tu empeño de cazarme, no me dejaras mas salida que acabar contigo también ¿lo has comprendido?

EL uso de la palabra nunca había sido su fuerte, pero esperaba que el reciente enfretamiento fuera un argumento suficiente para intimidar a aquel hombre.

No parecía comprenderte.

Tus palabras en un idioma que él no controlaba podría ser una posibilidad. De la forma que te diriges a él, la misma posición defensiva que había tomado con la lanza, hacia el draco, la opone contra ti. No tiene cara de tener miedo, pero no parece estar nada "feliz" por tu "agresión". Tu palabras, aunque duras, no tienen significado para él. Puede entender el tono, que es de reproche o agresivo. No el significado de estas.

Nayira reprimió su frustración al ver que no entendía sus palabras, y tras probar en Apisaico y Hadico, se dio por vencida. Con un gesto le señalo a él y a continuación al suelo, en el lugar que estaba, luego se señalo a si mismas y después la dirección que llevaba antes del ataque. Le estaba indicando que el debía quedarse allí y ella marcharse. Repitió los gestos una vez mas para que no le quedase ninguna duda y después retrocedió un par de pasos. Debía entender que no iba a matarlo si no hacia ninguna tontería.

Una vez claro todo, recogió su mochila y emprendió de nuevo el camino sin quitarle el ojo de encima, ya había perdido demasiado tiempo y debía encontrar un buen lugar para descansar.

Ya no está en la actitud defensiva de antes. Parece dispuesto a hacerse entender.

El guerrero se señala a si mismo y hace un gesto de andar con dos dedos y señala a esa misma dirección que tú.

Luego te señala a ti y levanta los hombros. Tras eso, intenta ponerse en pie.

No se lo podía creer, aquel idiota iba en la misma dirección que ella. O al menos eso interpretaba de los gestos que le hacia. Ante la interrogación del guerrero, ella le imito el gesto de caminar y también señalo la misma dirección, pero a continuación lo señalo a el y luego a ella con dedos diferentes, para luego hacer un gesto uniendo ambos dedos y negar con energía. No tenia intención de que viajasen juntos y así se lo quería hacer saber.

Lo cierto es que difícilmente podría seguir su ritmo con el pie como lo tenia después del ataque del draco, por lo que quizá no tendría que preocuparse por ello. Con sus limitados conocimientos sobre heridas le hecho un vistazo a la pierna e intento calcular si era muy grave o si tardaría mucho en recuperarse. A continuación repitió el gesto de que ella se marchaba y el se quedaba allí y se preparó para reanudar el viaje.

2 de enero de 1700 T.E. 15:13h. Harad. Desierto. Despejado 38C. Duna abajo, dentro del desierto rocoso "La carrera de dunas". Viento calmo. Sonido ambiental.

Los dracos son seres, en general solitarios, pero eso no desquita que tengan una buena parte aprovechable. No todos los humanos se dignarían a comer esa lagartija, a no ser que el hambre fuera una desesperación, pero ... la naturaleza no tenía esos remilgos.

Conocías ese traqueteo. En la arena no solía ocurrir, pero en las zonas pedregosas era más frecuente. Eran los propios escorpiones, que chasqueaban las pinzas, ante la emoción de semejante festín. Una persona podría matar sin dificultar unos cuantos de estos, pero ... esta montaña de carne atraería a cientos de ellos. Tal vez miles. Nadie era rival para luchar contra semejante marabunta.

El guerrero pantera no parecía haber tenido miedo ante la lucha, ni ante ti, pero ahora si esta visiblemente asustado. Ya puesto en pie, y dejando atrás las lanzas pequeñas, intentó reanudar la marcha como pudo, usando la lanza grande como bastón. No dio más de tres pasos mientras tu mirabas, buscando la fuente de esos chasquidos, en caer otra vez al suelo de cara. Ahora, además, sangraba por el labio y las narices.

EL sonido la sobresaltó y tardo unos segundos en comprender lo que allí ocurría, y un par mas en descubrir que el hombre había caído dolorosamente sobre el suelo pedregoso al intentar alejarse. Nayira estaba molesta, porque no entendía de donde provenía la preocupación que sentía por ese guerrero que era claramente su enemigo. Fue entonces cuando escucho la voz de su maestro proveniente de tiempos muy pasados.

"Toda vida es importante, pues tiene un propósito"

Empezaba a preguntarse si el propósito de la vida de ese hombre era fastidiarla a ella, pero se resigno con un sonoro suspiro y se acercó hasta él para ayudarle a levantarse, echándose el brazo de esté por encima del hombro, sosteniendo el peso de su cuerpo y empezó a alejarse de allí, intentando rodear la duna para llegar al otro lado donde deberían estar a salvo de los escorpiones. EN todo momento estuvo tensa y preparada para lanzar al guerrero por los aires si este intentaba algo extraño, como intentar clavarle algún cuchillo o algo parecido.

Los "bichos" se acercaban al cuerpo caído, en grupos, otros en solitario, y en ocasiones había filas, como hormigas, que avanzaban en una masa tenebrosa. Luchabas por mantener el hombre. Este sólo tenía lo puesto, que era un pequeño moral, una especia de bota (estilo de vino) y la lanza que había usado de bastón. Todo el resto de sus cosas habían quedado tiradas allí.

Tenías que tener cuidado, y este hombre, cuando podía apartaba algún que otro escorpión o incluso lo ensartaba, si no había otra solución. Os estaban encerrando, pero tenían un destino. El cuerpo caído. Habían tardado nada más que unos minutos y vosotros dos en ese tiempo empezasteis a tener complicado salir de "allí". Él solo no lo hubiera conseguido.

En no más de 10 minutos estabais los suficientemente lejos para dejar de escuchar ese alboroto. Lo dejaste un poco brusca y se sentó en el suelo. Enseguida te ofreció la bota, incluso antes de beber él. La máscara la tenía al cuello, como si fuera una especie de bufanda. Podías ver la sangre en su rostro. Reseca. No se quejaba. No decía nada. Esperaba que aceptases el ofrecimiento. Incluso parecía que te sonreía.

Aquello de repente se había convertido en una pesadilla de cuerpos negros y acorazados, podía escuchar el chasquear de sus cuerpos chocando y rozándose entre si, y a duras penas lograron abrirse paso entre la marea de negros escorpiones que se dirigían hacia el cadáver. La vida se abre paso al fin y al cabo.

No se sentía cómoda con la sonrisa del hombre que acaba de salvar, era demasiado extraño para ella teniendo en cuenta lo que se suponía que debía de existir entre ellos. Eran enemigos o eso era lo que siempre había pensado. Aceptó la bota y dio un trago corto, casi sin ser consciente de que no tenia sed, aunque degusto el contenido para asegurarse de que era agua antes de tragar.

Consciente de que ese hombre había perdido todas sus pertenencias, volvió a suspirar con desagrado y busco en su propia mochila hasta encontrar la comida. Cogió la mitad de las raciones que llevaba y se las lanzó para que las cogiera sin mucho esfuerzo. A fin de cuentas ella tampoco había comido ni un bocado desde hacia ya bastante tiempo y ni siquiera tenia hambre.

Por fin y ya mas calmados volvió a hacerle el gesto de separarse y se preparó para marchar una vez mas.

El agua, aunque de sabor agradable, por haber sido tratada con hierbas, como hinojo, estaba calentora y con el trago de catarlo habías tenido más que suficiente. El hombre, tras recobrar la bota, bebió también. Luego con algo de arena intentó limpiarse un poco el rostro, quedando cubierto por una extraña patina blancuzca por el polvo.

El, sin dudarlo recogió lo que le ponías a su alcance, y también hizo por compartir contigo lo suyo. Era una carne granate oscura. Seca y recubierta de sal. Unas tiras largas. En su rostro se veía agradecimiento ilusionado. Incluso a pesar de esa cara sucia.

Al ver que querías marchar aguantó la carne con los dientes, metiéndose la tira entre estos, y realizó un gesto con los dedos, como caminar, y cuanto más alejaba las manos de su cuerpo, más las juntaba. Luego te señaló, primero a ti, luego a ti, y realizó el gesto de andar con los dedos, señalando hacia el rumbo que querías tomar. mientras hacía eso, tomó la lanza, a modo de bastón, se ajustó el zurrón a la cintura y con una cinta que le cubría el cuerpo a modo de bandolera se ató el tobillo.

- Menuda mierda de benda se ha puesto.

Aquello empezaba a ser exasperante, se había empeñado en acompañarla y o no entendía o le traía sin cuidado lo que ella le decía. Con gesto serio y severo hizo un gesto enérgico cortando de raíz su comunicación. Negó con la cabeza, uso ambas manos para simular a dos personas andando juntas y volvió a negar. Acto seguido volvió a hacer el gesto de andar con ambas manos pero esta vez cada uno dirigiéndose a una dirección opuesta.

Estaba harta de de aquella tontería de los gestos y una vez mas le indicó que debía dejar de seguirla. Sin mas ganas de perder el tiempo emprendió la marcha apretando el paso, confiada en que el guerrero no pudiera seguirle los pasos herido como estaba. Y si tenia que correr un rato, eso es lo que haría.

2 de enero de 1700 T.E. 15:21h. Harad. Desierto. Despejado 39C. Desierto rocoso "La carrera de dunas". Viento calmo.

Empiezas a andar, y el hombre, sin estar con más ayuda que su lanza, se pone en pie. Aprietas el paso, y él intenta seguirte la velocidad, pero no es capaz y pronto disiente. No puede. Te cuesta, mordiéndote la lengua y el carrillo por dentro, pero lo vas dejando atrás. Tus remordimientos te reconcomen por dentro.

Nayira fue dejando atrás al guerrero, y durante todo el rato no dejo de pensar en si había hecho lo correcto. Se intentaba convencer a si misma de que le había ayudado tanto como le fue posible. Salvándole la vida dos veces y entregándole parte de sus provisiones y encima era un enemigo declarado. Tal vez en otras circunstancias le habría acompañado a un lugar seguro, pero estaba en una misión, algo importante que debía de realizar y no podía perder el tiempo.

Se estuvo repitiendo eso una y otra vez para acallar los remordimientos que la asaltaban y procuró mantener un buen ritmo para llegar cuanto antes al río.

7 de enero de 1700 T.E. 09:14h. Harad. Desierto. Despejado 33C. Desierto rocoso "La carrera de dunas". Viento racheado que levanta ocasionalmente nubes de polvo. Cercanías a la ciudad Car-Hal-Amadán.

Los siguientes 4 días fueron tranquilos. Nada digno de mención. Ni si quiera nubes cruzaron en tu camino por el cielo, pero ahora llegabas a filo del rio. Tu destino estaba ante tus ojos. Por los caminos cruzaban caravanas comerciales, que se habían adentrado al desierto. Otras dos caravanas salen; en sentidos contrarios, bordeando el rio. No se ve la otra parte del cauce. El mar se abre hacia el Sudoeste. A esta distancia puedes escuchar algunos de los ruidos de la urbe, que son una novedad, respecto al silencio arenoso del desierto que dejabas atrás.

Poco a poco el recuerdo del guerrero fue quedando atrás y aunque en su mente de vez en cuando se preguntaba lo que le habría sucedido, continuar con su largo viaje era la mayor de las preocupaciones. Cuando días mas tarde vislumbró el río a lo lejos se permitió una suave sonrisa y con un gesto de resolución aceleró el paso un poco deseando alcanzar aquel cauce tan inmenso.

Incapaz de resistirse, encaminó sus pasos a una zona alejada de cualquier transito pues la idea de darse un baño para refrescarse y sacarse de encima todo el polvo del desierto era demasiado tentadora. Después de eso tendría oportunidad de acercarse a las caravanas y averiguar si sería posible viajar en algún de las que se dispusieran a viajar río arriba.

7 de enero de 1700 T.E. 14:00h. Harad. Desierto (wadis). Rio poro. Despejado 38C. Viento leve que levanta constantemente nubes de polvo. Cercanías a la ciudad Car-Hal-Amadán.

Has tendido hacia el norte, ya que era la posición más cómoda para seguir tu viaje. Sabes que mucho más al norte, siguiendo el camino, hay un vado, que estará a un par de días a buen paso. Has bajado por una rambla del desierto al rio, que está como en una zanja de unos 8 metros de profundidad. Tu piel agradece el cambio y el "repaso" pero algo te impulsa a seguir. No sabes si es algo interno o externo. No sabrías si quieres poner tierra de por medio con el guerrero herido o si es algo que tira de ti para llegar antes. al final de cuentas de bañas, pero con la intranquilidad de que quieres continuar, no sabes si impelida o atraída.

Estando en el rio te das cuenta que este no era el que esperabas. Es mucho más estrecho y si te lo propones, y con algo de ayuda, podrías cruzar a nado. (piensas en unos tarugos para que te ayude a flotar ... ) pero tras un rato ves que la corriente es muy fuerte y fría.