Partida Rol por web

Bueno, creo que todas estas historias están siendo muy interesantes- dice David tras acabar de escuchar otra de sus compañeros- pero aún no habéis oído la mia que os va a asustar pero a base de bien- sonríe al decir esto. Luego se dispone a empezar pero calla de pronto- esto, ¿como era?- se le había olvidado- ah, ya, ya me acuerdo. 

Cogiendo un puñado de polvo que lanza a la hoguera avivándola dice la formula que se hace antes de cada cuento:- Para el Club de la Hora Bruja,  doy comienzo a esta sesión con el relato llamado "No molestes a los muertos".- Tras un momento de silencio empieza a narrar.

Era una noche fría y oscura, como otras tantas el pequeño pueblo de Pinas. Una ligera niebla revoloteaba por el pueblo mientras los cuatro niños caminaba hacia el cementerio.

Esto si que es una locura- se quejaba David- no seas cagueta- le respondían los demás.

El porque se encontraban los niños a estas horas despiertos y en la calle era algo bien sencillo: todo comenzó cuando, en uno de los días del colegio, la profesora, contó una historia sobre Halloween y el cementerio del pueblo. Decía que en el día de todos los santos, los muertos se levantaban de sus tumbas y los fantasmas aparecían para aterrorizar a los ciudadanos del pueblo, y llevarse algún niño para comérselo. Historia que no tenía ni pies ni cabeza, pero que a los niños de esa edad les interesaba enormemente. Todo se iba a quedar en una anécdota, cuando en el patio del colegio, y tras una fuerte discusión entre ambos niños se hizo una puesta: cuatro niños irían al cementerio el día de todos los santos y estarían allí al menos durante una hora para comprobar su valentía. Para demostrarlo, deberían hacerse una foto. 

Y en ello estaban los cuatro valientes (bueno, uno no tanto), disfrazados para la ocasión, yendo para allá, con sus linternas y su cámara de fotos preparadas para la ocasión.

Hector había llegado el primero, la verdad es que nunca había sido un gallina y explorar el cementerio de noche le daba más curiosidad que miedo, eso si había intentado que poca gente le viera yendo para allá, sino sus padres que se habían tragado la bola de que dormía en la casa de un amigo, podían saber lo que había hecho y tener una buena bronca.

Al ver al resto los saluda:- Buenas chicos, creo que no han cerrado el agujero que había en la parte de atrás y podemos entrar ¿Os atrevéis?-

María iba vestida de caperucita No es que diera miedo, es que era el traje que su madrele había comprado y en una de las manos llevaba una cesta con forma de calabaza en la que descansaban algunos caramelos.

En su cara estaba reflejada la culpabilidad de haber traicionado la confianza de su madre, que suponía que su hija estaba con sus amigos pidiendo caramelos de casa en casa.

-¿Es una buena idea?-preguntó haciendo más palpable su culpabilidad.

Lucas se apretó el cordón de su sombrero de cowboy para mantenerlo firme en su cabeza. Le encantaba ese disfraz, pero odiaba que su madre le pintara un bigote negro. Él realmente se sentía un tipo duro vistiendo ese atuendo, pero ese maldito bigote pintado se cargaba todo el encanto, y precisamente esa noche Lucas necesitaría de toda su valentía.

-Si no lo hacemos se burlarán de nosotros y nos lo recordarán toda la vida- respondió a María tratando de convencerla-.Por cierto, ¿Lleváis la cámara? No me gustaría entrar allí y luego descubrir que no tenemos la forma de conseguir una prueba.

María asiente, mientras saca de una mochila una pequeña cámara de fotos. Era una cámara digital, que había "cogido prestado" a sus padres, los cuales no la echarían mucho en falta -ya habían hecho suficientes fotos en este día-. Os dirigís a la parte de atrás para buscar un lugar por donde entrar: el pequeño agujero venía a ser un muro algo derruido, el cual con solo escalar podríais entrar. A decir verdad debían arreglarlo para impedir la entrada de la gente por allí, y a pesar de que había material de construcción, lo cierto era que aún no se habían puesto para ello. Algo que os venía bien a vosotros para la  ocasión. 

Viendo que el muro es sencillo de escalar decido ir en cabeza, a ver que tiene de interesante además de las frías piedras que a veces le llevan su padre a visitar. Además el día de todos los difuntos en el cementerio, sería guay, con eso y sin decir nada, escalo poco a poco la pared más deteriorada.

Ojalá esta sea toda la dificultad que encontremos esta noche... piensa Lucas mientras se encarama como puede al pequeño muro.

María enganchó la cestita de calabaza a la pequeña mochila en la que descansaba la cámara de fotos y saltó sin éxito para intentar trepar por el muro.

-..jou..-se quejó por lo bajo saltando un poco más para aferrarse a la piedra derruida raspándose las rodillas contra el muro, trabajosamente, y resbalando de tanto en tanto se encaramó al muro. Al llegar arriba se recolocó las gafas y se escurrió con cuidado para llegar al otro lado.

-ta-daan-dijo frotándose las manos que tenían las palmas enrojecidas por trepar.

No hubo muchas dificultades en saltar el andamio y en un abrir y cerrar de ojos os encontrabais en el cementerio.

No se podía negar: el sitio era cuanto menos, tenebroso. Una ligera niebla se encontraba en el ambiente y las tumbas, muchas de ellas de cientos de años no ayudaban a mitigar el ambiente estremecedor del lugar. A decir verdad, cierto nerviosismo os recorre el cuerpo en este momento. Mas ahora no había marcha atrás.

La luz de la luna (una luna completa y brillante) es suficiente para iluminaros el lugar. Ahora solo quedaba avanzar y haceros la foto. Habíais oído que en el centro del cementerio había un panteón antiguo... que mejor lugar para inmortalizar vuestra valentía.

Apunto con mi linterna a las lapidas, intentando ver cual es la tumba con la fecha más antigua de todas las que ves, ya que la mayoría son todas iguales... A mi me gustaría una con un personaje de Batman o algo parecido, ya que estás ahi dentro al menos que mole lo que tienes arriba. Me giro hacia el resto y digo:- Vamos al panteón de los Juan Saez, ya sabéis esa tan grande que mola tanto, tiene que tener hasta un laberinto dentro, os lo digo yo.- Voy hacía allí iluminando mi camino.

María encendió la linterna que enfoco con su haz de luz al rostro de la niña que cerró los ojos deslumbrada al tiempo que la luz en parte era reflejada por las gruesas lentes de la niña.

Parpadeando viendo lucecillas en ese entorno tan oscuro por culpa del deslumbramiento dio un par de pasos hacia adelante vacilante.

-¿Un laberinto? ¿Y si nos perdemos?

Se pellizcó el puente de la nariz cerrando con fuerza los ojos con un gruñido bajo.

Estúpida linterna.

Sin duda, María pensaba palabras que nunca, y menos delante de un adulto, diría en voz alta.

-¿Es esa que tiene la enorme estatua de un ángel?-preguntó Lucas a Héctor, acerca de la tumba sobre la que hizo mención.

Lucas miraba a un lado y a otro intranquilo por partida doble: por lo terrorífico del lugar y por si algún adulto les pillaba merodeando por allí a esas horas. Seguro que por algo así sus padres le dejarían, como poco, una semana sin postre, y eso sería terrible.

Seguís avanzando por el cementerio, adentrándoos mas y mas en el mismo. No podíais negarlo: estar allí en una noche como aquella era algo que podría asustar a cualquier. De ahí que vuestro deseo era llegar cuanto antes al panteón y haceros la foto. 

Al poco rato llegáis al mismo. La escultura de piedra de un ángel os indica el camino.

A varios metros detrás de la misma se encuentra el panteón: una enorme construcción descolorida cerrada por dos enormes puertas de madera. El tiempo había hecho mella en ella. Aquí y allá había alguna que otra figura desfigurada en un edificio que, por lo demás, se encontraba perfectamente.

Empiezo a juntar los brazos insconcientemente, un temor casi reverente desciende sobre mi... Quizás no haya sido tan buena idea entrar en el cementerio de noche, pero ya estamos a punto y la foto va a molar más que nada, por lo que digo:- Esta estatua esta cerca del mausoleo... Ya nos queda poco.- Saco un momento una botellita de agua y la bebo que mi garganta esta seca.

Tras pasar la estatua, llegáis a lo que es el mausoleo. Un enorme edificio de piedra con distintas figuras en su techo y sus paredes que hacían su decoración (ángeles, principalmente). El mausoleo estaba rodeado por una pequeño verja de hierro, para evitar que posibles chicos entrasen en el mismo e hicieran sus trastadas.

Al ver la verja me animo, si alguien ha puesto esto es para esconder algo que es interesante, de eso seguro, por lo que sin esperar a nadie empiezo a escalar por donde me parezca más estable, quiero ser el primero que pueda ver lo que hay al otro lado.

-¡Espera!-chilló la niña con voz angustiada e intentó seguir a su amigo, resbalándosele las manos sudorosas por la verja. Pataleó frustrada y se frotó las palmitas contra el disfraz con un "cachis" bajito. Se agarró de nuevo y subió con algo de torpeza en pos de Héctor.- No te separes-le suplicó mirando con la linternita a su alrededor, las figuras se le antojaban macabras y juraría que los ojos de las fotografías de los difuntos les observaban.

Está todo en tu cabeza, está todo en tu cabeza, no va a salir un zombie y te va a comer el cerebro, no lo va a hacer...

No tenéis muchas dificultades en saltar la verja y ya os encontráis en el mausoleo. La primera prueba ya estaba lista, ahora solo faltaba buscar un sitio para hacerse la foto.

¿Que os parece si nos hacemos dos fotos, una fuera y otra dentro del mausoleo?- pregunta Lucas

Al escuchar a Lucas hablando sobre hacernos una foto en el tenebroso mausoleo, casi me dan ganas de dar saltos, estoy nervioso, quiero ver ese sitio, aunque no quiero que lo pase mal María la verdad es que me encantaria explorar el lugar con más detenimiento, respondo a Lucas:- Mola, espera a que nos pongamos delante de la puerta, que parezca que hemos salido del lugar, jeje- Cojo la mano a María y le hago que me siga a la puerta con una sonrisa:- Veras como no pasa nada.-