Partida Rol por web

Desde el pozo ascendía una corriente de aire gélido, nada extraño, todo en orden. Menos la ausencia de esos niños y la sensación de que algo se movía, podían verlo por el rabillo del ojo pero al girar el rostro todo parecía en orden.

Quizá era el momento de buscar una forma de regresar, pero el cambio de las estatuas se hizo evidente. ¿Era posible que realmente se hubieran movido solas? Sin embargo ahí estaban, con sus bracitos extendidos como si fueran a abrazarles y una sonrisa pétrea en sus caritas.

-Todos necesitan un compañero-se oyó una voz rasposa y sibilante, perteneciente a un niño de ropas empapadas teñidas de color carmesí. En un instante estaba lejos de ellos y al siguiente parpadeo estaba junto a Héctor.

-Tú serás el mío.

Noto el frio proveniente del pozo y me alejo de él, cuando veo el cambio en las estatuas y no puedo más que dejar de gritar de terror. Pero no es cuando veo a ese niño que ha aparecido de la nada e intento esquivarle...

Un grito sordo se quedó, cómo si fuera a estar para siempre, en el fondo de mi garganta cuándo vi al niño fantasma. Sin duda era un fantasma: daba miedo, parecía en sangre y se movía a la velocidad de un parpadeo.

- ¡Co...Co...CORRE HECTOR!

Fue cuando me giré para salir corriendo que vi que las estatuas se habían movido sin duda. Y me dio mucho miedo. Así que sin dudarlo un instante, empecé a correr para salir del círculo de estatuas... y más tarde del campamento.

El niño que había aparecido aferró el aire donde antes había estado Hector, que evitó al tétrico crío mientras Lucas echaba a correr para salir del tétrico corro de las estatuas. David parecía demasiado impresionado por la situación, quizá, pues no se movió limitándose a observar la escena. Quizá movido por su inactividad, el niño se dirigió con paso errático hacia David, parecía desaparecer en lo que duraba un parpadeo para aparecer un par de pasos más cerca, a veces sonreía, a veces giraba la cabeza hasta casi tocar con la oreja el hombro... lo único que se mantenía era una especie de risa que sonaba como un eco.

En los barracones todo era oscuridad y silencio, como si estuvieran solos.

Al ver al extraño niño que ha salido del pozo salgo corriendo, esquivando a las estatuas que intentan cerrarme el paso, mientras grito a David:- ¡Corre David!- Pero no miro para atrás, tenía que escapar de esa pesadilla fuese la que fuese. Yo no quería saber más de este extraño lugar con tantos barracones y demasiados secretos.

David, que se había quedado quieto durante toda la aparición, se mueve ahora con celeridad ante el grito de su amigo. Eso, y que ver como se acercaba ese niño para agarrarle no le agradaba en absoluto. Así que, moviendose con rapidez, se escabulle de sus manos y empieza a correr para escapar de aquel lugar. 

No me había girado para asegurarme de que David y Hector me seguían, así qeu fue cuándo escuché a Hector gritar que volteé la cabeza. Parecía que David se había quedado rezagado y el fantasma "jugaba" con el. Finalmente veo que reacciona y echa a correr para escapar, pero entonces algo me estremece.

Había estado oyendo un sonido extraño mientras huía, pero no le había dado importancia. Era el fantasma. Se reía. Eso era malo, una mala señal. Un escalofrío recorrió mi espalda pero al momento reanudé mi huida. 

Los pasos de los asustados niños les llevaron lejos del círculo de estatuas pero junto a los restos de la hoguera donde habían estado cantando. Desde el edificio principal, aquél donde habían entrado esa tarde, apareció una luz titilante en una de las ventanas y la risa se ahogó. El niño no les seguía. Desde las escaleras de madera que llevaban al lago ascendió una corriente de aire helado que les envolvió a los tres con un ulular parecido al de una lechuza. La puerta del campamento, la que llevaba al bosque estaba abierta y golpeó con violencia el marco al ser zarandeada por esa brisa.

Con la respiración agotada por el susto y la carrera, miré a mis amigos. Debían estar más o menos igual, pero la noche no me dejaba tampoco ver sus expresiones.

- Vámonos de aquí, y rápido. Da igual a dónde, pero lejos de ese pozo y esas estatuas...-aunque pensandolo bien, no era sólo eso, el campamento entero era una especie de ilusión fantasmal - Lejos del campamento. Salgamos de aquí antes de que sea tarde...

En cuánto dije eso me arrepentí: era la típica frase que decían en las películas cuando ERA demasiado tarde.

No seas gafe- dijo a su amigo. Esas palabras nunca se debían usar en situación como aquella. Aún así y todo tenía razón en una cosa: era el momento mas adecuado para salir de allí. Y cuanto antes mejor- corramos a la salida.

Asiento a lo de irnos por la puerta principal, pero les digo:- Utilicemos las linternas, no creo que haya mucha luz tras esa puerta.- Y sin decir más enciendo la linterna y avanzó junto al resto para ver si hay alguna salida posible de todo este embrollo.

Nada parecía indicar que estuvieran siendo perseguidos pero la sensación de acoso se hizo más clara cuando cruzaron el umbral del campamento, dejando las macabras instalaciones a su espalda.

El bosque era oscuro y las copas frondosas de los árboles no dejaban llegar los rayos lunares hasta el suelo.

Los grillos eran su única compañía hasta que, junto a ellos apareció una niña vestida con pantalones cortos y camiseta naranja con el lema del campamento. Tenía el cabello cortado sobre los hombros, de color anaranjado. No podían percibir bien los colores en esa oscuridad pero la imagen que tenían junto a ellos era más que clara.

-Vaya, habéis salido. Nosotros también lo hicimos -dijo despreocupada la niña, sin embargo al mover los labios daba la impresión de que el movimiento no concordaba con el sonido de su voz, como si de una película pirata de mala calidad se tratara.

Antes de que los niños pudieran replicar algunos otros, igual vestidos que ella aparecieron entre los árboles.

-Deberán jugar con nosotros si no quieren dormir-dijo un niño.

-Jugaremos al escondite-decidió una niña con el pelo recogido en una coleta de caballo de color miel.

La niña que había hablado, sonrió haciendo que en sus mejillas aparecieran hoyuelos.

-Tenéis que jugar con nosotros si no queréis dormir.-De alguna manera, pese a la extraña claridad que les rodean, los niños no podían fijarse en ningún detalle de sus rostros, como si estuvieran emborronados.

Miro al resto de mis compañeros y les susurro a mis compañeros de juegos:- Esto no parece ser una salida, pero no se yo si volver a entrar a ese sitio puede hacernos bien ¿Que pensáis?- Observo a los niños para ver si puedo ver sus rasgos mejor, porque ya no me puedo fiar de nada en este lugar. Excepto quizás a mis amigos y a mi.

¿Tenemos mas opciones?- pregunta. A decir verdad, no veía muchas mas posibilidades para salir de aquel extraño lugar- lo importante es no separarnos. Juntos podremos salir de aquí. 

Miré consternado a mis amigos. ¿Qué decían? ¿Jugar con esos niños tan raros? ¡Me daban escalofríos!

- Pero yo no quiero jugar ahora...Quiero irme a casa... A mi casa. - susurré desconsolado.

Una de las niñas se tapó la cara con una risa etérea y salió corriendo.
-¡yo cuento!- y hablando de contar, no parecían tener en cuenta la opinión de los niños, como si fueran una especie de mascotas nuevas.
-Uuuuno, Doooooos, Treeeeeeees, Cuaaaaatro, Ciiiiiiiinco, Seeeeeeeis...-la voz de la niña se alzaba por el bosque en tinieblas y el resto de niños, entre risas se esfumaron con rapidez en la oscuridad, entre el susurro de las hojas y la tierra, dejando a los niños solos y juntos.

Tenía miedo. Sin duda. Quería irme a casa, pero algo me decía que no iba a poder. Debía jugar...

- No nos separemos. - dije en un susurro no exento de desesperación. - Escondámonos.

Intento ocultarme con el resto, pero creo que no sea muy bueno con eso, escucho mis pasos sobre las ramitas que se quiebran a mi paso...

David hace un gesto a sus compañeros y busca el primer lugar que encuentra: detrás de varios árboles que se encuentran por la zona. Allí se escondería. 

Viendo que todos parecen aceptar la idea, me meto yo también entre los arbustos tan silenciosamente cómo puedo, con cuidado de no caerme o chocarme con alguna rama.