Tu vida era sosegada, tranquila y a la vez intensa.
Vivías tranquilamente en una pequeña aldea del Tibet con tu maestro y tus días pasaban con cierta monotonía: entrenando, comiendo, entrenando, descansando, entrenando y durmiendo. El objetivo de tu maestro era convertirte en una futura amazona, una guerrera que luchara por Atenea vistiendo una de sus armaduras. Según tu maestro, es una diosa buena, bondadosa y que desea la paz, de manera que no te costó mucho tiempo convertirte en una ferviente defensora de estas causas.
Lo único que hacía mas llevadero todo el entrenamiento eran las viejas revistas que tenías. Era agradable tener algo más haya del entrenamiento, aunque, sin embargo, nunca entendías porque todo el mundo (tu maestro y la gente que salían en las revistas) tenían un color de piel diferente al tuyo. Por otro lado, siempre ibas con máscara, de manera que nunca habías podido saber si tú eres una de esas chicas, que dicen en las revistas, guapas o no.
Sin embargo, toda esta rutina cambió un día cuando una extraña mujer apareció en la aldea. Vestía una gran capa marrón que le cubría el rostro, aunque pudiste ver algunos cabellos rojizos que se la escapaban de la capucha. La mujer se quedó con vosotros un par de días, en los cuales te vio entrenar y no te dijo ni una sola palabra, solo hablaba con tu maestro. Al cabo de este tiempo, la mujer volvió a irse.
Tenías la certeza que, tras su ida, la vida volvería a la normalidad, pero no fue así. Tu maestro te dijo que por fin había llegado el día de ver si el entrenamiento había servido para algo o no. Te dijo que la mujer había venido desde el Santuario, el lugar donde vive Atenea, y que las pruebas para vestir las armaduras sagradas ya había empezado. Si querías obtener la tuya, tendrías que viajar a Irlanda, a un pequeño pueblo de allí, donde se te pondrá a prueba. Sin tiempo para pensar, dijiste que sí.
A los cinco minutos ya tenías la maleta hecha y un coche había llegado para recogerte. Aunque habías visto coches en tu revista, este era bastante más moderno. Antes de despedirse, tu maestro te dio una carta con las instrucciones.
El coche te iba a dejar en el aeropuerto, donde cogerías un avión hasta Cork, Irlanda. Allí, otro coche te dejaría en un punto concreto donde te recogería otro coche con más reclutas que están haciendo la prueba. Vuestra misión era investigar lo ocurrido en una pequeña aldea al sur de la ciudad, donde se cree que ha aparecido una bestia mitológica. Se os pide que intentéis pasar inadvertidos y que, si llegara el caso de confirmarse la presencia de la bestia, tendríais que neutralizarla.
De manera que, con tu objetivo en una mano y con un cúmulo de emociones como nervios, fascinación y emoción, tu viaje comienza...
Yo no sé cómo va lo de armas y armaduras. ¿hay algún bastón o algo que ayude a los lanzadores de conjuros? Me doy un paseo después de pasar por la enfermería si me da tiempo XD. Y que alguien me asesore XD.
En cuanto a armaduras, hay gabardinas, completas de cuero y cosas así que puedes llevar sin penalizadores y te protegen algo más que ir a pelo.
En cuanto armas para magos, así, de buenas a primeras no hay porque son cosas muy extrañas y muy raras. Sin embargo tienes la opción de la armadura, que por ejemplo traiga un espejo (como comentamos en su día) que sí tenga propiedades mágicas, pero es mejorando la armadura que aún no tienes.
Y, la última opción, es encontrar armas "mitológicas", como el bellocino de oro, el casco de Hades, las sandalias de Hermes o cosas así que, aunque no son armaduras, poseen poderes.
Pense que antes de salir del santuario conseguiriamos nuestras armaduras por lo que no me traje nada de protección... al parecer fui demasiado optimista por lo que me decido a acercarme a la armeria, mi cuerpo es fuerte pero nunca esta de más que puede ofrecernos el santuario para protegerme un poco.
Buscare una armadura pero tampoco nada demasiado pesado que no tengo un usar armadura precisamente alto con 20 :P
Pues una gabardina de cuero para la señorita ;).
Pero lo rolearemos paso a paso, así que de momento me voy con Artemias a la enfermería.
Parece ser que nadie más tiene que preguntar a la "simpática" Sahina, de manera que el grupo se separa.
Alexander va directamente al punto de partida.
Opa se dirige a la armería.
Mientras que Yelena y Artemias van a la enfermería.
Si os parece, lo dicho antes, vamos a ir acelerando que esto son solo preparativos para el viaje.
El camino hacia la armería es bastante corto y llegas sin problemas.
Allí, un hombre de unos cuarenta años, tan grande como tú y con unos músculos más grandes que los tuyos, golpea sin cesar algo sobre un Yunque.
Toda la armería está hecha de piedra y madera, con el fuego y el yunque al fondo, la pared derecha llena de diferentes armas, mientras que la izquierda está cubierta de diferentes tipos de armaduras.
- ¿Puedo ayudarte muchacho?
Te pregunta cuando entras. No lo dice de una forma fría ni nada por el estilo, pero parece bastante ocupado.
Sin ningún tipo de problemas ni contratiempos, llegáis a la enfermería.
Se trata de un pabellon de proporciones inmensas donde hay colocado hileras de camas en los laterales. Tanto en las paredes como en el techo veis diferentes marcas que os dicen que ahí antes había paredes, pero parece que las han retirado todas para dejar sitio a las camas.
Puede que haya unas treinta, aproximadamente, y el 95% de ellas están ocupadas. Tendidos sobre ellas podéis reconocer a alguno de los reclutas que había con vosotros. Todos están heridos, aunque ninguno de gravedad parece... A parte de golpes, cortes y moratones, más de uno y de dos tienen alguna extremidad rota... Al compararos, os dais cuenta que no habéis salido de la prueba tan mal parados como otros.
Mientras contempláis este espectáculo, una de las enfermeras, al veros, se acerca.
- Hola. - Dice con una sonrisa de oreja a oreja. Tiene el uniforme manchado y se la ve cansada. - ¿Puedo ayudaros en algo?
Sin problemas, llegas al puerto, donde parece ser que no hay nadie.
A parte de un par de barcos, hay un gran yate bastante grande. Es blanco, sencillo y de líneas elegantes.
No hay nadie más en el puerto.
Vaya, creo que cogimos los pañuelos justo a tiempo...
Observo al chico que está a mi lado. No sé cuán herido está, pero a mí sólo me quedan unos rasguños.
- Veníamos de parte de Shaina - digo mientras le enseño la cabeza de serpiente de plata -. Tenemos que partir en tres horas.
Antes de contestar, la mujer se acerca un poco para ver la pieza de metal.
- ¡Ah! - Y se retira. - ¡Claro! ¡Claro! Seguirme por favor.
La mujer empieza a caminar por el pasillo que hay entre las camas.
- Con que Shaina... Y seguís enteros, sorprendente. - Empieza a decir entre risas. - A lo mejor es verdad que se este año está más relajada con los aspirantes. - A vuestro alrededor, el resto de reclutas, os miran. Algunos con cierta fascinación y otros con odio, aunque todos tienen un cierto toque de envidia en sus ojos. - Pasar aquí. - Y os señala una pequeña habitación con un par de camas vacías, instrumental médico y algunas gemas de diferentes colores.
- No tardaré nada. - Rapidamente pone las manos sobre vosotros y de ellas empieza a salir una especie de bruma verde que os envuelve. - ¡Listo! - Se aleja de vosotros para coger una pequeña gema color verde y te la entrega Yelena. - Y esto para ti, puede que te sea de ayuda. Si no necesitáis nada más, tengo más pacientes que atender. - Y diciendo esto sale de la habitación.
Los dos estáis recuperados al 100%.
La piedra que te ha dado Yelena es un contenedor de Zeon que tiene 200 puntos. Cuando hagas hechizos puedes extraer el Zeon de ahí en lugar del tuyo y, si lo gastas, puedes ir reyenandolo con tu propio Zeon.
¿Qué hacéis?
Master no pensaba ir al punto de partida todavía quería ir a la costa para practicar mi poderes, ademas de hacer algo de hielo para pasarlo por la zona donde me dio la piedras, ademas de calmar el calor, estoy acostumbrado a otro tipo de clima XD, tenemos 3 horas.
Ok, perdón entonces.
Ya cambie tu post para que estés en el puerto.
l ver el mar tormentosos pasado se remolineaban en su cabeza, lentamente fue consiguiendo fuerza para congelar la superficie del agua, la cual rompió con un golpe seco de su puño, se quito camisa y con ella envolvió unos cuantos trozos.
Usando su camisa se dio por todo el cuerpo, el calor de esas latitudes no era algo que él estuviera acostumbrado, el dulce frio que sentía aliviaba su cuerpo. Recorrió todo su cuerpo con su ropa helada, centrándose en la zonas donde había sido golpeado con las piedras.
Sabia que él camino para convertirse en caballero no era fácil, pero el no lo quería que fuera así para el ni para nadie. En verdad quería que aquellos que se convirtieran en caballeros de athenea fueran fuerte guerreros capaces de parar las calamidades que ocurren por el mundo.
Alexander se perdió un poco en sus pensamientos, tras acaba de refrescarse con el calor, tiro los trozos de hielo que aun quedaban al mar, retorció su ropa para secarla del agua y se puso la ropa fresca, y se dirigió a la salida del santuario al punto donde debería estar el vehículo con el cual partirían.
No he tirado por el poder ya que esto es mera interpretación, ademas me pondría a concentrarme unos turnos para reducir la posibilidades de que mi poder falle a que ocurra una pifia.
- Muchas gracias - digo alzando levemente la piedra mientras ella ya se aleja.
Ha sido muy amable por su parte.
Observo la gema con curiosidad. Nunca he tenido una de estas. Puede ser muy útil. ¿Podré engarzarla en alguna parte? Como hemos terminado tan rápidos, igual me da tiempo a buscar a alguien que sea capaz en la armería.
- ¿Visitamos la armería? - me dirijo a mi compañero mientras me guardo la gema junto con la cabeza de serpiente.
Llego a la armeria donde hay me sorprende encontrarme gente de "mi tamaño" e incluso más grande. Les sonrio cuando me saludan y les digo.
Nada, nos mandan salir de "caza" y estaba buscando algo de protección. Digo girandome hacia donde estan colgadas las armaduras.
El lugar de reunión se encuentra al norte del Santuario.
Allí, una furgoneta con el símbolo de la cabeza de una cobra en el lateral os espera. No logras ver a nadie cerca y las llaves están quitadas...
Solo ha pasado una hora.
- Sí, claro, sin problema. Echa un vistazo y puedes probarte las que quieras. - Te dice el hombre tras lo cual vuelve a su trabajo.
Entre lo que ves hay desde simples gabardinas reforzadas, trajes completos de cuero, petos y hasta armaduras de placas completas.
- Ah, por cierto. - Te vuelve a decir mientras termina. - Se me olvidaba. Me tienes que enseñar la insignia para poder llevarte la que quieras.
¿Insignia? creo que se la dierón a mi compañera y no a mi... Digo chasqueando la lengua con fastidio Solo buscaba algo de cuero que me proteja un poco pero no limite mis movimientos. Digo viendo las completas de acero, debe ser imposible moverse libremente con eso. ¿No podéis dejarme algo así?
Dondo digo cuero es cuero endurecido que el pobre no distingue :P
- Te puedo dejar lo que quieras muchacho. - Te contesta con una amplia sonrisa. - Justo despues de que me enseñes la insignia. - Y hace qeu su sonrisa desaparezca. - Vuelve cuando la tengas.
Y el hombre reanuda su trabajo.