Partida Rol por web

Alexander se mantuvo en el sitio mientras observaba avanzar a las hordas de enemigos, se concentraba en acabar con cuantos enemigos se encontraran en su camino
- colmillos de zorro.-

Artemias, de un golpe rápido y veloz, decapita a uno de los esqueletos limpiamente.

Por su parte, la técnica de Alexander sigue presente parece que es más intensa que las otras veces, ya que cristaliza a todos los esqueletos que hay en cinco metros de radia desde su posición.

Si esto no es suficiente, a su alrededor empiezan a surgir decenas de pequeñas estacas de hielo que se lanzan veloces hacia los esqueletos que tiene delante, los cuales empiezan a caer como simples deshechos sin oponer resistencia.

¿Qué esta ocurriendo? Parece que se están mostrando las verdaderas amenazas de este ataque. ¡Y con ellas a nuestros caballeros de oro! Ojala pudiera distraerme un poco para apreciarlo todo mejor.

También parece que Alexander les ha dado donde duele.

-¡Animo Alexander, que sepan lo que el zorro puede hacer!- 

Yelena esta terminando de cargar el ataque, así que voy a seguir aprovechando el tiempo. Mi ataque esta siendo bastante efectivo contra la horda de esqueletos, aunque parecen no acabarse nunca.

-¡Vendaval tornado!- Arremeto otra vez contra nuevos esqueletos.

Mira hace girar su "cola" barriendo una gran zona delante de ella, llevandose por delante a dos esqueletos y golpeando a otros tres.

Estos, sin dejarse amedrentar, siguen llegando y avanzando mientras descargan su ataque contra los santos. Aunque esta vez, en lugar de usar sus espadas o garrotes, el ataque viene en forma de flechas.

Al ver como el cielo se oscurecía por las flechas y teniendo en cuenta el tamaño de mi compañero di un giro para ponerme detrás de él aprovechando la cercanía.

El grandote era los suficientemente grande como para cubrirme y de paso podría encargarme de algún esqueleto que intentase algo gracioso.

Parece que en esta ocasión, solo las chicas son capaces de resistir el ataque.

Yelena vuelve a levantar su escudo bloqueando las flechas mientras que Mira, hace varios quiebros y giros en el aire esquivando cada una de las flechas.

Alexander, descuidando su defensa al usar sus técnicas ofensivas, no se puede defender de los ataques y las flechas atraviesan su gélida piel haciendo que su sangre bañe el suelo.

Artemias intenta colocarse detrás de Opa para no recibir las flechas, pero su compañero no es capaz de detenerlas y algunas de ellas le impactan. Sin embargo, su dura piel es capaz de no rasgarse ante el acero. 

Su compañero Artermias, al ver que está siendo golpeado, sale de su espalda e intenta esquivar las flechas por su cuenta, pero estás también terminan impactándole en la armadura.

Mientras peleáis, los santos de Oro y Plata siguen combatiendo.

Tanto vuestro Maestro como el resto de caballeros de Plata parecen estár bastante ocupados luchando contra los gigantes y cíclopes mientras, también, intentan eliminar a todos los esqueletos posibles. Haces de luz plateados surgen aquí y allí en el campo de batalla.

Por otro lado, los santos de Oro también están intentando mantener ocupados a los cuatro guerreros oscuros, aunque parecen que las cosas están bastante igualadas... 

Hasta que ocurre...

Una explosión surge del cielo... Por un momento todo parece detenerse... Hasta que los volvéis a ver... Esa luz dorada y oscura siguen peleando sin cuartel.

Sin embargo... Algo ocurre... Todos los esqueletos y armaduras que habéis destruído... En un momento empiezan a juntarse... Unirse... Hasta formar...

- ¡¡POR ATENEA!!

De improviso, los cuatro santos de Oro comienzan a brillar con más intensidad, despertando todo el potencial de su cosmos. 

A parte de luchar contra los cuatro "generales", lanzan varios ataques para intentar destruír a aquellos nuevos esqueletos... Sin embargo, no pueden ayudar mucho sino quieren perder el combate... Por eso, a unos 10m de donde os encontráis, uno de esos esqueletos va directo a vosotros.

No puede ser, ¡estaba a punto de hacer a esos bichos más grandes! Tengo que pensar otra forma de hacerles frente, algo con todo el cosmos que he estado acumulando...

Pero primero necesito saber qué son. ¿Son seres de oscuridad? Podrían serlo, son esqueletos. Hasta donde yo sé, eso es nigromancia. Mi magia de luz puede ser útil aquí. 

- ¡Mïra, cambio de planes! - grito viendo cómo planea por el aire -. ¡No dejeis que pase! 

Observas un momento a los esqueletos... Y hay algo que no te cuadra...

No parecen esqueletos normales y corrientes... No parecen estar ligado a la oscuridad y tampoco parecen estar creados con una técnica nigromántica... Lo que sabes es que las armaduras y las armas que llevan tienen un gran poder en ellas... Tienen cosmos acumulado... 

- Están hechos con Cosmos... - murmuro -. No parece que los hayan levantado. No... parece nigromancia...

Estoy confusa, pero eso no puede detenerme ahora mismo. 

Alzo las manos, sintiendo que mi cosmos se eleva al tiempo que mi conjuro se completa. 

- ¡Haces gemelos!

Y descargo ambos rayos de luz contra el esqueleto. 

Dos esferas de luz aparecen en las palmas de las manos de Yelena, las cuales salen disparadas hacia el esqueleto, el cual ni se inmuta ante los golpes... 

Sigue avanzando, sin demora, sin descanso... Entra incluso en la técnica de Alexander, el santo que tiene más cerca, y parece que esta no le afecta. Levanta su mazo con lentitud, e intenta golpearle. 

Aunque de apariencia lenta, parece que el esqueleto pilla desprevenido a Alexander y la maza le impacta de lleno en medio del pecho, haciéndolo saltar hacia atrás del tremendo impacto.

Las flechas rebotaron en el armadura afortunadamente, quizás habían sido demasiadas como para que el grandote las pudiera rebotar, pero al menos le cubrí las espaldas.

Ahora una nueva creación nigromántica venía por nosotros, atacando a todo lo que tenía delante.

No podía retroceder ahora así que avancé y lancé una estocada directa contra él buscando atravesarlo mientras me cubría de cosmos.

Artemias acorta la distancia que le separa de su enemigo y ataca.

Su espada, acostumbrada a atravesar las armaduras como si fueran mantequilla, en esta ocasión se desliza sobre la coraza hasta que llega hasta una de las uniones de dos placas, introduciéndose entre ellas el filo, clavándoselo practicamente hasta la empuñadura.

Sin embargo, a pesar de tener más de un metro de acero en su interior, el esqueleto no parece inmutarse si quiera.

¡Parecía que teníamos la situación organizada y ahora este bicharraco!

-¡¿Alexander estás bien?!-

Menudo porrazo le ha dado. ¡No puedo dejar que ande atacando a mis compañeros de esa manera!

Me lanzo rápidamente contra el guerrero esqueleto gigante pasando de largo por encima de su cabeza. Sin embargo, mis colas comienzan a alargarse y arremolinarse alrededor de él mientras yo sigo hacia delante. Justo cuando dan una vuelta completa a su alrededor y con la fuerza de mi embestida, comienzo a tirar con todas mis fuerzas.

-¡Yiiiiiihaaaaaiiiiiaaaaa!-