Partida Rol por web

Frente a ti tienes una rama casi olvidada de elfos, los elfos verdes (Laiquendi). Descenciendes de los Nandor (los Elfos descenciendes de aquellos Teleri que abandonaron el Gran Viaje al alcanzar las Montañas Nubladas), los elfos verdes retomaron el viaje dos mil años después. Cruzaron las montañas, entrando en Beleriand antes de que comenzara la Primera Edad.

Algunos Nandor no continuaron el viaje y se convirtieron en un pueblo escaso y disperson, siempre escondidos en los bosques: los Tawarwaith, es decir "Elfos Silvanos"

El Nandorin (lenguaje que hablaban los Nandor) desapareció gradualmente de la Tierra Media después del final de la Primera Edad, siendo sustituido por el Sindarin

Saludos, hermanos silvanos - mi sorpresa es mayúscula y claramente visible, les muestro las palmas de las manos mientras hablo - Mi nombre es Anäril, y al igual que Elerin, aquí presente, viví durante mi juventud en Eregion. Estos son Ranëdhel, Carster y Amrod, y llevamos la verdad en nuestras palabras, pues es cierto que hay un portador de la Vara, de terribles poderes, a quien debemos combatir.

El sabio Maenist, que cayó durante el combate con Gailhen, el portador - digo con tristeza en mi voz - nos envió a Mindon Lamath en busca de algo a lo que llamó La Voz, para que la encontraramos y evitaramos que nuestros enemigos la encontraran. Pretenden usarla para intensificar los poderes del artefacto.

El elfo que comanda el grupo asiente mirando fijamente a Anäril.

- Te creo, maese Anäril. Mi nombre es Tintestel y desde años, mi grupo y yo protegemos este lugar. Os contaré lo que se de la Voz - dice invitandoos a entrar un poco más en la torre.

- Cuando Sauron fue derrotado por la última alianza de Hombres y Elfos en la tercera edad, su morada entre los Elfos de Eregion fue derribada. En la cámara superior de la torre en la ciudad de Ost-In-Edhil se encontró un gran trono de piedra, tallado de la obsidiana más negra. Los restantes elfos de Eregion pretendieron que el trono fuera destruído, pero los hombres de Arnor reclamaron el trono como suyo y se lo llevaron a su capital en Annuminas. Allí permaneció el trono hasta que uno de los reyes del reino hijo de Arthedain, Argeleb I, contruyó la torre llamada Mindon Lamath - dice mientras extiende la palma de la mano señalando alrededor suyo - halló útil la visión proporcionada por el trono para sus banales guerras contra los reinos de Cardolan y Rhudaur.

Cuando Annuminas quedó finalmente desierta después de 250TE, Mindon Lamath y el trono fueron olvidados. Pero los Nandor no olvidamos la Voz pues los recuerdos de los Elfos son duraderos, y montamos guardia en Mindon Lamath contra aquellos que quisieran evocar el antiguo poder de la Voz de Annatar. La maestría de los antiguos Anoreanos es tal que la Voz no puede moverse de Mindon Lamath; no debe moverse de aquí.

Acabada la historia da unos pasos sobre si mismo y continúa.

- Habladme de este tal Gailhen. ¿Decís que pretende venir aquí a tomar la Voz?

El primer intercambio de palabras entre elfos y los nuevos elfos en realidad me resulta bastante intranquilizador, sobre todo en el momento en que acabo por entender mi nombre

espero a ver en que queda la cosa mientras mis dedos tamborilean en la empuñadura nervioso tranquilizandome ligeramente al escuchar las palabras del recien llegado, completamente banales y no demasiado interesantes para mi, impacientandome poco a poco al seguir la leccion de historia hasta que pregunta
Pues si, y no tiene demasiada intencion de usarlo con buenos fines, hace unas jornadas uso la vara para casi echarnos encima a un pueblo entero

Amrod atiende atónito ante la incomprensible charla que ante él se muestra... quizá debería haber prestado algo más de atención a su madre cuando intentaba enseñarle quenya...

Cuando al fin logra discernir algo comprensible, ontenta dilucidar de que estarían hablando, y finalmente, se encoge de hombros... Esto es un encuentro de elfos, y son los elfos los que deben llevar la voz cantante

- Salve Maese Tintestel. Soy Amrod, de los Montaraces del norte. Es un placer encontrarse con alguien amistoso  -Amrod mira a un lado y a otro... por motivos evidentes, hace tiempo que ya no se fia de nadie-. Permíteme preguntarte... ¿cómo es que nosotros, los montaraces, que hemos guardado estas tierras largos años, no teníamos noticia ninguna de la Voz? Muchas desgracias podrían evitarse, tal vez, si lo hubieramos sabido...

- Me parece entender, Tintestel, que según tu relato la Voz es el propio trono de Argeleb I. Si el trono no puede abandonar la torre, y tampoco ser destruido al igual que la vara, nuestra única posibilidad es derrotar a Gailhen y evitar que tome asiento en él.

Tras una pequeña pausa, recuerda la pregunta del nandor.

- Gailhen es un hombre que se nos presentó a sí mismo como montaraz protector de las tierras cercanas a Bree, hecho falso tal como atestiguan sus intenciones, y asimismo hicieron Maenist y Belegilf, pertenecientes a dichos montaraces. Debo añadir que encontró la vara en una cueva del bosque de Chet, en la que se hallaban hombres fuertemente armados que portaban este emblema- muestra para que lo vean el escudo- perteneciente a los numenoreanos negros. El lider de estos le reconoció. Mal hicimos en confiar en él en ese momento - suspira exhalando su malestar, y continúa la historia- pero ahí nos separamos, considerando que habiamos cumplido al eliminar a los "bandidos" que asaltaban a los comerciantes de Bree, tal y como el nos dijo. Al investigar la cueva la magia de la que ahora sabemos es una hechicera aliada de Gailhen nos expulso del lugar, que quedó oculto a nosotros. De vuelta a Bree encontramos a Belegilf que nos llevó a acabar con los verdaderos bandidos. Mal augurio fue enfrentarnos a ellos, pero los Valar nos favorecieron y aun a punto de ser derrotados ahuyentamos a la bruja que servía al lider de estos, el cual murió a manos de nuestros bravos guerreros. Más tarde regresamos a la cueva, sospechando de las intenciones de Gailhen y hallamos la entrada al lugar de reposo de la Vara de Annatar. Acudimos a Maenist y este nos hablo del poder de dichos objetos, y de vuelta en Bree nuevamente encontramos al hombre subyugando con el poder de la vara al pueblo. Maenist fue obligado a revelar la localización de la Voz, y asesinado por la bruja que acompaña al falso montaraz. Ahora se dirigen hacia aquí a pie, encabezando un ejército atraido por la influencia del maligno objeto.

Saluda con la cabeza a Amrod y le responde.

- Mucho se ha perdido por confiar los secretos de los elfos a los humanos, maese Amrod - sentencia con la clásica prepotencia élfica - la avaricia propia de tu gente ha costado demasiado a nuestra raza.

Tintestel llama a algunos de sus hombres.

- Id al encuentro de ese tal Gailhen e informarnos de su posición.

Un grupo de 5 elfos parte raudo obedeciendo sin preguntas las palabras de su líder.

- Tienes razón Ranëdhel, habrá que derrotarlos. Esta fortaleza fue en su día un buen fortín. Tendremos que preparar la resistencia aquí.

-¿Resistencia? Hemos de recordar que la mayoría de los que acompañan a Gailhen no son más que ciudadanos de Bree, inocentes e inexpertos en lo tocante al arte de la guerra, si nos enfrentamos a ellos como lo haríamos si fueran orcos esto se convertirá en una matanza; Gailhen lo sabe y se aprovechará de ello para desbordarnos y llegar hasta La Voz.

Medito sobre lo que he visto en el camino hacia la torre y cómo podríamos emplearlo para defendernos del ataque que se avecina.

-La muchedumbre no debería ser nuestro objetivo, sino Gailhen y la bruja que lo acompaña, pero cuando nos ataquen probablemente se hayan situado en el medio de el gentío para evitar que les ataquemos de cualquier manera sin dañar antes a los ciudadanos. Esta claro que debemos separar a Gailhen de su ejercito, pero no veo cómo hacerlo, al menos hasta que sepamos cuántos le acompañan y cual es su estado; No creo que dos días de marcha hayan sentado muy bien a los habitantes de Bree.

Esta es Gwindnaur, la pálida llama azul de Gondolin - digo en tono solemne, desenvainando lentamente con respeto la espada y mostrándola sobre la palma de mis manos - Maenist me la entregó cuando partió hacia su último viaje... - mi voz denota tristeza- él tenia la esperanza de que nos ayudaría contra la vara, aunque él mismo no pudo emplearla...

Quizá podríamos usar el poder de la Voz en nuestro beneficio, aunque no se me ocurre cómo. Elerin ¿no podrías tratar de utilizarlo de alguna manera?

Amrod se encoge de hombros, ofendido ante el comentario de Tintestel. Está como un poco harto de la exultante superioridad de los elfos, o más bien de la tendencia de estos a sacarla en cualquier momento...

- Y sin embargo, según las antiguas leyendas no fueron los hombres quienes fueron malditos por los dioses a los que habían ofendido con su omnipresente soberbia... Harías bien, maese Tintestel, en confiar en aquellos que han sacrificado sus, en comparación, cortas vidas para proteger a todas las razas bondadosas de la Tierra Media... porque si mal no tengo entendido, los Elfos solo viajaís a casa cuando os llega el final de vuestros días, pero la pérdida de la vida de un Hombre es mucho más incierta, pues no sabemos si hay existencia más allá...

Un halo de desconfianza empieza a acosar a Amrod... ¿Qué dicen los elfos? ¿Usar la voz? ¿Qué locura es esa?

- Ningún hombre sabio se aventuraría a intentar controlar un arma creada por el enemigo, y menos aún un amplificador de la voluntad. Bien sabemos que estos objetos no son de fiar en caso ninguno...

No debes sentirte ofendido, Amrod. Creo que es solo el recuerdo de antigüas historias, algunas tan viejas como nosotros mismos, lo que hace que a veces hablemos con excesiva vehemencia  - respondo al montaraz notando su enfado, tratando de mediar.

Tintestel, puedo comprender tus palabras. Quizá hace tan solo hace unas lunas yo mismo podría haberlas pronunciado, con la misma intensidad y convicción. Pero te aseguro que estos hombres que ves aquí a mi lado han salvado mi vida en incontables ocasiones, y han puesto las suyas en mis manos con la misma determinación y fe que lo hubiera hecho el más leal de los elfos.

Hay mucha sabiduría en sus cortas vidas, honor y entrega. Quizá en ocasiones imprudencia, o ambición, pero ¿Qué raza está libre de tales males?

En cuanto a usar la Voz, Amrod, una vez más he de estar de acuerdo contigo. Tal vez intentar usarla traiga más perjuicios que beneficios..., solo trataba de encontrar una manera de evitar una matanza...

Estarán ya casi encima... - comento pensativamente - Debemos prepararnos...

La llegada es en cuesta, quiza eso baste para que los arqueros puedan tener un buen blanco sobre el antes de estar lo suficientemente como para oirle

Comento mirando las fortificaciones
sobre los que vienen, si son poco duchos es posible tumbarlos sin matarlos, todo lo mas un buen dolor de cabeza y un chichon

- Si Gailhen y su bruja alcanzan la Voz, nosotros pasaremos a formar parte de la turba que no pretendemos dañar. ¿No debería alguien proteger el trono por si nos sobrepasaran mediante la magia aprovechando la confusión? Esa bruja bien sabemos lo hábil que se ha mostrado hasta ahora en el arte de nublar los sentidos. Alguien debería proteger el trono, mientras los demás intentamos atrapar a Gailhen y a la mujer. Si hubiera alguna manera de separarle de la vara, tal vez el poder que le otorga sobre la muchedumbre se desvaneciera y podríamos dejar de preocuparnos por dañarles.

Tintestel niega con la cabeza.

- No es posible utilizar la Voz sin la Vara de Annatar. La Voz sólo amplifica los efectos de esta y... mucho mejor para nosotros.

Se dirige a uno de sus hombres.

- Os necesito a todos en este difícil momento. Reúne a todos junto a esta torre lo antes que puedas - le dice poniendo una mano sobre uno de sus hombros.

El elfo parte raudo y Tintestel se vuelve a vosotros.

- ¿Alguno de vosotros tiene capacidad para liderar un grupo de mis elfos? - pregunta con la mirada fija en Anäril - debemos preparar la zona. ¿Cuando fue la última vez que visteis las tropas de Gailhen? Eso puede darnos una idea del tiempo que tenemos.

-Ciertamente, ese objeto debió ser destruido en cuanto se sacó de las estancias del Maldito, poco bien le trajo al reino de Arthedain y poco bien nos hará a nosotros emplearla, especialmente ahora, con los rumores existentes de sombras que se agitan de nuevo en el este...

-Pero en cuanto al problema que nos ocupa, se me ocurre que tal vez no sea necesario separar a Gailhen de la vara para romper el hechizo, quizá baste con separarle de aquellos a los que encanta; Si cerramos la puerta en cuanto entre Gailhen a la fortaleza le privaremos de gran parte de sus seguidores y lo convertiremos en un grupo más manejable, ya que, si bien nadie duda que vencer a los campesinos sin matarles no es dificil para guerreros de vuestra talla, si son demasiados posiblemente nos superen. También deberíamos pensar  en cómo defendernos nosotros del poder de la voz de Gailhen, ya hemos visto que es suficientemente fuerte como para doblegar la voluntad de... Maenist-Mi voz se quebra por un momento, recordando al sabio elfo, pagarán por ello- Tintestel, ¿Existen historias de los días antiguos que hablen sobre cómo vencer los efectos de la vara?

El rostro del lider elfo entristece antes de responder a Elerin.

- No, maese Elerin, no hay un método infalible para sobreponerse al poder de la vara. Sólo las mentes más fuertes pueden resistirse.

Hace una pausa y os señala con la mano la escalera de caracol.

- Venid, os llevaré hasta la Voz.

Tintestel comienza a subir la escalera. El segundo nivel de la torre es una amplia cámara de márol blanco. La luz pasa a través de las ventanas densamente enrejadas. El pilar central continúa desde el suelo hasta el techo de esta cámara y, una vez más, el techo está a unos 15 metros del suelo. Alrededor, en el muro, hay un mural dividido en tres imagenes. La primera muestra a los hombres de Arnor derrotando a un ejército de orcos y hombres salvajes en una sangrienta batalla. La segunda escena muestra a los Arnorianos retirando lo que parece ser un gran trono de una torre de piedra oscura destruida. La imagen final muestra a un rey sentado en el trono sobre una torre que se asemeja a Mindon Lamath.

Pronto continuais por la escalera de caracol hasta el nivel superior. Este nivel es considerablemente diferente a los otros dos. No hay ventanas y la cámara está en una inquietante oscuridad. En el techo hay una serie de aberturas que dejan pasar la poca luz del sol. El techo tendrá unos 25 metros de alto en esta estancia. Hay algunos asientos de piedra junto a los muros. Todo parece indicar que es una sala de observación de las estrellas. Los orificios del techo podrían estar colocados de acuerdo a la disposición de las estrellas.

Las escaleras siguen su curso hacia una estancia superior pero, en esta ocasión, algunos escalones han cedido haciendoos más difícil la subida. La escalera muere en lo que debe de ser la azotea de la torre. Un par de compuertas de acero desbloqueadas impiden que la luz exterior eche a perder el efecto estelar de la cámara inferior. Esta estancia es amplia. Una trampilla abre el acceso a una cornisa de piedra que rodea la cima de la torre. Los arruinados restos de una balaustrada aún pueden verse alrededor del borde de la torre. Desde la cornisa, el suelo se inclina hacia arriba hacia un gran trono de piedra que ocupa la parte superior de la torre, mirando hacia el sur: la Voz de Annatar. Un orificio tallado en la piedra cerca de donde descansaría la diestra de una persona sentada se define como la ranura para colocar la Vara de Annatar. El trono está establecido en la roca fundida de la azotea y no hay forma de arrancarlo de la torre.

- Esta es, amigos, la Voz de Annatar, objeto de deseo de todo mal.

Tintestel se asoma por la trampilla haciendoos ver el paraje circundante.

Desde la cornisa podéis ver el bello Nenuial y el camino de subida a la torre: la zona que tendréis que defender cuando llegue Gailhen y sus tropas.

Escucho un tanto pensativo, mas bien mirando las defensas, pensando donde pondria la gente si fuera preciso, y les sigo subiendo por las escaleras aprovechando para mirar desde mas alto, pensando el por que los elfos tendran que usar tantas palabras para decir cosas mas cortas hasta llegar a la voz... que resulta ser un trono... una silla en resumen

y para que le va a valer esto aqui?, no hay precisamente demasada gente a la que dominar por aqui, vamos me parece a mi
pregunto un tanto extrañado mientras me rasco la cabeza
Ademas, si este es el problema y es tan peligroso... ¿con un mazo y un poco de ejercicio no acabamos con el problema?

No, Carster... - respondo con una mueca que podría ser una medio sonrisa ante la ingenuidad del humano, mientras examino críticamente el trono - Ni con un batallón de enanos de Moria dañarías una obra de aquel que no debe ser nombrado..., no está a nuestro alcance destruirlo, me temo. Aunque se me ocurre que quizá podamos tratar de borrar la inscripción del umbral, tal vez Gailhen  no conozca la contraseña y eso nos proporcione más tiempo, si nos vemos obligados a retroceder y podemos cerrar las puertas.

Es un guerrero valeroso, Tintestel - añado, dirigiéndome al silvano en referencia a Carster - puedes confiar en su criterio tanto como en el mío para preparar la defensa.

El poder de Gailhem está en su voz, al igual que el de la bruja que le acompaña a la que le deseo que arda eternamente en las profundidades de las que sin duda proviene - digo con rabia mal contenida - no debemos subestimar a quién es capaz de matar a un sabio como Maenist tan solo con un beso - añado tristemente - pero quizá si podamos enfrentarles, si combatimos en silencio.

Se me ocurre que podríamos cubrir nuestros oidos con tapones hechos de arcilla, o jirones de tela. Quizá podamos mitigar el efecto de sus hechizos sobre nosotros de esa manera, estoy seguro de que no lo esperarán - miro interrogativamente a Elerin, esperando su opinión - Quisiera poder intentar algo semejante con aquellos que les sirven, pero no se me ocurre cómo podríamos producir un ruido de tal magnitud, sin cuernos ni trompetas. Sin embargo, nuestra prioridad debe ser que ninguno de los nuestros caigan bajo su influencia, o estaremos perdidos por completo antes de empezar siquiera a combatir.

Hace una semana pudimos atisbarles al norte de Bree. Avanzaban a pie, quizá un centenar de lo que parecian sobre todo forajidos y maleantes que habrá ido reuniendo por el camino. ¿Quién sabe a cuántos más habrá podido reclutar desde entonces?. Quizá su influencia sea mayor en aquellos que tienen naturaleza maligna...

Es probable que alguno de los que le acompañan tengan que caer antes de detener la batalla, aunque tratemos de detener nuestras espadas y flechas - digo con hondo pesar - Así habrá de ser, me temo, antes del final, pues tal es nuestro aciago destino...y debemos afrontarlo sin dudas, por mucho que nos duela.

¿Cuántos de tus elfos, Tintestel, combatirán a nuestro lado en esta triste batalla?

Amrod hace una leve reverencia hacia su compañero:

- Tus palabras me honran, Anäril, así como luchar a tu lado, aunque está sea una amarga batalla sin sentido. Y comparto las opiniones contigo Ranedhel. Alguien debería custodiar la Voz como última línea de defensa. Si logran escabullirse entre la batalla y llegar aquí, todo habrá sido inútil y seremos esclavos de su voluntad.

Amrod, consciente de su responsabilidad, continua pensando y opinando acceca de qué debería o bien podría hacerse.

- Si lo pensamos, amigos, compañeros, nuestra tarea es realmente sencilla. Solo hemos de abatir a uno o dos enemigos. Es cierto que será complicado con toda la turba, pero si lo conseguimos, el hechizo se romperá y no habrá mucho más que hacer... o eso quiero pensar. Quiero pensar que esa gente será libre del hechizo, del maleficio de la Vara, y no habremos de cobrar más víctimas inocentes. ¡Pensadlo! esa gente no merece morir, y menos aún por mano nuestra.

...pero cabe esperar -su tono se vuelve más pesimista- que Gailhen no es idiota y habrá considerado esas opciones, y se mantendrá atrás, o al margen... no sé si seré capaz de alcanzarle entre la turba...
Creo que podríamos hacer lo siguiente: si viene al frente, dejémosle entrar en la fortaleza y cerrermos las puertas tras él... de manera disimulada claro... así le aislaremos de la turba, y las víctimas inocentes serán menos, y el trabajo, más fácil y menos amargo.
Si viene atrás... Tintestel... ¿hay alguna salida trasera o secreta? ¿algún modo de dar un rodeo y pillarlos por la retaguardia? Poque así le tendríamos a nuestra merced...

Y bien compañeros... ha llegado la hora de la batalla final, y no son nuestras vidas las que están en juego. Nosotros somos responsables, y somos capaces de defendernos, pero tenemos que pensar en aquellos que no pueden defenderse a si mismos. Si fracasamos... aciagos serán los días que nos sigan... No podemos fracasar, de ninguna manera... y bien daría mi vida si esto significa la victoria. Anäril, Carster, Elerin, Ranedhel... me alegra el corazón teneros a mi lado un día como hoy.
Juntos... la victoria es segura.

Desde la parte superior de la torre llegas a ver la zona en la que, probablemente recibáis al enemigo.

El camino se inicia en un par de torres de vigía (4) entre las cuales en su día debió de haber una puerta. Con un poco de habilidad quizá podríais reconstruir esa puerta con algo de la madera de los árboles que circundan la torre. Esos mismos árboles pueden serviros de cobertura para arqueros elfos, quizá de esta manera logréis sorprender el avance enemigo.

Los muros (3) que rodean esa supuesta entrada están en bastante mal estado. Quizá podríais reforzarlos con algo de habilidad cantera pero siempre se podrían flanquear por el agua.

Todo esto necesita tiempo y puede que no lo tengáis. Está claro que vosotros llegasteis a caballo y sois un grupo menos numeroso. Estás seguro de que por lo menos les habéis ganado un día pero no podrás confirmarlo hasta la llegada de los exploradores que Tintestel mandó.