Partida Rol por web

La noche ha caido sobre la aldea,  alguna pequeña fogata y antorcha es lo único que ilumina la noche, la luna esta cubierta completamente desaparecida, eso es mala señal, incluso sin la ayuda de la Volva podeis saberlo, tiempos de espiritus y aparecidos. Todos los aldeanos se guardan en sus casas del frio excepto los jovenes guardias que castañean los dientes antes de ir a calentarse un momento en la hoguera que durara toda la noche, ahora con menos manos disponibles se les nota más cansados e indisciplinados, aunque tienen un peligroso peso sobre sus hombros, un ataque de los salvajes del bosque podria terminar con un incendio o un rapido robo de ganado del ya exiguo que se tiene.

Vosotros estais en las afueras en el puerto desatando el cabo de la pequeña barca del pescador, aunque el agua es tranquila, puede ser traicionera, hay algunas rocas que sobresalen en el rio que podrian abrir un boquete por lo que tendreis que ir con tranquilidad y cautela, al otro lado del rio se encuentra el bosque con una quietud algo amenazante...

El ojo de odín se oculta tras las nubes - pensó Heldir con gesto funesto. No quiere ver lo que esta noche sucederá.

La Volva bajo la mirada de los cielos y subió a la cubierta de la embarcación. Se colocó en la popa y preguntó a sus compañeros.

¿Alguno de vosotros tiene experiencia para guiar la barca o me hago yo cargo del timón?

Audun se coloca en la proa ignorando las palabras de la volva. Observa en la noche las distantes brumas. Piensa en el supuesto barco y no puede evitar un ligero escalofrío. Se sienta y toma la cítura y con despreocupación, entona una estrofa para una nueva melodía que rondaba por la cabeza. Prefiere evitar pensar, la música calma y templa los nervios.

El ojo plateado vigila en la Sombra desde las alturas.
mientras el caballo de mar surca las aguas tranquilas.
Hugin, gaviota de sangre, siempre fiel compañero,
el aullador gélido permanece taciturno y en su última hora vacila.
Munin bate las alas y cruza el hermoso techo con esmero,
esperando que el Padre de los Difuntos suene su ornamentado cuerno
mientras el ojo plateado vigila bajo el amparo del borroso velo.

- He pasado bastantes años en drakkars Herdis, tal vez sea mejor que me haga yo cargo del timón  -dice Bjondir sin mucha delicadeza pero sin pizca de malicia- No se que experiencia tenéis pero si alguno sabéis navegar me vendría bien una ayuda con la vela.

Habla mientras se va acercando a popa con intención de ocupar el puesto de la volva. Claramente es demasiado joven para dirigir una embarcación, aún siendo esta solo un botecillo.

Heldir asintió sin dudarlo y dejó su lugar a Bjondir.

-Por supuesto, Bjondir. Lo siento pero mi experiencia no llega a tanto. Creo que mejor os dejo la parte física a vosotros.

- Aunque me tengo desplazado alguna que otra ocasión que así lo requería en barco , ir por el agua no es lo mío. Nunca me ha gustado demasiado y prefiero pisar tierra firme, me siento mucho más segura. -Comentó mientras tiraba sus cosas dentro del bote y se subía a él.- De la vela que se encargue mejor alguien que sepa manejarla, y si se necesita remar... entonces seré la primera en apuntarme.

Solucionado el tema de quien manejara la barca, sacais la amarra que la sujeta al puerto y ahora podeis ir donde querais. Aunque los guardias han dicho de haberlo visto en la zona del rio cercana al pueblo, de algún lugar debe de proceder, por logíca no puede ser de la parte alta del rio que es más bien pequeña para un barco grande, por lo que tendreis que dirigiros hacia la desembocadura. Según avanza la noche una pertinaz niebla empieza a salir del rio como si fuese un manto que quiere cubrir todo el lugar, a lo lejos os parece escuchar el ruido de remos...

El músico se colgó la cítara y se acomodó en la proa tapándose con su capa de invierno. Mejor sería guardar silencio, no sabía que había más allá y mucho menos llamar la atención de aquella embarcación de dudoso origen. Oteó en la niebla más nada pudo contemplar, pero entonces escuchó un chapoteo característicos.

- Shh, creo que viene alguien.

Audun se levantó y trató de vislumbrar algo en las brumas. Llegaba una embarcación, no cabía la menor duda, pero quien era, ¿acaso el barco fantasma? Respiró pesadamente y esperó con impaciencia.

Herdis se puso de pie al escuchar las palabras del Aesir. Al levantarse, el frío aire del fiordo se le coló por las mangas y le hizo estremecerse. Malos presagios.

Inconscientemente, como cuando cazaba con Ragnar, agarró su arco y acarició la aljaba que llevaba colgada de la cadera mientras se esforzaba por ver algo entre tanta niebla.

La mercenaria se arrebujó en sus pieles intentando entrar en calor en aquella noche cargada de malos augurios, la húmeda niebla se metía en los huesos intensificando la sensación de frío. Avanzaban en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos, ni siquiera la luna se atreve a hacer acto de presencia, otra mala señal.

Un suave ruido rompe el silencio de la noche, seguido de otro y otro... el conocido chapoteo de unos remos golpeando el agua, una embarcación se acercaba lentamente. Thyra se incorporó para escuchar e intentar ver mejor entre la niebla, la mano apoyada en la espada presta a sacarla de su vaina en caso de necesidad, expectante ante lo que pudiera aparecer ante ellos. Instintivamente se llevó la mano al colgante de su cuello, Mjölnir, rezándole a los dioses para ahuyentar las sombras y los fantasmas que pululaban en la oscuridad.

Había pasado demasiados años en la mar como para no reconocer aquel sonido característico. Él mismo había batido los remos varios centenares de veces y había clavado cual martillo a buen ritmo aquella sinfonía. Pero el ritmo que escuchaban entre las nubes bajas era demasiado pausado, calmado como nunca solían ser.

- A ese ritmo no pueden estar avanzando mucho -dijo casi sin pensar el gigantón mientras sacaba el hacha de su funda para colocarla a su lado, nunca se sabía. Continuo hablando, esta vez en voz mas baja- preparaos, no sabemos que nos espera.

Dirigió la barcaza hacia el sonido dando algunas indicaciones de como colocar la vela. La excitación iba creciendo poco a poco en él, pero de momento conseguía mantenerla al margen. Aún no era momento de sacar su rabia.

El Scalda respingó antes las palabras de Bjondir. Se colocó bien la cítara para que no le molestara y descolgó su arco de caza para colocar una flecha a continuación. Sus hombros estaban tensos y esperaba lo peor. El frío acuchillaba su rostro y la niebla se agolpaba impidiéndole ver nada. Había practicado hace poco con el arco pero nunca se sabía, no era un guerrero y practicaba más con su cítara que con el arco. Esperó en la oscuridad.

La niebla es cada vez más espesa, como si brotara al paso del ruido de los remos. Sin atisbo de miedo Bjondir, maneja el timón mientras una suave brisa lleva  la barca hacía el sonido, eso si, sin disipar la niebla, sin duda eso demuestra las características sobrenaturales de la misma. El berserk  ha vivido situaciones peliagudas en el mar y aunque hay peligro de piedras que salgan del fondo  se conoce este rio como la palma de su mano, incluso entre la niebla, por lo que pronto los sonidos de los remos son más cercanos y un máscarón de proa con un dragón cubierto de cieno y percebes se asoma entre la niebla. Dentro del barco parece que hay alguien mirandoos desde arriba, pero sus ojos brillan con una siniestra luz.

Confiaba en Bjondir, sabía que era un experto marino que conocía el río mejor que su propia casa, así que cuando la niebla comenzó a espesarse de manera poco natural, Thyra sólo se preocupó de intentar atisbar algo del cada vez más cercano barco. Y cuando por fin apareció, un dragón cubierto por la suciedad del fondo marino que denotaba claramente que hacía mucho tiempo que no había sido limpiado, la mercenaria no pudo evitar un escalofrío que le recorrió la espina dorsal.

Se sintió observada y, al alzar la vista, pudo ver que su impresión era acertada. Un par de ojos brillantes, fantasmales en aquella niebla, acechaban cada una de sus acciones.

- Cuidado, alguien nos observa desde la cubierta, alguien o… algo. –Susurró a sus compañeros con un ligero tono intranquilo en su voz. Se volvió hacia la volva para conocer su opinión.- Herdis, ¿percibes algo sobrenatural en todo esto?

Ya os dije que era de caracter sobrenatural. Sospecho que quien nos observa no es de nuestro mundo. Draurgs...

La misma palabra  ponía la piel de gallina.

- Lo sé Herdis, ya sé que nos lo dijiste pero… supongo que necesito pensar que es una equivocación.

Ante la sola mención de los draugar su piel se eriza y no sólo por el frío. Su mano agarra con más fuerza el amuleto buscando el coraje necesario para afrontar aquella difícil prueba. El valor no le faltaba cuando se trataba de pelear con fieros guerreros de carne y hueso, pero con los caminantes después de la muerte… eso era distinto. Por mucho que blandiera su espada contra ellos temía que no surtiera ningún efecto. Muchas veces había oído que las armas convencionales no les hacían ningún efecto. Y luego estaban sus artes mágicas… ¿qué podría hacer una espada contra hechizos y encantamientos?

- Un draugr del mar… ¿cómo vamos a poder enfrentarnos a su fuerza sobrehumana? Y seguro que hay más. No quisiera que mi cuerpo acabara como alimento de esas… cosas.

Thyra miró de nuevo a aquellos ojos que los seguían observando imperturbables desde la borda.

- Saben que estamos aquí… ¿Qué estrategia podremos emplear si la sorpresa ya no es válida? ¿Querrán parlamentar? –A pesar de la difícil situación, la ironía y el deje de humor en su voz  le permitían espantar sus miedos.

   Un draugr del mar…, piensa Audun. ¿Fuerzas sobrenaturales? Comenzó a pensar que aquello le venía grande. Meditó las palabras de la mujer mercenario. ¿Parlamentar? Era bueno con las palabras, pero se encontraba lo bastante nervioso como para que palabra alguna saliera de su boca. Además, ¿se podía parlamentar con un ser sobrenatural? ¿Qué argumento podía sostener dadas las circunstancias? El scalda no supo que hacer, normalmente siempre las decisiones nla tomaban otros pues él era un mero espectador, y si las cosas se ponían feas usaba la táctica "pasar desapercibido y yo me escabullo·. Ahora era diferente, era parte del mismo, aunque no se sentía atado a nada, en lo más recóndito de sus sentimientos se anidaba una secreta lealtad hacia el pueblo que lo vio nacer, el thing lo necesitaba, su pueblo lo necesitaba.

El ruido de los remos se detiene, aunque por un momento Bjondir tiene que hacer un quite para que el barco no os aplaste. La figura que os vigila parece haber desaparecido de la proa, durante un momento podeis escuchar extraños cuchicheos, como si hablaran desde mucha distancia y las voces fueran traidas por el viento, después de un momento, veis una escala descender de uno de los flancos del barco, y podeis escuchar una voz grave decir:- Subir si asi lo quereis, si vuestro coraje os lo permite, o marchaos y dejar seguir nuestro viaje,  si vuestro orgullo os lo permite. Pero elegir deprisa, la nave que ha requisado Hels no se detendra por mucho tiempo.-

EL scalda miró a sus compañeros. 

- Parecen humanos, ¿nó? - susurró a la volva - ¿Qué opinas?

En otras circunstancias Audun hubiera tomado la palabra y hubiera hablado alto y claro, pero en su mente se dibujaba aquella figura en la niebla con aquel sobrenatural resplandor en los ojos.

- ¿Qué hacemos? - volvió a susurrar.

Heldir sopesa las posibilidades. Si son humanos, sera mejor que hable Bjondir por ellos. Los hombres de mar no suelen respetar mucho la opinion de una adolescente. La Volva se gira hacia Bjondir.

Bjondir, habla tú. Diles que subiremos. Que no tememos más que a los dioses.