Partida Rol por web

- Mirad también que he hallado entre las pieles del camastro. - El pastor enseño una botella sellada con un tapón de cera que contenía un líquido rojo oscuro. - Pareceme que aqueste fluido es..... - La frase de Ander fué interrumpida por el sonido del cuerno de don Miguel, avisador de peligros y malas noticias.

Algo sucedía abajo. Retumbó en la tranquilidad del bosque el sonido del cuerno de don Miguel, avisador de peligros y malas nuevas. Rápidamente buscaste buen lugar para observar, y escondido entre los arbustos viste a Patxi el grandullón haciendo sonar el cuerno junto a la entrada de la cueva. Pocos segundos después apareció el furibundo Silván saliendo de entre los árboles. La imagen de aquella colosal criatura nunca se borrará de tu mente. Media más de tres metros, era gordo, grande y musculoso. De su enorme boca asomaban sus colmillos inferiores. Su nariz era como una calabaza en contraste con sus diminutos ojos.

Quedaste paralizado ante su visión, al igual que Patxi, quien petrificado no movió un dedo, ni si quiera cuando vio el puño de Silván caer como una gigantesca maza sobre su cabeza, destrozando al hombretón de un solo golpe, ahora empequeñecido en comparación con el verdadero gigante. El cuerpo del recientemente muerto Patxi yacía al lado de la entrada de la caverna. El gigante termino de aplastarlo con sus enormes pies cuando se acercó a la entrada de su guarida. Asomó su cabeza al interior, y después de olfatear unos segundos el aire, volvió por donde había venido desapareciendo en la espesura y oscuridad del bosque.

El zagal había palidecido en extremo. Era incapaz de pronunciar palabra y no paraba de temblar. Aquella experiencia sin duda cambiaría su vida para siempre.

Rachid también palideció, pues nunca había visto un gigante, mas estaba algo mas tranquilo que el resto, pues el sabía que nada malo le iba pasar a manos del gigante, puesto que las brujas lo controlaban y el era una parte importante de su plan, junto con el zagal. El peligro vendría desde que entregase el zagal, momento en el cual ya no estaba tan seguro de estar a salvo.

Mirando al zagal, le dio un par de golpes en la mejilla.

-Ei zagal, tra-tranquilo, estamos a sa-salvo aquí. Tu señor don Miguel dará bu-bu-buena cuenta de Silván.

"Y una mierda, moriréis todos!"

Mientras Ander recorre toda la cueva , me dirijo hacia el cazador para que me ayudase a subir. Una vez arriba me pongo al lado de mi Señor con ballesta en mano.

¡El cuerno soplador se lo di a Patxi.

!Coge ese liquido extraño y marchemos patras.

La antorcha primero et yo el segundo, detras mio otro arquero.

Ander guardó aquella extraña botella en el zurrón y trepó el desnivel con rapidez. Baraxil iba al frente portando antorcha seguido por don Miguel, ballesta en mano y ojo avizor. Tras él se encontraba Gartzen, también ballesta cargada, listo para dar cobertura al santiaguista si la cosa se ponía fea. Ander cerraba la fila, recogiendo y apagando las antorchas encendidas que había dejado el caballero por el camino al internarse en la cueva. Bien pensado por cierto, y buen tiempo les ahorró al recorrer de nuevo el camino hacia la salida.

El cuerno soplador había sonado, y nada bueno podía avisar. ¿Habría aparecido Silván? ¿O quizás otra partida de cazadores o mercenarios como la liderada por Arnal andaba rondando por allí? ¿Estaría bien el zagal?... demasiadas preguntas, la única manera de averiguar que sucedía era salir pronto de aquella maldita caverna. Súbitamente el sonido del cuerno cesó...

Por mi , esta bien asi.

He supuesto que vais hacia la salida a paso medianamente apresurado, sin llegar a la carrera. Lo más de prisa que podéis ir de un modo seguro vamos. Si quereis ir más rápido debéis hacer una tirada de correr.

Ya veis al final de la gruta la poca luz que queda del día. Una bocanada de aire fresco inunda vuestros pulmones al llegar a la entrada, pero dura poco esa sensación gratificante que pronto se convierte en una punzada en la boca del estómago al ver ante vosotros una horrible escena. Junto a la boca de la cueva, el cuerpo del gigantón Patxi, o más bien lo que queda de él, está convertido en poco más que una masa de carne hecha papilla. Lo que se supone era su cabeza ahora es un borrón rojizo que se funde con la sucia tierra de aquel lugar. Ante tal visión, don Miguel no puede evitar que una arcada haga escapar lo comido durante el día, que aún siendo bravo guerrero acostumbrado a ver y dar muerte a hombres a espadazo limpio, no todos los días se ve a un compañero convertido en poco más que una argamasa de carne, hueso y sangre.

Poco hay que decir de la reacción de los acompañantes de Tella, primo y hermano, que lloran la muerte de aquel con gran dolor y pesar (y escándalo), maldiciendo el día en que fueron tan estúpidos de atreverse a salir de cacería en busca de un gigante, como si de un simple oso se tratara.

La noche en breve caerá sobre nuestros cazadores de gigantes, y como un oscuro velo cerrará lo que parece un funesto episodio.

Al menos no todo es malo. Después de echar los higadillos por la boca, encuentras entre los restos de Patxi el cuerno soplador. Parece un milagro que haya sobrevivido intacto a tal destrozo. Lo recoges y después de limpiar la sangre y restos de sesos lo guardas.

Desde tu escondite y poco depués de que Patxi hiciera sonar el cuerno, ves como tus compañeros salen de la cueva. El primero en aparecer es Baraxil, seguido del santiaguista y poco depués aparece también el vascón junto a Ander. Los gritos de los hombres de Tella desgarran el silencio que reina en aquel siniestro bosque cuando ven a su primo y hermano convertido en poco más que una masa de carne hecha papilla. Lo que se supone era su cabeza ahora es un borrón rojizo que se funde con la sucia tierra de aquel lugar. Ante tal visión, don Miguel no puede evitar que una arcada haga escapar lo comido durante el día, que aún siendo bravo guerrero acostumbrado a ver y dar muerte a hombres a espadazo limpio, no todos los días se ve a un compañero convertido en poco más que una argamasa de carne, hueso y sangre. Después de recomponerse, el santiaguista recoge algo del suelo, parece su cuerno soplador.

Poco hay que decir de la reacción de los acompañantes de Tella, primo y hermano, que lloran la muerte de aquel con gran dolor y pesar (y escándalo), maldiciendo el día en que fueron tan estúpidos de atreverse a salir de cacería en busca de un gigante, como si de un simple oso se tratara.

La noche en breve caerá sobre nuestros cazadores de gigantes, y como un oscuro velo cerrará lo que parece un funesto episodio.

Al ver al caballero, el zagal parece salir de golpe del shock. Corre ladera abajo en dirección al santiaguista gritando como loco. - ¡Don Miguel, ha sido el gigante! ¡lo he visto don Miguel! ¡ha sido él!. -

Instantes depués oís los gritos del pequeño zagal; - ¡Don Miguel, ha sido el gigante! ¡lo he visto don Miguel! ¡ha sido él!. - el rapaz viene corriendo ladera abajo agitando los brazos como loco y con enorme cara de felicidad, pués asustado estaba al no saber si volvería a ver al caballero.

El oir al chaval os fijas en el suelo, numerosas y enormes marcas de pisadas llenan el terreno. Sin duda Silván ha estado aqui, y claro queda que no se trata de cuento de vieja o leyenda para asustar a los niños.

Fablar con calma et tiento et no dexeis nada de contarnos por pequeño quie sea.

¿ donde está el moro? ¿Violo el tambien?

- Ramón esta arriba en la loma cuidando de Testa. ¡Yo al veros baje corriendo! - El chaval jadeante necesitaba coger aire antes de seguir; - El grandote sonó el cuerno, y escondidos arriba vimos como el gigante salió de entre los árboles. - El rostro del zagal palideció al recordar lo que iba a contar. - El gigante aplastó la cabeza del grandote de una puñada. - Tragó saliva. - Entonces dejé de mirar. -

Con la poca fuerza de la que Rachid posee, y haciendo un soberbio esfuerzo, agarra al Zagal tan pronto como intenta salir corriendo.

-Zagal, seamos ca-cautelosos, pues el gi-gigante aun está por la zona, no g-g-gritéis. Vamos andando y lle-llevémosle el caballo a nu-nuestro señor.

No había manera de que aquel chaval hiciese caso, como no se le corrigiese pronto acabaría precipitándose a una muerte prematura por imbecilidad. Entre que el gigante aún estaba por las cercanías y que un tropezón en tona tan escarpada podía ser mortal, estaba cogiendo papeletas al correr montaña abajo.

Rachid agarró las riendas del caballo resignado y bajó lo más cerca de Don Miguel y su compañía que el terreno le permitía. Desde aquella pequeña loma, avisó a Don Miguel de su presencia, y esperó.

-Me ha sido i-i-imposible para al za-zagal señor. A-a-aquí le e-e-espero con la montura.

Me invadió una sensación de miedo y cosquilleo desagradable en el estómago que pude controlar. No pude decir lo mismo de mi Señor cuando lo vi vomitar, ni tampoco de mis compañeros horrorizados ante la muerte de su hermano. El temible Patxi había sido aplastado como una hormiga,- ¿cómo podíamos combatir con tal enemigo?- más ahora no estaban los ánimos para preguntas.

Me adelanté y miré a ver si el gigante se había alejado lo suficiente para no estar en peligro.

Rastrear et explorar las huellas et marcas de la bestia, tal vez fallamos de darle caza campo a traviesa,

¿ como va el sol, será más facil cazarlo de notte? Mejor será levantar el campamento y verlo en de dia.