Partida Rol por web

En el distrito interior de la ciudad de Kataphes, empequeñecido por la sombra de la Gran piramide de Cristal se haya el Palacio del Halcón, la residencia del Emir de Ipeq.

El palacio es un edificio lujoso y abierto, donde el aire corre de un lado a otro agitando diversos trozos de seda que cuelgan entre las estancias. El agua y los pájaros abundan en el interior, logrando un ambiente fresco y agradable incluso en los días más cálidos.

En uno de los patios interiores, un grupo de mercenarios, se prepara para ser recibidos por el propio emir.

- Mucha gente. Estaremos todos aquí para lo mismo? Mala señal... Muchas manos en un plato hacen mucho garabato...

Ateela se mantiene apartada del grupo, sorprendida por el tamaño del grupo. Cuando anoche vinieron a decirle en el templo que tenía cita por la mañana no le dijeron nada de ningún grupo grande y lleno de tipos tan variopintos y tan feos. Será que la mitad del grupo está aquí por la misión y la otra mitad participan en un concurso de feos para celebrar el cumpleaños del emir?

- ¡Esto es precioso! - dice mirando las fuentes y los pajaros. Aspira aire y se vuelve hacia la humana que acaba de hablar - Me llamo Bethel, y creo que es un honor que hayamos sido convocados. Soy elfo como puedes ver, me defiendo con el arco y se que se ha de pinchar con el extremo puntiagudo de la espada - sonrie tratando de mostrarse simpático - Esto, no recuerdo tu nombre bella dama... - deja la frase en el aire esperando que ella se presente o le recuerde el nombre que ha olvidado.

En una de las esquinas del patio, a la sombra, una figura solitaria embutida en una chilaba gris estaba enfrascado en la lectura de un pesado tomo a la vez que apuntaba cosas en un papiro con una pluma

A pesar que existen muchos autores [1] y que muchos de ellos coinciden sobre lo que se expone sobre energías, muchos también han desestimado [2] el flujo de energía entre distintos aspectos de la magia y las han tratado como si se tratara de algo estático. Teniendo en cuenta, la teoria de Flujos [3, 4] en la que las Energías se mantienen en constante movimiento, pero no necesariamente...

Jaali levanto un momento la vista y lanzo un suspiro, mirando a su alrededor. Cuando la guardia le habia llamado para ir a Palacio, hace dos dias, habia sido un momento de absoluta euforia. Por fin tenia una oportunidad. Despues de malvivir durante meses en la parte pobre de la ciudad y de tener que comprar amistades para que le dejaran en paz, habia conseguido resolver quien habia matado a la mujer de uno de los mercaderes mas importantes de la ciudad. Resolver no era en realidad la palabra mas adecuada, ya que de forma totalmente casual, habia resultado que uno de sus amigos, un bruto con muy poca cabeza pero mucha fuerza, habia participado en el robo del mercader y sabia quien habia matado a la mujer. Todos habian sido ajusticiados por supuesto, lo cual a Jaali le daba absolutamente igual. Pero el mercader debia haber hablado con alguien importante y aqui se encontraba con.... Fruncio el ceño.

Quien sera toda esta gente? Vamos a tener que competir en algo? Por que nunca me salen las cosas bien? - Penso nervioso y enfadado. Les observo desde su esquina con cuidado. Se los habian presentado con cierta pompa y todos parecian mas competentes y fuertes que el. Todos parecian mucho mas seguros en si mismos. Era volver otra vez a su niñez y sus sinsabores. - No, esta vez no. - Penso apretando un puño - Piensa en la Magia. La Magia es tu unico amigo - intentando echar al niño asustado falto de amigos de su mente, se volvio a enfrascar en sus estudios.

Jaali levanta irritado la vista de su libro.

Se llama Ateela. Nos han presentado hace apenas una hora. No te acuerdas? - Le dirige una sonrisa que intenta ser burlona pero que queda un tanto patetica - Yo Jaali. Tu Bethel. Ella Ateela. Asi a lo mejor si?

Mira un segundo a la chica pero notando que se pone rojo, baja de nuevo la vista al libro y murmura

Que falta de profesionalidad...

- Esto, perdón - dice un poco intimidado - perdona Ateela, no era mi intención... perdona - baja la cabeza algo avergonzado y empieza a hacer unas runas en su vestido de cuero.

Jaali, siente una mezcla de orgullo y verguenza al ver la reaccion del elfo.

Bueno, a mi tambien me han tratado asi toda la vida. Que sepa quien manda aqui

Desde la presentación inicial a cargo de uno de los asistentes de palacio, Ateela se ha mantenido apartada del grupo principal, cerca de una de las ventanas. No sabe de qué podría hablar con esta pandilla con la que no parece tener mucho en común; si se mantiene apartada, no tendrá que hablar con nadie. Sin embargo, al cabo de un rato ve que uno de los asistentes ---un tipo delgado, vestido de cuero y con el pelo largo--- se le acerca como haciéndose el despistado mirando la decoración de palacio. Cuando se acerca a la ventana y la luz del sol le ilumina, Ateela puede ver que es elfo. En la presentación ha dicho llamarse Bethel.

Me llamo Bethel, y creo que es un honor que hayamos sido convocados. Soy elfo como puedes ver, me defiendo con el arco y se que se ha de pinchar con el extremo puntiagudo de la espada. Esto, no recuerdo tu nombre bella dama.

Antes de que Ateela pueda responder, una voz surge de detrás del elfo:

Se llama Ateela. Nos han presentado hace apenas una hora. No te acuerdas? Yo Jaali. Tu Bethel. Ella Ateela. Asi a lo mejor si?

Ateela no había visto a la figura encapuchada sentada en el suelo. Quién es? Durante las presentaciones había un mago envuelto en su túnica pero Ateela no prestó mucha atención; ahora, debido al contraste de luz, no puede verle la cara. Sin embargo, el tono burlón de su voz es inconfundible. "Típico, ya están compitiendo. Lo mismo da que sean elfos o humanos... los tíos siempre se comportan como perros en celo en cuanto hay una mujer cerca". Ateela no puede evitar una leve mueca.

- Esto, perdón, perdona Ateela, no era mi intención... perdona

El elfo parece genuinamente avergonzado, y deja de hablar con Ateela mientras se dedica a hacer dibujitos en su capa. Será su forma de combatir los nervios? Una forma de luchar contra el aburrimiento? A Ateela le parece mono que un hombre tenga inquietudes artísticas, pero no por ello se va a poner a hablar con él salvo que sea necesario como parte de un trabajo. Todavía tiene que averiguar más cosas. A qué se dedica? Es seguidor de Sarenrae? Mientras mira al elfo haciendo sus garabatitos, piensa en sus compañeros del templo. Por qué no ha venido ningún otro? Por qué sólo ella? 

El enano, al que habían presentado como Dorwas, del Clan Skars, estaba felizmente sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la fuente y sosteniendo una jarra de vino en una mano y lo que parecía más de medio pollo asado en la otra.

Su rostro mantenía los ojos cerrados, dejando que el sol tostase aún más su morena piel, lo que hacía que las cicatrices se marcasen profundamente. A su lado, una rodela de metal y una afilada cimitarra.

¡Dejad de meteros con el pobre elfo! gritó sin ni siquiera abrir los ojos. Si está aquí, es por algo.

Tras ello, se limpió el morro con el dorso de la mano, bajó un trago generoso de vino por su garganta y siguió comiendo el ave al sol.

Jaali mira los brazos del enano, traga saliva y no dice nada.

 Una joven de pelo castaño suelto que se movía a cada paso llegó al recitno en esos momentos. Vestía una armadura de cuero ligera, teñida de color verde a juego con unas altas botas también de cuero. Por debajo de esta se veía una camisa de tela ligera de color blanca y unos calzones de color azul marino. Llegó portando un cayado de viajero y de su hombro colgaba un largo morral de lona con refuerzos de cuero.

 A pesar de que sus ropas estaban limpias, sus botas aún portaban arena del exterior de la ciudad, parecía haber llegado hacía muy poco a la diudad.

 Al llegar se encontró con que ya estaba el pabellón concurrido por varios... aventureros. Sin saber muy bien como proceder hizo un gesto con su cabeza a modo de saludo y se acercó a la fuente para saciar parte de su sed.

Sentado en el suelo y apoyado en la pared esta Morbo pelo negro y ojos negros, con la luz sólo dándole en la parte que aun parece humana de su desfigurada cara. Hace una mueca o lo que podría interpretarse como una sonrisa, aun con la sonrisa tiene aspecto de chacal y de su boca tras relamerse dice

"Queridos perros y perras, alguien sabe algo de utilidad de este Emir... este Halcón?"

 Tras saciar su sed en la fuente y buscar un lugar en el que permanecer a la espera de que llegar a un representante o el mismo emir, la joven Jono ya echaba en falta la cercana presencia de Wamba, el jaguar macho que la acompañaba desde hacía tiempo. A pesar de que lo habían dejado entrar en el palacio, ante la incomodidad de los guardias reales, la joven accedió a que este permaneciera en uno de los jardines, tumbado a la fresca mientras ella acudia a la audiencia con el señor de la región.

 A pesar de haber actuado sabiamente, no podía evitar echar de menos su presencia, tras el paso de los meses, se había acosutmbrado a su ronca respiración, a los destellos que el sol arrancaba sobre su fabuloso pelaje, como olfateaba el aire o como la buscaba con la mirada.

El palacio es rico y opulento, pero es muy tradicional. Su dueño es claramente rico, pero un provinciano. Carece de todas las novedades y de todas esas cosas mágicas e inesperadas que uno espera de un noble o un mercader de la ciudad.

Esta en buena zona, si, la construcción es de calidad, las obras de arte impresionantes, pero le falta un algo diferente.

La mayoría de criados y los guardias parecen hechos de la misma madera, gente sencilla, con la piel curtida por el desierto, más a gusto en un oasis que en la gran ciudad. Hay unos pocos con la piel más pálida y con ropas más elaboradas, probablemente los que permanecen siempre en el palacio.