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MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, CUARTO DE CALISTRIL.

ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

Los gritos de Koya por la mañana alertaron al perceptivo medioelfo, aunque tampoco hacía falta ser muy apreciativo ya que el volumen de los chillos hicieron que medio campamento se enterara.

La anciana parecía muy alterada y sus avisos de desastre si la caravana se adentraba en la Ensenada de Roderic resultaban inquietantes.

Si la anciana adivina ha tenido una visión y advertencia de Desna, lo mejor sería hacerle caso, pensó el muchacho asintiendo con la cabeza ante las afirmaciones y pareceres de la mayoría, coincidiendo con sus opiniones. Había sido testigo de los poderes de la adivina y si ella manifestaba que en el puerto correrían peligro, sin duda lo harían.

La proposición de Giorgino y el encargo de Sandru hicieron que Kelsier levantara la cabeza sorprendido y excitado. ¡Una nueva misión y esta vez importante! Debían encontrar y abrir una senda que rodeara la Ensenada para pasar desapercibidos y continuar la ruta. Un trabajo para un explorador.

Ese último pensamiento le hizo pensar que existían exploradores mejores en la caravana. Su cabeza se giró y buscó con la mirada a su madre, habitualmente ausente o notablemente ajena durante las conversaciones y toma de decisiones de la caravana. Para su sorpresa la halló pronto, cerca y constató que la elfa miraba a su hijo. Las miradas de ambos se cruzaron, por primera vez desde que partieran de Puntarena. En esta ocasión no resultó una mirada admonitoria ni desaprobadora, como estaba acostumbrado a ver. Era una mirada de incertidumbre.

¿Cree que no seré capaz de hacerlo? Le demostraré lo contrario, pensó con cierto orgullo interno, interpretando que su progenitora, de nuevo, no lo veía capaz de ello.

Pero su orgullo se tambaleó cuando Sandru anunció el grupo que buscaría una nueva ruta.

¿Vankor y Bevelek? Son buenos tipos pero, ¿Qué saben ellos de pasar desapercibido y rastrear?, pensó contrariado, teniendo la opinión que el subterfugio sería lo idóneo para ese encargo. Bueno, al menos si hay problemas saben combatir, se consoló. No obstante eso no era, ni mucho menos, lo peor.

¡¿Giorgino al mando?! ¿Tan temprano y Sandru ya ha bebido más de la cuenta?, se dijo alarmado el joven. Giorgino era un buen muchacho y el hecho de tener edad similar hacía que él y Kelsier hubieran coincidido en numerosas ocasiones para diversos acontecimientos. Y por que el semielfo lo conocía su intranquilidad no era infundada. Giorgino era un joven inteligente y avispado pero carecía, a su ver, de una cosa muy importante: fundamento.

Ah, no. Ni hablar. Me niego en redondo que él nos comande y se lo digo a Sandru de inmediato.

- Sí, señor Vishki - dijo el joven explorador, suspirando con resignado desaliento.

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MEDIODÍA.

Giorgino abrazaba a su abuela con fuerza algo preocupado por su estado, nunca la había visto de aquella forma, pero estaba dispuesto a protegerla y a ayudarla en todo lo que pudiera. ¿Cuantas veces lo había protegido ella a él? Ahora ya era una hombre y debía demostrarlo.

-No te preocupes abuela, nosotros te cuidaremos, no te pasará nada. -Además la había escuchado murmurar en sueños y sabía perfectamente lo que su abuela quería en aquellos momentos.- Bevelek, Vankor, ponerle el toldo a la abuela por favor, lo necesita.

Escuchó a su tío repartir instrucciones y sonrió contento y orgulloso ante su reconocimiento y el voto de confianza que había depositado en él.

-Sí tío, iremos los cuatro. ¿Verdad primos? -Kelsier había dicho ya que sí, aunque a Giorgino le sorprendía que no fuera Shalelu la que los acompañara, seguramente quería probar a los jóvenes y ellos le iban a demostrar lo que valían.- ¿Nos podemos llevar unos caballos? Así encontraremos antes ese paso. ¿Alguien más se viene?

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ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

El maestro caravanero observó a su sobrino, que como era habitual se comportaba con un ligeramente descarado desparpajo.

– Giorgino Vhiski, tus primos no están para cumplir tus órdenes, si quieres ayudar a tu abuela hazlo con tus propias manos, jo, jo, jo, y si es demasiado para ti pide ayuda para ello, y yo mismo te echaré un cabo. –

A pesar de que la falta de Giorgio había sido leve, había hierbas que era mejor arrancar antes de que echaran profundas raíces. Cuando se mencionaron los caballos Sandru levantó la vista mirando a Giorgino.

– Cuando digo averiguar, me refiero a la gente del pueblo. Si hubiera querido que se explorara a ciegas río arriba esperaría a la mañana en primer lugar, y no te mandaría a ti a hacerlo, sino que pediría a Kelsier o a Shalelu que lo hicieran ya que son exploradores en definitiva.

De hecho, si propongo a Kelsier para acompañarte es porque él entenderá las señas que algún lugareño pueda darte, a pesar de que sea tu encantadora verborrea la que apreste a un desprevenido lugareño a colaborar. ¿Me sigues? Así que directos al pueblo a ver qué conseguís que os digan. Os quiero aquí para la cena con buenas noticias. –

No creía necesario comentar el asunto del recaudador de impuestos desaparecido y la secta malvada tras el telón de fondo. Esa historia esperaría a que estuvieran reunidos en la hoguera para la cena. Pero que los fornidos hermanos Dalmuvian acompañaran a ambos jóvenes, hacía que Sandru no temiera por su seguridad.

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MEDIODÍA.

Rió por lo bajo ante el pequeño rapapolvo de Sandru a su sobrino aunque había que reconocer que su petición había ido acompañada de un por favor.

-Te echaré una mano con ese toldo, Giorgino. Por tu abuela, lo que haga falta -dijo con una amplia sonrisa aprestándose a la labor-. Cuanto antes terminemos, antes podremos partir. ¡Bevelek! ¡Échanos una mano!

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MEDIODÍA.

Entonces Sandru aclaró que no se trataba de hallar una senda, si no preguntar por ella en Ensenada. Aquello cambiaba todo.

Ah, bueno. Eso es otra cosa.

Inconscientemente el joven semielfo se mordió el labio inferior, como cada vez que se enfrentaba a un dilema o a una situación complicada. Ensenada no era Puerto Enigma, pero estaba bajo su control directo.

- Jefe Sandru, con el debido respeto, ¿Acaso nuestra presencia no llamará la atención de los vecinos? Cuatro individuos venidos de la nada, aparentemente viajeros, pero sin pertrechos. Supongo que levantaremos suspicacias. Porque, si mal no he entendido, nadie debe saber sobre la caravana en Ensenada de Roderic ya que esta en sí pertenece a Puerto Enigma, el lugar que debemos evitar ¿Me equivoco? - preguntó el explorador.

Es como ir a cazar a favor del viento, pensó.

- Aunque, siempre podríamos limitarnos a pedir información en las granjas o casas de las afueras de Ensenada de Roderic, sin entrar directamente en el pueblo - propuso -. Posiblemente los granjeros del extrarradio sepan más de caminos y sendas que rodean el lugar que los vecinos y marineros del interior. Y probablemente no creo que nos enseñen el jopo para ir a la ciudad en cuanto nos marchemos - opinó el explorador, advirtiendo ciertas caras de extrañeza ante sus palabras. El muchacho se dio cuenta de su expresión y lo aclaró -. Me refiero que no creo que dejen todo para ir de inmediato a Ensenada y relatar que unos simples viajeros han pasado haciendo preguntas. Además, entre pregunta y pregunta siempre se puede sacar información de qué se cuece en el municipio. Tal vez de ahí se pueda sacar una conclusión sobre los males que ha visto Koya que nos acechan - añadió.

Respecto al uso de caballos, Kelsier torció el gesto.

- Giorgino, eso llamaría aun más la atención, a mi ver - opinó de nuevo el semielfo. Después calló, esperando respuestas o pareceres del resto.

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MEDIODÍA.

El viaje iba sucediéndose a un ritmo envidiable, y el bárbaro shoanti cumplía sus obligaciones mientras colaboraba con las diversas actividades de la caravana. De tanto en tanto ayudaba a las cocineras con algún plato shoanti que, como para su sorpresa habían descubierto los que habían ido con él al pantano, estaba bastante bueno. En general, sin embargo, se limitaba a vigilar y, eso sí, aprovechar cada parada en cada una de las aldeas para buscar las tabernas, y dedicarse a beber, comer, y por supuesto, tratar de conseguir alguna compañía femenina para su descanso.

Y así fue transcurriendo el viaje hasta que, repentinamente, la adivina gritó, avisando que no deberían parar en Puerto Enigma.

Kromdal asintió para sí, y luego repitió ese mismo gesto de mudo asentimiento cuando los distintos miembros de la caravana, cada uno a su modo, fue ratificando no ir a Puerto Enigma. Después de todo, ¿para qué tener una profeta, una vidente, una adivina, una que hablaba con los espíritus, si no le ibas a hacer caso? Es tan necio como mear en contra del viento. Y casi igual de apestoso.

– Por supuesto, jefe. Me quedo aquí y preparado- dijo a Sandru, mientras se acercaba a los víveres y sacaba de uno de los odres un poco de zumo fermentado, bastante dulce, típico de su gente, que entregó a la adivina- Viene bien. Alguna vez vi que lo tomaba tras algún conflicto con los espíritus el shaman de la tribu- le dijo con sencillez- aunque no conviene abusar. 

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Aquello no iba a ser tan tranquilo como él hubiera querido. Les enviaban junto a Giorgino y a Kelsier a preguntar y conseguir indicaciones en una zona peligrosa que él gustosamente hubiera evitado, pero las órdenes eran órdenes y él era un profesional.

—Ahora os ayudo con el toldo, pero dadme un momento que vaya al carro a por la cimitarra, si nos vamos de excursión quiero ir precavido y más en una zona como esta.

No tardó, pues tenía el equipo muy cercano y un momento después estaba junto a su primo y su hermano listo para colocar el toldo para la venerable Koya. Pese a la tarea que estaban llevando a cabo, Bevelek tenía la cabeza pendiente en el viaje a la Ensenada. Kelsier era consciente del peligro que entrañaba aquello y hablaba con prudencia, eso gustó al varisio que se alegraba de ir en compañía del semielfo. En cuanto terminó con el toldo estuvo listo y dispuesto junto con su equipo, para partir hacia la pequeña excursión que tenían preparada.

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Giorgino se sintió avergonzado por las palabras de su tío. Nunca había sido su intención ordenar aquello a sus primos y lo hubiera hecho él mismo de buen grado si no hubiera estado consolando a su abuela en un abrazo, la anciana le necesitaba y no podía dejarla allí sin más.

-Lo siento tío, no era mi intención que sonara así, estoy preocupado por la abuela, eso es todo. -Giorgino giró la cabeza y la acercó a la de Koya. Le habló suave, no quería alterarla.- Abuela, voy a soltarte un momento, ayudaré a Vankor y a Bevelek a poner el todo, como tu querías. ¿Vale? Enseguida vuelvo. Pero antes te sacaré una silla. ¿Quieres alguna otra cosa? ¿Una manta?

Giorgino dejó a su abuela con mucho cuidado y entró corriendo en el carro para sacar una silla y que pudiera sentarse mientras sus primos y él colocaban el toldo.

-Vankor, Bevelek, quiero disculparme con vosotros, no era mi intención haceros trabajar en mi lugar. Gracias por echarme una mano.

Entonces su tío les aclaró cual era su verdadero plan y Giorgino se rascó la cabeza nervioso por su confusión, no estaba siendo su día. Pero le gustaba más la idea de ir al pueblo y poder charlar con la gente.

-Ahhhh.... Claro tío, eso tiene más sentido, muy bien pensado. Seguro que en el pueblo saben de algún sitio por donde vadear el río. Y no te preocupes, seremos discretos.

Parecía que Kelsier no las tenía todas consigo y sugería otras alternativas, aunque a Giorgino lo de visitar el pueblo le parecía demasiado tentador como para dejarlo pasar.

-Tienes razón Kelsier, para ir al pueblo mejor hacerlo andando, es que creí que iríamos más lejos, pero ya está descartado. Y no te preocupes, Desna ha dicho que no vayamos a Puerto Enigma y no iremos a Puerto Enigma, por lo tanto nos protegerá y no pasará nada, ya veras. Tito, ¿Quieres que le diga a la gente de la caravana para hacer negocio o prefieres que nos hagamos pasar por unos simples viajeros que siguen su camino?

Mientras su tío contestaba a todas las cuestiones Giorgino sonrió al ver a Bevelek prepararse para acudir con ellos al pueblo, iba a ir con su cimitarra y todo. Se acercó a Vankor y le pegó un pequeño codazo de camaradería para llamar su atención.

-Seguro que quiere impresionar a las chicas... jijiji.

Bueno, ¿Quien iba a culparlo? Él también quería impresionarlas, esperaba que aquí la suerte no les fuera tan esquiva como en los anteriores lugares, esto de conocer mujeres durante los viajes era más complicado de lo que imaginaba.

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El propio Sandru ayudó con los asuntos de la alterada adivina en orden de agilizar la partida de los nombrados investigadores mientras respondía a las preguntas y problemas que le planteaban los jóvenes.

– El pueblo no es muy grande, Kelsier. Habrá alguna tierra de labranza en su extrarradio y si conseguís la información que buscamos de algún labriego es tan buena como de la taberna de la villa. – El varisio se encogió de hombros mientras hablaba, dejando claro que la fuente de la información no era algo que le preocupara. Si una dríada salía de un árbol y yacía con Kelsier mientras le hablaba del vado, tanto le daría. Luego devuelve su atención a Giorgino mientras le dedica una sonrisa animada, en muda aprobación a sus adecuadas disculpas.

– Bien dicho Giorgio. En cuanto a tu pregunta, vamos a vender las mercancías que traemos y a comprar provisiones en gran cantidad mañana por la mañana, así que si dais algo de información sobre ese punto en particular será algo beneficioso para todos. Que quede claro que hay una caravana de comerciantes en la villa y mañana habrá mercado. –

 El mercader hizo un gesto a su sobrino para que saliera ya. – Si alguien más quiere ir y no tiene labores pendientes, es su oportunidad. – La puntualización venía marcando al personal contratado, que siempre tenía labores que hacer al detener la caravana. El propio maestro de caravana seguía sus evoluciones para luego compartir un pichel de vino al calor de la hoguera.

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-La cimitarra, sí, sí -dijo Vankor que se inclinó hacia Giorgino para que solo este el oyera-. Ya me conozco esa canción. ¿O es que no puede recoger su arma después de ayudar? No, mejor antes que ya habremos acabado nosotros con el trabajo sucio. Tiene un morro que ya, ya.

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MEDIODÍA.

Veo como se decide finalmente que no iremos a Puerto Enigma, lo que está bien pues no debemos ignorar las cosas que suceden y que nos están diciendo los sueños de nuestra adivina. Sandru dispone un plan para que se averigüe como pasar el río y eso es un muy buen plan.

Me acerco para ayudar con el toldo de Koya sin decir palabra alguna. En la caravana siempre se necesitan manos y estoy más que dispuesto a poner las mías para lo que sea necesario. Mientras estoy en ello, le respondo a Sandru:

 - "Siento que es mi deber quedarme acá pues no somos tantos, pero me gustaría ir y conocer la Ensenada. ¿Que cree que es mejor que haga?

Sé moverme en la naturaleza y puedo luchar junto a los chicos si sale algún problema, pero lo que más me motiva es conocer los distintos sitios por los que pasamos. Sé que mañana iremos y comerciaremos, por lo que tampoco es tan importante que vaya ahora. Por eso lo dejo al criterio de Sandru, para que decida si soy más útil allá o acá.

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MEDIODÍA.

Kelsier emitió un amortiguado suspiro y asintió ante los requerimientos del jefe de caravana. Si ni siquiera comentaba las dudas del explorador sobre si Ensenada podría ponerles en contacto con el peligro de Puerto Enigma que Koya soñó, entonces no había más que discutir.

- Como usted diga, sr. Vishki. Si estima que no hay peligro daremos una vuelta por Ensenada de Roderic - confirmó el joven.

Dejó a Sandru y tras mirar cómo un gran número de dispuestos varisios ayudaban a una complacida Koya, decidió no sumarse a ellos. Principalmente por falta de espacio. Se dirigió a la carreta donde guardaba sus pertrechos y cogió lo indispensable. Pronto, debidamente equipado, se presentó en el centro del improvisado campamento, esperando a Giorgino, a los Dalmuvian y a cualquier otro que el maestro carretero estimara oportuno para partir hacia Ensenada.

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DÍA DE LA LUNA, CUARTO DE CALISTRIL.

ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

Giorgino asintió ante las palabras de su tío contento de haber dicho algo que le había gustado.

-No te preocupes tío, anunciaremos la presencia de la caravana y mañana encontrarás esto lleno de gente, será un buen sitio de ventas, ya verás.

Giorgino contuvo la risa ante las palabras de Vankor, a él no le importaba poner el toldo, era algo que no les llevaría mucho tiempo, pero que debían hacer por la abuela.

-No importa, será solo un momento, lo que quiero es ir al pueblo rápido.

Y mientras comenzaban a poner el toldo escuchó a Serveris, siempre tan prudente y formal. Adelantándose a lo que pudiera decir su tío, Giorgino tomó la palabra.

-¡Venga Serveris! ¡Ven con nosotros! El tío Sandru ha dicho que quien no tenga nada que hacer puede venir, mañana tendrás todo el día para quedarte aquí.

Durante las ferias el campamento se llenaba de gente y no todos eran buenos ciudadanos por lo tanto siempre era bueno que estuvieran todos los caravaneros por si había problemas.
En cuanto terminaron de colocar el toldo Giorgino dio sus tareas en el campamento por terminadas.

-¿Que te parece abuela? Ya tienes el toldo. ¿Quieres que te traiga algo del pueblo?

Giorgino se preparó para marchar. Colocó su bufanda y comprobó sus otras armas, también sacudió sus ropas del polvo del camino, quería estar lo más presentable posible. En cuanto el resto se hubo preparado emprendieron el camino hacia el pueblo.

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DÍA DE LA LUNA, CUARTO DE CALISTRIL.

ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

Sandru terminó con los quehaceres dedicados a su madre y observó los preparativos de la partida de los jóvenes.

- Me parece bien que vayas Serveris, tu valor y una espada como la tuya como compañeros siempre son algo de agradecer. -

Después se dirigió a Kelsier. A veces aportaba conclusiones a sus palabras y no siempre acertaba en ellas.

- No sé de dónde sacas que no pueda haber algún peligro joven explorador, pero es algo que yo no insinuo con mis palabras o actos. No se envía a cuatro jóvenes capaces y armados a hacer el trabajo de uno o dos. Tened los ojos bien abiertos. -

Tras esto Sandru devuelve su atención al personal contratado, repartiendo tareas entre ellos.

Mitad del invierno del año 4708 RA.
Día de La Luna, cuarto de Calistril.
Ensenada de Roderic, Varisia.
Mediodía.
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Lobos, goblins, piratas... Al fin y al cabo, aunque fueran distintas amenazas, el riesgo físico era el mismo. No dudó un instante en evitar cualquier contratiempo, máxime si implicaba un daño a cualquier integrante del grupo. Y que decir del susto que se había llevado con el grito de Koya, y es que no presagiaba nada bueno. Así que allí estaban, cerca de la Ensenada de Roderic buscando la manera más adecuada para avanzar en su periplo.

El cambio propuesto por Sandru no la preocupaba en exceso, lo cierto es que estaba más que preparada en aquella pequeña odisea. No en vano se había provisto adecuadamente, y sus días en la caravana, fuera de las tareas asignadas, eran más que llevaderos gracias a la lectura y su práctica con el shamisen. Además, mantuvo su compromiso de ayudar a Serveris con el aprendizaje idiomático por lo que el tiempo no era un factor que le importaba demasiado. Por otro lado, intentaba con discreción contar con Hattori lo máximo posible, pues aunque con los años había adquirido un peculiar sentido del humor sabía que el bagaje emocional no podía ser tomado a la ligera.

Viajar por el río... Eso ya era otro asunto, y menos mal que casi todos estaban volcados con Koya o pensando la mejor manera de recabar información por lo que con rapidez se deshizo de cierto rubor por su pequeño gran problema.

- Tomaré el tiempo para ayudarte aquí, y para preparar lo necesario para comerciar mañana -Respondió a Sandru-. Con suerte tendremos facilidad a la hora de cruzar el río.

En cuanto la situación se calmó un poco se acercó a la anciana.

- ¿Sabes? Cuando nos adviertes del peligro que nos acecha a veces me olvido del dolor que te provocan las visiones -Suspiró profundamente, como si ella supiera lo que se siente al soñar con cosas dolorosas-. Es frustrante tomar de buen agrado una advertencia a costa de tu bienestar. Aún así... -Apretó con suavidad la mano de la anciana-. Eres la voz de Desna en el camino terrenal.

Mitad del invierno del año 4708 RA.
Día de La Luna, cuarto de Calistril.
Ensenada de Roderic, Varisia.
Mediodía.
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Aprovechando las tareas que debían realizar para acampar, y lo que tenían que preparar para comerciar al día siguiente, encontró un momento de cierta privacidad alejados de oídos indiscretos. Lo cierto es que aquel pequeño gran asunto le daba un poco de vergüenza, y temor.

- Sobre viajar por el río... -Suspiró como si guardara un terrible secreto, de hecho bajó sustancialmente la voz- No sé nadar.

No era tan asombroso encontrarse con alguien que no sabía nadar, de hecho pensaba que era de lo más común. Lo que la avergonzaba era que con aquel espíritu aventurero, con ganas de situaciones muy alejadas de la aburrida rutina, no se había molestado en aprender a nadar.  

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MEDIODÍA.

Asiento feliz a las palabras de Sandru, pues son lo que necesitaba para decidir lo que es mejor para que haga en esta ocasión. Iré con Giorgino, Kelsier y los hermanos Dalmuvian. Será divertido y probablemente aprenderé más de este lugar que si solo fuese con la caravana para hacer mercado.

Le respondo entonces:

 - "Bueno, iré entonces. Tendremos cuidado de todas formas."

Miro a ver si iremos en caballos o si iremos a pie, para ver si preparo a Roiyaru o lo dejo junto a la caravana, para que cuide al resto. Mi caballo es un combatiente igual que su dueño y se puede confiar en él tanto como en mí.

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DÍA DE LA LUNA, CUARTO DE CALISTRIL.

ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

Tras pasar un rato haciendo inventario, Sandru se dio cuanta de un detalle que había pasado por alto. Necesitaban espacio para comprar provisiones para un viaje tan largo sin paradas, y esa parte de la carga estaba ocupada por algunos bienes ahora.

El asunto es que no contaba con hacer esa operación comercial hasta la última parada de la caravana, pero viendo que iban a evitar Puerto Enigma el momento de deshacerse de todas las mercancías había llegado en pro de que la caravana estuviera bien aprovisionada. Luego se dirigió al resto.

– Contad con que vamos a pasar dos días en la Ensenada de Roderic. Necesito vender ciertos bienes y contaba con hacerlo en Puerto Enigma, más ahora no será así. –

Se encogió de hombros mientras revisaba las mercancías. No les sacaría el mejor de los rendimientos ya que no tenía lo que esta gente más estimaría para mercadear, pero al menos esperaba no tener pérdidas.

Luego pasa al lado de Ameiko y le susurra algo mientras sonríe.

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DÍA DE LA LUNA, CUARTO DE CALISTRIL.

ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

El comentario de Ameiko pilla a Sandru ocupado contando ciertos pequeños barriles, así que le hace un gesto para que le de un momento. En cuanto acaba y comenta ciertas cosas al personal de la caravana pasa a su lado y susurra en tono quedo.

– No te preocupes Ameiko, ningún caballo puede nadar atado a un carro. He pedido un vado, no una piscina. La idea es pasar rodando. –

Tras guiñarle un ojo a la bella bardesa, continúa sus labores logísticas.

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ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

MEDIODÍA.

¡Todos eran tan súmamente amables con ella! Se preocupaban tanto por la adivina de la caravana y le hacían tanto caso que cómo iba a decirles ahora, tras calmarse un poco, que quizá se le hubiera ido todo un poco de las manos. ¿Todo aquel revuelo por encontrarse con un ex-novio? Bueno, si Desna se lo había hecho ver, seguro que era por algo. Todler podía ser peligroso, él y sus hombres, todos ellos piratas desalmados, como él. Giorgino y los dos Dalmuvian le colocaban su toldo para que pudiera sentarse en una silla al exterior y así que pudiera darle el aire fresco.

- Muchas gracias, jovencitos.- Incluso el bárbaro mercenario se acercaba a ofrecerle algo de beber.  Koya olfateó primero el contenido del odre tratando de no poner cara de asco.

Huele a pis de camello.- Tomó un sorbo con mucha precaución y tanteó el sabor en la boca. No estaba mal. Era dulce y...fuerte. Cuando lo tragó enseguida sintió un reconfortante calor que bajaba por la garganta hacia el esófago.

Cuando Giorgino le preguntó si necesitaba algo más le cogió la cara con ambas manos para apretujarla bien. Es que era un amor.

- Con que vuelvas sin haberte metido en líos me vale.- Cuando ya parecía que le iba a soltar lo mantuvo un poco más apresado.- Aunque bueno, si fuera posible...pero no...no quiero molestar...no es más que un capricho...no tiene sentido...parece un antojo de embarazada jaja.- Su visión de su amado Todler le había traído recuerdos de una comida que disfrutaban juntos y que, según tenia entendido, en Puerto Enigma era una especialidad.- Si pudieras traerme una empanadilla de anchoas...- Dejo caer a la vez que se estremeció pro el frío y se arrebujó en su chal. En ese momento se acercaba la dulce Ameiko que sufría por ella a causa de sus visiones.

- Sobrellevo bien este dolor si con ello procuro vuestra seguridad, querida. Perderos sería mucho más doloroso.- Lo halagos de Ameiko no caían en saco roto. Llenaban de orgullo a la vanidosa adivina. Todo aquel viaje, el que podía ser su último gran viaje, tenía su origen en los asuntos familiares de Ameiko y le estaba agradecida por ello. Haría todo lo posible por llevar a la caravana a buen puerto, aunque tuviera que sufrir pesadillas todas las noches.