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El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

Viajes.

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24/10/2017, 20:45
Caravana.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, SÉPTIMO DE CALISTRIL.

SALIENDO DE LA ENSENADA DE RODERIC, VARISIA.

POR LA MAÑANA.

Tras dos días de productivo comercio en la Ensenada de Roderic, la caravana vuelve a ponerse en marcha. Sandru prefiere evitar pasar cerca de Puerto Enigma, seguramente por ser una ciudad-estado gobernada por piratas donde los bandidos campan a sus anchas, y por si fuera poco, existen rumores de avistamientos Derro y Drow, por lo tanto elige viajar por un viejo camino campo a través bordeando las Montañas Pedregosas del Sur, que termina en las Tierras Altas Velashu, para seguir el río dirección Noroeste hasta un paso bajo las montañas y luego hacia el Norte, hacia Tierras de Nadie, para continuar finalmente hacia el Muro de Salmuera.

***

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Cuanto más al Norte va esta ruta, más en desuso se vuelven los caminos. En el momento en que la caravana serpentea a través de las Tierras Altas Velashu, el camino es poco más que un sendero de arena.

Con la pérdida del Muro de Salmuera como un puerto viable, la mayoría del comercio entre Varisia y las tierras de los Reyes Linnorm ha pasado por la ruta marítima, pero el sendero que sigue la caravana no está completamente abandonado. Sandru se apresura a señalar que varias caravanas varisianas toman la ruta cada año, aunque admite que generalmente hacen un amplio rodeo alrededor del Muro de Salmuera, que todo el mundo cree que está embrujado, maldito o ambas cosas.

Y no le falta razón. A mediodía del undécimo de Calistril, por aquel camino del Norte, se divisa una caravana que avanza de frente a la de Sandru.

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25/10/2017, 23:28
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

La alegría se había albergado en su corazón al alejarse de la Ensenada de Roderic y de sus peligros. El viaje estaba resultando realmente cómodo y tranquilo, nada parecido a lo que había acontecido días antes de su marcha. El pantano quedaba lejos y olvidado y por peligroso que resultase el imaginar lo que podía aguardarles en el Muro de Salmuera por el momento aquello no era más que eso, imaginación y como tal para Bevelek no era algo que le preocupara demasiado en aquel momento.

La mañana había sido realmente tranquila y así hubiera sido el resto del día, si no fuera porque a medio día vislumbraron a lo lejos otra caravana que iba directa hacia ellos. Los años de experiencia le mostraban al mayor de los Dalmuvian que los encuentros entre caravanas solían ser breves y amistosos, se intercambiaban informaciones acerca de la carretera por la que se iba, los pueblos que se habían visitado y se recomendaban tabernas y posadas. Sin embargo la experiencia también le decía que cualquier encuentro con un extraño en mitad de la nada estaba sujeto a una pequeña dosis de peligro. Por ese mismo motivo Bevelek tuvo mucho cuidado en tener cerca de sí, su ballesta. Confiaba en no tener que usarla, pero prefería no tener que hacerlo y tenerla a mano que lamentarlo.

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26/10/2017, 00:06
Ameiko Kaijitsu.

Mitad del invierno del año 4708 RA.
Día de La Luna, undécimo de Calistril.
Carretera Norte, Varisia.
Mediodía.
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A medida que se acercaba el momento para embarcar la tensión de Ameiko era cada vez más palpable; y aunque había intentado contagiarse del siempre buen humor de Sandru el temor persistía. Afortunadamente la corta travesía no trajo percance alguno, ni siquiera durante los días sucesivos que se adentraban más y más hacia el noroeste.

Cada vez estaban más y más cerca de su destino, y a pesar de las rutinas que hacían más llevadero el viaje resultaba inevitable sentir el peso de su legado, máxime cuando cada día se embutía en una armadura siempre pendiente a cualquier emboscada. Durante muchos años intentó lidiar entre su herencia familiar y el deseo de libertad, y cuando pensó que había llegado a un acuerdo regresó inesperadamente a la casilla de salida. La aprensión se había incrustado en su corazón, pero gracias a Shelyn que tenía su arte para lidiar con su pesar. 

Al cuarto día tras abandonar la Ensenada de Roderic se toparon con una caravana en sentido contrario. Parecía una novedad en el habitual trayecto que consistía en nuevas caras sólo cuando se acercaban a las aldeas. Miró a sus compañeros de viaje más experimentados para averiguar cómo proceder, y hasta ahora con la prudencia por delante.

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29/10/2017, 10:29
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Sandru entrecerró los ojos tratando de atisbar algún detalle sobre la caravana que se aproximaba, pero aún estaba bastante lejos. Creyó ver algunos colores que la podían identificar como varisia, más no podría asegurarlo. Quizás Shalelu con su afilada vista de elfo pudiera ver algo pero Sandru bebería pis fermentado de yak antes de preguntarle a la orgullosa elfa. Shalelu decía lo que Sahlelu quería, y no había más discusión.

Por último decidió un curso de acción. Dio orden de alto en un lateral del camino, más señaló por gestos que todo el mundo estuviera presto para partir, no nos detendríamos en ese lugar más que para cruzarnos con la caravana que provenía de una zona donde supuestamente no había caravanas.

- ¡Alto la caravana! Nos orillamos a la derecha del camino, las manos en las riendas. Veamos si podemos averiguar algo sobre el camino que nos espera más adelante. He visto bandidos que se hacían pasar por caravaneros a sí que no bajéis la guardia, veamos si son auténticos mercaderes varisios. -

El mercader preparó dos copas de vino en el pescante de su carro esperando que la caravana que venía desde el norte les alcanzara. Si el intercambio de información salía bien podrían tener claro qué les esperaba más adelante. Si no... Tanteó el afilado cuchillo estrella que llevaba bajo el chaleco.

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29/10/2017, 11:41
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Cuando Giorgino detuvo el carro tras las órdenes de Sandru, Koya sacó la cabeza por una de las ventanas curiosa por lo que podía estar pasando.

¿Una caravana? Aquí...- Usó su mano como visera para tratar de vislumbrar a quiénes se iban a cruzar con ellos. Las precauciones de su hijo le parecían las adecuadas. Si al final no resultaban bandidos bien podrían sacarles información útil sobre el final de su viaje de ida. Mientras esperaban ella no se iba a quedar de brazos cruzados. Volvió a meter la cabeza adentro y cerró la cortina. En un pequeño y sencillo pebetero quemó algo de incienso haciendo que el ambiente en el interior del carro se espesara con el intenso aroma que embriagaba la mente. En sus manos ya sostenía el mazo de cartas que había heredado de su difunta madre.

Señora mía, fuente de luz

transforma este momento actual en horas de visión e inspiración.

Ayúdame a encontrar sabiduría e ilumina mis pensamientos. 

Ayúdame en mi empeño de razonar con objetividad. 

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29/10/2017, 12:08
Caravana.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

- Los caravaneros varisios parecen ser justo lo que dicen ser, simples comerciantes.

- Comentan que proceden de las Tierras de los Reyes Linnorm, de donde traen pieles a medio tratar y artesanías hechas con huesos de ballena.

- Se dirigen a Puerto Enigma, aunque no les hace mucha gracia, pero han acordado comprar allí un cargamento de tintes para telas, que esperan obtener a buen precio.

- Pese a que saben que la zona es peligrosa, están interesados en saber más rumores o noticias.

- Pasaron cerca de Muro de Salmuera y vieron a lo lejos una luz en una torre, no saben si era una visión fantasmal o un espejismo.

- Aceptan mercadear e incluso disponen de un pequeño muestrario de armas, armadura y otro "equipo de aventurero", con un ligero sobrecoste del diez por ciento.

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29/10/2017, 14:54
Viejo Hattori.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Durante lo que llevaban de viaje el viejo Hattori había pasado desapercibido, solícito a las demandas de la joven Kaijitsu y echando una mano allá donde su ayuda fuese bien recibida.

Al mediodía del undécimo de Calistril, se encontraba en el carro de pasajeros tratando de armar esforzadamente una trampa para conejos cuando Sandru dio orden de detenerse. Tan pronto su caravana se detuvo el instinto llevó al viejo a buscar a Ameiko con la mirada antes incluso de saber la razón de su parada. Consciente de que él no era un guerrero poderoso, se aseguró de que alguno de los más diestros en el manejo de las armas no anduviese lejos de su señora.

Afortunadamente la caravana era lo que parecía. Manteniéndose en un segundo plano, escuchó las noticias de los comerciantes vasirios sin dejar de otear discretamente los alrededores, tan solo por si acaso.

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29/10/2017, 16:37
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Sandru comparte una copa de vino con el jefe de la caravana mientras charla sobre el camino en ambas direcciones, hacia el norte y hacia el sur. No revela el objetivo de su viaje y se limita a hacer un gesto contra la mala suerte cuando se menciona la luz que han atisbado en las inmediaciones del castillo.

Habla de manera velada de las Tierras de los Reyes Linnorm donde espera pasar un invierno provechoso para salir cargado con los primeros brotes de la primavera en busca de más negocios, mas no dice si más al norte o de vuelta al sur. Sobre Puerto Enigma les previene de lo que ya conocen sobre el peligro de los piratas, además de hablar sobre los recientes rumores de avistamientos de Enanos Derro y Elfos Drow. Tras eso les recomienda que se dirijan directamente a la Ensenada de Roderic evitando su anterior destino.

A su intento de mercadear Sandru esboza una mueca dolida, dejando claro que llevan la caravana hasta arriba de víveres ya que no sabían cuando llegarían a un destino donde poder reponerlos, y debido a ello no puede mercadear con alimentos a no ser que le indiquen la distancia a la que podría reponerlos en el norte.

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29/10/2017, 17:47
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Kelsier, habitualmente en cabeza de la caravana cuando no estaba ausente, forrajeando, observó la hilera de carromatos que se divisaban al fondo del camino, en dirección opuesta a su propia comitiva. A diferencia de los animales del bosque, el explorador no sabía que esperar de las diversas personas que se cruzaban en el camino. Su privilegiada vista le hizo poder observar que se trataba de unos carromatos comerciales, sin grandes escoltas ni personas armadas. Aquello tranquilizó al joven, aunque desanduvo con rapidez su posición adelantada, llegando hasta sus carros y en especial ante Sandru, y sin decir gran cosa señaló el fondo del camino.

Detrás de numerosos altibajos de la carretera, al fondo, se divisaban los carros desconocidos. El jefe de la caravana decidió dar un alto y forzó la vista para intentar discernir algo más sobre ellos.

- No he apreciado que lleven, apenas, hombres de armas - comentó el joven, dando a entender que no creía que se tratase de un convoy militar -. Tal vez colonos o mercaderes - conjeturó, encogiéndose de hombros. Tras aquello, el explorador volvió a la cabeza de la marcha, ahora detenida, para seguir observando la aproximación de la otra caravana.

Finalmente resultaron ser mercaderes y el trato con ellos fue cordial. Sandru negoció con ellos sobre posibles intercambios, que no resultaron ser muchos al final. Lo que más intercambiaron fue información. El jefe Vishki les previno sobre Puerto Enigma y estos sobre las luces en el castillo del Muro Salmuera.

O está encantado o alguien sin temor se ha aventurado dentro, pensó el joven.

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29/10/2017, 21:42
Shalelu Andosana.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Shalelu se mantuvo ojo avizor durante el trayecto a partir de Ensenada de Roderic, no le gustaba nada que hubieran rumores de avistamiento de Drow tan lejos de donde deberían estar… esperaba que solo fueran eso, rumores. El camino fue relativamente tranquilo pero no consiguió relajarse mínimamente hasta que la caravana llegó por fin a pisar los caminos transitados.

Mientras estaba explorando la vanguardia del grupo, avistó a otra caravana acercándose en dirección opuesta. Enseguida se acercó sigilosamente a ésta para asegurarse que no era un peligro. Lo que vio la relajó lo suficiente para quedarse en vez de ir a avisar al grupo, pues no era más que otra caravana Varisia haciendo el camino contrario a ellos. En cualquier caso Kelsier ya volvía sobre sus pasos tras adelantarse igual que ella, así que seguramente ya estarían avisados. Shalelu se quedó vigilando para asegurarse que no había Sczarni ocultos entre ellos que pudieran dar problemas.

En cuando las dos caravanas se cruzaron, Shalelu observó como Sandru charlaba con el jefe de la otra caravana, esperaba que sacara algo de información de lo que quedaba de trayecto, no solo comercio, pensó con un suspiro interno. Ella se mantuvo al acecho, observando al resto de los trabajadores y pasajeros de la otra caravana y su comportamiento para con ellos.

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30/10/2017, 03:19
Serveris.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Avanzamos por el camino a través de las Tierras Altas Velashu, mientras recuerdo los agradables acontecimientos del viaje que he vivido. Me ha gustado mucho vadear las Montañas Pedregosas del Sur pues nunca había visto montañas tan de cerca y me parecen fascinantes. Despiertan en mí una clase de melancolía de aventurero que no puedo ignorar y fijo la mirada en la parte más alta de ellas que consigo ver, anhelando aquella visión y disfrutándola hasta que se pierde de la vista. Es inspirador.

En ese punto ya estaba alegre pues los días de comercio en la Ensenada de Roderic fueron sumamente pintorescos y me mostraron el comercio de caravanas, algo que no había conocido en lo más mínimo hasta que me sumé a esta compañía. Me gusta mucho ver como se asignan valores y como se regatea para obtener mejores precios, algo que no sabría como hacer pero que es divertido de ver. Nos fue muy bien y Sandru se aseguró de que no nos faltase nada al partir.

Ahora nos dirigimos a las tierras de nadie, que nos llevará al Muro de Salmuera y estoy muy emocionado de conocer aquel lugar, que tan importante es para Ameiko.

Entonces vemos como una caravana viene en el sentido contrario. Parecen varisios y Sandru les propone comerciar, por lo que nos detenemos y comenzamos a intercambiar información así como bienes. Me mantengo un poco alejado de las discusiones, con un gesto serio clásico que pongo siempre que estoy protegiendo la caravana pero intentando no perderme detalle alguno de las transacciones y otras formas de interactuar entre los diversos caravaneros.

Pienso un momento en aquella luz que dicen haber visto en el Muro de Salmuera y no puedo evitar pensar que solo puede ser alguna clase de enemigo, quizás aquellos a los que tanto temía el ancestro Kaijitsu.

"Si fuesen buenas personas, aceptarían visitantes y los mitos de aquel lugar se disiparían rápidamente. Han de ser o criaturas o personas malignas."

Intento pensar en los distintos tipos de enemigos que podemos encontrarnos ahí: Guerreros malvados, quizás hechiceros o directamente monstruos. Recuerdo al monstruo del pantano y no era algo agradable de ver. Trago saliva pensando que quizás aquello que está en esa torre puede ser algo aún peor.

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30/10/2017, 10:31
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Los augurios de Desna eran favorables a mezclarse con aquella caravana. Así se lo hizo saber a su hijo quien siempre tenia en consideración lo que la Diosa decía. Koya buscó con la mirada a Giorgino y, cuando se topó con sus ojos, sonrió asintiendo levemente con la cabeza. Por su parte la adivina se mezcló entre los integrantes de la caravana, hablando con unos y con otros, haciendo lo que mejor se le daba hacer. Desde luego el tema de las luces en el castillo era preocupante.

- ¡Fuegos fatuos!- Dijo cuando volvió entre los suyos.- Más os vale llevarme con vosotros.

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31/10/2017, 14:04
Viejo Hattori.
Sólo para el director

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DE LA LUNA, UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

CARRETERA NORTE, VARISIA.

MEDIODÍA.

Hattori recorrió con la mirada su propia caravana. Los carros se veían robustos y la mayoría de los miembros de la caravana eran jóvenes y fuertes, pero lo más importante, sus corazones eran nobles. Bajo la Sol de medio día el viejo sirviente se sentía rejuvenecido e ilusionado. Siempre supo que los viejos enemigos de la familia Kaijitsu vendrían a buscar a Ameiko y temía ser demasiado viejo para protegerla cuando llegase el momento. Sin embargo aún conservaba parte de su destreza y la marcha en la caravana contribuía a poner a punto sus oxidadas articulaciones. Confiaba estar listo llegado el momento. Aún podía hacerle un último servicio a la familia Kaijitsu antes de que su inexorable viaje al más allá. Incluso, si complacía a los caprichosos Dioses, quizá pudiese ver el comienzo de una nueva etapa para la familia a la que había consagrado su vida y su honor, una nueva etapa inaugurada por la jóven dama Aemiko.

Mientras observaba a Ameiko pasear por la caravana y examinar la mercancía que los comerciantes venidos del norte les ofrecían, Hattori se sentió feliz al verla brillar inmersa en su vida de aventurera y se sintió complacido al saber que estaba bien acompañada y arropada por espadas fuertes y nobles.

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02/11/2017, 12:52
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

VIAJE DE LA CARAVANA DEL VEINTICINCO DE ABADIO, AL UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

Al fin había llegado el momento. El Viaje Final de Koya. Siempre había estado lejos y a la vez tan cerca. Lejos porque parecía que Desna nunca hacía que llegara y las arrugas iban surcando en mayor medida su hermoso y amable rostro, y cerca porque el Camino siempre estaba ahí al lado, lanzando su silenciosa invitación. No podía ser de otra manera para quien vivía en una casa que tenía ruedas.

Era seguro que los hados se habían ido conjurando, las estrellas alineando y los inviernos pasando hacia una meta común. Los Kaijutsu habían naufragado en la costa del Pantano del Muro de Salmuera hacía cuarto de siglo arrastrando una tormentosa historia enrollada como una madeja que los compañeros de la caravana se habían propuesto aclarar. El destino pendía sobre los componentes de la caravana, haciendo que su historia convergiera en Punta Arena, unos antes y otros después nacían y crecían en la zona, salvo quizás Shalelu Andosana, que había visto pasar los inviernos de todos imperturbable, como una árbol perenne que observa todo en silencio, esperando.

Las peripecias que despertaron este viaje empezaron en con la excursión al pantano. Ahora se preguntaba Sandru para sí la razón de la coincidencia entre los nombres de un pantano y un castillo separados por casi mil kilómetros de distancia: “Muro de Salmuera”. ¿A qué se debía la misma nominación? Sólo Desna lo sabía pero puede que ahora que se había puesto en marcha la caravana, sí estuviera dispuesta a revelarlo.

Una variopinta troupe había constituido los huesos, arterias y músculos de la caravana que avanzaba inexorablemente hacia el norte. Nunca antes Sandru había dirigido sus pasos como maestro caravanero en un viaje tan largo. Había hollado todos los lugares por donde habían pasado en mayor o menor medida, si bien en calidad de empleado en diferentes cometidos para otras caravanas. Pero desde que había fundado su modesto negocio, apenas tres carromatos había sido su mayor logro, frente a los cinco que ahora dirigía. También había triplicado el número de viajeros y empleados con los que solía contar y eso requería de todo su esfuerzo para coordinar los diferentes aspectos del viaje.

A pesar de los recelos iniciales para con los nuevos empleados que tenían sin duda mayor o menor relación con los sczarny, había dispuesto los medios y ojos observantes para que su viaje en la caravana no supusiera un peligro para nadie, al menos así lo esperaba ya que confiaba plenamente en el sensato Bevelek. Esa era su mayor preocupación, el bienestar de los que componían la caravana. Y es que este viaje había despertado antiguos miedos, aquellos por los que abandonó la vida aventurera hace años. Lo único que le había permitido dejarlos a un lado era la necesidad de Ameiko de encontrarse a sí misma y el legado de su familia, algo por lo que Sandru hubiera pagado su peso en oro.

Viejos recuerdos de aquella excursión desastrosa, e imágenes del horror que afrontaron así como de los compañeros perdidos le asaltaron en las primeras noches de viaje. Pero ahora los sueños habían remitido, dando paso a descansos plácidos. Y es que todo esto no era una casualidad, la mano de Desna se advertía en el traqueteo de los carromatos y en el polvo del camino. Creía que le habían asaltado en un principio como una manera de recordar el pasado para que no volviera nunca más a repetirse, había rememorado esas escenas en una catarsis y ahora había quedado limpio de aquellas ataduras emocionales. El dolor continuaba ahí, pero ahora más como un recuerdo íntimo, un lugar donde retirarse a orar por aquel que les dejó. A orar a Desna por Alder y sus padres.

Veía a su difunto hermano cada vez más en el espabilado Giorgino. El chico era como tres varisios habladores a la vez pero Sandru le quería con locura. Aparte de Koya, era su única familia cercana viva. Ayudó al chico a hablar con su madre, si bien la conversación fue bastante breve, ya que Sandru no era muy bien recibido en su casa. Los regalos que había comprado Giorgio ayudaron, el hermoso vestido, un chal de buena factura que el mismo Sandru añadió a la compra, y por último el dócil burro que la mujer podría usar para las tareas cotidianas.

Las primeras etapas del viaje fueron controladas por Sandru con mano firme, ya que quería ver el pulso que se respiraba entre los viajeros. Habían formado un equipo eficaz en las dos excursiones al Pantano del Muro de Salmuera, pero este terreno era diferente. Viajar entre poblaciones, comerciar en ellas y ser capaz de no provocar una miasma de incidentes al paso de la caravana era algo que el varisio supervisaría de manera eficaz. Todos demostraron que eran capaces de comportarse, especialmente su sobrino, que aunque no había perdido la manía de realizar unas quince preguntas por minuto, parece que se tomaba las respuestas en serio, comportándose de manera adecuada.

El trabajo del equipo de batidores era muy bueno, como no cabía esperar otra cosa del trío que formaban Kelsier y Hattori, con el liderazgo de la elfa Shalelu. A pesar de que la época del año hacía difícil su labor, conseguían buenas piezas de caza así como una serie de raíces y hojas con los que se cocinaban sabrosos guisos. En sus batidas exploraban los alrededores de la caravana así mismo, dando buena capacidad de reacción ante los imprevistos del camino. La verdad es que después de más de dos semanas de viaje Sandru no podía creer su suerte al no haber tenido ningún percance de serio cariz.

Y es que los que actuaban como guardas de la caravana dieron un servicio más que ejemplar a la seguridad de la misma. Sandru estaba seguro de que la misma presencia de los tres hombres que tenían esa labor había bastado para amedrentar a posibles oteadores de potenciales bandidos. No era para menos. Serveris lucía su imponente armadura a montado en su caballo, con sus armas a punto y una mirada que hablaba por si sola del destino de quien tratara de burlarle. Vankor era una exhibición de grácil habilidad y fuerza luciendo un cuero tachonado que le daba un aspecto fiero y curtido. Y qué decir de la mole del shoanti, Kromdal que dejaba bien claro que se cenaría, posiblemente crudo, al que se atreviera a levantar una mano contra él o los viajeros que protegía.

Las funciones de Ameiko en la caravana como refuerzo mágico de la misma se revelaron muy útiles, debido a algunos conjuros menores que hacían la el viaje mucho más cómodo y entretenido para todos. Claro que la ayuda de Koya y su segunda visión eran el otro pilar de la caravana, ya que todo varisio sabe que una caravana sin su adivino está abocada a un negro fin. Avisaba cuando había que parar antes o después o cuando una tormenta se iba a abatir sobre la zona, dando tiempo a tomar las medidas necesarias para contrarrestar los esfuerzos de los dioses para evitar nuestro avance. Desna era una diosa amiga que hablaba por Koya para facilitar nuestro viaje y darnos seguridad y bienestar.

Las labores más cotidianas eran las menos vistosas pero así mismo las más necesarias. Giorgino y Bevelek  conducían los carromatos con pulso firme, sirviendo como ejemplo a los otros carreteros evitando zanjas, baches y eligiendo las mejores partes del camino para avanzar. Además Bevelek tenía siempre a mano su pesada ballesta bien visible en el pescante, arma que seguro daría un miedo atroz a cualquiera con malas intenciones para con los esforzados viajeros.

El maestro caravanero tuvo también como esforzados aspirantes a mercader a varios de los miembros de la caravana, cuya labia, carisma y buen hacer le sirvieron al varisio para comerciar de manera rápida y con buenas ganancias con la serie de mercancías que iban adquiriendo y vendiendo en cada población. En principio sólo contaba con el avispado Giorgino y Koya para ello, más Ameiko y Hattori se revelaron como buen recurso en esa área.

Así dejaron atrás la Ensenada de Roderic, evitando por consejo de Koya la ciudad de Puerto Enigma, algo que a Sandru  le pareció más que bien. Se internaban en terreno agreste, poco hollado por viajeros y caravanas y por ende más peligroso. Es por eso que cuando Sandru atisbó la caravana que venía del norte acudieron a él sentimientos encontrados. Eran una oportunidad y un peligro desconocido, veríamos cual sería la suerte que Desna les deparaba.

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02/11/2017, 18:18
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

VIAJE DE LA CARAVANA DEL VEINTICINCO DE ABADIO, AL UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

Antes de partir, Koya recibe un inesperado regalo de su querido nieto Giorgino. Un robusto y saludable pony de pelaje blanco como la luz de las estrellas, al que llama Platero.

 

PLATERO Y YO.

Platero es pequeño, paticorto, áspero; tan duro por fuera, que se diría que entrena con Vankor y, al igual que él, no siente pudor en su desnudez. Sólo las argénteas crines que nacen de su musculosa nuca, cual cascada de espuma blanca, son suaves como el gentil beso de Giorgino.

Lo dejo suelto, y me busca asustadizo, y mete tímidamente su hocico entre mis piernas, levantándola apenas, la falda de adornos celestes y gualda que tanto le gusta mordisquear....Lo aparto desesperada: "¡Platero!", y se va con un trotecillo triste que parece que solloza, en no sé qué gimoteo infantil...

Come cuanto le doy. Le gustan las zanahorias de las gordas, los nabos, rosados como mejillas de doncella, las berenjenas violáceas, hinchadas como nariz de borracho...

Es tozudo y arisco igual que un bárbaro, que una salvaje ... pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paseo sobre él, ya instalado el campamento, por las cercanías de los pueblos, los oriundos de la zona, curiosos ante la caravana que ha llegado, se quedan mirándonos:

-Es pequeño...

-Es pequeño pero suficiente para ese saco de huesos que lleva encima.

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04/11/2017, 17:24
Tradición Ancestral.

EL VIAJE AL NORTE:

Ameiko vendió su mansión familiar, que tan malos recuerdos le traía, al Alquimista Aliver Podiker, y la fábrica familiar de vidrio (el lugar de la horrible muerte de su padre Lonjiku) al encargado de la misma. Con ese oro pudo financiar la caravana de Sandru, quien se encargó de prepararla para el largo y (normalmente) peligroso viaje.

Todos se prepararon para el viaje y finalmente la caravana partió hacia el Norte, hacia el Muro de Salmuera. El viaje muy bien podría durar semanas, y poco o nada se sabía acerca del estado actual de las ruinas.

El viaje hasta Muro de Salmuera llevó a la caravana de Sandru desde Punta Arena hacia el Norte, siguiendo la Carretera de la Costa Perdida, pasando por los pueblos de Galduria y de Oreja del Lobo, cortando a través de la linda nordeste del Bosque de Churl, llegando eventualmente la Ensenada de Roderic. Sandru prefirió evitar la ciudad de Puerto Enigma por completo, siguiendo una vieja senda que se dirigía desde la Ensenada de Roderic hasta la parte sur de las Montañas Pedrogsas, después pasando por las Tierras Altas de Velashu, siguiendo el río al noroeste hasta un paso bajo en las montañas y después recto hacia el Norte por las Notierras, hasta llegar eventualmente a Muro de Salmuera.

Cuanto más al Norte, las carreteras parecían menos utilizadas. En las Tierras Altas de Velashu la carretera era poco más que un sendero de tierra.

Con la pérdida de Muro de Salmuera como un puerto viable, buena parte del comercio entre Varisia y las Tierras de los Reyes Linnorm se ha llevado a cabo por la ruta marina, aunque las sendas que la caravana sigue en su viaje no están completamente abandonadas, prueba de ello es cuando la caravana se encuentra con otra caravana de mercaderes varisios.

Sandru sabe que varias caravanas varisias toman esta ruta terrestre cada año, aunque admite que por lo general dan un amplio rodeo alrededor de Muro de Salmuera, lugar qeu se considera embrujado, maldito, o ambas cosas.

En conjunto, el viaje cubre unos ochocientos kilómetros y dura más de dos semanas.

Por lo que sabéis, la colonia de Muro de Salmuera se fundó hace algo más de dos siglos, en el año 4442. La  construcción del Castillo comenzó poco después, aunque hubo problemas de financiación y varios desastres que hicieron que las obras avanzaran de forma extremadamente lenta. Entre los peores desastres fue cuando el muro Este parcialmente completado del Castillo se colapsó sobre una red de cavernas que había debajo. Terribles criaturas adoradoras de demonios surgieron de las cavernas y atacaron la colonia, con lo que la construcción no pudo ser completada hasta el año 4469.

Tras la fundación de Magnimar en 4608, Muro de Salmuera comenzó finalmente a florecer, en especial gracias al comercio. Varios mercaderes importantes, entre ellos los Kaijitsu, se tomaron especial interés en el desarrollo del asentamiento.

Sin embargo, Muro de Salmuera nunca vio el éxito alcanzado por lugares como Korvosa, Magnimar, y Puerto Enigma, y finalmente cayó ante un enemigo rápido y eficiente en cuanto a la administración de la muerte se refiere, un ejército combinado de Nolanders y de incursores de las Reinos Linnorm, o eso se dice. La incursión fue terrible y toda la población de la pequeña aldea fue masacrada durante una terrible tormenta. El Castillo fue asaltado y nadie sobrevivió. Al menos nada se supo del destino sufrido por el comandante Andril Kortun y por Rokuro Kaijitsu.

Hoy, las ruinas son un lugar abandonado y evitado por todas las almas sensatas, aunque las fuerzas que las destruyeron regresaron al Norte largo tiempo atrás.

EL COMA DE AMEIKO:

Cuando la caravana de Sandru Vhiski se aproxima a su destino final, tras tres días de camino tranquilo tras el encuentro con la caravana varisia, todos pueden sentir una sensación opresiva que flota, espesa, sobre todo el lugar.

La senda que han estado siguiendo en los últimos días pasa de largo por cuestión de media milla al Este de Muro de Salmuera, continuando hacia el Norte y cruzando el Río de Vapor hacia las Notierras sobre un desgastado puente de piedra y madera. Una vieja señal situada a unos cien metros al Sur del puente dice en Común: "A Muro de Salmuera", y señala a una senda cubierta por hierbajos que se adentra en un bosque.

El sendero pronto se desvanece, siendo cubierto completamente por matorrales, y para seguir avanzando hacia la aldea es necesario ir a pie.

Desgraciadamente para Ameiko, sin embargo, su viaje acaba aquí. Conforme la caravana se ha ido acercando a Muro de Salmuer, se ha ido encontrando cada vez más apática y enferma. La noble Tien trata de ocultar su condición, suponiendo que simplemente está agotada por el largo viaje o que ha comido algo que le ha sentado mal, pero cuando la caravana llega al final del camino y se prepara para explorar Muro de Salmuera, Sandru y Shalelu se dan cuenta de lo pálida y temblorosa que está. Momentos después, la noble se derrumba al suelo, inconsciente. El viejo Hattori corre a recogerla.

Notas de juego

// La Escena sigue en: Regente de Jade: 2- Aldea de Muro de Salmuera.

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05/11/2017, 10:58
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

VIAJE DE LA CARAVANA DEL VEINTICINCO DE ABADIO, AL UNDÉCIMO DE CALISTRIL.


- Estúpido. Estúpido. Estúpido. Eres un estúpido- rezongaba Propiedad Transitiva para sí el primer día de viaje, apenas unas horas tras llegar al acuerdo con Sandru quién, desde luego, tenía la lengua del amaestrador de serpientes.

No se trataba de cómo, o cuándo, pagar, sino de la posibilidad de no cobrar un duro si las cosas salían mal. Y es verdad: por ahora sus relaciones con los varisios habían sido lucrativas. Y también era verdad: le caían bien.

¡Pero joder, no tenía ni puñetera idea de negociar!, ¿y si le tomaban el pelo?, ¿y si el viaje salía mal?, ¿y si…?

No, no era el mejor de los humores el que tenía en el pecho el shoanti al empezar el viaje, aunque, la verdad, el mal humor le duró poco. Exactamente le duró cinco horas de camino: el tiempo que tardaron en hacer la primera parada para tomar algo y donde pudo ver como las dos cocineras varisias preparaban la pitanza. Había algo en la cocina que le producía satisfacción al shoanti. Sabía, por supuesto, que no era un buen cocinero. Nunca podría serlo. Sin embargo el curioso milagro alquímico (bien, de acuerdo, Propiedad Transitiva no hubiera podido usar esas palabras ni siquiera en su pensamiento, pero sí algunas imágenes y olores que invocaban el mismo concepto) por el que unos productos adquirían color, textura y sabor distintos… Ah, eso era gloria.

Comer era un placer sólo vencido (y por poco) por follarse a una buena moza.

Así que el bueno de Propiedad Transitiva, deseando conocer los secretos de la cocina varisia, mientras sus obligaciones como guardia de la caravana se lo permitieron, se ocupó de observar el trabajo de las cocineras, así como también los productos que utilizaban. Y por supuesto, de preguntar todo lo que se le pasaba por la cabeza al respecto aunque, justo es decir, teniendo algunas buenas nociones sobre la cocina, sus preguntas, para pasmo y sorpresa de las cocineras, eran bastante astutas y mostraban ciertos conocimientos culinarios que las mujeres no hubieran esperado en un hombre. Y mucho menos en un bárbaro.

Salvo por el tema de las comidas, Kromdal era un compañero de viajes peculiar. Impulsivo, frecuentemente mal hablado, propenso a la risa aunque, indiscutiblemente, con un fondo de rabia y violencia que se vislumbraba con más facilidad de la que el propio bárbaro era consciente, pareciera, en ocasiones, que era un volcán a punto de estallar.

Aunque no estalló, al menos, durante esta primera parte del viaje. Quizás contribuyó a ello su buena relación con Giorgino, con quien hablaba en numerosas ocasiones (casi siempre sobre mujeres, y casi siempre exagerando alguna chica con la que había estado en este o aquel lugar, preferiblemente lejanos, y siempre fuera de la ruta que iban a mantener en este viaje). También hablaba con frecuencia con Sandru, aunque con él, con menos lobos, y con menos bromas. Respetaba al “jefe” que, después de todo, le había sacado un buen acuerdo y, además, le había dado dinero.

En uno de sus acostumbrados cambios de humor, de hecho, cuando la caravana llegó al pueblo de Galduria el shoanti ya había olvidado que pensó que el acuerdo era un mal plan para él. Ahora, más bien, se felicitaba por su fortuna: ¿no era como si fuera en parte dueño? ¿y sin poner un duro y solo poniendo su hacha que, por ahora, no había tenido que ser utilizada?

La vida podía ser maravillosa.

Galduria resultó ser la primera parada, y a pesar de las ganas que Kromdal tenía de pasar la noche en sus tabernas, y disfrutar a ser posible de sus mujeres y de una buena comida, al ver cuántos deseaban marchar rápidamente al asentamiento, decidió esperar a visitar la aldea el día siguiente. Sacrificarse por el grupo. A la mañana siguiente, acompañado por Kelsier, se pateó varias de las tabernas, mientras conversaba con el semielfo quien, pobre, ni siquiera dirigió una mirada a alguna de las chavalas con las que se cruzaron. No llegó a comprar nada, y tampoco a follar, pero en la taberna había algún plato con pinta interesante, y hubo un par de chavalas que merecían más atención que las miradas que le dirigió. 

Orejas de lobo tampoco tuvo el momento de placer que deseaba el bárbaro: los rumores sobre licantropía condujeron a una noche en los carros, en los que la vidente comentaba las distintas cuestiones sobre la licantropía: cómo se contagiaba, cómo se combatía… Propiedad Transitiva ya había hablado del tema con Kelsier en su paseo por Galduria y la verdad era que no le preocupaba en demasía. Un hombre lobo o una mujer lobo podían ser enemigos terribles, pero no siempre lo eran. Y después de todo, ¿no eran también terribles los monstruos del pantano o los muertos vivientes, o incluso una buena banda de trasgos? Lo que podía sangrar se podía matar. De todas formas no insistió en la idea, y tampoco la pronunció. Koya era una buena contadora de historias y, allí, sentado junto a los carros, se sintió de alguna manera parte de esa extraña familia. Ese pensamiento acabó con su buen humor, recordando como había acabado su anterior familia. El recuerdo de la sangre, del cuerpo de su esposa agonizando, la huida. El escozor de los recuerdos y la vergüenza le atravesó con la perversidad de un venablo envenenado, y nuevamente, sintió los ojos acusadores y airados del Oso Cavernario sobre su espalda. Esa noche su sueño no fue agradable y su cuerpo se removió como si peleara en sueños.

Pantano del Cuervo y, sobre todo, la posada de El Corcho Flotante, fueron la mejor parada del camino. Por supuesto, Propiedad Transitiva tenía que probar ese vino del que tanto había oído hablar, y aprovechando el buen humor de los lugareños pudo dedicarse a comer, a beber y a contar historias de sus hazañas. Y por supuesto, a intentar ligarse a la chica más bonita del lugar, que resultó ser Cili Szollosi, una varisia joven, que trabajaba en uno de los cercanos viñedos y sobre la que Kromdal dedicó todo el empeño posible en terminar pasando unas horas agradables con ella en algún lugar tranquilo y apartado.

Si lo consiguió, o no, es algo que no transcendió a ninguno de los restantes miembros de la caravana, aunque, bien fuera por la novedad exótica del shoanti, o porque mediara algún pago, o por la fuerza de sus brazos, ambos dos se apartaron y estuvieron, alejados de las miradas, durante un par de horas. ¿Pasó algo entre ellos? Cuando le preguntaron al bárbaro solo rio, divertido, negándose a dar cualquier tipo de información al respecto. Incluso a las preguntas de Giorgino.

Quizás por el recuerdo de esa aventura, al shoanti no le molestó cuando la adivina aconsejó esquivar Puerto Enigma, y tampoco cuando Sandru le ordenó que se quedara guardando la caravana y protegiéndolos a todos. ¿Acaso no se quería a una adivina para que adivinara y a un guardia para que guardara? El bárbaro sonrió, quizás pensando en su última aventura amorosa, o en los nuevos platos que podía cocinar, o en el sabor de aquel vino, o de aquellos labios.

Habían pasado más de dos semanas, y no había tenido que combatir, ni que matar a nadie, y no había nadie herido ni muerto. Tal cosa no podía durar, eso seguro, pero mientras durara, no iba a ser el bárbaro quien protestara, ni poco, ni mucho, ni nada.

El que se encontraran a otra caravana y pudiera comprar además de algo de abrigo, unos buenos utensilios de cocina, terminó de culminar una francamente buena primera etapa de viaje.  

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05/11/2017, 14:00
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

VIAJE DE LA CARAVANA DEL VEINTICINCO DE ABADIO, AL UNDÉCIMO DE CALISTRIL.

UN VIAJE MUY PARTICULAR

No, aquello no era el viaje idílico con que el muchacho había soñado toda su vida. Y sí, sí  se admiraba igualmente de todo lo que veía, independientemente a que muchos municipios, parajes o paisajes no fueran más espectaculares de los que ya conocía en Puntarena y las tierras circundantes.

Todo aquello le arrojó un útil baño de realismo. Llevaba tiempo queriendo abandonar Puntarena y recorrer mundo, en busca de nuevos lugares de ensueño mejores que los habituales y monótonos en torno a la pequeña ciudad costera.

No hay lugar como el hogar, recordó lo que decía su padre, tratando de disuadirle para que abandonara su vida de explorador. Y algo de razón tenía, pues la zona costera de Varisia realmente tenía orografías hermosas, especialmente cuando lo comparaba con los páramos y cenagales que encontraban con frecuencia en su camino hacia el Castillo del Muro de Salmuera.

No obstante, el joven semielfo aprendía rápido a admirar todo en su justa medida. Ni más, ni menos. Lo que no suponía un agrado visual, suponía una útil y valiosa lección. Donde no pisar, como evitar arenas movedizas, saber qué esperar ante unos barrizales, evitar insidiosos mosquitos, saber donde hallar raíces nutritivas, aprender a encontrar abundantes y gordos sapos muy aptos para ser cocinados en lugares donde no parecía crecer nada comestible...

Todo esto es un tesoro, solo hace falta saber apreciarlo, recordó las palabras de su tía Clara... y de su madre Shalelu. Esta última las había pronunciado hace muchos años siendo él un criajo, en una de esas ocasiones, una o dos al año, en el que visitaba a su hijo durante unos pocos días y le hablaba sobre sus aventuras y viajes. Y lo recordaba a la perfección.

Lo que no guardaba en su corazón lo guardaba en su memoria ya que, incluso lo menos agradable, sin duda se repetiría con frecuencia en otras regiones de Golarion. Era de necios no querer aprender algo desagradable si luego podías encontrarte con lo mismo más adelante.

Y su aprendizaje a marchas forzadas vino bien a la caravana en determinados momentos, evitando insidiosos problemas con los relieves y accidentes geográficos, como en la zona de Pantano de Cuervo. O beneficiando su capacidad de abastecer a la expedición con caza y recolección, a pesar de ser invierno, y ayudó a no necesitar reaprovisionarse en demasía de víveres para la caravana en los diversos pueblos por los que pasaron.

Cierto era que el peso de esos problemas recaía sobre su experimentada madre de la que seguía aprendiendo, desde la distancia, diversas técnicas y soluciones ante diversas eventualidades.

Resultaba irónico. El muchacho siempre había deseado formarse con su madre, acompañarla en sus viajes y aventuras, aprender de ella. Era ella quien había plantado el germen de la aventura y exploración en un chiquitín Kelsier, con sus cuentos y enseñanzas. Pero ella nunca estaba o parecía rehuirle.

Contradicciones de la vida, una plantaba la semilla pero eran otros los que tuvieron que abonar lo plantado y cuidar que el joven brote creciera sano y fuerte, mientras que la sembradora parecía esforzarse en evitar que eso ocurriera. Mas no se podía ir en contra de la naturaleza, eso debería saberlo todo el mundo. Especialmente una exploradora.

Pero la ironía iba más allá. Ya crecido, formado en buena medida por sus tías y en la misma medida de manera 

autodidacta, con sus pretensiones de seguir a su madre y lograr su aprobación ya enterradas, el destino quiso, por fin, juntarles a ambos: Ameiko Kaijitsu, la patrona del Dragón Oxidado, debía hacer frente a su destino. Llevada por Sandru, el experimentado jefe de caravana, y aconsejada por la veterana sacerdotisa de Desna, Koya, viajaría hasta la fortaleza del Muro de Salmuera, donde hallaría respuestas sobre su pasado y sus orígenes.

Le acompañaban también los hermanos Dalmuvian, con el cabal Bevelek y el aguerrido Vankor. El extrovertido y divertido Giorgino, el honorable Serveris, el leal Hattori y el temible Kromdal. Todos ellos dispuestos a ayudar y muchos a dar su vida por la joven tien.

Finalmente guiaba la caravana la exploradora elfa Shalelu, ayudada por su hijo. Por fin juntos, codo con codo, cuando la pasada y anhelada sintonía entre ambos que deseaba el muchacho ahora ni estaba ni se la esperaba. Próximos y a la vez tan distantes.

Solo tenía veinte años, un chaval en parámetros élficos, y podía comprender los miedos de su madre. Pero él había sobrevivido al asalto del pueblo goblin, abatiendo a varias de esas criaturas. Ya no era un niño y entendía los peligros que acechaban fuera de la seguridad del hogar. Y lo que podían conllevar. No se tomaba a la ligera un castillo maldito, pero estaría ahí.

Había crecido y madurado, aunque fuese antes de tiempo. Ya no necesitaba la aprobación de Shalelu para seguir su propio camino. Lo que necesitaba era su apoyo.

Era cierto que durante el viaje la sintió más cerca y atenta de lo que jamás la había visto antes, y aun así guardando las distancias. Aquello, en su interior, resultaba reconfortante, pero ¿llegaba a tiempo o ya era demasiado tarde?.

Y con esos pensamientos, dudas y anhelos, batiendo zonas para la caravana varisia, compartiendo buenas historias a la lumbre nocturna del campamento, visitando nuevas localidades, conociendo nuevas gentes e interrelacionándose con sus compañeros, el joven semielfo realizó el primer gran viaje de su vida. Y esperaba que no fuera el último.

El punto final resultaba un lugar maldito, tal y como confirmaba una caravana mercantil con la que se cruzaron y realizaron algunas compras. Aquello incomodó al explorador, pues no sabía cómo afrontar todo un castillo maldecido. El hecho de que Vishkirville, el perro de mal agüero al cual el medioelfo vigilaba diariamente en algunos momentos, les siguiera manso y apartado sin haber dado hasta ahora ningún signo de problema, a ojos de Kelsier solo podía significar una cosa: se reservaba para el final, para el peor momento.

 

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05/11/2017, 21:55
Ameiko Kaijitsu.

Mitad del invierno del año 4708 RA.
Día de La Luna, undécimo de Calistril.
Carretera Norte, Varisia.
Mediodía.
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-Durante muchos años he sentido que no encajaba en la familia, especialmente tras lo que pasó con Tsuto.

Su espíritu se atragantaba cada vez que recordaba el dolor a manos de su propia familia. Y sin embargo, cuando había hecho las paces con los muertos, o al menos intentar que sus recuerdos no gobernaran su vida, se dibujaba en el horizonte desconocidas figuras que deseaban algo de los Kaijitsu. Ni siquiera había un borrador de la trama, sólo una misteriosa caja y su contenido. Poco pudo sacar de los recuerdos de Hattori, pero en el fondo no esperaba gran cosa y se confortaba con haberlo recuperado.

Hasta aquel momento, ya cerca de su meta, sólo había compartido su preocupación con Sandru. Era impensable culparlo de su habitual ausencia cuando más lo necesitaba, pues había nacido para recorrer los caminos bajo la atenta mirada de Desna. Pero lo echaba en falta, siempre lo hacía pues su presencia siempre resultaba reconfortante. Tal por eso se había volcado en su posada, una apacible rutina dando comida y creando espectáculo a sus humildes parroquianos. Apenas tuvo reparo al vender la mansión familiar cuando fue necesario; cuando un simple abanico cayó en sus manos y los guió al custodio de una verdad oculta. Resultaba particularmente desconcertante lo que una carta olvidada había logrado, un elegante conjunto de trazos que hablaban de secretos y muerte. Y ahí estaban, dieciséis almas en busca de un pasado reencontrado mezclado con una falsa sensación de aventura.

“¡Por Alder que no dejaré que me engañe nuevamente el brillo de la gloria!”, y el dolor se iba cada vez que tocaba las tapas del preciado libro. El regalo más importante de su vida, posiblemente más de lo que esperaba al final de su viaje.
 


 

La caravana que hacía poco se toparon mencionaba el rumor de extrañas luces en Muro de Salmuera, y ello dio que pensar: maldiciones, monstruos, bandidos o simples viajeros que buscaban cobijo bajo las piedras abandonadas. Juntos o por separado constituían una amenaza, y una que poco a poco todos tomaban en serio. Sólo temía por Giorgino, demasiado alegre con su gran primer viaje. Si algo le sucediera... Tal vez necesitaba contagiarse de su entusiasmo, por difícil que resultara. ¡Y se suponía que era la bardo! La alegría personificada ahora nublada por lo desconocido, por esa extraña sensación de hacía poco, mucho más intensa que la congoja con la que embarcó en el viaje. Lo asemejaba a un hilo invisible que tiraba de ella desesperadamente. Pero no era real, no podía serlo.
 


 

Sin embargo, la rutina del viaje había sido una buena compañera. Las tareas habituales no dejaban tanto espacio a la congoja, o a esa extraña sensación de hacía tan pocos días. Durante el viaje la interacción con los lugareños traía nuevas caras a escena. Resultaba cuanto menos divertido formar parte de lo que había considerado un espectáculo, dando bombo y platillo a lo que debería ser una simple negociación comercial. No sólo se sentía útil, además amaba compartir las melodías de su shamissen o dar una pincelada distintiva a las transacciones con pequeños trucos mágicos. Pero ya no era lo mismo, no desde hacía unos tres días. Aquella impresión irreal la sumía en el mutismo, a mirar a un horizonte donde lo único que se perfilaba era lo desconocido.

Pero no todo era melancolía. Lo que en años no había logrado en pocos días lo estaba consiguiendo, y es que resultaba casi imperdonable saber tan poco de Serveris. Los momentos en que pasaban compartiendo su legado escrito eran más útiles de lo esperado, ya que había traído varios libros rescatados de la biblioteca de su padre. Una buena lectura era arte, una belleza plasmada en tinta esperando algún tipo de hallazgo. Pero el viaje resultaba más tortuoso de lo esperado y últimamente apenas tenía ganas de rasgar cautivadoras melodías de su shamissen. Se sentía enferma, sin duda producto de un largo viaje y la angustia. Nuevamente la invadió un escalofrió, pero esta vez más intenso cuando en la lejanía el perfil de la fortaleza se desdibujaba difuso.
 


 

Otra vez esas voces irreales, o tan sólo una. Ya nada era seguro, sólo aquel malestar que la mantenía debilitada. Y ahí seguía el horizonte desdibujándose sobre las grises piedras con los sutiles colores de la luz incidida. Cada vez más borrosas las líneas, más sombrías. Y la única constante eran las voces. Las voces que eran una y anhelaban su llegada.

Estaban más cerca. Estaba más cerca. Lo sintió en el momento que se sumió en la negrura que no era maldad sino demencia.

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06/11/2017, 05:25
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA NOCHE.

La celebración en el Dragón Oxidado se extendió durante varias horas y las jarras de cerveza se fueron vaciando poco a poco para dar lugar a unas nuevas. Pero cuando se bebía tanto líquido, irremediablemente llegaba el momento de equilibrar sacándolo por algún lado.

-Me voy a mear fuera.

Dejó al resto que siguiera con lo suyo y salió al exterior de la posada, aprovecharía a que le diera un poco de aire fresco mientras aliviaba su vejiga en la parte trasera de la posada.
Todo estaba siendo ideal, por fin se cumplía el sueño de su vida y participaría en una caravana.

¡Y no en una caravana cualquiera! ¡Será una gran caravana y además con una gran misión final! ¡Será una gran aventura!

Debería estar alegre y dichoso pero había algo que ensombrecía aquella noticia y no se podía quitar de la cabeza: Petunia. Demasiado cruel para ser una broma de sus amigos y muy amargo para aceptarlo sin más, sin ni siquiera una explicación.

¡Tengo que ir a verla!

Giorgino se subió la bragueta con determinación y con el exceso de confianza y la poca prudencia que la cerveza le había otorgado aquella noche se dirigió sin decir palabra hacia la casa de la flor más hermosa de Punta Arena.
El perro de la familia de Petunia no era problema, Giorgino siempre había tenido mucha mano con los animales y Tharath, que así se llamaba el perro, ya conocía al muchacho y estaba acostumbrado a sus caricias y juegos así que ni siquiera ladró, se limitó a mover el rabo alegremente y recibir las caricias del recién llegado.

-Shhhh. Shhhh. -Le dijo al perro poniendo el dedo índice en la boca.- No hagas ruido Tharath.

Una vez asegurado el silencio del can, Giorgino se desplazó agachándose y buscando la cobertura de árboles y arbustos mientras rodeaba la casa. Llegó hasta una ventana lateral y subió la cabeza para mirar dentro de la habitación, pero estaban las cortinas puestas. Comenzó a golpear el cristal de la ventana como había hecho en otras ocasiones, el corazón latía inquieto dentro de su pecho ante el inminente reencuentro con su amada. Siguió golpeando hasta que le pareció escuchar un ruido en el interior y alguien que se acercaba a la ventana y esta se abría lentamente. Entonces subió su mirada con una sonrisa bobalicona para... para descubrir que se había asomado el padre de Petunia con cara de pocos amigos.

-¡Giorgino Vhiski! ¡Tú, bueno para nada! ¡Que haces aquí en mi casa! ¡¿Te parece gracioso?!

Giorgino abrió los ojos sorprendido por la presencia del hombre allí y después instintivamente giró la cabeza hacia el comienzo de la pared.

Una ventana... dos ventanas... ¡Mierda! ¡Me confundí!

La falta de claridad, las prisas y el ansia le habían jugado una mala pasada y había golpeado en la ventana equivocada. Se puso de pie mientras pensaba en algo que decir, aunque tenía claro lo que quería, solo le faltaba el como hacerlo ante aquellas circunstancias.

-Si, eh... Yo, yo quería hablar con Petunia.

-¡Pues ella no quiere saber nada de ti, desgraciado! ¡Lárgate con esos desarrapados con los que andas y no vuelvas por aquí!

Giorgino apretó los puños, estaba acostumbrado a que lo trataran como a un niño, incluso a que se rieran de él, pero no pensaba permitir que insultaran a su familia y amigos.

-¡No voy a permitir que nos faltes al respeto!

Iba a darle a aquel ignorante una lección y que aprendiera un poco de respeto. Intentó deshacer el nudo de su bufanda, que se había quedado trabado.

¡Maldita sea! ¿Quien apretó tan fuerte el nudo? Seguro que fue el bruto de Kromdal... "Llevas esto un poco flojo..." ¡Pues claro! ¡Es que si no no se puede soltar!

Mientras forcejeaba torpemente con el nudo de su bufanda se abrió otra ventana, esta vez si era la tercera.

-¿Papá? ¿Pero que...? -La cabeza de Petunia se asomaba como un rayo de luz bajo la luna.- ¿Giorgino? ¿Que haces aquí?

La aparición de Petunia hizo que el muchacho centrara su atención en ella y se olvidara de su padre y del nudo de su bufanda. Se giró hacia la ventana aunque los primeros pasos fueron algo dubitativos, no tenía la agilidad y el equilibrio acostumbrados.

-Vine a hablar contigo. ¡No puedes casarte con otro! ¡Y menos sin avisarme!

-Giorgino... ¿Estás...? ¿Estás borracho?

-¡No! -Dijo irguiendo su cuerpo e intentando disimular lo que parecía evidente, pero al mirar a los ojos de Petunia sintió que no podía mentirle. ¿Qué clase de relación pretendía mantener con ella si se basaba en las mentiras?- Bueno, si, un poco. ¡Pero ese no es el tema! He venido a perdonarte y a darte la oportunidad de que vuelvas conmigo.

Era una oferta tan generosa que Giorgino estaba seguro que Petunia se pondría la mar de contenta por recibirla, aunque lo que se vislumbró fue una cara de enfado en ella.

-¡Giorgino Vhiski! ¡Es que no entiendes que no quiero casarme contigo!

-¡SHHHHHH! ¡SHHHHHHH! Vas a despertar a alguien... -Giorgino hizo gestos a Petunia para que no gritara, esa noche su voz le resultaba un poco chillona y le empezaba a martillear en la cabeza. Se giró hacia la otra ventana donde su padre seguía con cara de pocos amigos y le hizo un gesto subiendo los hombros y señalando a Petunia como la culpable de todo aquel jaleo. Luego se volvió hacia su amada.- Conmigo no, ya lo se. Pero ese era otro yo, he cambiado. -Giorgino asintió con la cabeza seguro de que en aquellas horas era otra persona completamente nueva y que sin lugar a dudas Petunia no estaba apreciando los enormes cambios que se habían producido.- Ahora todo será distinto, te prestaré más atención. ¡Mira! -Giorgino llevó las manos a su cinturón, pero lejos de ponerse a seguir los consejos de su abuela o Kromdal, se limitó a coger la bolsa con monedas que llevaba.- ¡He ganado más dinero! ¡Con esto no tendríamos que trabajar el campo en una buena temporada! ¡Y en unos días saldremos de viaje, a la vuelta habrá muchas más monedas aún!

-¡QUÉ NO! -Petunia negaba con la cabeza enfadada.- ¡No me interesa ni tu dinero, ni tus aventuras, ni tus viajes! ¡Quiero una vida tranquila aquí, cerca de mi familia y viviendo en una granja! ¡¿Es que no lo entiendes Giorgino?! ¡Vete de aquí, por favor!

En el rostro de Petunia comenzaron a vislumbrarse unas lágrimas mientras Giorgino se quedaba algo sorprendido por su reacción y triste viendo llorar a su amada, no le gustaba ver llorar a ninguna mujer y menos a una a la que quería.

-Está bien. -Dijo con resignación.- Me voy. Está claro que esta noche estás enfadada y no piensas con claridad. Pero yo te sigo queriendo y en cuanto te lo pienses mejor se que volverás. Y yo te perdonaré porque te quiero. Que tengas una buena noche. -Se inclinó un poco haciendo una reverencia, lo que casi le cuesta darse de bruces con el suelo y cuando recuperó el equilibrio y compostura se giró no sin antes despedirse de su futuro suegro.- Buenas noches a usted también. Y buenas noches a ti también Tharaht.

El padre de Petunia seguía con cara de pocos amigos y tan solo dijo una frase que Giorgino no llegó a escuchar.

-Tenemos que cambiar de perro.

Giorgino se fue alejando intentando mantener una línea recta a la vez que se giraba y agitaba la mano a modo de despedida. Fue así como llegó a su casa y se echó en su jergón donde se quedó profundamente dormido, reposando la resaca hasta bien entrada la mañana del día siguiente. Cuando despertó fue consciente que había bebido demasiado y que había cometido una estupidez.

Espero que no tardemos mucho en marcharnos de viaje...