Partida Rol por web

¡¡Aaaahhh!! -y la bola de fuego, justo antes de que explotase en mis manos, fue lanzada contra el tronco de un arbol, casi en su copa, el cual, podría comenzar a arder en su totalidad en cualquier momento.

Acto seguido, cogí un puñado de tierra y la froté entre mis manos, para enfriarlas de nuevo. Luego cogí al hobbit por la solapa de sus ropas en tono amenazante.  ¿Porqué sigues protegiéndole aún cuando se va? ¿Qué más sabes? ¡¡Qué más!!

Morz parece indignado ante las palabras de Zarek.

¡No lo hago!, sólo os he dado información, yo ya no sirvo a ese mago, me había incorporado al grupo del mariscal.

Con respiración agitada paro mi alocado y peligroso baile. La frustración me pone de muy mal humor.

Por lo que a mi respecta son todos brujos y hechiceros, deberían arder en la hoguera. No veo como podríamos hacer llegar esta mercancía a Talona sin arriesgarnos en exceso. Al menos deberíamos cortarles las manos o lo que sea que utilicen los brujos para lanzar sus sortilegios.

No todos somos desleales Gorg. En cuanto a lo de "despiezar" al hobbit... no lo veo del todo mal...

Mirando enfadado al mago no puedo por menos que bufar sonoramente.

No sé que sucedería si intentamos quemar en la hoguera a un hechicero del fuego. Quizá sea como meterme en la bañera a mi, algo desagradable pero no necesariamente mortal.

El caso es que si aun estando presos consiguen hacer sus trucos pueden escaparse todos o lo que es peor, acabar con nosotros.

Permanezco muy alerta mirando en torno, aún buscando algún rastro del desaparecido.

Una vez acabado de recoger el poco campamento que había comenzado a preparar, se sienta en algún lugar apartado y espera a que sus compañeros terminen su labor. Duda que el hechicero desaparecido se descubra en los alrededores, así que no considera oportuno estar armado.

Mientras el tiempo pasa, reflexiona sobre todo lo acontecido con Morz y su posición actual respecto al resto del grupo.

Pasan los segundos de manera rápida, el mariscal no parece pronunciarse de forma oficial mientras alguno de los componentes discuten ante la situación.

Los presos parecen igual de escépticos que los soldados de Talona y permanecen callados para no sufrir la ira de nadie en sus propias carnes.

Por lo que respecta al mercenario desaparecido no se sabe nada.

Laern desiste al fin, había pisado un par de escarabajos que por ahí pasaban por si acaso fueran el brujo y el aire estaba lo suficientemente recortado. Respira con fuerza, aunque no está tan claro que sea por el esfuerzo físico, sino más bien por la frustración. La misma frustración que las últimas misiones le habían proporcionado. Quizás era hora de retirarse, ya estaba algo mayor.

Pero en su semblante no  deja traslucir más que el enfado. Parece percatarse de la pequeña trifulca entre hechicero y enano, y la aplaca con dureza.

-¡Callad! ¿No hay forma de seguirle el rastro, hechicero?

En absoluto, Laern. Si hay fuego yo lo controlaré, pero no me pidas lo imposible..., bueno, para este mago. -dijo Zarek refiriéndose a sí mismo.

¡Maldita sea, no sea teletransportado, unicamente se a transformado en algo, prendamos fuego a todo, destrozemos cuanta vida nos rodea!

Corro hacia mi caballo.

-¡Anioz, tranquilízate de una vez! ¿Es que acaso todos habéis perdido la cabeza? Somos soldados, no una panda de asesinos y pirómanos. Si no tenemos manera de rastrear al hechicero, llevemos estos prisioneros a buen recaudo y recomencemos la búsqueda. Pero quemando todo o matando a cuanta cosa se nos cruce por las dudas no hallaremos la solución.- La elfa estaba muy indignada. No podía creer a qué extremo estaba llegando la compañía. Tal vez ya no fueran tan buenos guerreros como lo eran cuando el grupo se formó. Tal vez fuera hora de buscar otro camino. Sin embargo, mientras ese falso dios, ese hechicero ladino continuara con vida, ella no cejaría en sus intentos de atraparlo.

-Mariscal, ¿cuales son sus órdenes?- preguntó en el tono más marcial que podía conseguir.

Laern echa una mirada cargada de furia a los prisioneros. Aprieta los puños con fuerza hasta que sus nudillos se tornan blancos y luego se vuelve hacia la elfa con un semblante más sereno.

-Regresamos -su voz suena poco más fuerte que un susurro a media voz-. ¡Regresamos! -esta vez su voz recupera el tono grave, profundo y autoritario, mientras alza la barbilla y mira al resto.

Con un gesto de dejadez, agarra el petate y lo carga pesadamente sobre el caballo, que emite un débil relincho a modo de protesta.

Gmrbpfhh . . . va a ser un largo viaje.

Con desgana guardo el hacha y saco esa cuerda que compré en el camino. Al menos voy a darle uso ahora. Me entretengo en atar a conciencia a cada prisionero dejándoles las piernas libres para andar pero trabadas para que no puedan correr.

Viendo llegar a los demás se monta en el caballo y se une a ellos silenciosamente. Se preguntaba cual sería el siguiente paso, si lo habían decidido ya o la harían más tarde: "Seguimos sin tener al hechicero, así que no podemos volver a Talona... Nuestra mejor pista se ha escapado delante de nuestras narices".

Mira fijamente a los presos, intentando recordar qué aspecto tenía el que había desaparecido.

Laern... -dije pensativo en un instante... -¿y si simplemente ha desaparecido de nuestra vista, pero sigue aquí? Es muy muy muy raro que se haya esfumado sin rastro, quizá sigue por aquí pero no podemos verle.

Acto seguido me monté en el caballo con un salto.