Partida Rol por web

Con la boca abierta, así es como se quedó el mercenario, sobre todo ante la interrupción de Anioz. Esperaba mirando a ambos para ver el final.

Ja ja , máster. Cómo puede no decir nada ante semejante amenaza? puedo seguir apretándole las tuercas con algún tipo de tirada??

oki.

Doy un paso atrás en muestra de que le doy pista libre al mago para amenazar cuanto quiera, pero no pienso permitir que agreda físicamente a esos hombres.

Tu veras lo que haces.

Y el final viene otra persona insospechada. Laern toma carrerilla, pensativo como había estado durante la discusión, y le propina un puntapié en la boca del estómago.

Luego coge del pelo al desgraciado y lo levanta a peso hasta su cara.

-¡HABLAD BASURA! ¡NO CREÁIS QUE OLVIDAMOS LO QUE HICÍSTEIS EN EL PUEBLO!

Le grita con toda la fuerza de pulmones en la cara. Debe estar sintiendo dolor de oídos, en el cuero cabelludo e incluso en los huesos, tal es la potencia de los gritos del mariscal. Por si acaso, lleva la daga en la mano izquierda, preparada para cercenar orejas y amputar lentamente pedazos de esos desgraciados.

El mercenario parecía estar totalmente paralizado, si ya con las amenazas del mago casi había palidecido, ahora... ahora se acaba de mear encima.

Le contaré todo.

Responde muy lentamente el mercenario, entonces su compañero, también asustado, empieza a hablar.

Él es Huart Mildor, un mercenario de mercenarios, hace tratos con gente de mucho poder a cambio de grandes cantidades de dinero, y nosotros trabajábamos para él, lo que hacíamos era asustar a otros mercenarios, les obligábamos a que cobraran impuestos en nombre de un dios, al parecer ese dios es un mago que contrató a Huart, pero nunca lo hemos visto, sólo sé que nos pagaba muy bien.

Laern arroja aun lado al desgraciado como si fuera un juguete sin valor ni gracia alguna con las facciones contraídas en un gesto de asco.

-¡Bah! ¡Esta basura no sabe nunca nada! -mientras habla, se encara lentamente con el hombretón inconsciente- ¡Más nos vale mantener a este pedazo de estiércol vivo si queremos dar con ese endemoniado hechicero!

Más calmado, se acerca al hechicero. Le habla en voz baja.

-Nuestras sospechas eran ciertas: nada más que otro taumaturgo. Extraordinario, pero no un dios entre humanos.

Oyendo tanto alboroto en el interrogatorio, Elladan deja la preparación del campamento y acude al encuentro del grupo.

En parte no le sorprende adónde ha llegado la situación, aunque tenía a varios de sus compañeros por soldados más calmados. Sin embargo la masacre de la aldea era demasiado reciente... Al menos él estaría atento para que Morz no recibiera el mismo trato si llegaba el momento. Busca con la mirada al hobbit en gesto apaciguador y cómplice.

Tras ver el puntapié de Laern, agarré con más fuerza la gran brasa que tenía en la mano. Ahora la envolví en la palma de mi mano, y lleno de rabia entre gestos de dientes rechinando, apreté tanto mi puño que dicha brasa se disolvió en muchos pedazos y polvo candente.

Arrrgghh... ¡ya era hora, hediondo rata! grité al mercenario. Acto seguido, le lancé con rabia los restos de la brasa de mi mano al golpeado por Laern.

Cita:

Bueno, Laern... un taumaturgo no es un ser a quien despreciar: no hay que temerle, sólo prevenir sus acciones. Además... un dios es poderoso, aunque invisible. Un mago no lo es tanto, sin embargo sus acciones pueden arrasar con demasiadas cosas, y eso, jefe, es algo tangible, es jugar con el miedo de la gente...

El mariscal aspira aire con fuerza por la nariz.

-No he dicho que debamos infravalorar a tal enemigo, sólo he despejado las sospechas. Menos mal que con tú a nuestro lado, nada tenemos que temer: siempre has venido con las mejores recomendaciones.

Le da una palmatida amistosa al hombro del hechicero que quizá suene demasiado fuerte y le añade mayor presión al joven hechicero. Esta vez tenía todo un reto ante sí y una pequeña compañía a la que aconsejar y guiar cuando fuera necesario.

Ireth siguió el interrogatorio desde un lado, observando sin mover un músculo el accionar de sus compañeros. No era partidaria de derramar sangre sin sentido, pero muchas veces los fines justificaban sus medios. Observó la reacción de Anioz y la de Zarek, ambos tan distintos en sus métodos que parecía casi increíble que pertenecieran a la misma compañía. Después llegó Laern, con su habitual falta de paciencia. La elfa entendía que el mariscal aprovechara la ocasión para volcar toda la frustración acumulada en persecuciones inútiles en los cautivos, ahora que por fin tenían una pista un poco más certera.

Aguardó a que hubieran concluido con los mercenarios  para intervenir.

-Mariscal, sólo hemos atacado la mitad del problema que tenemos entre manos. No nos olvidemos del espía... y de Morz. Me temo que nada es azaroso y que si ellos están aquí bajo sospecha, es muy probable que ambos asuntos estén relacionados- se refería al tema del culto y la supuesta persecución del espía de un mago de renombre.

Observaba casi divertido el "interrogatorio", viendo como los estúpidos asesinos pretendían negociar con Laern. Me mantenía al margen, paciente, esperando alguna información. La adrenalina del breve combate ya remitía cuando oí unas palabras que me enervaron de nuevo.

Cita:

De pronto me sentí tenso, con los ojos inyectados y las manos crispadas sobre el mango del hacha. Podría acabar con él ahora mismo, sin arriesgarnos a que la justicia le diera oportunidad de escapar. Me acerco lentamente al mercenario esperando que hable más, es lo único que le salvará.

Cita:

Eso es algo que quiero oír ampliado.

¿QUIÉN?

¿Quién es esa gente poderosa?

Las preguntas de Grog esclarecerían muchas cosas. Me mantuve a la espera requiriendo de la misma respuesta... Mi semblante continuaba siendo amenazante...

El mercenario responde a Görg al instante de que este realizara la pregunta.

Pues...pues... no lo sé exactamente, sólo sé que es el que se encarga de los trapos sucios de la gente importante, comerciantes adinerados, algún mandatario, ese tipo de gente. Y en este caso un mago muy poderoso.

El pequeño parón en las preguntas lo inquieta: ¿le tocaría el turno a Morz, tal y como pedía Ireth? No iba a permitirlo mientras el gigantón, supuestamente Huart Mildor, estuviera reposando inconsciente. Se acerca a él e intenta despertarlo con unas cuantas bofetadas delicadas; tampoco quería entrar en el interrogatorio, como había logrado evitar hasta ahora, y maltratar presos no va con él: así que intentará espabilarlo, pero tampoco lo forzará.

- ¡Oye, despierta! -le dice mientras le zarandea ligeramente, cogido por el cuello de las ropas que porta.

El gigantón parece moverse un poco ante la insistencia del elfo, sus ojos parpadean ligeramente, está empezando a recuperar la consciencia lentamente.

¿Ehh?¿Qué pasa?

Parece bastante confuso, no mueve ni un músculo, sin contar los de la cara.

La respuesta del poco hablador mercenario me deja insatisfecho. Respirando con fuerza permanezco unos minutos expectante esperando que continúe pero no dice nada más. No es suficiente para mi.

Miro a Laern mostrando mi hacha y señalando con la barbilla al tipo.

¿Puedo rebajarlo un poco en altura?

Laern mueve la lengua por dentro de la boca mirando fijamente al coloso. Sin duda, está reflexionando sobre las palabras del enano.

-Nah...No quiero devolver un torso sin vida a la tierra, se merece más que eso... Mantengámoslo todo lo intacto que está.

Luego da un par de pasos (más bien zancadas) y se coloca a la altura del elfo.

-Habla.

Su voz suena al raspar de dos rocas, y en su mirada se percibe el fuego de un odio inconmensurable.