Partida Rol por web

23 de diciembre.

La noche se mostraba tranquila, pocas eran las almas que se atrevían a deambular por las frías calles de la ciudad a esas horas de la madrugada, después de una copiosa nevada que había hecho descender los termómetros a cifras bajo cero de record en todo el país.

Las gentes de bien dormían en sus hogares esperando la alegría de la navidad y que el año nuevo les llevara mejor fortuna mientras el nuevo alcalde celebraba su nombramiento en una exclusiva fiesta, en los salones privados de un lujoso hotel de cinco estrellas.

El anterior alcalde se encontraba en presidio, junto con numerosas autoridades incluido el jefe de policía y la ciudad empezaba a desmoronarse como una torre de naipes sin que ha nadie pareciera importarle lo mas mínimo. Los problemas eran barridos bajo la alfombra tratando de que los escándalos se olvidaran y Shadow city volviera a ser conocida por sus encantos turísticos. Tanto los políticos como la presa compartían la opinión de mirar para otro lado y esperar que la tempestad se calmara pero en los bajos fondos la situación era muy distinta.

Aquello se estaba convirtiendo en un hervidero de maleantes que sin Jefe al que servir se disputaban el puesto unos a otros en sangrientas reyertas mientras el numero de parados aumentaba día tras día, al mismo ritmo de la delincuencia.

Solo Red Hunter estaba haciendo verdaderamente algo por frenar aquella ola de crimen que amenazaba cual sunami con tragarse a la ciudad entera, pero hacia semanas que no había reportes de su presencia por ninguna parte. Los periódicos aseguraban que "al no haber ya mas delincuentes" había desaparecido o marchado a otra ciudad, en su intento pueril de hacer creer a los inversores y turistas que la ciudad volvía a ser un remanso de paz. Por otro lado se rumoreaba que Red Hunter había sido herido de gravedad, algunos incluso lo daban por muerto.

La gente de la zona oeste de la ciudad creía más en lo segundo que lo primero, ya que sabían perfectamente que la delincuencia cada vez era mayor y los periódicos no escribían una sola palabra sobre las chicas desaparecidas en su distrito.

Ya eran cuatro las muchachas, todas muy jóvenes, casi adolescentes, las que salían de sus casas para no volver. La policía aseguraba que fugaron de casa y no daban mas importancia al asunto.

Noche, una vigilante recién aparecida en la ciudad observaba desde la distancia la entrada de una discoteca muy popular en el distrito oeste, con la sospecha de que los responsables de dichas desapariciones tuviera algo que ver con ese lugar o lo usaran para captar en el a sus victimas.

Desde su ventajosa posición vio a un hombre corpulento tirar una pequeña mochila rosa en el interior de un contenedor de basura en el callejón para subir después a su coche y dirigirse a la zona del puerto, lugar cerrado en la noche donde se encontraban tan solo los almacenes de los barcos.

John bajo de su coche, una birria de Ford con más años que su abuela pero fuerte y resistente. Un reflejo de si mismo, algo que por fuera era feo como un pecado pero robusto y confiable. Ya no se hacían coches así, también los hombres de ese tipo era algo en peligro de extinción. 

Las mujeres ya no querían tipos como Rambo, buscaban niñatos de cara de porcelana y facciones casi androginas porqué en el fondo todas las mujeres estaban locas de la puta cabeza. O al menos esa era la explicación que tenía John por no lograr una pareja estable.

Los líos de una noche no se le daban tan mal, siempre había alguna que buscaba "El modelo clasico" aunque ahora ellas les llamaran "empotradores", la que más le había aguantado duro dos semanas pero al menos tuvo el detalle de dejarle unas croquetas en el congelador antes de irse.... Claro que no se las comió por miedo a que tuvieran algún tipo de veneno entre el rebozado.

Allí sentado, aparcado cerca de la puerta del estúpido garito de moda, viendo a aquellas niñas que en lugar de falda corta mas bien pareciera que llevaran un cinturón ancho, se juro que si algún día tenía una hija ni de puta coña iba a pisar la calle con esos modelitos.

Miro su reloj de pulsera y decidió ponerse en marcha, ya casi era la hora. Salio del coche y cogió la mochila del asiento del coopiloto.

 Le hubiera gustado que fuera algo mas masculina pero era lo que había y total, para tirarla al contenedor era perfecta. Aunque su tamaño era pequeño iba llena a reventar, pero no pesaba.

Camino por el callejón con sus botas militares, molestando un gato sin desearlo, hasta llegar al contenedor. Lo abrió tiro dentro la jodida bolsa rosa de los cojones para que hiciera compañía a los vasos rotos, las bolsas de basura y los condones llenos y cerro la tapa. 

Desando el camino volvió a su coche, volvió a mirar el reloj, la fiesta a la que iba estaba a punto de empezar, tenía el tiempo justo para llegar y la vestimenta perfecta en su maletero.

Me había escaqueado del local fingiendo un dolor de cabeza para poder meterme de lleno en el caso de las chicas desaparecias. Ya eran cuatro niñas y no había rastro de Red Hunter por ningún sitio. Sam me había dicho que con la mafia operando de aquella manera, la policía no servía de nada. Quien no estaba comprado tenía miedo, pero él seguía al pie del cañón y parte de mi trabajo como vigilante, era ayudarle y protegerle.

Observaba la ciudad, en concreto un lugar de adolescentes o más bien donde dejaban entrar a menores de 21, por si tenía suerte y encontraba algo, mientras que pensaba en las escasas pistas que Sam me había dado sobre el caso en nuestras charlas en el local. Si supiese que yo era Noche, seguramente me daría una bofetada y me encerraría de por vida. Me apreciaba, pero aún no había olvidado a su ex-mujer y yo no podía hacer nada más que estar ahí y esperar que un día se diese cuenta de que habían más mujeres y que una de ellas deseaba estar a su lado.

En ese momento escuché un vehículo detenerse y como un tipo enorme dejaba una mochila rosa en uno de los cubos de basura del callejón. Demasiado raro. Demasiado llamativo ese color. Observé la dirección que tomó el vehículo antes de bajar a ver que había en esa mochila. Si iba a ir a por él, quería saber a que me iba a enfrentar.

Con agilidad y soltura descendí de mi escondite en lo alto de uno de los edificios y caminé con sigilo por el callejón. A fin de cuentas, podría salir alguien por una puerta y verme. Lo mejor era mantenerme fiel a mi instinto y seguir oculta en las sombras. No tardé en alcanzar el cubo y abrirlo. La mochila llamaba demasiado la atención como para no verla a simple vista. O ese cabrón se había llevado a una niña pequeña a juzgar por la imagen de "Hello Kittie" o había gato encerrado.

Por la forma de arrojarla al contenedor, no se trataba de una bomba con detonante por movimiento, pero no podía descartar que así lo fuese, así que, antes de abrirla, escuché a ver si sonaba algún mecanismo y presione su exterior con cuidado para ver si era algo extraño. De ser así ni la abriría. Llamaría al 911 desde el teléfono desechable, avisando de un posible artefacto explosivo, alterando mi voz y saldría hacia los muelles en busca del coche del cabrón aquel...

Esta noche prometía...

Al presionar la bolsa quedo claro que no había ningún mecanismo dentro, era como si contuviera ropa o trapos. Su interior contenía ropa ensangrentada y rasgada, vendas sucias, gasas. Reconociste la ropa, eran prendas que Red Hunter solía usar, justo de su talla.

Por los agujeros y la cantidad de sangre dirías que Red debía estar mal herido, sino muerto. Debía ser algo reciente por el estado de la sangre.

Sin más pistas que seguir decidiste ir tras el coche. 

La zona del puerto era bastante grande. Una parte era turística en verano, con terrazas y bares donde tomar algo las noches calurosas refrescados por la brisa del mar. También era donde atracaban los veleros y los barcos privados. Al otro lado la zona de los muelles, donde descargaban los barcos y los contenedores de mercancías formaban auténticos laberintos. Se suponía que de noche estaba cerrado pero Sam sospechaba que algunos vigilantes abrían las puertas por una propina generosa.

En este caso la propina al vigilante había sido un golpe que le había puesto a dormir en el suelo de su garita. El viejo Ford estaba aparcado cerca de la entrada.

No podía creerme lo que encontré dentro de la bolsa. Sospechaba que o bien era una bomba o el pago de un rescate, pero jamás pensaría que Red Hunter...

Pero ahora no podía pensar en eso, debía ir a los muelles. El tipo que lanzó la mochila tendría las respuestas. Me jodía dejar mi vigilancia en el lugar, pero si lograba encontrar a Red Hunter con vida. La sangre era fresca, así que debía seguir vivo. Me fui tan rápido como pude hacia los muelles. O empezaba a buscarme un medio de transporte o seguir coches iba a ser complicado.

Una moto... siempre me habían gustado las motos.

Pero era ágil y rápida para subir a los tejados y la capa me ayudaba a planear por la ciudad. La verdad es que internet era una verdadera mina para aprender a hacer gadchets útiles. El problema era que tenía poco tiempo para hacerlos y muchos de ellos los tenía que probar en el momento... pero por ahora no me hacía falta nada. Alcancé el tejado y planeé en silencio sobre las calles de Shadow City y aterricé cerca de la entrada.

Las palabras de Sam sobre los sobornos a los vigilantes me vinieron a la mente, pero aquel estaba KO. Me acerqué al coche y fotografié la matrícula y el vehículo. Ya tenía trabajo para casa. Luego me agaché junto al mismo, mirando las huellas del suelo.

Estábamos en invierno, hacía frío, el suelo estaba húmedo, por no decir que con una suave capa de nieve. No tardaría en dar con aquel hombre, solo tenía que seguir sus pisadas con cautela. El tamaño del pie era considerable y por lo hundido que estaba en la nieve, pesado. Correspondía con el hombre corpulento que vi tirar la mochila.

Era hora de darle alcance.

Las huellas eran extrañas, no sabrías decir que modelo de bota podía dejar ese dibujo pero el tipo tampoco era tonto y supiste que su rastro no lo habría podido seguir cualquier novato. El tipo sabia lo que hacia, tenía cierta técnica al menos.

El rastro se termino perdiendo cerca de los almacenes pero solo en uno de ellos había luz. Dos coches se encontraban aparcados cerca de la entrada. Una furgoneta negra donde un hombre esperaba frente al volante, leyendo un periódico local y un coche de alta gama, perteneciente al dueño del antro que habías estado vigilando.

Aquella matricula, SEX69, era francamente delatadora. No llevabas ni dos segundos observando cuando empezaron a escucharse tiros en el interior.

El tipo que leía el periódico placidamente se sobresalto. Reviso sus bolsillos, luego la guantera, estaba buscando algo. O una pistola o el movil para pedir refuerzos.

Amparda por las sombras me moví en sigilo y en dirección a los coches. Tuve que hacerlo rápido antes de que el tipo que esperaba en uno de ellos encontrase lo que buscaba. El tiroteo dentro del edifico era preocupante, pero más lo que podría pasar si aquel hombre pedía refuerzos en lugar de buscar una pistola.

La oscuridad era mi aliada y por eso prefería siempre salir de noche, de ahí mi nombre, porque simplemente "yo era la Noche". Aunque de alguna manera sabía que me tocaría jugar a esto de día, prefería que ese momento tardase en llegar, percisamente porque era más fácil coger despevenidos a los malos si sabías elegir como esconderte y por donde salir.

Buscaba en la guantera, así que me aseguré que aún siguiese con ella antes de elegir lado y me moví con agilidad hacia la puerta del copiloto. Y ahí se acabaría el sigilo. El plan era fácil y efectivo, si es que funcionaba bien desde el principio. Tiraría con fuerza de la maneta de la puerta, la abriría, le quitaría al tipo lo que tuviese en sus manos y le dejaría K.O. de un codazo en la barbilla. Luego ya vería que haría con el objeto que fuese que encontrase. Un arma la arrojaría lejos, un móvil...

Y puse mi mano en el tirador de la puerta y tiré...

El tipo estaba a punto de abrir la guantera cuando Noche le atrapo la mano, justo antes de que pudiera alcanzar una pistola de grandes dimensiones. En su sorpresa no pudo ver venir el golpe brutal del codo en su cara.

Aquel tipo dormiría un buen rato. 

Al verle de cerca Noche descubrió que era un viejo conocido, un sobrino de "Fratello" un mafioso italiano que estaba empezando a hacerse un nombre en la ciudad y que los rusos tenían en el punto de mira. El tipo se apodaba "el fino", como una broma a su notable sobrepeso. 

"El fino" era una losa al cuello de Fratello, un idiota que se creía más listo que nadie pero el resto de sus hombres eran competentes y bien entrenados. 

Dentro seguía el tiroteo.

Los disparos continuaban en su interior y no me gustaban. Mi traje no estaba hecho a prueba de balas, no aún. Estaba haciendo más piezas con kevlar, pero debía ir comprando la tela poco a poco y en pequeñas cantidades para no llamar la atención demasiado. Solo la parte de mi pecho y mi cabeza estaba cubierto con esa tela, por lo demás, podían herirme con un balazo.

Mirar por una ventana sería un poco suicida por mi parte, aunque estuviesen a mi alcance de un salto y un buen agarré. Pero vi que algunas estaban opacas, tapadas con tablones. Con suerte podría trepar por ellas y llegar al techo, el edificio no era demasiado alto* y tendría claraboyas en el techo, desde el cual ver lo que ocurría en su interior y hacer una buena entrada desde una de ellas.

Sin pensármelo dos veces, corrí tras deshacerme del arma de aquel estúpido y trepé con agilidad hasta la ventana. Subir de ahí al tejado fue algo más complejo y en ese momento pensé en que debía plantearme usar agarres como los escaladores, clavos para tener algo donde sostenerme cuando no hubiese nada... aún así me las apañé como pude y llegué a lo alto del tejado.

Sin claraboyas, tendría que asomarme por una ventana, aunque esta vez bocabajo, donde si tendría algo más de ventaja visual a pesar de verlo todo alrevés.

De forma grácil Noche subió al tejado para observar por el tragaluz lo que sucedía abajo. Todo estaba bastante oscuro pero los fogonazos de las armas te permitían ver a dos bandos definidos. Cinco o seis de la banda de Fratello contra lo que identificaste como cuatro o cinco hombres de Vólkov.

 Y entre unos y otros la sombra de Tyr. Un Vigilante bastante basto en sus formas pero muy efectivo que había dejado en el suelo a varios hombres más de uno y otro bando aprovechando el tiroteo.

No sabía que hacía Tyr allí en medio, pero se iba a llevar un balazo. Al menos yo jugaba con ventaja allí dentro... estaba oscuro, solo los fogonazos dejaban ver algo y el sonido de las balas amortiguaría el sonido de los cristales que iba a romper en aquel momento, golpeando con mi bota el cristal de la claraboya.

Mi capa hizo el resto del trabajo. Planeé sobre las balas a una zona cubierta y oscura. Me daba igual un lado que otro, me daban igual las bandas. Debían caer las dos. Así que, al tocar el suelo, busqué el amparo de la oscuridad y a Tyr. Quería que me viese y hacia que lado me movía para noquear a los mafiosos de mi derecha, pero que no me viesen los demás.

Una nueva nota mental, crear algo para avisar a otro vigilante para que estaba allí... algo que pudiese lanzar, incluso que me sirviese como arma.*

Pero la suerte estuvo de mi lado y pisé el arma de alguno de los payasos que se estaban disparando. En cuanto localicé a Tyr, la lancé para que se arrastrase hacia sus pies. El golpe le haría mirar hacia mí y en cuanto me viese, me movería hacia mi derecha y me perdería en las sombras.

Y lancé el arma y seguí con el plan... **

Noche cayo del cielo con una lluvia de cristales. Los mafiosos de ambos lados reaccionaron tratando de ponerse a cubierto, sin saberlo al aproximarse a las sombras corrían a un encuentro contra un golpe tremendo, ya fuera ofrecido por los impresionantes músculos de Tyr o la impecable técnica de Noche.

Sin embargo el tiroteo no cesaba y el sonido de motores en el exterior anunciaba que o bien llegaban refuerzos a los mafiosos o la policía, mal asunto para ambos en cualquier caso.

La llamada de atención de noche fue atendida por Tyr, quien siguió sus pasos a las sombras.

No necesitaba tener especial cuidado en nohacer ruido. Lo importante era que no me viesen, puesto que los disparos cubrirían el sonido de mis pisadas. Esperaba que Tyr se hubiese percatado de mi idea y fuese a por el equipo contrario o de lo contrario poca gracia tendría dejar durmiendo a unos sí y otros no.

La oscuridad me amparaba y, a pesar de que sabían que estaba allí, no sabían donde y estaban más ocupados en matarse a tiros entre ellos mismos que en preocuparse por mí o por la mole de músculos que ya había dejado a varios fuera de combate.

No tardé en divisar al primer objetivo. Disparaba sin parar su automática al otro grupo y el más cercano tenía un mal ángulo para darme, si es que me veía. Agachada y en silencio me acerqué a él y le hice una presa en el cuello, haciendo que ambos bajásemos al suelo, lejos de las balas y la luz.

El aire no entraba por la garganta de aquel matón y no llegaba a los pulmones. Por mucho que quisiera, no podría soltarse... en unos segundos, perdería la consciencia, dejando de patalear y de disparar, permitiéndome así ir a por mi siguiente objetivo.

Aún estaba ejerciendo aquella llave cuando escuché llegar más coches. Fuese quien fuese, aquello iba a ser un problema para Tyr y para mí si no nos dábamos prisa y acabábamos con todos antes de que entrasen.

Cuando la cosa no podía complicarse más del cielo cayo una mujer. No cualquier mujer, una supermujer, lo cual es un superproblema añadido. Sin saber que estaba pasando la reina del cuero se puso a repartir guantazos a discreción. Tyr siempre era partidario de golpear primero y preguntar después, era política de empresa, pero lo de esa hembra era demasiado.

Al menos el traje le quedaba bien y valoraba que supiera hacer que un tipo enorme llorase como niña pequeña pero que acabara de llegar y ya quisiera ponerse a dirigir la función era algo por lo que Tyr no pasaba. 

Para mejorar las coches llegaban coches, si fueran de la policía vendrían con las puta sirenas pero no, eran coches, a pelo. Eso era malo. 

Tyr ignoro todo plan y se fue detrás de Noche.- Tenemos que hablar.- gruño señalando una pila de cajas cercanas tras las cuales estarían un momento a solas.-No sé quien te ha invitado a esta fiesta pero ya que estas aquí igual puedes ser útil para algo.

Tyr solo conocía de Noche lo que el periódico hubiera dicho de ella, aunque por como pegaba no le hubiera extrañado que fuera un tío con el rabo como el cuello de un picador.

No me gustaba hablar en medio de las peleas, por eso quizás me gustaba trabajar sola y la verdad es que nunca me había visto envuelta en una situación como esa. Pero había ido por respuestas y algo me decía que Tyr era quien las tenía. - ¿No tienes otro momento mejor para hablar? - Le pregunté dejando KO al tipo que tenía entre mis manos. - Esto será un infierno de aquí a nada. - Pero quizás nos tocase huir y al final cedí y me moví en la dirección que indicó el grandullón.

Una vez tras las cajas le miré a los ojos. - No me digas que quieres que me marche porque esto es cosa tuya y no de mujeres o que tú llegaste antes. - Entorné mi mirada. Por el tamaño bien podría ser quien lanzó la mochila a la basura. Siendo un vigilante podría estar con Red Hunter y el coche que fotografié podría ser el suyo.

- Aligera Tyr. No tenemos tiempo. - Le apremié al ver su silencio. El tipo imponía de lo alto y grande que era y sin duda su cuerpo estaba perfectamente cuidado y tenía horas de gimnasio. Pero a veces un cuerpo así era una desventaja. Solían ser lentos y no tener elasticidad alguna. Se centraban tanto en muscular que olvidaban estirar e incluso sus propios músculos entorpecían sus movimientos. Pero Tyr no entraba en ese grupo, no por lo que sabía de él.

- No voy a decirte eso, listilla, eso solo lo pienso. Hay once chicas en el sótano. Las cuatro que desaparecieron y siete que no le han importado a nadie lo suficiente como para denunciar la desaparición.- dijo. Su voz era disimulada por el eco de la mascara en forma de calavera.

- Los rusos son los que llevan el tema de las "chicas" y se han tomado a mal que los espaguetis quisieran hacerles competencia. Gane quien gane esto es malo para ellas así que uno las saca y mientras el otro les da cosas mejores en las que pensar. Es un plan simple, hasta te dejo elegir que tu vas a por las chicas y yo te cubro.

Tyr señalo al fondo del almacén, donde había un pequeño despacho donde estaba la trampilla para bajar al sótano.

Genial. Grande y machista. O más bien un gran machista. Pero no estaba allí para discutir. Había acudido al lugar por otro motivo y el pastel era más grande de lo que realmente esperaba. Y estaban las chicas secuestradas. Eso cambió el gesto de mi rostro por completo, pues yo también fui víctima de secuestro y viví un infierno. Estaba de acuerdo con él, debían salir de allí. Pero no por la puerta de alante y nos tocaría correr por la calle hasta encontrar un lugar seguro y eso era llegar a la ciudad donde no dejásemos tantas huellas y llamar a Sam.

- Ya veo como me das a elegir, ¿pero sabes? Por mí perfecto. Se a quien llamar para que las ponga a salvo una vez estemos fuera de aquí.

El resto de palabras sobraban y corrí hacia el lugar indicado, volviendo a ocultarme en las sombras. Con el tiroteo estaría desprotegido el lugar, así que no debería ser difícil. Entrar, bajar, contar a las once, subir con ellas después de calmarlas un poco y diciéndolas como moverse: agachadas, tocándo siempre a quien estuviese delante y en silencio y salir por la puerta de atrás.

Estas cosas siempre funcionaban bien en la cabeza. El problema era lo que me encontraría en la entrada al sótano y el estado de las chicas. Así que me moví con precaución, pendiente de todo. Podrían tener una bomba trampa en la entrada del sótano... un candado... a saber. Al menos si llevaba un equipo de ganzúas conmigo.

Una vez en el exterior, ya vería hacia donde ir. Pero si lo previo no salía bien, ¿para que pensar en lo demás?

- Si, no se porqué tengo fama de machista si las mujeres siempre quedan satisfechas conmigo.- comento Tyr al mostrarte ella conforme al plan.- Voy a armar jaleo por aquí, eso les dará una distracción mientras las saca. - añadió completando el plan.

Noche llego hasta el despacho escuchando a sus espaldas la trifulca mas escandalosa que pudiera imaginar. Tyr cumplía cuando decía que llamaría la atención. 

La entrada estaba tapada de forma torticera, no hubo que buscar mucho para ver las marcas del pesado escritorio hacia en el suelo y que indicaban que alguien lo movía de vez en cuando. 

Viste la trampilla claramente y te preguntaste como podía Tyr saber aquello mientras la abrias.

Una escalera precaria descendía al sótano.

No me gustaba nada bajar por sitios tan poco seguros para mí. No había oscuridad suficiente, era un blanco fácil y el descenso solía ser lento con unos peldaños tan inseguros. Pero lo que me daba cierta seguridad era que tuviese que mover la mesa para descender. Posiblemente no habrían guardias allí abajo.

- Posiblemente.

Aún así, al llegar al final de la escalera, observé la zona. Miré donde podía ocultarme, busqué las sombras, puertas y tuberías en el techo que me permitiese moverme y golpear, ocultarme o bien huir. Tras memorizar el sitio, comecé con la búsqueda de las chicas. Tenía ganas de encontrarlas ya y de sacarlas. En cuanto llegase a un lugar donde no se escuchasen los disparos, llamaría a Sam. No era la primera vez que colaboraba con Noche y la verdad era que me moría por escuchar su voz y volver a mirarle a los ojos, aunque me tocase huir de él sin darle respuestas.

Y es que ni yo misma las tenía, pero creía tener a Tyr en mi mano. Aquel coche, aquella matrícula... Dina podría darme algo que seguir... pero ese rastro tendría que seguirlo al día siguiente. Y no, no le diría a Sam nada del tiroteo entre bandas. Iría a meterse y no quería tener que ir a ejercer de niñera tras ver a las chicas a salvo.

Me movía en silencio, tanto que solo oía los disparos de arriba, así que tuve que aguidizar mis sentidos para ver que sorpresas me guardaba aquel sótano.