Partida Rol por web

El doctor Saroch atiende las hemorragias del conde Von Hofler y consigue devolverle la consciencia unos minutos. Al enseñarle los jeroglíficos del libro, la mirada errabunda y húmeda del aristócrata vienés se inflama de nuevo y suelta una perorata breve pero intensa sobre los ancianos designios de Umr Al Tawil, el que custodia La Última Puerta. Va pasando páginas e identificando muchas de las figuras, lo cual os facilita mucho la comprensión.

Compadecido y asustado, pero con gesto adusto, Polat se acercó al enfermo y le susurró al oído.

Von Hofler empieza a hablar nuevamente. Su discurso es primero una explicación más o menos hilvanada de sus lecturas del Liber Eivonis y fragmentos del Kitab Al Azif en los archivos del Vaticano. Refiere los horrores que ha visto en las catacumbas bajo Praga, que le confirmaron el horror inhumano de sus leturas. Como su camarada Haffner fue devorado por "bocas invisibles". Su discurso empieza a interrumpirse con sollozos y divagaciones en alemán. Habla de sus visiones de Kadath en el yermo, del durmiente en la ciudad ahogada. Finalmente sus palabras degeneran en un discurso en una mezcla de alema´n, inglés, francés y un idioma que parece incapaz de pronunciarse por una garganta humana. Finalmente co un alarido el conde vienés se lanza contra el libro para intentar desgarrarlo con sus manos y dientes.

Alertado por el grito proferido por el Conde, el capitán Von Hartzman entró súbitamente en el compartimento.

Viendo la escena, con aire marcial y decidido se dispuso a sujetar al Conde por el tórax, envolviéndolo con sus aún musculosos brazos.

A pesar de que habían pasado más de 20 años de la guerra francoprusiana, el Capitán todavía se conservaba en buena forma.

Amelia no entiende apenas nada de lo que está sucediendo allí. Comprende un poco de lo que el Conde, que parece encontrarse en una especie de paroxismo histérico, murmura, aunque no mucho. Al ver que el hombre decide emplear la violencia la joven se queda un par de segundos totalmente sorprendida. Primero piensa en echar mano de su revólver, pero la aparición del capitán Hartzman le hace replantearse eso y con gesto decidido se aparta, intentando no ser una molestia para reducir al demente conde.

Aunque el conde se revuelve de forma violenta e intenta morder, arañar y escupir, Von Hartzman consigue reducirle lo suficiente como para que el doctor Saroch le aplique un paño con cloroformo (de su botiquín) que lo deja inconsciente.

Los delirios del conde evocaron en la mente del profesor imágenes horribles. Unidas a su reciente experiencia con el fez, hicieron que el pobre hombre retrocediera asustado por el compartimento hasta tropezar con la pared opuesta. Ni siquiera pudo reaccionar cuando el conde se lanzó al ataque. Afortunadamente el capitán intervino para poner orden en aquel pandemónium.

Saroch entendió bien poco de los balbuceos incomprensibles del Conde, pero tras suministrarle cloroformo, su mente analítica le hizo volver rápidamente al mundo real. - Esto es horrible. Debemos destruir los feces pero no será suficiente mientras se puedan crear más. Necesitaremos una solución definitiva al problema - dijo con voz neutra e intentando disimular su nerviosismo.

El Capitán se había ahorrado oír la perorata del Conde, pero la cara de sus compañeros no dejaban lugar a duda sobre los horrores a los que había hecho referencia.

O'LEARY: Recuerda que puedes gastar puntos de suerte para reducir la tirada a un éxito extremo (debes apuntar la tirada). 

Siempre me olvido de eso porque nunca tuve los manuales que lo usaban ¿Cómo iba esto? :(

La impresión le impidió intervenir para salvar el libro, quizá porque en el fondo tenía ganas de que el conde lo desgarrara y lo devorara con uñas y dientes. Ya estaba deseando unirse a él, si. El libro maldito.

Pero se repuso. Tomó todo el aire que pudo.

—Amigos, —dijo, —espero que ya tengamos una base suficiente para aprender esos cánticos. No debemos perder de vista nuestro objetivo, no debemos.