Partida Rol por web

Finalmente y tras toda aquella sarta de cosas comenzaron su marcha hacia la cima de la montaña o de lo que diantres fuera eso pues ya empezaba a estar un poco hasta la coronilla de todo eso, insultos gratuitos, tomaduras de pelo y similares. Queria acabar ya con esto de una vez así que comenzó a caminar paralelamente al carro mientras Bucky lo conducía y transportaba a Kya y a Yukari.

El paso se detiene, no sabe porqué pero al ver que Kya ayuda a Bucky a subir y estaba mojado entiende todo - Alguien de tan poco peso no puede manejar algo tan grande - Pensó mientras chaqueaba la lengua y proseguía sin esperar a nadie aunque estaba atento de las indicaciones de Adrak pues de él dependía la dirección que debían tomar por lo que era más su guía y que un acompañante.

Todo aquello empezaba a sobrepasar la calma que Alzag intentaba tener en su interior, que era bien poca. Aquel gato bipedo no paraba de saarle de quicio pero debía comportarse bien por lo que se limitó a centrarse en el paisaje y el cielo. En aquellos lugares el frío parecía ser perpetuo. No obstante la vida no dejaba de florecer por las laderas de las montañas y Carrera Blanca no parecía un mal lugar para vivir, excepto por los dragones y las perdidas de memoria. -Chicos creo que deberíamos intentar conocer un poco todo lo que nos rodea antes de saber sobre nosotros mismos- Esperaba que el gato dejara de ser tan insutante y por una vez atendiese a lo que quería decir.

Bucky se levantó, totalmente serio, manteniendo la compostura, se giró para lavarse su cara llena de tierra y volvió a subir al carro, sin decir palabra. Cogió las riendas y de nuevo puso rumbo hacia la montaña. Llegado un punto, Adrak iba pr delante, guiando a los demás, y poco a poco fuisteis adentrándoos en un bosque, el cual a medida que subíais comenzaba a helarse más y casi sin daros cuenta, el suelo se volvió blanco, los árboles, todo.

El carro empezaba a deslizarse, había que ir un tanto más lentos para que extraviarse. Se escuchaban movimientos por entre los abetos y algún que otro gruñido pero no veíais nada, hasta que a un lado visteis como alguna especie de animal blanco gigante estaba destrozado, el cual solo Adrak pudo reconocer.

Continuabais subiendo, parecía que eso nunca terminaba, y aun no se veía la cima. Al ir saliendo del bosque, empezaba a aparecer niebla, cada vez más espesa, el frío congelaba vuestros huesos. Pero el carro se detuvo. El camino empezaba a estrecharse y el hielo era cada vez más abundante, y ya tuvisteis un par de sustos. Escarpados barrancos se extendían a un lado y no era cuestión de jugarse la vida de aquella forma. Vilko se apropió de aquella espada. cogisteis el saco de frutos y aquellos utensilios entre el elfo y Yukari. Kya desató al caballo y Bucky se subió a este. Al fin llegasteis donde una serie de monumentos como de ofrendas se alzaban a los lados y seguido infinitas escaleras os llevaban a lo que debía ser, el lugar donde os dirigíais.

Al fin, ahí estaba, delante vuestro, se alzaba un gran templo, monasterio, o quién sabe que era aquello, pero era grande y construido en un lugar asombroso.

Subisteis los últimos peldaños y al llegar a la puerta, no os dio tiempo ni llamar. de par en par se abrieron, dejando ver en su interior una gran sala, con una enorme y llameante hoguera en el centro, la cual tan apetecible que no os podíais resistir las ganas de acercaros a ella. Disteis un par de pasos y visteis como dos ancianos con voluptuosas barbas y grises tunicas sujetaban las puertas y otros dos se mantenían junto a la hoguera.

-Bienvenidos a Alto Hrotghar.

Por fin se ponian en marcha, si olvidabamos el pequeño percance con el carro, podia decirse que con suerte llegariamos hasta el castillo de esos viejos en breve. La hierba poco a poco empieza a aparecer cubierta de un ligero rocio blanco, helado por el frio que rapidamente da paso a una nieve espesa, donde mis zarpas se hunden al menos un palmo con cada pisada. Es reconfortante sentir ese pequeño helor subiendo de entre mis zarpas, al menos es mejor que ese maldito camino de antes. El elfo dice algo sobre... en serio, se pone filosofico en este momento... " que conozcamos nuestro alrededor para asi conocernos a nosotros mismos" Sin ni siquiera darme la vuelta le señalo su tan ansiada naturaleza, indicandole que si quiere ya sabe donde puede ir a conocerla... yo no pienso detenerme.

El bosque pronto nos arropa como si de una... si una jodida y fria madrastra. No me molesta el frio pero sin duda la temperatura ha bajado levemente desde que yo mismo baje hace poco. A lo largo del mismo, nos topamos con el cadaver de una bestia, descuartizado y despellejado, unicamente una leve sonrisa asoma a mi rostro sin ni siquiera dedicarle una mirada. El bosque desaparece lentamente, es casi como a cada decena de metros unos cuantos arboles desapareciesen hasta que al final nos encontramos de nuevo en la rocosa montaña. El camino se vuelve ahora mas peligroso y resbaladizo, el hielo asoma por entre las piedras y sobre la roca, complicando el avance... del carro sobretodo. En un momento determinado me doy la vuelta pues por fin han decidido deshacerse de ese trasto inutil. Reparten los pocos bienes que poseen antes de volver a ponernos en marcha.

El caminar se hace ahora mas lento, mas precavido... un simple desliz y acabaremos en el fondo del precipicio... algo que sin ninguna duda le desearia a mas de uno en ese grupo pero no estoy aqui para eso. Aun no. Los jodidos viejales querian al cuarteto, y al cuarteto mas uno tendran, y mas vale que respondan a mis preguntas. Tras un buen rato ante nosotros empiezan a aparecer una serie de monumentos, en forma de ofrendas y no puedo evitar mostrar una sonrisa maliciosa. Ya era jodida hora, tanto subir y bajar la puta montaña de los huevos, ahora tendre respuestas. Me giro para mirar al grupo, se cubren como pueden ante el tremendo frio que azota en la cumbre. Los monumentos pronto dan paso a unas escaleras enormes y que parecen casi interminables... otra vez vosotras ehh... malditas hijas de puta, la ultima vez intentasteis tirarme, veamos quien manda ahora.

La subida es larga pero por fin, tras los ultimos peldaños se muestra ante mi el jodido castillo, la morada de ese grupo de viejos tocapelotas. Las puertas se abren mostrando la fogata de antes y al cuarteto de cabrones con barba. Sus palabras me resbalan... "bienvenidos" sereis cabrones... paso entre ellos sin ni siquiera saluda, dirigiendome a la hoguera y a los dos que alli estaban.  Señale en direccion a mis compañeros de viaje. - Queriais un cuarteto, pues ahora teneis un quinteto. La mujer se empeño en venir. ¿Respondereis ahora a mis preguntas? - Sin sutileza, sin rodeos... directo como un ariete a la puerta que quiere abrir.

Durante el camino el elfo habí permanecido en silencio mientras contemplaba el paisaje, si por casualidad había pasado alguna vez por allí se alegraba de no recordarlo, así disfrutaría de aquellas vistas. La nieve parecía atraerle bastante o almenos hasta que empezaron a subir la montaña.
El frío parecía querer dejarlos en el sitio, pero al menos no fue así. El empinado camino no parecía haber sido transitado mucho desde que se construyó.
Cuando llegaron a la parte estrecha del camino tuvieron que bajar para continuar aunque ya habían llegado a su destino. Lo que parecía un templo construido hace mucho, pero al menos el frío no habitaría dentro de esos muros.
Unos ancianos con barbas les recibieron, con unos agradables fuegos en la sala que invitaban a sentarse a su lado, sin embargo no era el momento.
-¿Alguien podría explicarnos que es lo que está ocurriendo?
El elfo necesitaba algunas respuestas al fin y al cabo, pues el camino debería haber servido para algo más que para entender que el frío no era un buen acompañante.

Un poco decepcionada por el sitio y sus habitantes no puedo evitar hacer una mueca de decepción. Psssch, pensé que veniamos a un lugar interesante, no a un geriatrico.

Me acerco al gatazo y pongo la mano sobre su hombro ¿estos son tus amigos?, yo pensaba que serían como tu... no, en realidad pensaba que serían más interesantes que tu e incluso lo son menos.

Intento robar al gatazo

El lugar sigue tal y como lo deje. De pronto la mestiza se acerca y me pone la mano encima. Me giro, la miro y sin mediar palabra la engancho del cuello con fuerza, levantandola del suelo y dejandola a la suficiente distancia para que no pueda llegar a tocarme. Reviso mis pertencias con la otra mano, para estar seguro de que no ha intentado robarme nada, una vez seguro devuelvo mi atecion a ella.

- Igual no fui lo bastante claro antes. - La dejo caer, y mientras su cuerpo aun esta en el aire la golpeo con todas mis fuerzas enviandola lo mas lejos posible de mi.

El golpe de Adrak manda volando varios metros a Yukari y cuando iba allegar al suelo de pronto uno de los viejos apareció en el lugar recogiéndola.

-Uuh, no deberíais jugar así, podríais haceros daño...-dijo en tono tranquilo-Venga, relajaos y calentaros junto al fuego.

Dejó a Yukari en el suelo y se llevó la mano a la espalda como si le doliese por el esfuerzo.

-En nada resolveremos vuestras dudas, solo estamos esperando a que llegue.

Veo como uno de los malditos chalados barbus recoge en el aire a la mestiza, dejo escapar una leve respiracion que rapidamente se convierte en vaho debido al frio. Hubiera sido mejor tirarla montaña abajo directamente. "En nada resolveremos vuestras dudas" Otra vez dando largas... estos viejos estan empezando a cansarme pero por muy bruto que sea, no soy idiota. Ese viejo se ha movido mas rapido de lo normal y ha pillado a la gata al vuelo casi sin problemas... estos malditos barbas son mas de lo que aparentan.

- Que tal si empezais contando porque me faltan mis recuerdos. No soy capaz de recordar nada de antes que vuestra criatura me lanzara a vuestro patio trasero. - Esa era la pregunta importante, la amnesia que parecia padecer... algo me decia que no traeria nada nuevo.

Recogí mis escasas pertenencias y antes de que los viejos hablasen comencé a desandar el camino. Cierto es que al principio no tuve un buen comienzo con Adrak y es normal, acabamos de tener una pelea y cualquier tipo que se nos acercase podría ser amigo del maleante y sinceramente el aspecto de Adrak no ayuda a que la gente confie en el. Pero desde entonces había intentado congraciarme con el en varias ocasiones y el resultado fue salir varios metros por el aire.

Sería fácil matarlo, un simple corte en la garganta mientras duerme y tendría unas botas nuevas de piel de tigre, pero finalmente decidí que eso sería rebajarme a su nivel, y teniendo en cuenta que aquí no pinto nada ya que a quien llamaron los viejos fue a Vilko decido continuar mi camino sola. Si ellos quieren aguantar a ese tipo desagradable que insulta, desprecia, y amenaza continuamente al resto de nosotros que lo hagan si quieren. Yo desde luego no lo haré.

En el momento que Yukarí intentó irse, el mismo viejo, suspiró y tras desaparecer, volvió a aparecer frente a Yukari, bloqueándole el paso.

-Aun no es hora. Ya ha llegado...

Entonces de uno de los pasillos a los que daba aquella gran sala, una joven chica apareció con un grácil andar a quien con tan solo verla, si tuviese un mínimo de atracción por una humana, dejaría boquiabierto con su belleza. Tenía una corta melena que ligeamente paraba los hombros en algunos mechones, de un rosa ensombrecido de castaño con un extraño adorno. Una piel clara, rosada, que junto al brillo de sus azules ojos, un azul, turquesa brillante, le daba un aire de pureza increíble a la vez que le hacía parecer un tanto frágil. Pero esto último, chocaba bastante con el extraño traje rosado que llevaba de una sola pieza, bastante ajustado y reforzado como si de una armadura se tratase en varias zonas, como el pecho y sus brazos.

-Oh, Aicha, ¿Está aquí ya?

De sus labios, una dulce voz pero a la vez amenazante se dejó escuchar por vuestros oídos.

-No deberías llamarla "criatura" tan al a ligera, podría ofenderse, y créeme, no te conviene.

Claramente se dirigía a Adrak, a quien le dedico una inocente sonrisa.

-Si, el ya está aquí también.-se giró hacia el pasillo- Lucien, oni-san, vamos.

No pasó mucho hasta que conseguisteis oír unos metálicos pasos que provenían del mismo lugar que esta había venido.

Al llegar, se trataba de chico joven, alto, rubio, de ojos rojos, vestido con una dorada armadura hasta la cintura y con el torso descubierto. Con un gran y dorado colgante en su cuello, y de igual forma unos pendientes.

-Vaya, si que es raro ver aquí arriba tanta gente...me pregunto donde está el banquete y los artistas para la fiesta.-Su voz daba la sensación de una personalidad altiva, y tal vez algo prepotente. Se acercó hasta Aicha a quien le revolvió el pelo.

Los viejos barbudos empezaron a acercarse hacia la hoguera.

-Bueno, parece que ya estamos preparados.