Partida Rol por web

Cuando Taylor dio el visto bueno a Dice para salir, Lucas asintió tras la barra, presionando el interruptor para que la mujer pudiera salir. Esta se despidió del marine con un brillo en la mirada en el que había más agradecimiento del que nadie habría querido ver en una criatura rota como aquella.
Marion pudo ver a la muchacha saliendo, radiante, hacia los barracones, sabiendo que en cualquier momento el resto irían saliendo, como blancos propiciatorios, desconocedores de la presencia de aquella francotiradora... Al menos en esencia...

- ¿Pero qué mierda...? Si llevo aquí toda la puñetera mañana, ¿Es que ninguno de vosotros me ve? ¿SOY EL PUTO HOMBRE INVISIBLE?- Jax, que había vuelto a una de las dos mesas ocupadas por sus compañeros, se levantó,a violentado, alcanzando una botella de litro que allí reposaba, desde antes de la llegada de los dos investigadores, con la que trató de dar al tipo que ahora le presentaba sus esposas, como si de un anillo nupcial inesperado se tratara.

Marion siguió a Dice con la mirada mientras se alejaba, deseando que la chica no tuviese más problemas el resto del día. Cómo era su vida en general ya parecía problema suficiente para unas cuantas vidas.

Volvió a vigilar la puerta de salida, aunque el nerviosismo aumentaba por momentos cuando le llegaban gritos del interior. ¿Debería entrar a ayudar? No, se dijo a sí misma, esto era parte del plan de Taylor. El marine sabía mejor que ella cómo lidiar con aquellas cosas, si entraba ahora sólo estropearía el plan.

Siguió en su puesto, vigilando las salidas. Aunque parte de la atención era para ver salir a su "presa", parte para ver si no saliese Jax corriendo, o sacasen a Taylor ensangrentado.

—No hagas tonterías.— Taylor fue hacia Jax. Estaba sorprendido. No esperaba que cogiera una botella. No esperaba que esto acabara por la fuerza. ¿Dónde está el respeto por la autoridad?  

La botella golpeó a Taylor sobre la ceja derecha, causando más un intenso dolor al impactar, peor sin llegar a hacer brecha, pero el tipo, sublevado, trataba de alcanzar la barra. La desesperación le había dado alas, consiguiendo saltar sobre aquella superficie, torpemente, cayendo antes los pies de Lucas.

- Tú, mierda de sangre blanc...-

Lucas le propinó un golpe en el cuello antes de que terminase la frase,  con la mano recta, haciendo que Jax desistiese en el acto de continuar su posible ataque.

El androide extendió la mano hacia Taylor para que este le pasase sus esposas, lo que hizo mientras Jax todavía trataba de deducir qué carajo había pasado. Abrió el panel de la barra y deslizó fuera, de una patada, al minero.

- Si alguna vez sales dle trullo, ya discutiremos ese bonito cartel que cuelga a mi espalda en el que se cita algo llamado derecho de admisión, señor Jax.- Lucas también alargó una bolsa de algo congelado a Taylor, para que se lo aplicase en la incipiente hinchazón que, más pronto que tarde, iba a dar un mayor interés a sus proporciones faciales.

- No entiendo nada, ¿Por qué yo?- Jax había desistido en su lucha. El resto de los mineros miraban interrogativos al marine, como toros expectantes, antes de salir a empitonar a corredores anónimos en alguna fiesta barbárica que puede que todavía se practicase en alguna esquina recóndita de la Tierra originaria.

- ¿Puedo proceder, jefe?- Le preguntó el sintético, señalando el botón de apertura de las puertas del reciento. - Puedo dejar a alguien vigilando el bar, si quiere que le acompañe a dejar a este en los calabozos.

—Procede, procede— señaló a Lucas. Taylor miró la bolsa de congelado. Eran muslos de pollo rebozados. Cuarenta y cuatro gramos de proteína. Marca Hungry-Man. Se lo puso en la ceja. Sintió el frio intenso. Luego alivio.

—No hace falta. Ya me las apaño.— Taylor agarró a Jax por detrás. Una mano en las esposas, otra sobre la espalda. Protocolo de conducción de detenidos.

—Vamos— le dijo al prisionero. Taylor salió. Llevaba la bolsa de plástico con la tela de camuflaje de Jax y un chichón incipiente y morado en la ceja derecha.

Desde su localización, Marion vio cómo se abrían las entrañas de D'Place, expulsando a sus cautivos como... Expulsando a sus cautivos.

Hammer, Tiger y Manny, junto con los desconocidos a los que habían descartado de sus quinielas, fueron saliendo de manera continua, Grit tardó un par de minutos más en salir, supongo que Taylor y su chivo expiatorio irían a la cola, para asegurarse que todo siguiese correctamente.

Mientras que los primeros grupúsculos parecieron dirigirse hacia los barracones, hacia la derecha, la minera mayor optó por dirigirse hacia la izquierda.

Marion la pudo seguir sin problema, desde la distancia, viendo cómo parecía dirigirse hacia la zona de acceso a las minas, accediendo a los vestuarios que quedaban junto al ascensor que bajaba a las entrañas de aquel pedrusco sobre el que se asentaba la colonia.

De acuerdo, la había seguido por la calle sin que se diera cuenta. Pero meterse en los vestuarios de las minas sin que nadie se preguntase qué hacía Marion, que claramente era cualquier cosa menos uno de los mineros de aquel diminuto asteroide donde todos se conocían, era otro cantar.

-Ha vuelto a las minas. Está en los vestuarios-Le dijo a Taylor por el comunicador-. Voy a esperar a que salga y ver si puedo entrar.

Desde donde estaba, se aplanó en su rincón, observando quienes entraban y salían de los vestuarios, y si alguien se reunía con ella. Cuando la minera saliese, si los vestuarios quedaban vacíos, podría intentar entrar y comprobar si había dejado algo entre sus cosas en los vestuarios.

Marion se había posicionado en un lugar seguro, esperando pacientemente a que Grit emergiera. Mientras espera ese momento, la mente de la investigadora se devanaba tratando de imaginar qué posibles pistas podría encontrar sobre la posible implicación de la minera en aquel asunto.

Los minutos parecían eternidades consecutivas, pero finalmente, la puerta se abrió liberando a Grit, ataviada con su equipo de minería. Marion se preparaba para escabullirse dentro de los vestuarios una vez que su blanco se perdiese de vista, peor había algo que la inquietaba, nada en la expresión corporal de la mujer o en sus acciones parecía delatar sus posibles acciones clandestinas o su posible relación con los crímenes o intentonas de golpes al orden que imperaban en aquel maldito asteroide. Aun así, debía asegurarse.

Cuando Marion entró con cautela en los vestuarios de la mina, sus ojos escanearon los alrededores en busca de posibles pistas...

Taylor vio salir a Grit. Esperó. Quería dar tiempo a que Grit se moviera. A que Marion le hiciera el seguimiento. Pasaron tres minutos. Taylor salió fuera junto a Jax. Lo subió al buggy. Lo sentó detrás. Guardó la bolsa de plástico en la guantera. Luego subió y condujo hasta los calabozos.

Entonces sonó el intercomunicador. Era Marion. Grit había vuelto a las minas. Estaba en los vestuarios. Taylor apretó el paso. Metió a Jax entre rejas. Snot estaba en el calabozo contiguo. Dos detenidos en menos de una hora. Pensó. Eficacia PURE.

El marine salió. Volvió al buggy. Cogió el intercomunicador

-Voy- le dijo a Marion y condujo hasta allí.

No quería pasar mucho tiempo allí. Quizás Grit no volviera hasta que acabara su turno, pero otras podían venir mientras tanto, y aunque probablemente la corporación dijera que tenían permiso, no quería tener que dar explicaciones a unas mineras cuas simpatías hacia ellos estaban bajo mínimos.

Se apresuró a buscar la taquilla con su nombre para intentar abrirla. Esperaba que fuera de esas en que no había cerradura, o una de esas cerraduras que prácticamente se abrían con un clip y que sólo detendrían a alguien que no quisiera molestarse en perder tiempo.

Los ojos de Marion recorren las filas de casilleros de los vestuarios hasta dar con uno en el que, escrito a mano, junto a un código de barras, figura el nombre de Grit.

La investigadora consigue abrirlo sin mucha dificultad, pues su cierre estaba desgastado por el uso, revelando una variedad cuidadosamente organizada de pequeñas herramientas de reparación, un botiquín casi vacío y un par de mudas de camisetas y ropa interior, así como artículos personales sin mayor interés (Incluyendo varias figuras de pvc que parecían haber pertenecido a llaveros alguna vez, de personajes de dibujos animados que no conseguía reconocer). Examinó metódicamente el contenido, sus ojos escaneando en busca de más pistas. Entre las pertenencias, descubrió un pequeño trozo de papel doblado metido entre un par de guantes gastados.

Desdobló el papel, revelando una especie de arcano gráfico formado por cuadros en blanco y cuadros negros cuyo significado se le escapaba, parecía alguna forma de codificación antigua.

Con el cifrado en la mano, Marion reorganizó cuidadosamente el casillero, sin dejar rastro de su presencia.

Cuando se disponía a salir de los vestuarios, vio a Taylor aproximándose en el buggy.

Salió del vestuario intentando a la vez salir tan deprisa como pudiera y no correr demasiado para no llamar la atención, lo que resultó en una especie de rígida marcha hasta llegar a fuera, cuando por fin se apoyó en la pared y dio un suspiro.

Saludó a Taylor con la mano al verlo acercarse.  En cuanto el buggy paró, se subió en el asiento de al lado del marine y le describió lo que había encontrado. Nada de mucho interés, aunque el cifrado, que le enseñó era curioso. La cuestión es que no sabían lo que decía.

-Puedo intentar encontrar información sobre cómo decodificarlo. Supongo que en alguna parte habrá información de estas cosas, y no creo que los mineros aquí sean expertos en criptografía. No espero que sea extremadamente difícil. ¿Vas a seguir vigilándola?-Dirigió una mirada dubitativa al edificio del que acababa de salir-Es la correcta, ¿no?¿No nos hemos equivocado de persona?

Taylor miró el criptograma. No era más que un puñado de cuadros blancos y negros sin sentido. El marine se encogió de hombros. No tenía ni idea de lo que cojones podía significar.

—¿Vigilar a Grit? Sí, claro. La vigilaremos. Pero primero intentemos averiguar qué demonios significa el crucigrama ese. Me temo que no tenemos mucho más a donde agarrarnos.— Taylor devolvió el papelito a Marion

—De todas formas, seguiremos con el plan. Filtraremos que hemos detenido a un sospechoso de los asesinatos y esperaremos acontecimientos. A ver que pasa.—  en el plan de Taylor, ahora, podían pasar dos cosas ahora. Una, que los asesinatos cesaran. Puede que el asesino, al ver que había un detenido, dejara las cosas estar. Nada mejor para un criminal que echen las culpas a otro de lo que has hecho tú. También podrá suceder todo lo contrario. Que el asesino, siguiera con su faena. Que las muertes continuaran. Bueno, Taylor tenía un plan para eso: vigilar de cerca las dos únicas pistas que tenían: Grit y el D´Place. 

—Esta noche tenemos faena también. Quiero esconder los explosivos en otro sitio. Que nadie lo sepa. Puede que las cosas se pongan feas. Puede que haya alguna revuelta. No quiero otro Snot amenazando con volar por los aires la única salida de este jodido agujero.—

—Puedo encargarme yo mientras tu investigas el sodoku ese.—

Tras la gran migración del hombre hacia las estrellas, había cosas de su día a día, comodidades y medios que ya no podían darse por supuestos. El medio cinematográfico pasó a ser un servicio de pago bajo demanda en el que IAs locales creaban lo que el usuario quisiese ver introduciendo unos cuantos nombres y palabras. Curiosamente, lo que se solía pedir solía ser algo relacionado con un par de nombres propios y que durasen entre 5 y 7 minutos, empleando casi siempre una msima palabra en sus prompts, pero no profundizaremos en un análisis de eso ahora mismo...

Tanto las naves como las bases que comenzaron a establecerse y moverse por todo el mundo conocido, portaban la última versión comprobada de la world wide interweb, para poder ser empleada localmente por quien necesitase información enciclopédica más relacionada con aquel mundo muerto del pasado y su obsoleta cultura popular, pero cada comunidad actualizaba estas fuentes de información sin sumar sus añadidos a una fuente común, haciendo que, en muchos casos, la WWI local terminase hundiéndose por mala gramática o desconocimiento de cómo preservar los datos digitales.

Por suerte para Marion, el asteroide disponía de una buena versión de la WWI en su colegio, con la que podría buscar información sobre aquella codificación. Aparentemente, era un sistema que exigía el permitir a una computadora digitalizar o al menos mostrar una imagen de aquellos cuadros que permitirían acceder a una página web, posiblemente con el menú de algún restaurante o el acceso a la galería de algún artista muerto hacía décadas.

Ya que Taylor decía que podía apañarse solo, le indicó que la dejase junto a la escuela para investigar el código mientras él se encargaba de los explosivos. Pero con los comunicadores conectados, para poder ir a ayudar si algo pasaba.

Y se puso a investigar. Cómo funcionaban. Usos comunes. Historia. Cuando habían dejado de usarse. Cómo crear el tuyo propio. Tras varias horas (y la cafeína a la que le había podido echar mano) ya empezaba a ver en cuadros blancos y negros. Pero al menos esperaba poder sacar en claro algo de aquel en concreto, y por qué habían empleado ese método.

Después de pasar horas inmersa en la biblioteca del colegio desierto, Marion finalmente descubrió información valiosa sobre el misterioso código QR que encontró en el taquillero de Grit. Con una mezcla de emoción y cautela, se dio cuenta de que su decisión de abstenerse de escanear el código antes fue un golpe de suerte. Una andanada de huevos arrojados contra la ventana de l habitación, la sacó de su estupor. Los puñeteros críos asilvestrados...

Aquel código estaba programado para desencadenar una pieza de software malicioso meticulosamente diseñada, diseñada específicamente para explotar vulnerabilidades en sistemas mecánicos. Escanearlo con una computadora o cualquier dispositivo tecnológico que contuviera una respuesta al mismo, desencadenaría una secuencia destructiva, capaz de causar daños irreparables. La computadora que usó o cualquier otro equipo tecnológico en su proximidad podría haber quedado permanentemente inutilizado si hubiese optado por el camino fácil.

Sabiendo esto, el enfoque de Marion pasó, de tratar de desentrañar su contenido, a analizar sus posible orígen y propósito. Se adentró en la extensa colección de manuales técnicos, informes de piratería y registros históricos presentes en aquella red estanca, en busca de referencias a códigos o incidentes que pudiesen tener relación con un código similar, pero aquello era como tratar de encontrar una tanza perdida en un océano nocturno.

Estaba claro que tales códigos destructivos se habían creado con intenciones maliciosas, con el objetivo de sabotear o paralizar infraestructuras tecnológicas, pudiendo ser empleada en sistemas críticos, dejándolos inoperables, desencadenando el caos en el entorno afectado.

¿Pretendían usarlo con los sistemas de las minas? ¿Con los sistemas de comunicaciones? ¿Tal vez cobrar un rescate por no usarlo con el sistema de abastecimiento de oxígeno del satélite? Muchas de aquellas máquinas posiblemente ya no podrían ser afectadas por un código así de antiguo, así que era difícil precisar su posible uso real...

Taylor dejó a Marion. Fue a los calabozos. Quería asegurarse de que la cosa estuviera tranquila.  Estaba seguro que los últimos acontecimientos habían caldeado el ambiente más si cabe. Visto lo visto, no le extrañaría que los piquetes intentaran algo: liberar a Snot, hacer pintadas obscenas en contra de Pure o reventar cristales a pedradas.

Aguardó allí hasta la simulación de la noche. Pensaba aprovechar la oscuridad para cargar los explosivos en el buggy y llevarlos hasta el almacén. Durante la espera, Taylor empezó a cavilar acerca del asunto de los crímenes. Por más vueltas que le daba, siempre acababa en el mismo sitio, el puñetero D´Palace. Estaba seguro, estaba convencido: algo pasaba allí que volvía majaras a los mineros. Puede que fuera algún tipo de droga. Alguna sustancia que privara temporalmente de voluntad a la gente. Quizás alguno de los lideres sindicalistas más radicales, estaba usando esa mierda para sabotear la explotación minera y así presionar a Pure.  Era retorcido, sí, pero era la única conclusión razonable a la que llegaba.  

El marine anotó un par de notas mentales: Uno, tenía que registrar el garito a fondo. Dos, había que revisar las cámaras para ver quien había accedido al local. Tres, tenía que interrogar a Lucas.

Taylor no tuvo mayores sorpresas en su plan. Se encontraron con que alguien había rajado una de las ruedas del vehículo que iban a usar para desplazar los explosivos, pero con ayuda de los agentes de seguridad de la colonia atajaron el problema en cero coma. Pudieron realizar el transporte sin problemas.

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La doctora Gwen terminó por visitar a Marion en la biblioteca, al descubrir que allí seguía, tras haber asistido al entierro de media tarde de Ulysses e Yvonne. - Tendrías que haber visto a nuestra peculiar Junaita Perez, la responsable del cementerio, cantando grandes endechas de la tierra original, un espectáculo digno de verse.

La buena doctora había llevado un par de amburguesas por si la investigadora tenía hambre, dle servicio de catering del D'Place. - No jucho más, la verdad, asistieron todos los adultos de la colonia y los críos habían hecho unos fosos cubiertos cerca de la zona del entierro, así que hemos tenido un par de piernas rotas. ¿Y tu tarde cómo ha ido?

Mientras se dedicaban a una charla casual, en un momento de silencio escucharon el sonido de un cristal rompiéndose. L conserje se había ido hacía 10 minutos, dando completa potestad a Marion y pidiéndole que cerrase la puerta con llave, tras despedirse también de Gwen...

Concentrada en los antiguos cuadrados crípticos, Marion no se había dado cuenta de lo cansada que estaba. O del hambre que tenía. Cuando Gwen había llegado, el olor de las hamburguesa hizo que la boca se hiciera agua, a pesar de estar lejos de ser manjares divinos. Aceptó la comida agradecida, y aún más agradecida la compañía.

-Largo-le contestó con una sonrisa-. aunque está mejorando.

Estaba a media hamburguesa, y a mitad de escuchar los detalles del espectáculo de Juanita, cuando escuchó el sonido del cristal rompiéndose y se puso inmediatamente en estado de alarma. Podían ser sólo críos tirando piedras fuera. O podía ser algo más. Y no confiaba en la simpatía de los colonos hacia ella.

Miró a su alrededor buscando algo con lo que armarse: un palo, un abrecartas, un libro gordo que tirar a alguien, mientra cogía el comunicador y en un susurro le comunicó a Taylor que parecían tener visita en la escuela.

Le indicó a Gwen que se escondiese, apagó la luz y se acercó a la puerta para intentar abrir una rendija y mirar fuera de la sala sin que la vieran.

Escuchó el mensaje de Marion. Alguien estaba tocando las pelotas en la escuela. Entraba dentro de lo probable que algo así sucediera, pero al marine le pilló de sorpresa que las ansias vengativas de los mineros se centraran en Marion y no en él. Bueno, quizás todo fuera una maniobra orquestada: distraigo por aquí, ataco por allá.  Maniobra clásica de distracción. Por si acaso, el marine, curtido en todo este tipo de juegos de guerrillas, usó la radio para contactar con Uriah Jessup.*

++Parece que hay lio en la escuela. Voy para allá. Por favor encárgate de vigilar a los detenidos++

Taylor cogió sus cosas y su arma y subió al buggy. Condujo hacia la escuela, pero no fue directo. No quería que los insurrectos escucharan el motor. Quería pillarles por sorpresa. Así que aparcó a una distancia prudencial. Bajó el volumen del equipo de transmisiones y fue andando hacia el edificio de la escuela. Usó el sigilo y agudizó los sentidos. Más valía andarse con pies de plomo.