Partida Rol por web

Que apareciera la madre fue un alivio para Thomas, como si aquello ayudara a aliviar un poco a las intensas revelaciones que había tenido Norna a la realidad de las cosas. Procuró mantenerse alejado del grupo principal, no por otra razón porque no quería asustar a la madre: su hija acompañada de cinco desconocidos de no precisamente su edad.

—Señora.. —asintió a modo de saludo cuando escuchó su nombre.

Las palabras anteriores de Steeve le desconcertaron un poco, así como el comportamiento generalizado de sus compañeros. Los miró con disimulo sin acabar de comprender qué pretendían, pero si su plan era dar normalidad a la situación, Thomas tenía la sensación que les estaba saliendo el tiro por la culata. Al coro de sugerencias de entrar en casa de Norna, el cuentasueños se vio atrapada en esa situación.

—Yo.. tomaré un café en la esquina —se encogió de hombros. No quería intimidar a la madre.

Steeve limpiaba las lentes sintiendo las presencias dentro de la casa, pero al abrirse la puerta y ver a la madre con vida no pudo evitar un suspiro. Recordó cuan seguro estaba de la muerte de esa mujer, cuan cierto le parecía ese destino, y ahora al verla respirando sintió una mezcla de arrepentimiento y alegría que no terminaba de definirse en su interior. Sin embargo, al mirar hacia arriba, en la ventana del techo a dos aguas, y volver a sentir esa ominosa sensación, supo que ese destino aún podía suceder tal cual Norma lo había visto. Una bocanada de adrenalina recorrió su cuerpo, como si estuviese presenciando la posibilidad de cambiar el curso de los hechos, como si el libre albedrío le hiciera frente al destino con un grito desesperado y la pulseada no terminase de definirse.

Ethan parecía nervioso, observó como le entregó una nota a Cathbad y éste reaccionó de un modo aún mas tenso, casi forzado. Que quiere hacer? La madre sabe mejor que nadie cuando es el cumpleaños de Norma, de que se trata esto? pensó para sí, pero como fuera Steeve sabía una sola cosa con certeza, entraría en esa casa. Max saludó y aceptó la invitación de Ethan como si la señora la hubiese hecho, pero  Thomas a su lado prefirió evitar entrar y esperar en la esquina. No lo culpó, él no había visto lo que ellos habían visto, y no sospechaba el tipo de seres que estaban tras la joven. Sin embargo la idea le pareció impecable, haría falta alguien fuera por si todo salía mal. Se acercó al cuentasueños - Te recomiendo un café doble, cuando termines ven a buscarnos, si? - dijo y se volteo hacia la mujer. Se encogió de hombros cuando ella posó  su mirada en él - Buenos días señora - dijo, dudando si había algo mas que agregar o era mejor mantenerse en silencio y esperar a que ella se pronuncie.

La señora Weaver acariciaba el pelo lacio y largo de Norna, en un gesto de infinito cariño, dedicando alzando la vista para observar a los hombres que la acompañaban, quedando aparentemente confusa, y casi paralizada, durante un instante breve. Parpadeaba, abrazando de nuevo a su hija, como si de pronto un fogonazo fulgurante cruzase su visión, y acto seguido dibujaba una sonrisa amplia y amable.

- Habéis traído a mi Norna. Vuelve a estar en casa. -dice, volviendo a mirar hacia la joven, acariciando su mejilla- Pasad, por supuesto. - concedió, ante la mirada confusa de Norna, que no parecía esperar aquella clase de respuesta por parte de su madre. 

Norna secaba sus lágrimas con el dorso de su mano, y demudaba poco a poco su expresión al escuchar a su madre, mirándola, cláramente preocupada, mientras la acompañaba hacia el interior de la casa- Mamá, ¿estás bien?- preguntaba, recibiendo de la mujer la misma sonrisa amplia y amable, y una nueva caricia en el pelo, provocando una reacción contradictoria en su hija, que ahora parecía a todas luces asustada- Mamá, mírame.-dijo, con voz temblorosa, ya en el rellano. 

La mujer mira a Norna, sin borrar aquella sonrisa amable de su rostro- Claro, hija, estoy bien. ¿Qué es lo que te preocupa?- pregunta, de nuevo dando la impresión de quedarse estancada en algún punto de su hilo mental. 

La expresión de Norna queda congelada en una mueca atribulada- Mamá, ¿qué te han hecho?- pregunta, con un hilo de voz, tomando a la mujer de las mejillas, mirándola fijamente, temblorosa, negando con el rostro antes de desprenderse de ella, horrorizada- ¡¿Dónde está mi madre?!- grita, frunciendo el ceño, mientras la señora Weaver trata de abrazarla, escabulléndose de sus brazos, como si de pronto estos le quemasen sobre la piel.

- ¡Mamá!- grita de nuevo, emprendiendo la carrera escaleras arriba- ¡Mamá!- repite, al mismo tiempo que la mujer comienza a emprender la carrera tras ella. 

-Me cago en la puta. -Gruñó Ethan mientras observaba cómo todo el decorado que habían preparado para Norna se hacía pedazos delante de sus ojos. Durante unos instantes el joven mago había sopesado incluso el permitir a la chica estar un tiempo con esa imitación de su madre. Porque, si hubiera sido lo bastante buena, ella podría haber sido feliz... al menos durante un tiempo. Pero al parecer, los responsables de esa aberración ni siquiera habían sido capaces de crearla adecuadamente. Y Norna había tardado apenas unos segundos en darse cuenta del engaño. Ya no merecía la pena continuar con la obra de teatro. El telón había caído, y comenzaba la realidad.

Tan pronto como Norna se liberó de los brazos de su madre y entró corriendo en el interior de la casa, Ethan reaccionó como un resorte, corriendo tras sus pasos, y apartando a la falsa señora Weaver en su camino, que parecía completamente incapaz de reaccionar en una situación que no había previsto. Pero antes de alejarse de los demás y cruzar la puerta, aún tuvo tiempo de gritarles algo.

-¡Cathbad, cuéntaselo a los demás! -Las cosas se habían descontrolado antes de que el trozo de papel llegara a manos de todos, pero no había mucho tiempo para arreglarlo. Sólo sabía que podría necesitar a alguien armado dentro de esa casa. Los peores temores que había imaginado durante el viaje en taxi se hacían realidad por momentos. -¡Max, Steeve, que alguien entre conmigo y otro guarde la puerta! ¡Vamos a tener que salir de aquí a toda leche!

No tuvo tiempo de decir más antes de cruzar el umbral y seguir a la joven escaleras arriba. Era bien consciente de lo que probablemente los esperara en la buhardilla, y ni siquiera estaba seguro de si lo mejor era que ella lo viera o no. Pero lo que de verdad era importante es que no estuviera sola.

-¡Norna! -Gritó con el aliento que le quedaba mientras trataba de alcanzarla.

- Algo que es vida, pero al mismo tiempo no lo es. En la buhardilla. -

Las palabras de Steeve resonaron en la cabeza de Max mientras éste veía a cámara lenta cómo Norna salía corriendo escaleras arriba.

- ¡Mierda! - Masculló el investigador mientras alzaba una mano impotente en dirección a la escalera que llevaba al piso superior. - ¡Espera! -

Parpadeó y miró de hito en hito a Norna primero y a su madre después. Luego frunció el ceño y giró el rostro mirando a los que quedaban fuera de la casa, en especial a Thomas, que había parecido dispuesto a esperar en el exterior. A su espalda escuchaba a Ethan correr escaleras arriba tras Norna mientras pedía ayuda.

- Todos dentro, ya. - Advirtió. Lanzó una mirada hacia la derecha para comprobar si el vehículo negro seguía en su sitio - Los hombres de negro nos vigilan. - Explicó con rapidez. No sabía si meterse en la casa sería lo más sensato, pero con Norna corriendo escaleras arriba seguida de su madre, no les quedaban muchas opciones.

Después de todo, en el interior de la casa sería más fácil defenderse, e incluso procurar evitar problemas con la Paradoja si tenían que usar su magia para hacer frente a aquellos tipos, o a alguna otra criatura enviada por Cob. Estaba seguro de que Madame Cleo habría visto aquella escena en su futuro cuando les realizó la lectura de cartas, y pese a la fe de algunos de sus compañeros en la vidente, Max no dejaba de preguntarse por qué no había sido más específica con sus advertencias. Al menos con algunas tan claras como ésa.

Tras realizar la advertencia, Max se internó por completo en la casa y salió corriendo tras Ethan escaleras arriba mientras procuraba sacar el revólver del bolsillo de su gabardina. Con algo de mala suerte tendría que utilizar el arma por segunda vez en menos de veinticuatro horas.

Max tragó saliva y maldijo por dentro. Definitivamente, había días en que era mejor no levantarse de la cama.

La situación se precipitó antes de lo esperado. Sin que nadie tuviese la oportunidad de planificar ninguna posible estrategia de actuación, la «señora Weaver» empezó a actuar como si estuviese bajo la influencia de alguna sustancia psicoactiva, despertando inmediatamente las sospechas de Norna, que no tardaron en convertirse en la certeza de que algo no iba bien. De pronto, como movida por alguna clase de presentimiento nefasto, Norna arrancó a correr escaleras arriba, y su madre fue tras ella tan solo instantes después.

Había llegado el momento de actuar.

—¡Norna, esta no es tu madre! —bramó Cathbad mientras Ethan se disponía a salir corriendo en persecución de las dos mujeres. El joven lo conminó a que le contase a los demás lo que ambos sabían, pero las siguientes palabras de Max le dejaron claro que no era necesario: a esas alturas, todos se lo habían imaginado. Gruñendo, el brujo emprendió el ascenso de las escaleras que conducían a la planta superior, atento a cualquier oportunidad de detener a la falsa madre de Norna.

El extraño comportamiento de sus compañeros se vio respondido cuando la supuesta madre de Norna empezó a actuar de forma extraña, tan extraña que hasta la propia hija se había dado cuenta. Los acontecimientos se precipitaron, y se sintió un poco perdido al principio al no haberse dado cuenta de aquello. La advertencia de Max fue suficiente como para ponerse en alerta, volvió la mirada hacia la calle y avanzó rápidamente hacia la casa. No sabía que esperar o qué venía, el comentario de Steeve lo había escuchado, pero aquello no era su especialidad. La suya era otra.

No iba a ir detrás de Norna o la madre, no cuando no supiera si había algo o alguien más, quizá ya os estaban vigilando y alguien se acercaba.

—Voy a tratar de ver si hay alguien más —anunció Thomas concentrándose en los hilos tendidos de la mente de los que le rodeaban. Una vez dentro de la casa, se concentró para localizar todos los patrones presentes en los alrededores.

Aún conservaba la esperanza de poder doblegar el oscuro designio sobre la madre de Norma cuando de repente todo empezó a ir mal. Un escalofrío recorrió su espalda cuando comprendió que la mujer que estaba allí no era la madre de Norma. El recuerdo del reverendo se le vino a la mente, y en un instante comprendió la naturaleza de esa mujer. Entonces, esta muerta. El destino no podía cambiarse, o tal vez aún si? Recordó que arriba había detectado una presencia parcialmente viva, tal vez la mujer estaba herida pero aún respiraba. La primer reacción fue intentar subir pero Ethan pidió que uno se quedase abajo. Se escudaba en un mensaje que nunca llegó a él Que le pasa a estos dos que juegan a los secretitos, porque no cuentan lo que sucede y nos ahorramos las adivinanzas? pensó, un tanto molesto por la actitud infantil de sus dos compañeros, pero todo eso se esfumó cuando Max mencionó a los hombres de nego. - Lo que faltaba, que los de Cob y los de negro nos ataquen a la vez - pronunció en voz baja, mientras se volteaba hacia Thomas que acababa de entrar y estaba sumergido en sí mismo, emanando parte de su resonancia en lo que fuera que estaba haciendo.

Desenfundo su arma, esta vez no había sido su primer opción como Ethan le había reclamado antes, pero no dejaba de ser necesario, faltaba poco para volver a usarla. Dio unos pasos al interior de la casa y siguió con la mirada el rastro de la impostora. No dudaría en dispararle si tenía la oportunidad, ahora sabía con certeza que esa criatura no era humana en absoluto.

Aquella carcasa que parecía hacerse pasar por la madre de Norna trataba de subir escaleras arriba, en busca de su supuesta hija, cuando un disparo emanaba, boqueando humo de la pistola silenciada de Steeve, atravesando inadvertidamente el hombro de la mujer, que adelantaba su cuerpo hacia adelante, por inercia, mientras la sangre, roja como la de casi cualquier mamífero, salpicaba la pared, ahí donde el papel de estampado damasco y colores claros cubría el ascenso de la escalera. 

La mujer gritaba, llevándose la mano hacia el hombro, tratando de continuar su ascenso y siendo, sin embargo, detenida por Cathbad, que aprovechaba aquel momento de inestabilidad producida por la intervención de Steeve para derribarla sobre los escalones, encontrándose cara a cara con el rostro de aquel ser, igual quizá en casi todos los aspectos a la mujer que pretendía suplantar.

Max y Ethan se aproximaban a continuación, sorteando primero el uno, y luego el otro, como buenamente podían, a Cathbad y a la mujer, a aquella creación que ahora miraba a su captor con palpable temor, y con lágrimas en los ojos- ¡Norna! ¡Soy tu madre! ¡Soy yo! ¡¿Es que no me reconoces?!- bramaba, con un sollozo, temblando, mientras la sangre manchaba ahora el parquet que cubría el suelo y los escalones- Es mi hija, ¡es mi hija! ¡No podéis quitármela, maldita sea!- sollozaba, vertiendo lágrimas que sin lugar a dudas parecían reales. 

Y al mismo tiempo que Thomas invocaba las bondades de su intuición mental, la joven Norna clamaba, recorriendo habitación tras habitación- ¡Mamá! ¡Mamá! Por Dios bendito, ¡dime algo! ¡¿Dónde estás?!- gritaba, con la voz temblorosa.