Partida Rol por web

 Lamento decirles que no voy a dejar sola a Norna, Por favor, déjennos en paz. Simplemente queremos irnos, y no vamos a molestar a nadie. El reverendo está allí atrás, bien pueden hablar con el.

Miro fijamente a los hombres de negro, mientras empiezo a buscar salidas alternativas.

Me acerco a Norna y le susurro muy suave en el oído, cosa que solo me oiga ella: No digas nada sobre magia ni sobre lo que te pasa. Hay gente peor que el reverendo. Pero si sientes que no hay más como escapar, esfuerzate en usar tus habilidades para distraerlos.

¿Policía federal? −pregunta Norna, confundida−. ¡No! No es cierto, tengo que ir a ver a mi madre. ¡Dejadme todos en paz!

Dicho esto, echa a correr hacia el exterior. 

El reverendo ruge desde el altar.

¡Atacadlas, idiotas! ¡Están desafiando al magnánimo Cob! −y empieza a correr hacia la entrada para agarrar a Norna.

Por la mente de Hope cruzaron varias teorías. Aquellos gafas de espejo eran, lógicamente, Tecnócratas. Hope había aprendido a esquivar a todo chungo que pareciera fan de Matrix, por precaución. Nunca hasta ahora se los había encontrado frente a frente, y el miedo le llenó la garganta de un sabor ácido y metálico. Luego estaba el reverendo. Su locura le hacía pensar que se trataba de uno de esos chalados de los que había que huir a toda costa. En cualquier caso, no estaba en una situación sencilla.

Debía pensar. Pero en vez de eso, actuó. Norna corrió, y ella detrás.

-¡Corre, corre y no te pares! ¡Tú también, chica! -dijo haciéndole un gesto a Adriana.

Tanto Hope como Norna echan a correr antes de que ninguno de los otros puedan impedírselo. El Reverendo está a punto de agarrarla, pero la joven se le escapa de su presa.

Adriana, por el contrario, se queda dentro, permaneciendo así al lado del Reverendo y de los hombres de negro.

Según sale de la catedral no para un solo segundo de correr, y se dirige hacia el norte, obviamente desesperada. En el cruce de ambas calles, el accidente se ha llenado de coches de policía, ambulancias y alguna que otra cámara de televisión.

Ambos hombres de negro sacan sendas pistolas y te apuntan, prestos a dispararte.

Mierda, mierda, mierda. La otra chica se había quedado atrás. Hope miró hacia la iglesia y sintió un pinchazo de angustia en el estómago. Por un lado, ir a ayudarla sería lo correcto, pero por otro... Probablemente se viese envuelta en una pelea, cosa que no le gustaba nada (ya haber quemado la sotana del sacerdote le suponía un importante remordimiento, aunque no le hiciese verdadero daño). Además, era la Tecnocracia. No, volver atrás sería morir... o peor. Era mejor seguir adelante y rezar por que Adriana tuviese suerte.

Hope le indicó a Norna que diesen un rodeo para evitar el maremagnum del cruce. Mientras caminaban a paso rápido, la Cultista le fue explicando lo que podían hacer:

-Norna, tenemos que huir de aquí lo antes posibles. Esos tíos, los de negro... Bueno, hablando en general, son nuestros enemigos, así que debemos escondernos. Voy a llamar a Jenny, una amiga, para que nos eche un cable, ¿vale? No te separes de mí.

La bailarina miró en derredor en busca de una cabina de teléfonos para llamar a su mentora.

Al llegar a la esquina, cuando ve que la sigues y que empiezas a hablarle, Norna se da la vuelta, con la cara surcada por lágrimas.

¡Déjame tranquila! ¿Vale? No sé qué mierdas pasa y... y... —rompe a llorar, arqueándose—. No sé... no sé cómo está mi madre... y... —sigue llorando.

Una esquina algo más lejos en la misma dirección en la que han estado corriendo hay una cabina de teléfono.

Hope chascó la lengua. Su vena compasiva la impulsaba a cuidar de la chica, mientras que su propio miedo la empujaba a ir a la cabina sin preocuparse de tranquilizarla. Optó por un término medio.

-Tu madre está bien, ¿vale? Pero nosotras no lo estaremos a menos que nos larguemos de aquí. No quieres que nos ocurra nada, ¿verdad? Espera un momento, ven, y alguien nos echará un cable. Y te prometo que después podrás ir a ver si tu madre... -Apretando los dientes, se puso delante de ella y la miró a los ojos-. Tranquila. Yo también he estado tan perdida como tú. Pero si me haces caso, puedo explicártelo todo.

La Cultista señaló la cabina.

-Mejor dicho, Jenny lo hará.

Y de un suave trote llegó hasta el interior y echó unas cuantas monedas. Marcó el número y tamborileó, nerviosa.

Norna te hace caso y, de una manera instintiva, rodea la cabina para perderse de la vista de cualquiera que pudiera venir de la iglesia. La ves, temblando por el nerviosismo, entre la cabina y un seto, a tu derecha.

Suenan un par de tonos y finalmente suena la voz grave y algo ronca de Jenny.

¿Sí?

-Jenny, soy Hope. Tengo problemas. -No quiso dar muchos detalles, por si habían pinchado la línea. Quizás fuese en una paranoia inducida por las drogas, pero los experimentados de la Capilla siempre insistían en la alerta permanente-. Gafas de espejo... y una chica recién salida del horno. Estamos en... ¿dónde estamos? -Giró buscando el nombre de la calle y se lo dijo-. Necesitamos salir de aquí y no tengo medios. ¿Podéis echarnos un cable?

¡Hope! —exclama—. ¿Estás bien? Llevo toda la tarde teniendo visiones sobre ti en una iglesia, y luego una mujer echándote las cartas... Pero, bueno, ya hablamos. Vamos para allá, danos unos veinte minutos.

Cuelga, con prisas, dándose cuenta de que la necesitas, pero lo que te ha dicho de la mujer echándote las cartas te recuerda la cita con Madame Cleo. Ya la noche ha caído sobre San Francisco en la víspera de Todos los Santos. Te llama la atención el sonido de cristal roto, como si hubiera estallado por el calor, a tu lado. Cuando miras, justo donde debería estar Norna, sólo ves el seto, y el cristal está resquebrajado, aunque no ha llegado a desintegrarse.

Hope recuperó la conciencia del tiempo, pero sólo para darse cuenta de que Norna ya no estaba allí.

-Mierda -murmuró, mirando a su alrededor y buscándola, sin alejarse de la carretera para ver llegar a sus colegas.

Tras unos 25 minutos, aparece un jeep que conoces. Es una propiedad común del Centro de Placer que tienen montados algunos Extáticos en Berkeley, la Casa de Quodosch. Conduciendo ves a Jenny, y en el asiento del copiloto a un hombre que también conoces: se trata de otro miembro de la Tradición, algo menos experimentado que Jenny, pero no muy distante. Se trata de Alex Banks, un deportista extremo al que has visto hacer auténticas proezas de fuerza y rapidez a través de rituales de ejercicio extenuante.

Hey —saluda Álex, y te señala los asientos traseros para que te subas.

Hope saludó a Jenny y especialmente a Alex. Le caía bien y de la Capilla era probablemente el que mejor la entendía. Su manera de canalizar la magia era la música y el esfuerzo físico extremo del baile muy prolongado. Alex y ella compartían el denominador de machacarse físicamente hasta conseguir la perfección, lo que tanto ansiaba Hope: unos pasos limpios, correctos y fluidos, con un compás perfecto y una expresión elevada de su interior. Alguna vez había coqueteado con él, pero nada serio... de momento. Hope, a diferencia de la mayoría de Cultistas, era de las que prefería encontrar el Éxtasis en solitario... aunque le gustase el sexo como a cualquier otro.

Se sentó en el asiento trasero y se inclinó hacia delante.

-Hay que encontrar a Norna antes de que lo hagan ellos -murmuró-. También hay otra Despertada por aquí, pero tuve que dejarla atrás en la iglesia. ¡Ah! Y en la iglesia había otro mago más, pero creo que no estaba bien de la cabeza.

¿Norna? ¿Quién es Norna? —pregunta—. ¿La recién Despertada? Bueno... ¿sabes por dónde podríamos empezar?

Jenny alza una ceja, sin tener mucha idea de qué hacer.

-La verdad es que no. Me echaron un conjuro que me dejó un poco confusa, así que no sé cuánto tiempo pasó desde que salimos de la iglesia hasta que os llamé. Ella desapareció sin más y no la vi en los alrededores. Hay mucha poli y no quería dejarme ver demasiado, por los hombres de negro... -Se pasó la mano por la cara, suspirando-. ¿Podéis hacer algún efecto especial para encontrarla o tenemos que hacerlo a la vieja usanza? Puede que aún esté en los alrededores o que haya ido a casa con sus padres. Parecía un poco asustada por ellos, como si fuese a hacerles daño de alguna forma...