Partida Rol por web

Gimbar escucha atento el asunto de las estrategias y posiciones. Le pone mas tranquilo el que no quieran ubicarlo al frente o mandar a cuidar la retaguardia, nada de eso pintaba bien para un sujeto tan desacostumbrado a la batalla como él, que prefería huir antes de tener que verse involucrado en cualquier cosa que involucrará el derramamiento de sangre -Si, ese es mi nombre.- dice respondiendo a Sir Boores -Por lo visto solías visitar el taller de mi padre, aunque es difícil de apreciar vuestra vestimenta con tanto acero que llevas en cima, pero de seguro que llevais puestas unas muy buenas prendas coma las que el solo solía hacer- algo de tristeza se logra apreciar en su rostro ante el recuerdo de aquel ser amado que nunca volverá. -Si se van a tomar algo mas de tiempo planeando algo, me gustaría revisar un poco mis tejidos, tal vez encuentre algo mas propio para este complicado recorrido- dice mostrando un hermoso tapiz de variados diseños y colores, se veían diferencias notables entre unos tejidos y otros, era como si cada hilar contará una historia, debía de haber algo de magia en él para que aquellos colores fueran tan llamativo y exóticos. -Aunque no creo que pueda hacer mucho ahora, no tengo mente para estas cosas- dice con algo de resignación al dudar de sus propias capacidades.

-Me temo que es improbable que algo así haya sucedido.- Contesta a Gimbar.

Al ver los ademanes encendidos de Draugarquen y Elyas, se dirige al primero prestando atención a las heridas que aun tiene abiertas; además de para dejarle en las mejores condiciones de salud posibles, lo hace como pretexto para detener la disputa entre ambos.

Mientras avanza, se pueden observar las secuelas de uno de los mordiscos de la mantis. Su brazo izquierdo se mantiene casi inerte, los movimientos que lleva a cabo con él son lentos y forzados, llegando incluso a quedarse trabado y tener que recolocarlo con la otra mano.

-Lo mejor será que repartamos los medios de curación; pero no es bueno que os queden heridas sangrantes, podrían infectarse.

Saca la varita y murmura su propia oración desencadenando el efecto curativo. Después vuelve a acercarse a Gimbar, aunque mantiene su vista en los dos elfos, asegurándose de que no se enzarzan en combate.

-Por mi la táctica quedaría así, salvo que alguien tenga algo que objetar. Por cierto, ¿creéis que podríais utilizar estos?- Le tiende un par de pergaminos

El gnomo mira extrañado al sujeto de la armadura pesada, seguro que debía ser bueno con la información que el no lograba recordar su nombre por mas que lo intentara -Si seré desatento, casi todos digimos nuestros nombres mientras caminabamos- dice suavemente en actitud de autocritica. Aquel sujeto parecía bastante preocupado por la discusión entre los elfos, a Gimbar le pareció normal, nadie les quitaba su naturaleza caotica a esos seres, de seguro después terminarían riendose por aquello que discutían.

Toma de buena gana los pergaminos dados por Sir Boores, -Veamos...- realizando luego un conjuro de leer magia para saber de que trataban aquellos sortilegios, podía haberlos interpretado el mismo sin necesidad de nada mas que su conocimientos para descifrar las escrituras pero el tiempo era algo que apremiaba. Aunque de igual forma no estaba acostumbrado a usar magia gracias a escritos y libros, para él la magia era mas un arte que una ciencia, pero pese a todo su padre le hizo estudiar tambien la forma convencional para usarla, pues era seguro que alguna vez lo requería.

Son de "Reparar daños leves"

Adeline clavó a Iluminadora en el suelo mientras esperaba al resto. No quería demorarse demasiado en encontrar a los culpables de la masacre, aunque no por ello era bueno ir a tientas. 

-Bueno, entonces, ¿cómo lo vamos a hacer? ¿Elyas va a ir de avanzadilla? No estoy muy segura de si es sensato que te encamines sólo por estos bosques. Ya has visto lo que una sola mantis puede hacer

El jaleo en élfico le estaba poniendo un poco de los nervios, quería ponerse en marcha cuanto antes y lo menos que necesitaban eran disputas internas. 

Me encuentro protegiendo a Draugarquen y atento a los posibles peligros cuando unas fuertes palabras rompen mi concentración. Han bastado un par de frases para que nuestros dos amigos elfos casi lleguen a las manos. Rápidamente me pongo en medio de los dos, enfocando la parte roma de mi espada hacia uno y mi escudo hacia el otro.

- ¿Se puede saber qué os pasa? ¿Acabamos de ahuyentar a ese monstruo para que ahora os matéis entre vosotros? Si tenéis algo pendiente el uno con el otro os pido que lo dejéis estar hasta que rescatemos a los nuestros. No tenemos tiempo para esto. - bajo la espada y miro a Elyas - Elyas, ve delante, y si ves algo peligroso, vuelve para decírnoslo y lo afrontaremos juntos. Nosotros iremos detrás de ti a paso ligero. - me giro para mirar a Draugarquen - Draugarquen, ponte en la retaguardia como ha sugerido Sir Boores. Tienes un arco, ¿verdad?

Avanzo un poco hacia delante y me giro para mirarlos a los dos. - Si no estáis dispuestos a dejar pasar vuestras rencillas, quedaos aquí y resolvedlas como hombres. Pero en el Templo del Fuego Eterno hay un grupo de gente que depende de vosotros para sobrevivir. - me dirijo al resto - Avanzaremos en la formación que ha sugerido Sir Boores, a paso ligero, si nadie tiene algo que objetar.

Si los demás están de acuerdo, me coloco en la vanguardia y empiezo a andar cuando el resto se ponga en su sitio.

¿Rencillas?Ninguna- responde Elyas- Dudo siquiera que recuerde al aprendiz del artesano arquero de la villa.

En silencio, observa la posición del sol - Avanzaré a unos 100 metros por delante. Si no hay peligros, dejaré marcas en las ramas altas a las que alcance. Será señal de que podéis avanzar. Si correspondiera una señal y no la hallarais, buscad residuos de magia, lanzaré un conjuro de Luces Danzantes para avisaros si me hubieran detectado. En tal caso deberéis extremar las precauciones, nada de lanzaros de cabeza a un peligro que ni conozcáis.

Dicho lo cual, retira finalmente la mano de la empuñadura de su cimitarra y se interna en el bosque en dirección al Templo.

Elyas empieza su singladura. Emplea unos momentos en ensuciar la cimitarra y el carcaj, sus ropas ocultan el brillo de la cota de Mitrhil, pero los otros objetos pueden lanzar destellos en el peor momento.

Sin prisa, pero sin pausa, se desliza por el bosque como una sombra, atento a lo que le rodea, a lo que está cerca de él, a lo que pasó por dónde él pisa.

Gimbar observa el brazo de Sir Boores con detenimiento -Seguro que no tendrás problema con ese brazo? deberías pedirle ayuda a los sanadores- dice el gnomo ignorante de las verdaderas necesidades de su interlocutor. Sir Boores señala los pergaminos que le entrego y luego señala en dirección al brazo que tenía lastimado -Acaso desea que le repare su armadura? pero si no le veo fisura en ella... que raro. Ahhh que mas da, el debe saber mas que yo en esto de las armaduras y si dice que necesita reparación, es porque la necesita- reflexiona un segundo para luego ubicar sus manos en dirección a la zona señalada por Sir Boores y leer en voz alta las palabras arcanas que requería el pergamino y de igual forma las gesticulaciones y movimientos mas propicios para su activación.

Gimbar comienza a recitar en alto las palabras escritas en el pergamino con gran cuidado. Para asegurarse, las lee antes en silencio, con el objetivo de no malgastar el conjuro. En seguida, un aura azulada rodea a Sir Boores que poco a poco comienza a sentir como algunas grietas y abolladuras de su armadura comienzan a cerrarse o a volver a su sitio.

El conjuro desaparece del pergamino una vez lanzado, quedando éste inútil para cualquier cosa que no sea reciclarlo para escribir sobre él.

-Os lo agradezco mucho. No pretendo ocultar mi origen, así que os lo explicaré: lo que me cubre es más parecido a una piel que a una armadura, no soy exactamente un guerrero de carne y hueso. Los conjuros de curación también tienen efecto sobre mi, aunque es más reducido.

A medida que los golpes se regeneran, Sir Boores recupera la movilidad. Se coloca junto a Sir Rondar para encabezar la marcha y vuelve a desenvainar su espada, para avanzar con ella lista.

Mientras avanzas, el bosque se hace más y más oscuro y cerrado. Poco a poco, vas llegando a un lugar que se va despejando más. Las paredes de las montañas circundantes han empezado a juntarse y comienzas a entrar por lo que parece ser un cañon. Tus observaciones del suelo, te hacen ver unas pequeñas huellas, aunque no te ha resultado sencillo encontrarlas. Aún no sabes de qué son.

Un crujido de hojas que pisas en un descuido, hace saltar unos ruiditos que te son audibles con cierta facilidad. Sientes que hay algo ahí fuera, pero también crees que te han detectado. ¿Qué harás?

Maldición, sí que he tardado poco en ser descubierto -piensa Elyas mientras intenta minimizar daños y aún mas alerta para intentar localizar a sus posibles "vigilantes".

Tras pensar un rato en las huellas que has visto, mientras, atento, oteas la espesura en busca de una posible amenaza, decides que las huellas deben de ser de un grupo más o menos numeroso de goblins, aunque eres incapaz de determinar el número.

Por lo que has podido oír, ellos son bastante conscientes de tu presencia y no les vas a poder engañar, sin embargo, estas a suficiente distancia como para evitar ser detectado, volviendo sobre tus pasos. Aunque podrías intentar avanzar, a pesar de todo, e intentar pasar desapercibido.

Goblins... Sin saber cuánto son sería una locura hacerles frente. Y arriesgarme a que me detecten sin esperármelo también... Mierda -  piensa Elyas. Al final se impone la razón y, con el máximo cuidado, vuelve sobre sus pasos para informar al resto del grupo de la posición aproximada. Si había que luchar, mejor sería en grupo.