Partida Rol por web

Era una sala interesante, o lo había sido en su día al menos. Quizás pudieran encontrar algo de valor incluso.

-Esto está tranquilo. La verdad es que eso es bueno. Nunca está lo suficientemente tranquila la cosa.-

Apenas había acabado de hablar cuando aparecieron las criaturas de piedra. Y además haciendo bastante ruido.

-Yo y mi bocaza. Cuando aprenderé.-

El elfo desenvainó su estoque, pero aprovechando que todavía estaban a distancia prefirió usar su magia. Ya que era más potente que el filo de su arma. En rápidos y mecánicos movimientos realizó una serie de gestos, cuando terminó de su mano surgió un rayo escarlata que impactó en una de las gargolas.

El guerrero se lanzó al combate intentando golpear a la misma criatura que Grend´Dail.

Nunca había luchado contra criaturas de piedra y cuando vio que el certero ataque que había propinado apenas había saltado lascas del duro cuerpo de la gárgola, dejó escapar un gruñido frustrado:

- Estos bichos están muy duros.

No tardó en escuchar sonidos de lucha, y como estaba cerca para proteger a sus compañeros, se unió al combate inmediatamente. Criaturas de piedra voladoras les amenazaban, y parecía que las hojas afiladas serían un problema por el resultado del ataque de Abdali. Veamos cómo funciona el fuego sagrado, pensó, liberando una llamarada contra la criatura en la que se estaban centrando.

—¡Grend, Lirio, conmigo! —el forjado actuaba de escudo del grupo pero ellos no tenían por qué saberlo.

El grupo se avalanzó contra la gárgola que tenía más cerca, la que atacaba a Grend' Dial. Los hechizos parecían afectarla más, incluso la burla del sátiro parecía afectarle por como le miró lleno de rabia. Abdali también consiguió herirla a pesar de que la dura roca parecía resistir sin problemas la mordida del acero. Endozal aprovechó que las tenían distraidas y disparó contra el ala de una de las que flotaba a punto de atacar al Calishita. 

Pero eso no impidió que las criaturas pétreas arremetiesen contra ellos. Dos atacaron al elfo, otra al Calishita y una última se lanzó a por Lirio aunque en su camino se encontró con la fortaleza de Égida, que impedía que las bestias bajasen a las escaleras. El forjado apenas sufrió un rasguño mientras cubría a su nuevo compañero. La peor parte se la llevaron Grend'Dail y Abdali, que luchaban mano a mano con las gárgolas.

Cuidado, son resistentes a todo lo que no sea mágico. Si tenéis armas mágicas usadlas.

En cuanto dijo aquello notó como dos de ellas se abalanzaran sobre él. Sabía que eran peligrosas, por lo que en cuanto aquellas garras se le acercaban levantó rápidamente una barrera mágica. Uno de los ataques logró entrar, pero repelió el resto de ellos. Gracias al conjuro de Lirio y al suyo no se llevó daño alguno.

Joer. Que brutos.

Ya estaba todo liado, y para su gusto demasiado cerca del combate. Normalmente Grend prefería estar algo más a distancia. Aunque no era especialmente malo peleando, sabía que recibía mucho menos de la otra manera. Además, tenía un talento natural para apuntar.
Lamentablemente no podía hacerlo de momento, así que tendría que arriesgarse.

En fin. Cuando no hay más remedio, no hay más remedio.

Envainando su estoque, Grend cogio una bolsa de cuero y realizo varios movimientos mientras recitaba algo. Después metió la mano dentro y de ella sacó un espadón. En cuanto lo hubo sacado todo se la tendió a Abdali.

Hey calimshita. Usa esta. Te aseguro que irá mucho mejor contra estas criaturas. Les hará más daño.

El guerrero, que ya se había dado cuenta que sus golpes no entraban como debían, recogió el arma que le ofrecía el elfo y probó qué tal con ella.

Balanceó el arma con fuerza aunque uno de sus golpes se desvió a causa de ese mismo ímpetu que el joven calishita ponía a cada uno de sus movimientos.

Qué apropiado, pensó el forjado cuando Grend compartió con ellos la información acerca de las curiosidades de las gárgolas. Era muy útil que tuvieran de su parte a alguien versado en la magia para ello. Hasta ahora, habían avanzado a tientas y seguramente eso les había causado problemas.

Usando su corpachón y escudo para protegerse a él y a Lirio, siguió derramando fuego sagrado contra las criaturas a su alrededor para mantenerlas a raya.

- Boñiga petrificada, moco que un mono se ha sacado de la nariz después de haberse rascado el culo. Tu cara parece el vómito de un bebé que se ha atiborrado de zanahorias...

Había que reconocerle a Lirio la gracia de sus insultos, de eso no cabía duda.

La magia tiene y siempre ha tenido muchos caminos, pero cual era la que ejercía Lirio era un gran misterio para ella. Al fin y al cabo estaba atacando a aquellos seres en su autoestima, pero no tenía sentido que estatuas móviles tuviesen autoestima.

Abdali cogió el espadón que le daba el elfo. Este brillaba con aura oscura de tonos purpuras que parecían dar pequeños chispazos silenciosos alrededor del filo. El calishita atacó a la gárgola y, con una facilidad pasmosa, la partió por la mitad haciendo que cayera echa añicos en el suelo y algunos trozos rodando por las escaleras a los pies de los aventureros. Tanto Égida como Lirio se centraron en la otra gárgola, aunque una más ocupó el espacio que había dejado la primera. 

Detrás de ellos comenzaron a escuchar los ánimos del caballero que, sin poder unirse al combate, animaba a sus compañeros con arengas de combate para que matasen a las gárgolas antes de que llamasen la atención de los batracos. 

El guerrero siguió haciendo lo mejor que sabía (a parte de cuidar ovejas); blandir el espadón a diestro y siniestro, pero esta vez la arenga del noble distrajo en vez de inspirarlo fallando uno de sus golpes.

Viendo como el golem recibía los golpes interponiendose entre él y ellos, Grend pudo dedicarse a disparar sus conjuros. Que sabía que les haría bastante daño a las gargolas.

Una menos, parece que la cosa mejora. Se nota que están acostumbradas a combatir contra gente que no puede hacerles daño.

Concentró esfuerzos contra la que dañaba el guerrero, ya que concentrar el daño solía funcionar en estos caso.

La blindada figura del forjado centelleaba por los reflejos del fuego a su alrededor y por las runas que refulgían cada vez que usaba el misterioso poder que le recorría. Escudo al frente, impedía que aquellas pétreas bestias se abalanzaran sobre los recién llegados al grupo, que luchaban de formas que Égida no alcanzaba a comprender pero que indudablemente eran mágicas, por la forma en que las gárgolas se retorcían.

- Eh, tú, la de allí ¿sabías que las gárgolas antes de ser de piedra en todas unas chupapollas? por eso cuando las representan en los monasterios tenéis todas siempre la boca abierta. El dios que os convirtió en roca tenía muy poco sentido del humor. Menuda crueldad tener un coño rocoso.

El grupo se las ingenió para destruir otra de las gárgolas, pero las dos que quedaban arremetieron contra ellos con fuerza. Sin embargo, tanto el calishita como el forjado, que formaban la primera linea de combate, lograron aguantar y esquivar los golpes y mordiscos que les lanzaban aquellos petreos guardianes.

Grend había conseguido mantener la distancia con respecto a las gargolas, lo cuál le venía bastante bien para su integridad física. Que era algo que le preocupaba sobremanera al elfo.
Una vez más lanzó uno de sus rayos escarlatas, pero en esta ocasión no logró acertar a la criatura. Se movía demasiado la maldita. Y las risas que le sacaban los comentarios de Lirio tampoco ayudaban la verdad.

Morir no sé si lo haremos. Eso sí, por lo menos lo haremos con una sonrisa. Se me ocurren peores formas de palmar.

¡Joder menudo lenguaje tenía el nuevo! Ese seguro que se vendría de burdeles con él si conseguían salír de aquel pantano.

Abdali relajó los golpes, divertido por el tono de burla de Lirio, pero sin dejar de golpear al objetivo.