Partida Rol por web

-Uffff!, esto es una fortuna- Dijo sorprendido el mediano, aunque las palabras del cocinero no lo dejaron emocionarse demasiado. Está bien, supongo que debemos esperar a que la niebla se disipe para bajar ahí. Mientras tanto, podemos ver que hay ahí arriba.

Jorin aprovechó el conjuro todavía activo de Draenna para subir a hurtadillas por la escalera esperando poder ver algo allí arriba

La trampa de ácido había sido algo inesperado para ella. En los bosques no se veían este tipo de artimañas para proteger sus lugares de intrusos. Fosos, redes, animales espías, era suficiente para alertar o disuadir. Está trampa podía matarte... Por suerte su forma de lobo fue lo bastante rápida como para evitar la mayor parte del daño.

El lobo, tan grande como era, se sacudió vigorosamente como hacen los canes al mojarse, expulsando las últimas gotas de su impermeable pelaje. Resopló enérgico por los orificios nasales intentando borrar las trazas de ese olor acre, mas era imposible.

Empezó a subir algunos escalones más que el resto para alejar su sensible olfato lobuno de aquellos vapores corrosivos.

No hizo falta que el forjado lo dijera dos veces. El lobo enfiló hacía arriba, pisando el terreno con sus silenciosas almohadillas y alejándose de la sala de Tiamat que por alguna razón le causaba una especial repulsión, incluso antes de la nube ácida.

Visto lo que había sucedido en la cámara de Tiamat avisó a Draenna que tuviera cuidado pues en su cabeza se vislumbraba la paranoia de trampas mortales por todos los lados. - Estate atenta a las trampas. La dijo antes de que avanzara en su exploración. Joorin también avanzó un poco hacia arriba pero sabía que no llegaría muy lejos pues el único punto de luz que les iluminaba era el de la antorcha que había prendido y no podría ir mucho más allá por el momento.

Cuando Égida se acercó a él para examinarle, mientras esperaban la vuelta de Draenna, pero el humano rehuso la exploración médica pues veía al Constructo mucho más herido de lo que él estaba. - No te preocupes por mi. le dijo. - Tus heridas son más severas que las mías.

Joorin y Draenna subieron las escaleras en el más completo silencio. Era un recorrido largo que desembocaba en una amplia habitación. Colchones finos de paja cubiertos con pieles mal curtidas formaban pequeñas camas que están colocadas al azar alrededor de la cámara. Ratas y pequeños lagartos se escabullían a través de los restos de comida y los odres mohosos de vino esparcidos en el suelo. La sala parecía completamente vacía, las antorchas de las paredes habían sido apagadas y quien fuera que estuviese ahi se había marchado rápidamente.

Si salieron tan rápido, algo habrán olvidado, pensó Joorin. Se acercó a los camastros con intención de buscar algo que hubieran olvidado, pero la adrenalina hicieron que solo de una mirada superficial y no vió nada de interes.
-No hay nada aquí, volvamos- Le dijo a su loba compañera.-Con suerte la niebla ya se habrá disipado.

Para Joorin y Draenna: De pronto Joorin se adentró en la habitación. Notó un movimiento por encima de su cabeza y un cuchillo se clavo en su hombro izquierdo, al instante otro en el derecho. Miró hacia arriba y ahí estaban por lo menos seis kobolds con alas, agarrados al techo como si fueran murciélagos. Había caido en la trampa. Pero su rostro y el de la loba se sorprendieron aún más pues de pronto, de entre los laterales de la habitación y de debajo de algunos camastros empezaron a salir más kobolds, sin alas, dispuestos a lanzarse contra el mediano.

Para el resto: No habían pasado ni cinco minutos desde que Draenna y Joorin se marcharon escaleras arriba cuando se escuchó un ruido. Fuera lo que fuera que estuviera pasando sonaba a gritos de lucha. Había problemas.

El mediano fué sorprendido completamente por la emboscada. Las cuchilladas le arrancaron un grito mudo que se ahogó rápidamente en el dolor. Su cuerpo se estaba rindiendo, le costaba reaccionar.
-Auxilio- atinó a decir en una mueca mientras miraba a los Kobolds que probablemente serían sus verdugos

El guerrero había estado distraído, admirando lo bien que le quedaba el anillo. No sentía nada raro ante su contacto por lo que dio por hecho que no era mágico.

De repente, la llamada de Auxilio del mediano le sacó de su ensimismamiento. No se lo pensó dos veces y acudió presto a la ayuda de sus compañeros.

Mientras esperaban la vuelta de Draenna se había dado cuenta que Joorin había avanzado más de lo que la antorcha en su mano llegaba a iluminar y comenzó a preocuparse bastante. Poco después escuchó un grito de ayuda que no le gustó, era Joorin. ¿Hasta dónde habría llegado a oscuras? No podía haber sido tan imprudente cuando Draenna en su forma de lobo era capaz de de realizar esa exploración y volver más rápido que ellos.

Aún así no quedaba otra que ir en su auxilio, si estaba en problemas, el estar a oscuras iba a ser mortal para él por lo que salió corriendo tras Abdali antorcha en mano iluminando el camino a sus dos compañeros mientras con su otra mano sacaba la ballesta hasta que llegaron al rellano de las escaleras dónde descubrieron a un montón de Kobolds que comenzaba a rodear al mediano. - Joorin gritó Endozal al ver a tantos enemigos rodeandole. No le quedó más remedio que soltar la antorcha y protegerse tras Abadli mientras trataba de disparar pero ver al mediano malherido y en aquella situación le puso tan nervioso que fue incapaz de acertar a ninguno de los reptilianos que tenía ante él.

El lobo no se hizo esperar. En cuanto Joorin fue atacado, este salto hacia el grueso de esa tropa de cobardes lagartos.

A uno de ellos le mordió ennel brazo, casi arrancándoselo si no lo hubiera apartado ba tiempo. Al otro lo enganchó d e la cola y lo zarandeó por los suelos.

Con unn gruñido intimidante se encaró al resto queriendo decir "Aquí estoy. Venid a por mi."

Un poco aliviado, Joorin vió como sus compañeros saltaban al rescate, sin embargo, sabía que si se quedaba ahí caería como el trigo ante la oz. Sacó sus armas y las batió en semicírculo obligando a los Kobolds que lo rodeaban a hacer un paso hacia atrás, y aprovechando esa fracción de segundo, salio a distancia segura, detras de sus compañeros

Pensaba que estaban solos, que aquellas mazmorras que antaño acogieran a esos repugnantes mercenarios y cultistas ahora no eran más que un lugar abandonado. Pensaba que habían terminado y que no tardaría en tener tiempo para curar los desperfectos de su blindaje.

Se había equivocado.

Estaba haciendo cálculos de cuánto podrían obtener por el tesoro, cuando escuchó los gritos inhumanos y los sonidos de combate. MIERDA. Dejó caer las gemas en el cofre y corrió siguiendo a Abdali escaleras arriba. ¿Qué sería lo que se escondía en aquel lugar? No sonaba a humano, pero los chillidos le sonaban mucho. Kobolds. Gracias a la antorcha de Endozal pudo identificarlos, y sabía bien qué podía hacer contra ellos.

Tocaba liberar su fuego interior.

Joorin se apartó de los enemigos que le atacaban aprovechando que Draenna arremetía contra ellos. Consiguió esquivar el lanzazo de uno de ellos y se retiró hasta las escaleras donde estaban sus compañeros que subían corriendo por ellas. La elfa había lorgado matar a dos Kobolds pero enseguida fue rodeada y las pequeñas criaturas, tanto las aladas como los terrestres consiguieron heridad. Eso si, podría haber sido peor pero había conseguido aterrorizarlos lo suficiente como para que sus ataques no fueran muy efectivos.

Tras ellas, en la parte alta de las escaleras, varios kobolds alados que perseguían a Joorin se habían encontrado con Abdali y Égida a quienes atacaron. Sus lanzas no lograron atravesar la armadura del forjado pero una de las criaturas se colocó sobre el kalishita clavando su lanza verticalmente sobre su hombro haciendole gritar de dolor pues había logrado atravesar su armadura y desgarrar el músculo.

Kóbolds! Después de haberse enfrentado a un semidragón, aquello le parecía más una pelea de taberna que un combate.

Pero el guerrero estaba muy equivocado. Las repulsivas criaturas no estaban borrachas y supieron esquivar muy bien los mortíferos ataques del calishita. No obstante hubo dos de las criaturas que no reaccionaron a tiempo y sus cuerpos quedaron mutilados por un único golpe del espadón.

El Lobo se revolvió rodeado de tantos enemigos. Se había precipitado para atacar y ahora sufría las consecuencias.

De su cuerpo manaba sangre procedente de las punzadas recibidas por las lanzas de los kobolds.

Soltó a uno de los lagartos que con movimientos espasmódicos todavía se retorcía entre sus fauces para dar muerte a otro más a su izquierda. Pero eran demasiados... no duraría mucho tiempo recibiendo tal paliza.

Endozal observó como Joorin conseguía hacerse hueco para volver atrás mientras Draenna quedaba sola y rodeada por enemigos. Abdali, luchaba con ahínco y casi sin parpadear se quitó a dos Kobolds de encima mientras se movía para ir abriendo paso hasta Draena. El combate estaba más o menos de su parte en ese lado del rincón por lo que optó por dar un poco de ayuda a Draenna que se veía rodeada por completo aunque había conseguido acabar con uno de ellos.

Con su ballesta en mano cargó un virote y en cuanto uno de los kobolds alados mostró un resquicio entre su armadura y su piel, Endozal no lo dudó y apretó el gatillo haciendo que el virote entrara por su axila perforándola hacia sus organos internos y haciendo que cayera inerte.

Aquellas criaturas se abalanzaron como salvajes sobre ellos, ¡incluso los había con alas! Para Égida era la primera vez que veía algo parecido, y le resultó escalofriante las cada vez más parecidas semejanzas que tenían con dragones. ¿Serían verdad esas historias sobre su ascendencia draconiana?

Una lanzada que resonó contra su pecho le recordó que, pese a ser pequeños, eran rápidos y astutos. Aunque afortunadamente, no demasiado resistentes — como bien demostraron los ataques de Draenna, Endozal y Abdali — así que agradeció que aún le quedara energía para seguir lanzando esas corrientes de llamas tan efectivas. Si aún pudiera lanzar alguno de esos hechizos curativos, podría ayudar a Draenna. Pero habían sido demasiados combates desde que comenzara el día, y había aprendido que necesitaba meditar durante algunas horas antes de poder lanzar más.

Una rápida ráfaga en la cara de uno de sus enemigos le permitió poner espacio entre ellos y su cada vez más deteriorado blindaje.

Joorin se había visto muerto, y de repente estaban ganando el combate. envalentonado por las acciones de sus compañeros. Draenna estaba en apuros, pero Endozal ya había disparado ayudandola, de este lado, todavía quedaban 2 Tomó su arco y apuntó al ultimo Kobold alado que tenía cerca y disparó. La flecha fue precisa e impactó de lleno en la sabandija.
Con total naturalidad tomó otra flecha rápidamente y la soltó contra el kobold que estaba al lado de su primera víctima. El movimiento tuvo que ser demasiado rápido y Joorin no pudo apuntar del todo bien. La flecha hizo sangrar al Kobold, pero solo fué un rasguño en una pierna

Aquellos cobardes kobolds que se habían escondido al escuchar la pelea mas abajo habían conseguido poner en aprietos a Draenna. Sin embargo los experimentados luchadores, tras haberse enfrentado a Langdedrosa e incluso a un gigantesco dragón, iban matando a sus enemigos con facilidad. Abdali mató a dos de ellos con su espadón y comenzó a avanzar hacia la elfa quien acababa de matar a otro de los kobolds que la rodeaban. Una flecha voló y derribó a uno de las criaturas que sobrevolaban por encima suyo, Endozal le cubría las espaldas.

Detrás de ellos Égida apenas logró chambuscar al kobold alado que tenía delante de él pero cuando este fue a atacar con su cuchillo al forjado fue derribado por una flecha del mediano que enseguida disparó contra el otro kobold cercano. 

Las criaturas no dejaban de acuchillar y golpear a la loba, cuyos aullidos de dolor resonaban en la caverna. Una de las criaturas aladas, viendo que sus compañeros estaban cayendo se lanzó a ayudarlos atacando a Abdali con su lanza antes de que este pudiera alcanzar a socorrer a su compañera. Entre los dos reptiles lograron herirlo.

Abdali se sorprendió de que la elfa dejar escapar a uno de sus enemigos tan fácilmente y ello le hizo bajar la guardia y sus golpes acertaron de lleno. Pero les hizo pagar bien caro la osadía de herirlo de aquella forma.

Dos cabezas de kobold cayeron rodando por el suelo, mientras el guerrero sangraba profusamente.