Partida Rol por web

No quería salir de la cocina hasta que todo estuviera listo, los cocineros eran los últimos en comer y estaba habituado a ello. Sólo quería que todo el pueblo disfrutara de la comida y dejara atrás los males que habían caído sobre Nido Verde. Aún así para evitar que Rosala les golpeara con el cazo no les quedó más remedio al mediano y a él que marchar hacia las mesas. Cuando vio que sus sillas estaban en el centro de la U que habían formado se ruborizó y se acercó tímido a sentarse junto a Joorin.

Sonrió a Draenna cuando mencionó la comida de ambos y asintió en agradecimiento. - Espero que disfrutes de la mezcla de sabores, más adelante os invitaré a la taberna de mis padres y veréis lo que es una buena comida. la dijo. No habían tenido mucho material y la cantidad de comida a preparar había sido muy grande pero con las hierbas aromáticas habían conseguido dar muy buen aroma a la comida y por lo menos habían conseguido hacer algo muy decente.

Se dejo caer un poco más sobre la silla, había sido intensa la jornada de cocina y se encontraba cansado, así que poco a poco comenzó a dar cucharadas para alimentarse.

-¡Vamos, no seais humildes! De no ser por vosotros y los guardias a las ordenes de Scobert, aquí presente, estaríamos todos muertos o quien sabe si algo peor-dijo en voz alta el gobernador- ¡Por los campeones de Nidoverde!-dijo alzando una vez más sus copas a lo que se unieron todos los demás con júbilo.

-Si llegamos a saber que viajaríamos con unos héroes os hubieramos pedido que nos firmaseis el carro-dijo uno de los enanos mientras se limpiaba de cerveza el bigote.

-Si hubieramos sabido que nos atacaría un dragón quizás hubieramos elegido otro destino de luna de miel, cariño-le respondió su marido- aunque desde luego es una aventura que contar a nuestros familiares cuando regresemos-dijo riendo.

El guerrero calishita estaba exultante, no había nada como que le mimasen a uno con dulces palabras y mejores viandas.

Por Nidoverde! - levantó un brindis después del gobernador, pues había que admitir que todos sus habitantes habían actuado con valentía.- Y por los cocineros!

Poco más había que añadir. Al día siguiente marcharían a lo que parecía una misión suicida; entrar en un nido de dragones rodeado por un ejército malvado y destruir sus huevos. Ahora había que disfrutar del momento. Sólo le faltaba la compañía de una bella mujer aquella noche y ya podría morirse a gusto.

La cena y la fiesta continuó hasta tarde. Algunos aldeanos comenzaron a tocar música y muchos salieron a bailar tras haber terminado de comer. Sin embargo el centro de la celebración siguieron siendo los héroes de Nidoverde a quienes no paraban de agasajar a cada rato.

Por suerte la fiesta concluyó sin incidentes ni ataques de dragones. Con el tiempo a medida que la luna cruzaba el cielo nocturno la gente empezó a retirarse hasta que finalmente los aventureros también lo hicieron, o al menos la mayoría. 

Y tras una larga noche de fiesta y alegría llegó el amanecer y unas horas después el grupo se había reunido de nuevo en el patio de armas para dirigirse, una vez más, hacia el campamento con la misión de observar y espiar las actividades del culto del dragón. Junto a ellos estaba el Gobernador, con cara de sueño, y Leosim Erlanthar quien también estaba vestido y preparado para viajar solo que en dirección norte hacia Elturel con una muleta y algunos vendajes limpios bajo su ropa.

Lo que Égida vio y escuchó aquella noche, tras la celebración, sería algo que se guardaría para sí mismo en el lugar donde iban todos sus secretos. Pero le agradó comprobar que el Culto del Dragón no había conseguido apagar todas las llamas que brillaban en el corazón de los habitantes de Nidoverde.

A la mañana siguiente, como era costumbre, fue el primero en ponerse en movimiento. Y lo hizo revisando las armas y armaduras de sus compañeros — excepto las de Draenna, que según parecía no compartía su gusto por el buen metal — para asegurarse de que estaban afiladas y en buen estado. Nunca se perdonaría que alguno de ellos resultara mal herido por no hacerles un buen mantenimiento.

—¿Una mala noche, Gobernador? —dijo, con tono distendido. Seguramente el efecto del vino en grandes cantidades—. ¿Hay algo que debamos saber antes de partir?

Abdali salió corriendo de los establos, a medio vestir, con el pelo rizado alborotado y lleno de paja. Temía haberse entretenido demasiado y que se fueran sin él.

Al comprobar que el grupo se encontraba con el gobernador en el patio de armas frenó en seco y respiró aliviado. De los establos salió entonces una hermosa joven de pelo color zanahoria y muchas pecas que se atusaba el vestido para quitarse restos de lo que también parecía paja.

Espera, espera, te has dejado esto- le dijo mientras le tendía el espadón al guerrero y se ponía colorada como un tomate al ver que hasta el gobernador podría haberla visto.

Abdali se lo agradeció con un modesto beso de despedida, oportunidad que uso ella para quitarle algo de la paja del pelo.

Volverás, verdad?- inquirió con voz preocupada la muchacha.

Por supuesto Dulcimae, ya sabes que no hay dragón que me pare! - respondió él.

En ese momento otra doncella, esta de pelo y tez morena, se asomó por la puerta del los establos, a medio vestir, tan solo para despedirse una vez más de su héroe agitando la mano tímidamente.

Camille y yo te esperaremos - dijo Dulcimae, acaparando la atención del joven-. No se te ocurra dejarte comer por ningún dragón o iremos a sacarte de sus tripas tan solo para castigarte!- amenazó con una sonrisa cautivadora en los labios. Seguramente la misma sonrisa con la que cautivó al guerrero durante la fiesta.

Abdali asintió e hizo una reverencia ante las damas para darse la vuelta y seguir corriendo hacia Égida.

- Perdón, no llego tarde, no?

Al igual que muchos de los habitantes de Nidoverde Endozal se dejó llevar por la alegría de la celebración y dejó sus preocupaciones atrás. Lo que tendría que afrontar el día siguiente le apesadumbraba pero la alegría de todos los presentes, el ver como disfrutaban de la comida y como cogían los instrumentos y se ponían a tocar le hizo perderse por completo entre ellos. A pesar de que cuando estaba en la mesa muchos fueron los que vinieron a ellos para que compartieran sus aventuras cuando terminaron de comer, aprovechó las sombras para ocultarse de la gente pues no se sentía como ellos le veían y le incomodaba bastante recordandole lo que vendría al día siguiente. Sin embargo oculto entre las sombras podía disfrutar con la música y la risa. Desde la distancia veía como Abdali se dejaba abrazar y cortejar por casi todas las jóvenes del pueblo. Le resultaba divertido ver que el hombre no sólo tenía buen apetito para la comida, sin embargo se sorprendió al verle marchar con dos muchachas a la vez. Sin duda aquel era un guerrero legendario.

Todos empezaban a marcharse y el joven semielfo y varios de los que ayudaron a servir la comida comenzaron a recoger. Fue entonces cuando Endozal salió de las sombras y comenzó a ayudarles. Un servicio no acababa hasta que la cocina estuviera recogida así que a pesar de la bronca que se comió de Rosala se quedó con ellos hasta que todo estuvo recogido y limpio. Fue sólo entonces cuando marchó a descansar.

Durmió una vez más como un niño, al haber estado tan ocupado en la cocina se había acostado realmente cansado y había dormido profundamente. Se desperezó como pudo y comenzó a revisar todos sus enseres y a fijarlos en la mochila para que no hicieran ruido según se movía mientras Égida revisaba los mecanismos de su ballesta para que funcionaran correctamente. Por esta vez, dejó la caña de pescar y la olla de hierro a lado de la que era su cama pues sabía que no le iba a ser de mucha utilidad allí dónde iban. 

Se movió junto a todos menos Abdali, que aún no había vuelto, hacia el patio de armas dónde se encontraron con el gobernador y Leosim. Al llegar les saludó con la mano y contempló divertido la escena de Abdali que con las prisas se le había olvidado el espadón.

- ¿Estamos listos para partir entonces? preguntó al grupo y miró al Leosim. -¿Seguro que puedes viajar en estas condiciones?

Draenna disfrutaba de la fiesta desde un segundo plano. Comió y quedó un largo rato escuchando la música y viendo como las gentes de Nido Verde bailaban. Ella creía que esa celebración era buena para levantar el ánimo aunque realmente había poco que celebrar más que la suerte por seguir con vida...

En el ánimo un poco ensombrecido se quedó hasta prácticamente el final, pero entonces un grupo de niños se acercó preguntando por ella.

El grupo formado por niños y niñas del pueblo habían oído rumores sobre las hazañas de los héroes. Y que podía ser más impresionante que una druida cambiaformas.

En un principio fue reticente, haciéndose de rogar. Pero aquellos críos estaban tan expectantes que no quería defraudarlos.

- Muy bien. Os contaré como acabamos con un grupo de esos malhechores... - empezó mientras se los llevaba bajo un árbol y todos se arremolinaban en un corrillo para ver quien podía oír desde más cerca la historia.

La elfa contó la historia con cierta teatralidad como aquellas leyendas que se contaban junto en la hoguera, durante su vida con los druidas.

Incluso llegó a transformarse - ...Y entonces me convertí en un lobo terrible...

Los gritos de los chiquillos se oyeron desde cualquier esquina del pueblo. Mientras Draenna se reía por dentro por la cara de espanto.

Enseguida volvió a su forma y continuó narrando la historia, contando como se había infiltrado convertida en una pequeña salamandra. Y de nuevo se transformó en aquel pequeño reptil, correteando entre los pequeños que ahora se reían...

Ella se sintió entonces como la heroína que decían que era. Por traer esperanza a los corazones de esa gente.

A la mañana siguiente todo volvió a su lugar. La elfa había perdido esa pizca de orgullo que sentía cuando se transformaba. Volvía a ser esa mujer seria, responsable y humilde. Así es como la habían enseñado y así es como debía ser.

- Será mejor que llevéis una montura o un carro. - le recomendó a Leosim.

El semielfo sonrió e inclinó la cabeza asintiendo.

-Si, Nesim ha ido a por un caballo aunque dada la condición en la que me encuentro no podré ir mucho más rápido, pero ayudará-explicó ya que las heridas que tenía, aunque se iban curando poco a poco con ayuda de las pociones, probablemente se le abrirían de ir demasiado rápido.

-Por cierto... Abdali-dijo haciendo una pequeña pausa para recordar su nombre- ¿quieres que le de algún mensaje de tu parte a Ontharr? Seguramente se alegre de saber que estás bien y de que nos hemos cruzado.

Abdali que estaba muy concentrado en colocarse bien la armadura se sorprendió al escuchar su nombre.

Eh, yo, sí, claro. Dile que estoy me encuentro perfectamente y que conseguí golpear a aquel inmenso dragón azul antes de que saliese huyendo! Tengo ganas de ir a contárselo yo mismo, pero me temo que hay más prisioneros que rescatar y dragones que matar! - dijo con una gran sonrisa que mostraba lo realmente ingenuo que era el guerrero calishita.

- No vamos a desayunar antes de salir?

Se alegró de saber que el semielfo contaría con la ayuda de un caballo para transportarlo pues en las condiciones en las que se encontraba no podría hacer el camino ni defenderse en condiciones. Miró alrededor y la sugerencia de desayuno le hizo sonreir una vez más a Endozal, aquel hombre era insaciable. Por su parte con una fruta comida mientras caminaban le sería suficiente así que quedó espectante a las últimas indicaciones y suspiró hondo pensando en lo duro que sería aquel día.

- No, pero me parece que ya no tolero el alcohol tan bien como cuando era joven-respondió el gobernador a Égida-. Creo que sabéis vosotros más que yo sobre las precauciones que debeis tomar. Recordad que no es necesario que os pongais en peligro, solo teneis que espiar al Culto del Dragón, no teneis que enfrentaros a ellos-les dijo para que no se pusieran en riesgo.

-Creo que algunos de sus compañeros han desayunado antes de reunirse aquí pero si te das prisa seguramente en la cocina puedan darte algo de comida para el camino-le dijo a abadali con una sonrisa.

El semielfo alzó las cejas sorprendido al escuchar que habían golpeado a un dragón.

-Vaya, me sorprendeis incluso más de lo que ya lo haciais. Así se lo haré saber-le respondió- tened cuidado. Espero que volvamos a vernos-dijo a modo de despedida antes de que el grupo comenzara su larga caminata hacia el campamento de sus enemigos.

Tras una breve despedida el grupo partió de nuevo hacia el sur en dirección al campamento del culto. Era un camino tranquilo pero fueron prestando atención al peligro pues suponían que, tras lo ocurrido hacía dos días, habrían redoblado su vigilancia. Sin embargo todo el trayecto fue tranquilo. No hubo patrullas ni ningún tipo de amenaza. De no ser por que se dirigían a la boca del lobo aquello podía haber sido un viaje agradable.

En un momento casi al medio día les pareció ver a lo lejos en el horizonte una caravana de carros, seguramente mercaderes, que viajaban hacia el norte pero estaba tan lejos que no tardaron en perderla de vista mientras terminaban de comer. Despues continuaron durante varias horas su viaje hacia el campamento sabiendo ahora que clase de guardia podían encontrar allí.

Para cuando llego la noche pudieron ver las luces del campamento. Sin embargo al acercarse se dieron cuenta de que algo había cambiado. Ahora parecía... vacio. O al menos más vacio que antes. Las tiendas de campaña de la zona interior habían sido arrasadas por el fuego y nadie se había molestado en volverlas a montar. Quedaban algunas tiendas de campaña de los mercenarios y cultistas, pero parecía que la mayor parte del campamento había sido desmontado.

Draenna señaló a una de las torres mientras se acercaban. Aún había guardias allí aunque en menor cantidad que hace dos noches. Ahora deberían decidir si volver a Nidoverde para informar o aprovechar que había menos gente y entrar en la mina a investigar los huevos de dragón. 

La primera hora de camino se le hizo muy difícil a Endozal. A cada paso que daba más difícil se le hacia dar el siguiente paso. Sólo ver la determinación de los grandes guerreros que viajaban con él le hacía seguir avanzando. Se recordaba la promesa que habían echo y el estar con ellos le daba fuerza. Se pasó todo el camino pensativo dotándose de ánimo y valentía para poder sobrellevar la misión que tenían por delante. Imaginaba el revuelo que debía de haber en el campamento y el aumento de vigilancia pero algo en él le hacía confiar ciegamente en las habilidades de Draenna que les había asegurado que podrían pasar sin ser vistos con sus artes místicas. Echó un ojo a la mujer y sin duda era fascinante, su gracilidad, su forma de moverse y la seguridad a cada paso hacia que fuera imposible dudar de sus palabras.

La noche estaba cayendo cuando llegaron pero aún quedaba luz suficiente para poder vislumbrar el campamento. La sorpresa se dibujó en su cara al contemplar que el campamento parecía totalmente vacío. Había recogido muchas de las tiendas de campaña y sólo quedaban unas pocas junto a las quemadas. Mirando de lejos sólo pudo imaginar el desastre que habían armado Abdali y él prendiéndolas fuego. Observó con atención el campamento buscando especialmente la gran tienda que tenía Langredosa y luego miró hacia dónde Draenna señalaba. Había una torre y varios guardias en ella. Su instinto le hizo tratar de ocultarse en el risco o lugar más grande que tuvieran cerca*.

- ¿Nos habrán visto? preguntó mientras volvía a observar. - ¿No os parece raro que se hayan movilizado? Podría ser nuestra oportunidad de pasar a buscar los huevos.

Draenna llegó al campamento confirmando lo que se temía. Al ver la mayoría de tiendas vacías lo más probable es que el grueso de sus fuerzas hubieran ido a atacar a otra ciudad, al igual que tres días antes en Nido Verde.

- Hemos llegado tarde... - musitó mientras observaba el valle desolado. - Tendría que haberme adentrado más y haber averiguado cual era su próximo objetivo para advertir a la gente. Ahora estarán de camino a arrasar otro pueblo y nosotros no podemos hacer nada. - se lamentó druida.

La elfa seguía teniendo preparado su conjuro para dificultar que les detectaran. Pero no sabía si ahora seguía siendo necesario hacer uso de él.

- ¿Nos adentramos en las cuevas o intentamos seguir el rastro de los carros? - preguntó recordando que para saquear grandes cantidades deberían tener algún método para transportar todos los objetos de valor.

Te das cuenta de que por las huellas del suelo debieron salir una gran cantidad de carros transportando bastante peso. No son huellas recientes asi que alcanzarlos es probablemente imposible