Un rayo ocasional ilumina brevemente el interior, y sólo alcanzas a ver fugazmente que se trata de una amplia sala.
La puerta se cierra detrás de tí y quedas en la más absoluta oscuridad.
Pues has sido el primero en llegar ;-)
El chirrido de la puerta da paso a un oscuro interior, los ojos de Arthur tardan unos segundos en acostumbrarse a la nueva iluminación, un rayo ayuda a reconocer por un instante el interior pero acto seguido la oscuridad envuelve todo a su alrededor.
Con la puerta aun entreabierta que permite el paso de algo de luz, el paladín ya a salvo del granizo y la lluvia busca entre sus pertenencias una antorcha para iluminar el lugar. El pedernal haciendo su trabajo a pesar de la humedad, genera unas valiosas chispas que pronto hacen prender a la tea.
Libro de Tyr (Mt 19, 30-20, 16)
Los últimos serán los primeros...
Play para efectos de ambientación ;)
La antorcha prende, pero su luz es insuficiente para iluminar la totalidad de la vasta estancia en la que intuyes que te encuentras.
En el segundo que se iluminó gracias al rayo, te pareció ver antorchas de pared.
Entonces escuchas abrirse la puerta. Te giras y puedes ver a un mediano, ballesta en mano, entrando al grito de:
- ¡Paz de tormenta, amigo!
Estás justo de espaldas a la puerta de entrada, y gracias al rayo has podido ver al entrar que a cada lado de ésta hay sendas antorchas.
Acaba de llegar Alupo Peluso. Ya puedes marcarle en tus mensajes.
Cuando atraviesas la puerta, sólo alcanzas a ver a un humano, de aspecto imponente con su impecable armadura, sosteniendo una antorcha que apenas da para iluminar unos metros de lo que se intuye una gran sala.
La puerta se cierra sola detrás de tí. Al entrar has podido ver con la escasa luz que proporcionan los rayos ocasionales que al menos a los lados de la puerta hay unas antorchas de pared.
Ya puedes marcar a Arthur de Nastivan en tus mensajes.
Él ya sabe que has entrado invocando la Paz de Tormenta.
Ya estáis juntos. Hasta que no esté todo el grupo reunido no empezará la acción. Mientras tanto podéis rolear todo lo que queráis entre vosotros.
Hermosa noche, ¡Ay de mí!,
cuantas como esta tan puras
en infames aventuras
desatinado perdí.
¡Hola amigo! Un aprendiz de bardo que huye de la tormenta te saluda. ¿Por casualidad no tendrás algo de beber?
El interior resultaba ser mucho más amplio de lo que podía parecer desde fuera. La antorcha reveló un poco el interior de la estancia cuando una voz emergió de la entrada.
Un cuerpo menudo se revelaba a la luz de la noche junto con una voz jovial.
- Me temo que solo es agua lo que tengo y algo me dice que ya habéis tenido suficiente por esta noche.
- ¿Agua? ¡Ay mísero de mí, ay infelice! No, más agua no.
Suelto mi ballesta y sacando mi petaca le ofrezco un trago al gran hombre.
¿Un tragito de Ron? Mi nombre es Peluso, Alupo Peluso.
Arthur se relajo al ver que el inesperado visitante no parecía una amenaza, con su antorcha busco algunas maderas viejas entre el mobiliario de la estancia que pudiera servir como leña, quizá alguna vieja silla o similar que pudiera servir para hacer un improvisado fuego que llenará de luz y calor la gran estancia y que permitiera atemperar los cuerpos de los viajeros.
El paladín declino el ofrecimiento del hombre amablemente.
- No gracias, me hayo en un viaje que no admite celebraciones me temo. Acercaros será mejor que te seques esa ropa.
Busco cualquier mueble viejo o similar que pueda servir para hacer una pequeña hoguera en el interior.
El paladín no pudo encontrar nada con lo que realizar una hoguera. La sala era diáfana y estaba completamente desprovista de muebles o de restos de campamentos de otros viajeros que pudieran haber buscado refugio en ella. Parecía que érais los primeros en entrar en ella desde hacía muchos, muchos años.
Sin embargo, su búsqueda pudo revelar a los visitantes las dimensiones de la sala. Pudieron ver que en las paredes colgaban grandes antorchas que bien podrían iluminar bien toda la sala, y además, pudieron ver que había tres puertas*: una frente a la entrada principal y otras dos, una en cada pared lateral.
De momento , no podéis hacer una hoguera, al menos por medios tradicionales.
*La situación de las puertas está marcada en rojo en la imagen.
Le he ofrecido Ron porque estaba seguro de que no iba a aceptarlo ;p
- Rey del mundo, haz el favor de encender las antorchas que esto está más oscuro que el sobaco de un Troll.
Cuando haya luz me gustaría mirar detenidamente la puerta de la izquierda, buscando alguna trampa y fijándome en si sería posible abrirla con mis herramientas de ladrón.
Le he ofrecido Ron porque estaba seguro de que no iba a aceptarlo ;p
Lo imaginaba XD
Paladines... ;-P
¿Has borrado una entrada? Decías que se abría un poco la puerta pero no entraba nadie. ¿Lo has borrado tú o lo he perdido yo?
Sí, la borré porque me aparecía que aún no la habíais visto y me temía que la jugadora moviera ficha antes de que vosotros respondiérais ( y se estropeaba el plan :-P) . Pero si ibas a hacer algo, la añado de nuevo para que haya movimiento.
Veis que la puerta se entreabre ligeramente, pero no entra nadie...
¿ Esperáis o vais a ver?
Grito con todas mis fuerzas mientras cojo mi ballesta.
- ¡Paz de tormenta! ¡Paz de tormenta para quien quiera que esté tras esa puerta!
-¡Paz de tormenta!-respondió a su vez una voz juvenil, asomando la cabeza-¿Os importa si entro? Porque aquí están cayendo chuzos de punta.
Y sin esperar respuesta, atravesó la entrada para ponerse a cubierto.
Ya podéis marcar a Eltaeda.
Cuando entras al Tor, ves que hay dos personas en su interior, un humano de aspecto imponente con su impecable armadura y un mediano sencillamente vestido.
Alumbrados con la escasa luz de una antorcha, el resto de la que se intuye una gran sala está en total oscuridad. No obstante, al entrar, te ha parecido ver con la luz de los rayos de afuera una antorcha de pared al lado de la puerta.
Ya puedes marcar a Alupo y Arthur. Podéis rolear entre vosotros hasta que lleguen todos.
Describe qué ven cuando entras. ¿ Entras con tu familiar visible?