Partida Rol por web

¡Claro que combatiré! -le había dicho, terco, Ser Walder al maestre, nada en el mundo podría detenerle.

Allí estaba la mañana siguiente, sudando no por el sol sino por los propios vapores de su cuerpo, apenas estable sobre las silla de montar, pero firme y fuerte. Todo lo firme y fuerte que podía ser él.

Creo que he oído al heraldo llamándome a la liza.

No estaba seguro pues su cabeza no funcionaba bien, pero notaba el peso de la armadura la respiración de su caballo y la lanza entre sus dedos. Su escudero dudó al dársela, buen muchacho preocupado por su amo; pero Ser Walder la asió con determinación. Sus ojos se posaron en la grada, buscando a la mujer que le acompañó la noche anterior, pero no pudo verla, o no estaba. Oyó la trompeta del heraldo y se lanzó a la carga.

La lanza de Ser Walder había golpeado contra el escudo de Ser Jasper, apenas salpicandole de algunas astilla cuando se partió. El jinete había conseguido mantener el equilibrio sobre la montura y la carrera perdía ya velocidad. 

A punto estuvo de caer Ser Walder, su fortaleza no estaba en su mejor momento aquella mañana, pero estaba decidido a continuar en la lucha hasta las últimas consecuencias.

Tal y como se esperaba ambos jinetes se lanzaron el uno contra el otro con las lanzas mirando al frente. Ambos calcularon el mejor momento para realizar el ataque contra su oponente y las maderas saltaron por los aires con un ruido sordo. Tras el choque, Walder estuvo a punto de caer pero finalmente resistió sobre su montura y no se fue de bruces contra el suelo de milagro. La multitud incluso llego a exclamar por un segundo temiendo que el combate hubiera terminado, pero finalmente logró mantenerse en equilibrio sobre el caballo y ambos jinetes estaban listos para otra pasada.

Ser Walder no había logrado alcanzar a Ser Jasper, pero este advirtió que el Frey había tratado de atacar contra una zona desprotegida y no le perdonó aquel gesto deshonroso. Si Ser Walder iba a matar, él también iría a matar.

Según llega arroja la lanza rota a su escudero y exige una nueva con un gesto breve.

- Muevete... - revisó bien su escudo de nuevo y la pintura saltada, no había sido gran cosa

Golpeó al caballo con las botas para hacerle apretar el paso y ganar velocidad, con ello algo de fuerza en la embestida. Con un poco de suerte... 

WOW!

aplaudió con ganas el buen espectáculo. Jasper es formidable, desde luego...

Observé los primeros embites de la justa... Evidentemente ser Jasper era formidable... y ser Frey no parecía tener muchas opciones... aunque en mi fuero interno deseaba que tuviera un golpe de fortuna y derribara al enorme luchador.

Estudié atentamente los golpes de ambos... quería estar preparado por si me tocaba enfrentarme a ellos, si llegaba a avanzar tanto en la Justa... cosa que actualmente dudaba. Mi primer combate iba a ser complicado...

Walder, cegado por sus propios sudores recogió una nueva lanza y se lanzó de nuevo al campo. Esta vez cogió mayor velocidad en la carga y propinó un furioso golpe con la lanza. Ser Jasper, aquel maldito cmbatía bien, también le alcanzó pero Ser Walder dispuso el escudo y logró desviar la lanza sin que le derribara.

Jasper encaja el golpe aferrandose a las riendas. Aunque parece que se ha resentido el brazo del escudo del golpe, que sacude con incomodidad mientras llega hasta el final para tomar una nueva lanza. 

Ambos jinetes volvieron a cargar el uno contra el otro, esta vez la violencia del choque fue tal que las lanzas salieron despedidas por el aire hechas trizas. Tras el cruce, Ser Jasper continuó algo dolorido hacía su esquina, pero Ser Walder, aunque logró resistir el envite y permanecer a lomos de su jamelgo, parecía estar herido. Una astilla se había colado por las articulaciones de su armadura, allí donde la protección es más débil. En esta ocasión ambos jinetes habían ido a matar bajando la lanza para golpear al jinete contrario en su armadura, en lugar de en el escudo como era lo honorable. Aquellos golpes podrían resultar mortales.

-¿Estáis bien mi señor? - Le preguntó el escudero cuando al ir a tenderle otra lanza se fijó en que su señor sangraba con mala pinta. -¿Queréis que diga que no vais a salir?

¿Qué dices, chico? ¡Aún estoy sobre mi caballo! -Ser Walder no entendía a aquel muchacho, que se preocupara por su salud era una cosa, pero ¿pedirle que se rindiera?- ¡Trae una lanza, muchacho!

Ser Walder se lanzó uan vez más contra Ser Jasper, rompió su lanza contra su escudo, pero sin ningún problema para el adversario; en cambio, él, estuvo a punto de caer.

Ser Jasper parecía una dura roca contra la que Ser Walder chocaba una y otra vez. En esta ocasión el jinete de los Gemelos no atacó bajo y su golpe se perdió contra el escudo del rival, pero este al contrario, si que realizó un ataque bajo buscando las zonas desprotegidas y Ser Walder se llevó un tremendo golpe que lo dejo seriamente herido. Esta vez la herida tenía peor pinta, y Walder notó el calor húmedo de la sangre deslizándose hacía sus piernas por el interior de su armadura.

Demasiado dolor, el veneno de la noche más las heridas de la batalla hacían mella en Ser Walder. Cuando arrojó la lanza rota al suelo no pudo frenarse él mismo, el peso de la armadura pudo con él. Se desplomó sobre su caballo. Nadie en Desembarco del Rey le vería caer de su caballo. No era justo que una mala treta le hubiera costado su triunfo. No le quedó más remedio que rendirse.

Arrojé la lanza al suelo...o lo que quedaba de ella, todavía con el subidón de adrenalina de la última carga. El caballo se agitaba algo nervioso, aún sin saber si habría una carga más o podría retirarse hasta el nuevo enfrentamiento. 

Levanté la mirada hacía quien debía indicar si el combate se daba o no por terminado antes de pedir una nueva lanza. 

- Creo que ese Frey ha tenido suficiente... - fanfarroneé a mi escudero

Dios, qué golpe... esto tiene pinta de estar acabado

Dio un par palmadas que simulaban aplausos

Ser Walder finalmente decidió haber tenido bastante con aquello y optó por rendirse. Sabia decisión dado su estado, lo más probable sería que no aguantara otro envite. Fue necesario que su escudero le ayudara a bajar del caballo y lo llevara rápidamente a las enfermerías donde le tratarían aquellas feas heridas. Uno de los maestres que presenciaban el torneo, se dirigió de inmediato para ayudar al escudero a cargar con Ser Walder hasta allí.

Ser Jasper mientras tanto había salido victorioso y mucha gente aclamaba su nombre con vítores y aplausos hacía el primer vencedor de la justa.

-¡Ser Rickard de la casa Karstark contra Ser Dalmau de la casa Greyjoy!- Anunció el heraldo para que se fuera preparando el siguiente combate.

Hice avanzar al corcel con paso ceremonioso avanzando por delante de la nobleza hasta situarlo justo frente al rey. Durante todo el paseo mis ojos no pararon de buscar entre las gradas, esta vez sin suerte.

Después del saludo pertinente volví a espolear a mi montura para que regresara a mi puesto. Pedí la lanza a mi escudero y repasé que todo estuviera en orden. Mi armadura no tenía tantas florituras como la del resto de caballeros y lo único que delataba la procedencia de mi casa era el kraken que se veía en el escudo.

Finalmente me ajusté el yelmo y agarré con firmeza la lanza que me alcanzaba mi escudero... Esperé a que mi contrincante estuviera listo y mientras tanto mis ojos hicieron una rápida inspección del arma que sostenía en mis manos. Después de los sucesos de la noche pasada estaba en cierto modo paranoico, pero tenía mis motivos para ello.