Partida Rol por web

Dios mío.. no de nuevo!

Signora Lorena se cubre el rostro para alejarse del horror que se avecina, pero no se atreve a decir una palabra, sabe que los nazis son nerviosos con los gatillos y no les tiembla la mano para dispararle a una mujer o una areja de ancianos indefensa.

Después de dar dos patadas en la puerta esta se abre saltando de los goznes. El señor Kassel se levanta y se interpone entre el teniente wishendal y la señora Kassel, pero esta no puede evitar caer presa del terror y se pone a gritar.

Al quedar la puerta abierta, Wishendal sostiene firmemente su pistola y apunta al pecho del acomodador y le dice con tono amenazante: 

El señor Kassel, haciendo acopio de toda su voluntad, se recompone ligeramente y se sitúa entre el teniente Wishendal y la señora Kassel.
Ajeno a la presencia del arma y con todo el aplomo que puede afirma -"Salga de la habitación y deje tranquila a mi mujer. Espere unos minutos y, cuando se sobreponga, saldré a hablar con usted aún a riesgo de que siga sin ser capaz de distinguir a los aliados de los enemigos."

Tras eso se mantiene firme y con los puños cerrados.

A pesar de las instrucciones del teniente Whisendal la señorita Lorena permanece paralizada en su lugar debido a los efectos del miedo.

Italo al ver desorientada a su compañera de viaje decide tomar cartas en el asunto. Ya habia pasado su limite de angustias y miedos y parecía un tanto inmunizado. Se acercó hacia donde se estaba dando la situación.

- Me parece que la señora Kassel estara bien lejos de todas esta situación, si me lo permiten la llevaré a donde me han colocado en el viaje para que descanse allí. Señor Kassel , por favor, permitame hacerme cargo del bienestar, no lo tome como un favor de amigos pues recien nos conocemos. Simplemente mi humanidad no permitiría que usted cegado por una colera en defensa de su mujer y el teniente respondiendo de maneras " Militares" (dijo educadamente) lleguen a una situación de violencia mayor a la que ya se han dado.

Wishendal se dirige a Italo diciendole. 

El señor Kassel franquea el paso a Italo Crespi, pero procurando mantenerse entre Gunilla y el teniente Wishendal en todo momento.

El Capitán Stein entra en el vagón seguido por el alferez Berger.

Al acceder al habitáculo ven a Italo Crespi saliendo de la habitación de los Kassel con Gunilla Kassel de la mano y llorando desconsoladamente. La puerta de la habitación apenas se sostiene sobre uno de los goznes y se mece medio colgada. En la puerta se puede ver al teniente Wishendal con el arama en la mano apuntando hacia el interior de la habitación. Los demás permanecen en silencio sin actuar, especialmente la señorita Lorena, en la cual se pueden ver claros signos de shock aún cuando se está cubriendo la parte inferior del rostro con la mano.

Atónito, el capitán Stein observa la escena. No sabía qué estaba pasando, pero no se quedaría sin saberlo. Poniendo su mano derecha cerca de su arma, pregunta en voz alta, a cualquiera que quiera responderle.

-¿Qué pasa aquí? ¿a que venían esos gritos?

Intentaba buscar a Matog con la mirada, él sabría qué ocurría y por qué las cosas parecían desmadrarse cada vez más.

La voz de Fiodor sale del fondo de su habitación.

-¿Por qué no cuenta la historia completa? Oficial. Incluyendo su falta de modales y consideración.

Se nota que está inundado de odio.

 Lorena trata de controlarse para hablar, pero la voz le falla, el terror se ha apoderado de su sensual timbre, que fuera el que conquistase a su esposo unos años atrás...

Stein sigue incrédulo ante la escena que sus ojos le muestran. Sigue sin saber exactamente qué pasa a su alrededor. Solo sabe que el teniente intenta reducir al revisor del tren, y Wishendal alega que fue agredido pero Kasel dice tener una excusa. Stein chasquea la lengua, no sabe el motivo que llevó al civil a atacar al teniente, pero el capitán está convencido de que será injustificado, ya que atacar a un oficial alemán es cosa que no se puede tomar a la ligera y algo difícil de comprender a menos que las razones fueran realmente graves.

-Bueno, puede contarme toda la historia de lo que ha ocurrido aquí, teniente Wishendal, procure no omitir detalle- dijo a su compañero. Luego se dirigió al alférez y le dijo:- Ayude al teniente a reducir al señor Kassel, ya tendrá tiempo para explicarse. Pero que sepa- dice luego mirando al revisor- que atacar a un oficial alemán es cosa muy seria, así que cállese hasta que le pregunte.

Una vez que cuenta con la ayuda del alférez se asegura que Fiodor se queda reducido de forma correcta, dice a Alférez: 

Wishendal se lleva al capitán a unos metros de los que estaban allí, baja la voz y empieza a hablar: 

Stein escuchaba atentamente las palabras de su compañero. Si lo que decía era cierto, Kassel había cometido un gran error, no se podía atacar a un oficial alemán. En muchos casos esto suponía muerte directa. Pero Wilheim tenía otros planes para el "rebelde"  

-Hizo muy bien en reducirlo, y desde luego merece un castigo ejemplar. Pero no quiero muertos en este tren. La gente está asustada, y si matamos a alguien aunque tengamos razones de sobra para ello, la gente no suele tomárselo a bien y vería un mártir donde no lo hay.- Stein seguía hablando, mientras pensaba en una posible solución al problema.- Pero como dije antes, tampoco podemos obviar las insurgencias, así que tampoco debería salirse con la suya. Tendrá que castigar a Kassel de otra forma, pero que todos sepan lo que hizo, que atacó él primero y esto es intolerable. Además si pudiéramos enviar un mensaje que diga que si colaboran con nosotros nada saldrá mal, mejor, aunque lo último sea algo difícil. Si quiere un consejo, sea imaginativo, y a veces la humillación o algo del estilo es más efectivo que el daño físico. La degradación aplasta más morales que los golpes. En fin, le dejo que decida usted el castigo, procurando tener en cuenta lo que le dije.

Wishendal escucha la respuesta de Stein, se muere de ganas por meterle un tiro al acomodador pero sabe que el capitán tiene razón y dice: 

 -Bueno, interróguele, aunque no sé si sacará algo en claro. Este tipo puede ser un espía o un imbécil solamente. De todas formas, asegúrese de que diga la verdad, ya me entiende- Zanjado el asunto, Stein responde luego a las preguntas del teniente- Berger y yo íbamos a localizar el freno que causó la para del tren cuando oímos los gritos de este vagón, así que aún no sabemos por qué ha sido ni lo hemos solucionado. Senn está en la sala de máquinas para asegurarse que nadie toma el control de la maquinaria en nuestra ausencia, y nos está esperando, por eso debemos darnos prisa. 

Stein vuelve a pensar unos segundos para seguir hablando.

-En cuanto a Berger, creo que lo necesitamos para buscar el freno de emergencia y conducir el tren ya que es el que más conoce el funcionamiento de un tren dentro de los oficiales. Pero si lo quiere para su interrogatorio, podemos esperar un poco más para poner en marcha el tren, aunque creo que debemos darnos prisa. Cuanto más tardemos, más probabilidades de problemas hay. Si quiere yo le acompaño al interrogatorio mientras Berger busca el freno o lo busco yo mientras usted lo interroga. Otra cosa, ¿qué pasa con el capitán Matog y el teniente Strags? Necesitamos todo el personal disponible.

Stein mira a todas direcciones por si ve a algún civil intentando espiar la conversación que se da entre los oficiales.