Partida Rol por web

Vuestra radio vuelve a crepitar

Aqui Marden ¿me copiais? Hemos llegado a la nave pero se siguen oyendo disparos ¡y parte de la última planta acaba de saltar por los aires? Si seguiis vivos sabed que hemos accedido a la nave. Sistemas en verde, ascended a la azotea y os embarcaremos ahí. Y con una nota de preocupación añade No se que diablos ocurre pero todo parece en calma, demasiado en calma.

Adrieira se incorpora, siente el dolor por todo el cuerpo, el mareo en la cabeza y las palabras de Marden; que resuenan con voz métalica y lejana. 

- Hijos de puta - Dice mientras deja su arma sobre la mesa mirando a uno de los técnicos a la par que se pone a teclear sin mucho éxito para desbloquear las defensas. Levanta las manos cuando se da cuenta que no tiene mucha idea de como hacerlo. El cabreo de Adrieira es monumental, no le gusta nada que le disparen, y para colmo Marden está ya listo para salir y dando a entender que quizá vayamos directos a otra trampa...

Cansada, astiada y muy enfadada no duda en recoger su arma, apuntar a uno de los técnicos y dispararla a una pierna. Seguidamente le apunta a la cabeza una vez ha caído al suelo por el dolor y mira al que tenga más cerca.

- Desactiva las defensas ya. Si no lo haces me lo cargo, te pego un tiro en la pierna y dejo tu suerte a la decisión del siguiente... - su voz era fuerte, directa y abrumadoramente sincera.

El técnico, un rodiano de piel amarillenta, mira fijamente el cañon del pistolón de Adrieira mientras murmura en tono tembloroso "Mutu shaka paka uitipi, shaka paka" teclea con dedos temblorosos y en una de las grandes pantallas del lateral de la habitación podeis ver como en una pantalla aparece un gráfico señalando que las defensas antiareas han quedado sin energía.

Adrieira rozó el gatillo, tenía ganas de apretarlo, de ver los sesos de todos esos alienígenas desgraciados esparcidos por el suelo. Que narices... tendrían que estar limpiando la mierda de las calles, y no en un puesto de control como estos. Por desgracia no tenían tiempo que perder, y las fuerzas flaqueaban por momentos.

- Bien - Dijo someramente mientras desviaba su arma al panel de mandos y abría fuego sobre el mismo para que no pudiera volver a ser manipulado.

- Defensas antiaéreas desactivadas. Más os vale que estéis allí arriba - 

Asintió al resto de sus compañeros y se puso en marcha a la azotea... era hora de salir de aquel planeta de mierda.

Bien hecho Adriera. Salgamos de aquí, no aguantaré mucho más. ¿Alguno tenéis un injector?. Tras esto pongo rumbo a la azotea esperando que nuestros cómplices estén allí y podamos salir de aquí sanos y salvos.

Nox se llevó las manos a los oídos, y cuando miró sus dedos pudo ver como contenían sangre, los tímpanos estaban doloridos por la explosión del lanzamisiles.

-Joder Ethan, ha sido lo más alucinante y kamikaze que he visto en mi vida. -dijo con una sonrisa de alegría. - Por desgracia creo que ninguno de nosotros tiene inyectores.

Cuando quiso amenazar a los técnicos para que bajaran las defensa, Adrieira ya lo había hecho. Eran un equipo perfecto. Rápidos y eficaces.

-Vamos alcancemos cuanto antes la azotea. No quiero que Marden pueda tener una excusa para dejarnos aquí. A continuación respondió al mercenario por la radio. - Marcen, aquí Nox, todos vivos y en camino a la azotea. Nos vemos ahora.

Se puso en cabeza, arma en mano listo para terminar la misión. Antes de comenzar a subir, miró preocupado a Ethan, todavía seguía sangrando por un par de heridas de forma abundante y a pesar de que todos estaban bastante maltrechos, él se llevaba la palma.

-Ethan en la retaguardia no podemos arriesgar a que algún desgraciado nos dispare y te alcance. Balon échale una mano.

Wexley respiró aliviado al ver que de nuevo Ethan salvaba el día utilizando su lanzacohetes, destrozando a los droidekas. Se habían salvado de morir a pesar de sus heridas, al menos por el momento, pero el joven cadete no estaba del todo seguro en que aún hubieran superado todos los peligros que podían estar aguardándoles.

-Creo que ninguno de nosotros tiene inyectores. -Maider hizo un gesto de negación a las palabras de Malcovich-. Vamos. Estamos cerca. Debemos continuar. Pronto habremos salido de Vendaxa.

Resolutivamente subiis hacia la azotea por el montagargas situado al final de la sala de control. En apenas unos segundos la plataforma deja atrás la sala de control y subiis por la oscuridad durante medio minuto hasta que el techo se abre y saliis a la azotea.

Las enormes baterías antiaereas permanecen claramente desactivadas con los cañones apuntando hacia el suelo y el sol empieza a despuntar ya con fuerza por encima del horizonte iluminando el perfil de la ciudad. El calor pegajoso de Vendaxa empieza a hacerse notar cuando reparais en mirar hacía abajo y lo que veis en la enorme exlanada del aparcamiento está repleta de figuras. Individuos de todas las especies permanecen en un perfecto silencio mirando fijamente en vuestra dirección. Completamente quietos parecen observaros desde abajo, miles de ojos clavados en vosotros.

El silencio espectral solo se ve roto cuando la nave de lso mandalorianos asciende desde el pozo del espaciopuerto. Va a posarse a una decena de metros de vosotros y al abrirse la compuerta de carga en vez de las figuras de los mandalorianos desciende una figura humana enfundada en una ajada túnica. Reconoceis al humano que apresasteis, hace lo que parece una eternidad en el bajel pirata.

Vuestro intercomunicador vuelve a sonar. Durante unos segundos creeis oir la voz distorsionada de Marden antes de que vuelva el silencio. Mientras os encaminais hacia el montacargas que os ha de llevar a la azotea el intercomunicador vuelve a sonar, una voz en básico suena durante un par de segundos.

Notais entonces durante unos segundos una sensación como de profundo desasosiego. Pero apenas dura un segundo, como si un ola hubiese pasado por encima vuestro y ya se hubiese alejado.

Resolutivamente subiis hacia la azotea por el montagargas situado al final de la sala de control. En apenas unos segundos la plataforma deja atrás la sala de control y subiis por la oscuridad durante medio minuto hasta que el techo se abre y saliis a la azotea.

Las enormes baterías antiaereas permanecen claramente desactivadas con los cañones apuntando hacia el suelo y el sol empieza a despuntar ya con fuerza por encima del horizonte iluminando el perfil de la ciudad. El calor pegajoso de Vendaxa empieza a hacerse notar cuando reparais en mirar hacía abajo y lo que veis en la enorme exlanada del aparcamiento está repleta de figuras. Individuos de todas las especies permanecen en un perfecto silencio mirando fijamente en vuestra dirección. Completamente quietos parecen observaros desde abajo, miles de ojos clavados en vosotros.

El silencio espectral solo se ve roto cuando la nave de lso mandalorianos asciende desde el pozo del espaciopuerto. Va a posarse a una decena de metros de vosotros y al abrirse la compuerta de carga en vez de las figuras de los mandalorianos desciende una figura humana enfundada en una ajada túnica. Reconoceis al humano que apresasteis, hace lo que parece una eternidad en el bajel pirata.

Volvemos a vernos cadetes dice el hombre mientras desciende con calma la rampa de carga Vuestros compinches los sicarios mandalorianos no nos acompañarán. Mira por encima del hombro y os parece intuir un cuerpo tirado en la parte superior de la rampa Tanta ira, tanta obstinación, tanta pasión. ¿Pero acaso no sois los cachorros de un Imperio nacido de la oscuridad? ¿No sois acaso simpres cascarones para la traición y el engaño? Y levantando una mano veis como apunta hacia vosotros un extraño artilugio cúbico que empieza a brillar con una siniestra luz violeta.

Pero no temais, os libraré de todo ese dolor. Esa confusión desparecerá. Someteos y os arrastaré hacia la luz. El brillo del artefacto se vuelve más intenso y os parece oir como un coro de lamentos y gritos se levanta desde la multitud que rodea el espaciopuerto. No existe emoción, solo paz. No existe caos, solo armonia. ¡Uníos, bajo mi sereis uno con la Fuerza!

El coro de lamentos se transforma en un griterío que parece anegarlo todo mientras  la luz violeta se hace más intensa. Sentiis como si esa luz y esos gritos os taladrasen hasta lo más profundo, tratando de anegar todos vuestros pensamientos.

Las heridas, pero sobre todo el recuerdo de Shandi y la que he faltado a mi palabra hacen que después de destruir a los droides de combate me convierta prácticamente en uno limitándome a caminar al lado de mis compañeros sin intervenir.

Al llegar a la azotea esperaba caer en una emboscada, del gobernador, que la nave se limitara a seguir ascendiendo, o que nos atacara. Lo que no me esperaba era volver a encontrarnos a uno de los que asesinaron a nuestros camaradas en la nave.

Intento encañonarlo con mi blaster para vengarlos, pero algo me impide hacerlo.

Desesperado grito lleno de frustración. – Matarlo, por los caídos del “Batalla de Bothawui”.

La luz violeta se vuelve deslumbrante y un poderoso zumbido parece taladraros el craneo. El misterioso prisionero tiende hacia vosotros el extraño artilugio que parece temblar en su mano mientras su rostro se contrae en una mascara de tensión.

Notais una presión física en vuestro pecho que trata de haceros arrodillaros, solo el recuerdo de vuestros camaradas caidos, la rabia de la traición y la sed de venganza parecen sosteneros aunque el esfuerzo es increiblemente dolorso. 

Adrieira y Nox logran soprendentemente mantenerse en pie. Sus cuerpos en tensión y las manos apretando la empuñadura de sus armas hasta que casi parece que quieran pulverizarlas.

Wex, Ethan, Balon y Albrecht por su parte empiezan a doblar, muy lentamente y con obvia resistencia, la rodilla frente al poder mísitco del artefacto. El asalto psíquico es devastador pero insuficiente para derrotarlos. Como un fuego brillante su ira y su rabia les dan fuerzas en este momento desesperado.

Demasiado corrompidos para aceptar vuestro castigo ¿verdad asesinos? Dice el hombre que conocisteis como Quist mirando a Adrieira y Nox. Sea pues, quien a laser vive a laser debe morir.

Su mano libre se dirige a un pliego de su túnica y extrae un extraño cilindo, semejante a la empuñadura de una pica de fuerza. La sostiene en su mano un segundo desviando la mirada hacía ella como si le trajese dolorosos recuerdos. Cuando vuelve a miraros veis odio en sus ojos.

Y un haz de luz amarilla surge de la empuñadura.

Adrieira abrió los ojos todo lo que le permitía su rostro al ver aquello. ¿Era un arma de los jedi? Había oído acerca de aquello, historias de como un solo soldado con una espada como esa podía deshacerse de varios soldados bien entrenados sin que pudieran acertarle ni un solo disparo.

No pensó, solo reaccionó. Levantó su mano que todavía tenía el arma sujeta con fuerza y la levantó apuntando al pecho del hombre. Apretó los dientes y comenzó a caminar hacia él. Más cerca significaba más posibilidades de acertar. Sin dejar de caminar comenzó a disparar, un tiro, otro, uno más... todo lo que el arma le permitió en esos pocos segundos.

Todos y cada uno de los disparos fueron repelidos por aquella espada con tan solo unos pocos movimientos. Adrieira dejó de caminar despacio, quedando a no más de un par de pasos de aquel hombre, de aquella brillante espada. ¿Había llegado su viaje hasta allí? ¿Tenían alguna oportunidad contra aquel hombre?...