Partida Rol por web

Sorprendida y asustado me echo para atrás y preparando la honda lanzo la primera piedra de las 6 hacia esa sombra que ahora esta delimitada. pero fallo estrepitosamente. lanzando la piedra contra la pared.

A cámara lenta caes a través del agujero como un fardo sin control y lo último que ves son tus compañeros intentando abalanzarse sobre ti con cara de miedo, frustración e impotencia....y la mirada de pánico de Sirya, por cuya mejilla cae una lágrima mientras te pierde de vista, colgando boca abajo cogida con la cuerda entre sus piernas y ambos brazos extendidos hacia ti. 

Los zarcillos de niebla y la oscuridad te rodean, y durante menos de un segundo te sientes ingrávido, como en otro mundo.

La sensación de vértigo es incontrolable y se une al frío y al miedo que te recorre en éstos momentos en los que en tu mente sólo se forma una frase...- Se acabó. Voy a morir. -  Tu estómago sube mientras tú bajas, pero todo ello se detiene cuando tus piernas golpean dolorosamente contra algo...y todo el vello de tu piel se te pone de punta al escuchar claramente el sonido de varios huesos rotos. Respiras profundo y de golpe, apretando los dientes y aguantando el dolor que sube por tus piernas y deseando que pase rápido, que sea rápido. 

Pero el sonido es extraño, ligeramente amortiguado, como si hubieras caído en algo que hubiera detenido en parte tu caída, o al menos reducido el impacto. El dolor agudo pasa rápido, y sólo queda el dolor cada vez más tenue de una mala caída...pero sorprendentemente, puedes mover pies y piernas sin mayor problema.

No hay luz, pues la que había ha quedado arriba de ti y parece que una especie de bruma intensa te rodea, sin permitirte ver más allá de un par de palmos delante de tus narices. Miras a lo que sería arriba, pero no logras ver nada más que esos zarcillos que parecen rodearte muy de cerca, moviéndose a tu alrededor como peces curiosos, pero sin tocarte. 

Tanteado a tu alrededor con cuidado, tocas unos ropajes largos y gruesos, así como restos de huesos, la mayoría quebrados, supones que por el impacto de tu caída. Tocas algo largo y fino, de no más de dos o tres dedos de espesor, pero se te escapa de entre los dedos y cae más allá de tu alcance. 

Sigues tanteando con tus manos y notas que estás en un suelo rectangular. Acercando tu cabeza lo máximo posible al suelo, consigues ver a duras penas, a pesar de tu vista privilegiada, una calavera que te devuelve la mirada, impertérrita. Pronto descubres que es un cadáver vestido con una túnica roja larga y gruesa. Te percatas que estás encima de un cadáver, encima de un sarcófago de piedra, que a su vez está encima de un estrado que está unos 70 u 80 cm más abajo de los bordes que antes has tocado...pero no logras ver más allá de esa distancia, quedando todo a tu alrededor en una mezcla de oscuridad neblinosa. Una de las manos del cadáver está inclinada hacia el borde del sarcófago, como si antes estuviera cogiendo algo...probablemente éso que has tocado y has notado escaparse entre tus dedos. 

Con las yemas de tus dedos te percatas que el sarcófago tiene múltiples símbolos y signos, probablemente arcanos, pero para tu impotencia, desconocidos para ti en éstos momentos. Miras con más atención, poniendo tu cara a apenas 1 cm del sarcófago, y descubres jeroglíficos y marcas que no conoces. 

Un escalofrío recorre tu espalda de abajo hacia arriba, y notas una corriente de aire helado detrás tuyo. 

Te giras y en la oscuridad puedes ver, a apenas uno o dos metros de ti....

Ese era el momento que habían elegido los dioses para que el benjamín del linaje Lianode´wa dejara ese mundo. Las cosas como son, él hubiera preferido que fuera algo más épico, algo que las generaciones venideras recordaran con intensidad, que escondiera una enseñanza. Mientras caía al vacío, lo único que pensó que podía enseñar a los magos del futuro era que no debían quedarse colgados de una cuerda cuando sus habilidades atléticas no son las mejores.

Cayó, y se dolió. Lo primero que pensó fue que lamentablemente no había muerto instantáneamente. Con los huesos que se habría roto, moriría desangrado en esa cueva alejada de la mano de los dioses. Ese lugar se convertiría en su tumba, y el lugar lleno de huesos, en su ataúd. Un momento, ¿lleno de huesos? Palpó nerviosamente y comprobó que lo que había escuchado romperse no eran sus huesos. ¡Y estaba vivo! Le dolía la espalda por la caída, sí, pero sobreviviría. 

Al menos, eso pensaba hasta que vio los ojos brillar en la oscuridad.

Se quedó paralizado, sudando y temblando de terror. Su sangre élfica le permitía ver en la penumbra, pero esos zarcillos de oscuridad no le dejaban ver más allá de sus narices. Necesitaba luz, luz. Tenía una antorcha y velas en su mochila. Y con suerte, eso despejaría la oscuridad de aquel lugar.

– Lo he intentado. Si que lo he hecho. He querido ayudarle.

– Claro que si...

– Lo he intentado.

– Aunque es verdad que se ha caído por tu culpa. Si hubieras cortado la cuerda no podrías haber sido más efectiva. Mira abajo, hacia la oscuridad, ha caído allí después de que treparas por encima suya y le dejaras a merced de esa sombra. Si sobrevivís a esto, los demás te odiarán por cobarde.

– Pero yo...

– ¡Mira! ¿No ves nada, verdad? Seguramente ya esté muerto. Tú lo estarás pronto, observa tu destino.

Y eso hizo. Mientras la conversación tenía lugar a medio camino entre su mente y la realidad, tirada sobre el piso al que acababa de lograr subir, miró hacia la profunda oscuridad que se extendía por el sótano inferior, allí dónde el mago había caído con un grito sordo, ahogado por zarcillos de negrura que se lo habían tragado entero. El mismo sitio del que había salido aquella criatura que había estado a punto de atraparla a ella también. 

Tembló, gimió desesperanzada, retrocedió y... Gruñó. Sus pies se movieron solos hacia atrás, presa del pánico por ver tan cerca a la sombra, hasta que tocó la pared. Entonces sus ojos se endurecieron, sus manos se movieron solas, de manera instintiva, hacia su cinturón. Sus dedos acariciaron los distintos viales que llevaba encima, dudando, hasta que incluso ese atisbo de incertidumbre desapareció y, sin pensarlo*, agarró el fuego alquímico y lo lanzó contra la criatura sin mirar.

– ¡Toma luz! – gritó sin darse cuenta de que no había abierto la boca, a la par que el cristal se rompía en mil pedazos allá dónde hubiera ido a parar. 

El guerrero lanzó un bramido horrorizado al ver como el ser de sombra atravesaba a Rash y éste caía en la oscuridad.

—¡RASH! —gritó, asomándose al agujero—. ¡NO!

La oscuridad ya era de por si inquietante, pero a Groland casi le preocupaba más lo que el duro suelo, dos pisos más abajo -por lo menos-, pudiera hacer en el enclenque cuerpo del mago cuando ambos se encontraran a una velocidad nada desdeñable. Y eso sin pensar en lo que podía haber allá. Groland habría saltado detrás, pero lamentablemente tenían problemas más acuciantes en el sótano calcinado. En cuanto Kerri terminó de encantar el arma, Groland soltó la cuerda (que ahora se movía agitada por ese maldito saco de carne cobarde llamado Wick) y empuñó la maza. Al menos, ahora podía ver mejor a la criatura. ¿Había hecho eso la drow? ¿¡Cómo!?

—¡Espero que funcione, hermana! —gruñó, preparándose para desencadenar su ataque—. ¡AGUANTA, COMPAÑERO! —añadió en un último momento, incapaz de dejar de pensar en Rash.

Al ver a Syria trepar de aquella manera por encima del mago y compañero, no pude si no pensar que tal vez me había equivocado. No sólo necesitábamos manos ágiles, necesitábamos alguien con un sentido de compañerismo lo suficientemente fuerte. Kerri había sido una carga en aquél sentido mucho tiempo hasta que su cabezota entendió cómo funcionaba un equipo, y ahora sus habilidades eran apreciadas en batalla (su carácter, no tanto).

Pero Syria era joven. Era una cría. No sabía lo que era el peligro. Y ahora que lo veía cara a cara, huía. No se lo echaba en cara, pues era la reacción más humana, empujada por la supervivencia del ser.

Pero aún así, ver cómo Rash era atravesado por aquella sombra y caía después, hizo que notase una punzada en el corazón.

- ¡RASH! - grité medio ahogada sin darme cuenta antes de encararme con prisa a la cuerda que habáin usado para bajar un piso. Desde ahí no podía hacer nada, ni con mis armas ni con mis pocas habilidades mágicas. Mis manos se deslizaron por la cuerda mientras mis piernas se enrrolaban a ella y bajaba con rapidez al lugar dónde estaban mis compañeros.

Jerinor asiendo la daga mágica se preparó para golpear con ella a la sombra, posicionándose junto al grandullón para no darle cuartel. La fairhalliana acostumbrada al uso de armas más pesadas intento acuchillar al ser espectral aprovechando el aura de luz que la cubría sin saber si llegaría a tener éxito.

Vamos, que la criatura se arrepienta de habernos conocido.- Bramo la guerrera sin temor alguno.

Wick baja y ayúdanos! Si no juro que te seguiré cuando acabe con esta.

La irrupción de la sombra en el subsótano que ocupaban puso a todos a moverse de forma frenética. Wick, viendo que no podía subir por impedírselo la presencia de Arue, se soltó de la cuerda y con manos nerviosas sacó el arco, montó una flecha y disparó, pero la flecha ni siquiera rozó a aquel ser que estaba rodeado de un fuego extraño. - ¡Vamos a morir!¡Los muertos habitan éste lugar!¡Vamos a morir! - decía el soldado, una y otra vez, mientras el aliento que salía de su boca se convertía en vaho visible por todos. La temperatura allí también estaba bajando rápidamente.  

Groland se levantó, sacó su maza encantada por la hermana y, acorralando a la criatura al lado de la pared en la que estaba, lanzó un golpe que atravesó a la criatura como si de aire se tratara. Sintió el frío que emanaba de aquel ser, así como el enorme odio que destilaban sus ojos...pero no parecía afectado por su ataque. Jerinor se plantó al lado del guerrero y lanzó una estocada contra la sombra, pero era ágil y esquivó el golpe sin problemas. Parecía haber intuído que aquellas armas le podían hacer daño, por eso trataba de esquivarlas. 

Sirya, que había retrocedido hasta la pared contraria donde estaba la criatura, sin pararse a pensar y hablando con ella misma, lanzó una botella que cruzó el aire entre ella y aquel ser. La botella giraba en el aire a cámara lenta e impactó en la pared justo detrás de la criatura, a un palmo de su cabeza. Las llamas se esparcieron con furia, iluminando la escena y aplacando en gran medida el frío que todos sentían, pero gotas de aquel líquido furioso atravesaron al ser e impactaron tanto en Groland como en Jerinor, que se dolieron de las salpicaduras*. El ser estaba tan cerca del fuego que parecía casi estar rodeado de esas llamas también, pero, en el caso de que le afectaran, no daba ninguna muestra de ello. 

El ser trató de coger el brazo de Jerinor, pero ella fue más rápida y lo apartó a tiempo, pero su piel no dejó de erizarse al notar tan cerca el contacto de un ser de ultratumba. Arue, que tuvo que guardar el arco antes de lanzarse hacia abajo, descendió rauda y veloz, haciendo gala de su agilidad y poniendo rápidamente ambos pies en el suelo, dispuesta para el combate. 

Kerri había hechizado la maza de su compañero, y se aprestaba para atacar a aquel ser con su honda. ** 

De Rash, nada se sabía. 

El silencio sepulcral, en aquella situación, era casi peor que cualquier otro tipo de tortura que le pudieran haber hecho a Rash, el frío aumentaba por momentos, y ambos ojos se acercaron a apenas 30 centímetros de la cara del semi-elfo lunar. Unos susurros comenzaron a escucharse, pero el mago fue incapaz de concentrarse para entender aquellos sonidos. 

Una sensación de urgencia comenzó a apoderarse de su corazón, que aceleró su marcha, amenazando con salirse del pecho. Sus manos buscaron con frenesí en su mochila, palpando y cogiendo una antorcha y el pedernal, el cual comenzó a golpear con toda la rapidez que fue capaz para encender la antorcha que sujetaba entre sus doloridas piernas. 

- Luz... necesito luz... luz - se repetía el mago una y otra vez, mientras su cuerpo temblaba de miedo y su frente se perlaba de sudor. No es que tuviera un especial miedo a la oscuridad, pero estar sumergido en esas tinieblas, rodeado de ojos brillantes que le observaban y le susurraban, y sobre lo que estaba convencido que era una tumba, estaba entre las primeras cosas que le quitaban el sueño. Torpemente palpó  en el interior de la mochila, tocando la balanza, el estuche de pergaminos, algunos viales... ¿dónde demon...? ¡Ah! Ahí estaba, el pedernal y el acero, preparados para usar juntos. En esos momentos echó de menos a Kerri y sus plegarias luminosas.

¿Cómo les estaría llendo a sus compañeros?

—¡M-mi arma no le hace daño! —exclamó Groland nervioso, tratando de impactar al ser de nuevo. Los gritos de Wick no le ayudaban a calmarse, precisamente—. ¡Cállate, so merluzo! ¡Aquí no va a morir nadie más que esta cosa!

...aunque lo cierto es que, por muy bravuconas que fueran sus palabras o las de Jerinor, no tenía ni idea de cómo iban a hacerlo sin Rash. Esos pensamientos solo abandonaron su mente brevemente cuando ambos recibieron las salpicaduras de ardiente líquido alquímico. Dolorido, Groland rugió, pero pronto sus sentidos volvían a estar concentrados en el único verdadero peligro de la sala: la sombra. Con todo, fue capaz de percibir el silencioso aterrizaje de Arue a su espalda. Eso le animó a intentar un nuevo ataque. Y menos mal que lo hizo, porque entonces, de alguna forma… ¡Su maza dio en sólido!

—¡JA! —se carcajeó el hombretón, mirando su arma, sorprendido ante el hallazgo y atravesado por un júbilo salvaje y repentino, como el del bebé que ha descubierto el sonido de su sonajero. Y miró a la sombra.— Si puedo alcanzarte, puedo matarte. Y si puedo matarte… ¡TE MATARÉ!

Alterada durante un momento ante el poco efecto que sus ataques habían tenido –ni siquiera el fuego había afectado a la sombra–, se quedó un segundo inmóvil, jugando con sus dedos sobre el resto de viales que llevaba en el cinturón. El farfullar histérico del guardia y el primer grito de Groland, por supuesto, tampoco ayudó, no más que para añadir desesperación a su situación. ¿Si ellos no podían acabar con la sombra, qué podría hacer ella? Si no hubiera sido por Sirya, la fuerte Sirya, habría echado a llorar, se habría acurrucado en aquella esquina contra aquella pared y se habría dejado engullir por la oscuridad...

Pero no podía permitirlo. Arue cayó junto a ella, haciéndola mirar a la semidrow con el orgullo que a ella le faltaba. Tragó saliva, asintió. Después, el guerrero volvió a exclamar: había logrado golpear a la sombra. Sonrió, nerviosa, y cogió otro vial, esta vez uno de agua bendita, uno de los que había cogido del templo preparada para algo así; demostraría que podía ser de ayuda. Lo haría. 

Con fuerza, sujetó el frasco, apuntó, y lo lanzó, decidida pero temblorosa...

La Maza de Groland brillaba y fue obvio que esa magia era lo único que podía dañar a la sombra. Las armas normales no hacían nada, y por lo tanto sólo los poderes de Kerri podían hacer algo ahora. Pero ella no era Rash, y su poder no funcionaba del mismo modo que el del mago. No podía pedir que encantasen mis flechas a pesar de que eran mi mejor baza -demasiados proyectiles - , pero seguía teniendo una espada.

Desenvainándola*, la estiré en dirección a Kerri.

- ¡Kerri, por favor! - Por Rash. - le pedí a la guerrera de Freya. Y yo nunca pedía nada. Pero salvar a Rash era más importante que mi orgullo, incluso cuándo le pedía un favor a Kerri.

Esta vez Jerinor se dispuso a apuñalar algo más que el aire. Sus compañeros comenzaron a moverse y a intentar golpear a la escurridiza sombra que parecía mofarse de ellos. Vio como Sirya sacaba otro vial y lo lanzaba, esperándose lo peor. A otra vez ser golpeada por el fuego de alquimista. Si está muchacha no tenia cuidado corrían peligro de ser aniquilados por ella. - Ufff, milagrosamente esta vez pareció ser agua bendita! Menos mal!- pensó la guerrera. La fairhaliana con un grito de guerra -Por Freya- hendio el aire con la daga hasta golpear a la sombra, sintiendo como su hoja penetraba hasta la empuñadura. -Kerri, recuerda las palabras de la la elegida de Freya. Habla con la sombra.-

Kerri miró a Arue y tomó una rápida decisión mientras le contestaba a su súplica - ¡No puedo repetirlo! ¡Toma! - y le alcanzó la honda y las piedras a Arue.

Acto seguido, cogió la espada de Freya y la desenvainó, sin pararse a apreciar los daños sufridos por la hoja.

Las maldiciones e improperios de Groland no hicieron mella en el asustadizo Wick, que viendo el panorama y la cuerda libre para subir, se debatió claramente entre subir y ponerse a buen recaudo y el deber. Finalmente se acercó a Kerri siguiendo el ejemplo de los demás y dejando caer su arco, desenvainó la espada y se la mostro a la clériga. - ¡Joder, si puedes hacer algo para que matemos a esa criatura, ya tardas! - le gritó casi fuera de sí. Kerri le devolvió la mirada furibunda, contestándole a su vez - No es posible. Quédate atrás. - de forma escueta y pragmática.

El soldado envainó su arma, sin saber qué hacer.

Groland atacó otra vez a la sombra, y en ésta ocasión su tenacidad tuvo recompensa, el arma topó con una parte que se había vuelto sólida durante unos instantes, y la criatura lanzó un gemido quejumbroso que llenó la cabeza de todos de una sensación de urgencia por acabar cuanto antes con su sufrimiento. Jerinor intentaba aprovechar el ataque del guerrero para, a su vez, afectar al muerto viviente, pero su daga atravesó lo que a ella le había parecido el punto de impacto de la maza sin encontrar nada sólido a lo que golpear.

La joven Sirya parecía consumida por un ataque de histeria y sin pausa, lanzaba lo que tenía a mano contra el ser, o al menos aquella impresión daba, porque sus lanzamientos eran rápidos, pero nada certeros. La botellita de cristal se quedó corta en ésta ocasión, impactando contra el suelo a escasa distancia de Groland.

La sombra, enrabietada por el ataque recibido la emprendió contra el que consideró más peligroso en esos momentos, y sus manos penetraron profundamente en el pecho de Groland, pero el guerrero, pese a la debilidad que amenazaba sus músculos, consiguió dar un paso rápido hacia atrás y extraer de esa forma esas manos que parecían estar buscando su corazón.*

Arue, viendo que las armas normales no parecían hacer mella en aquella criatura se acercó a Kerri y le pidió ayuda...pero la clériga no parecía poder dársela de la forma que ella quería, sin embargo, puso en sus manos la honda que portaba así como 6 piedras de color anódino, conminándole a usarlas, mientras ella misma sacaba la espada que había resultado dañada durante el combate contra el légamo hacía escasos minutos.

Y ningún sonido proveniente del sitio por donde había desaparecido Rash llegaba hasta ellos.

Rash encontró aquello que buscaba mientras a su alrededor la voz seguía susurrando, en ésta ocasión con un inconfundible tono a pregunta, pero no era capaz de entender nada de lo que aquellos susurros transmitían, como si vinieran de otro lugar, de otro sitio, de otro tiempo....

- ¿......r........s........   .... .......b.......n....?  -

La sensación de que se le estaba escapando algo importante, algo que no recordaba, crecía dentro de él con urgencia.

Su antorcha decidió que aquel era un magnífico momento para encenderse, y entonces, a apenas un palmo de su cara, vio aquello que quizá hubiera sido mejor no haber visto...y sus ojos no pudieron apartarse de él:

La luz hizo que la figura retrocediera un par de metros mirando con odio hacia el semi-elfo mientras extendía una de sus manos hacia él, y retiró las tinieblas a los rincones más alejados de la habitación en forma redondeada que tenía alrededor. Pudo percibir que, en efecto, estaba encima de un féretro de piedra con cientos de símbolos extraños, encima del cual había un cadáver altamente deteriorado y aplastado por el peso del semi-elfo.

La sala contenía siete sarcófagos de piedra. Seis a lo largo del perímetro, de pie contra la pared con sus tapas ajustadas y cerradas, y un séptimo sobre un estrado elevado, en el centro de la sala, al cual llevaban dos escalones. Debajo de Rash y encima del sarcófago central, yace un cadáver con la piel aún encima de sus huesos, pero tan pegada y tirante que el semi-elfo es incapaz de distinguirla con claridad. Ahora, con luz, Rash es capaz de distinguir mejor dichos símbolos, que recubren también el cuerpo, escrito con sangre. Mientras las runas aparecen bajo la luz titilante de su antorcha, Rash está convencido que las escrituras son de una lengua antiquísima e indescifrable por él y, sin embargo, parecen haber sido grabadas recientemente, ya que parecen frescas y la tinta usada tiene un parecido sospechoso con sangre humana. El cadáver viste la túnica ornamental roja de un mago con runas trazadas con la misma sangre, casi goteante en éstos momentos, porta un gorro cónico acabado en forma plana del mismo color que la túnica, con una tira de pelo negro saliendo de la parte central. Su mano muerta aferraba un bastón que ahora yace en el suelo al lado del féretro. Mientras lo contempla, una brisa helada parece soplar desde ninguna parte en éste lugar, y Rash vuelve a sentir un escalofrío que le recorre la espalda. Al lado de la manga derecha del cadáver, apoyada encima del sarcófago, hay una daga ceremonial con algunos restos de sangre fresca en la hoja.

A los pies del sarcófago central, en el suelo, hay un frasco de bella manufactura hecho añicos, con restos de un líquido ligeramente amarillento y pegajoso aún en su interior. Al lado de los restos del frasco también hay varios pergaminos enrollados de aspecto fragil y antigüo. Justo a cada lado de la cabeza cadavérica, hay dos pequeños dragones de piedra y metal dorado, enfrentados entre ellos, dejando la cabeza justo en medio.

Al volver a mirar hacia los sarcófagos que le rodeaban tuvo un pequeño mareo, y las runas parecieron bailar delante de sus ojos, produciéndole un dolor sordo detrás de las cuencas. Cuando volvió a poder mirar, los sarcófagos parecían estar invitándole a acercarse a ellos....

Mientras tanto, la figura permanecía quieta, observándole y los susurros seguían a su alrededor.

Se dio cuenta de repente que podía escuchar el sonido de lucha por encima de él, y aunque le costaba, podía distinguir las voces de Groland, Arue y el resto, pero no entenderlas. Al mirar hacia arriba, pudo ver que los zarcillos de neblina se había retirado al máximo, cubriéndolo como si fuera una esfera pero impidiéndole ver más allá de ellos.

El cormyriense oyó el ruido de cristales rotos sonando cerca de él, pero apenas le prestó atención. ¿No estaba aquello lleno de basura de todo tipo? Alguien habría pisado algo. Además, el aullido del monstruo aún llenaba su mente, junto a la satisfacción de saber que le había dañado y que podían vencerle.

—¡RASH, AGUANTA!

Sabiéndose rodeado por aliados y amigos -y Wick-, y viendo que Jerinor estaba encontrándose con verdaderos problemas para dañar a la sombra, Groland comenzó a moverse para flanquear a este enemigo*. Por desgracia, durante la maniobra descuidó su defensa y la criatura encontró el hueco por el que atacarle. Nunca había sentido nada como aquello: fue como si la fría mano de la muerte le hubiera atravesado el pecho y hubiera tratado de arrancarle algo que él ni siquiera sabía que tenía ahí. Su reacción fue inmediata, como la de un gato escaldado, pero aún así notó como si de pronto la maza de pronto le pesara más de lo normal. Su siguiente ataque, fuera por lo que fuera, no consiguió alcanzar a la criatura.

El uso de la magia de Kerri seguía siendo un misterio para mí, pues nunca había conocido a alguien cuyo poder mágico dependiese de su fe en unos dioses en los que yo no creía demasiado. Pero que me dijese que no podía encantar mi espada me desesperó, pensando que iba a tener que dar palos de ciegos inútiles a una sombra mientras Rash podía estar muriéndose (no aceptaba que pudiese estar muerto).

Pero no fue así, pues me dió su honda y con ella 6 proyectiles claramente mágicos, encantados o bendecidos. La verdad era que la honda no era precisamente mi arma predilecta, pero cuándo te cría un guerrero versátil y luego acabas vagando sola por el mundo... O aprendes todo lo que puedes, o eres pasto para los campos.

Solté la espada y cargué con la honda...

Parecía que hoy mi destino era ser pasto.

Aunque la antorcha le daba algo de seguridad - que los dioses bendigan a Kerri y su consejo - Rashaniel estaba prácticamente temblando. Hasta ahora, todos sus enemigos eran mortales: bolsas de carne y sangre que podían morir si se les cortaba en el sitio adecuado. Pero ahora estaba encerrado en una con criaturas espectrales. Seres de otro mundo que podían matarle sin apenas rozarle. Y lo peor es que no tenía su magia para protegerle.

Observó a su alrededor intentando encontrar una pista: por lo que parecía, allí alguien había sido ejecutado para dar vida a esa criatura de sombra que había surgido y había ascendido a por sus compañeros. ¿Pero qué había sucedido? ¿Era el cadáver más reciente Vortigern, y había hecho un ritual para despertar a la fuerza que habitaba el interior del castillo? ¿Sería Eralion? No conseguía pensar con claridad.

Usando la antorcha para mantener las sombras a raya, se aproximó a los pergaminos. Quizás en ellos se encontraban las respuestas que buscaba.