Partida Rol por web

Unos golpes en la puerta precedieron a la apertura de la misma, mientras una voz conocida inundaba la casa..."Me alegro mucho de veros de vuelta...y seguro que estáis hambrientos." 

Era Glarian, una elfa rubia, con dos trenzas, un sencillo vestido y un delantal blanco, un poco manchado, seguida de una chica humana de unos 17 años, morena con el pelo recogido en una coleta y un pañuelo por encima de la cabeza, que cerraba la puerta con un pie mientras hacía equilibrios por mantener toda la comida y bebida que portaba en una enorme bandeja de madera sin caer. 

Ambas dejaron una serie de utensilios, jarras, inclusive una especie de contenedor de algo con forma extraña, que al parecer pesaba bastante, y se pusieron a limpiar y preparar la mesa para poder usarla, tras negar varias veces con la cabeza y rezongar por lo bajo. Tras dejar la mesa arreglada y limpia, se pusieron a cortar y preparar con verdadera rapidez y diligencia un pequeño almuerzo....

La casa pronto se inundó del olor al embutido cortado, a hortalizas recién cortadas, a vino especiado y a pan recién hecho. El olor del queso era penetrante y también habían frutos secos...almendras, avellanas....

"Sé que no es mucho, pero lo suficiente para que recuperéis fuerzas y podáis descansar. Ahí tenéis agua fresca..." dijo mientras señalaba al recipiente gordo con un asa y dos pitorros, uno por cada lado, uno más gordo que el otro. "venga niña...volvamos a la posada, que hay mucha faena que hacer....ale ale...". Sus manos aventaron a la chica como si fuera una gallina, que salió casi corriendo mientras lanzaba azoradas miradas a todos lados. 

"Espero veros a la noche...os preparé algo que os mantenga calientes." la mujer dudó un momento antes de salir..."...es...es una lástima lo que le ha sucedido a Fendrin. No merecía eso....pero ahora, al menos, ya puede descansar junto a los suyos." dijo, con una de sus manos apoyada en la puerta y la otra retorciendo una de las puntas del delantal.

Compuso una sonrisa como pudo y salió..."que Freya os bendiga" 

Tanto al entrada, como la salida, había sido casi fulgurante. Otra vez solos, pero ahora, un refrigerio esperaba a ser degustado. 

Sin decir una palabra Brand se acerca a la mesa y empieza a llevarse comida a la boca con aire distraido, aparentemente mas interesado en tener algo que hacer con sus manos que en comer, pese al cansancio obvio en sus movimientos. Al poco rato pausa para llenarse una copa y, sin apartar la mirada de la mesa, empieza a hablar con sus compañeros.

-He estado pensando -dice el hechicero sin dirigirse a nadie en particular. Tras una pequeña pausa, continua.- Creo que mañana dejare Fairhill para continuar mis aventuras en otra parte.

Una vez en la casa señorial donde se alojaban, Groland arrojó sus cosas a una esquina y se dejó caer, agotado, en uno de los sofás. Sobre el torso ya sólo llevaba su camisa, manchada de sangre no del todo seca.

—Por lo que estamos haciendo, podían levantarnos una estatua... ¿Que no? —comentó distraído, mientras Rash comenzaba el inventario en la mesa cercana.

Dejando al mago a sus cosas de mago, fue él quien se acercó a abrir cuando, algo más tarde, llamaron a la puerta. ¡Glarian! «Esta bendita mujer nos ha traído comida y se ha puesto a cocinar incluso aunque ya no nos alojamos en su establecimiento...». Si se quedaba en aquel pueblo el tiempo suficiente, se iba a poner como un ceporro. Groland no tenía palabras para agradecerlo. Estuvo rondando por el salón durante todo el rato que duró aquella visita, molestando más que ayudando. Apenas le dio tiempo a decir un breve «Sí...», cuando Glarian lamentó la muerte de Fendrin. El cormyriense también la lamentaba.

Groland se sentó entonces en la mesa. Tenía sed y apetito. No le habría importando charlar de algo ligero con los demás, si se daba la oportunidad, pero las palabras de Brand le pillaron desprevenido.

—Oh... —contestó en un primer momento, con la boca llena. Tragó.— Ya... —A pesar de la distancia entre ambos, la noticia pareció afectar a Groland, que dejó de comer.— Hm... ¿Estás decidido? Mira que aún hay oportunidades aquí... Está el castillo... —Buscó algo más convincente.— Y en la cueva de las mantícoras había un cofre... ¿No es así, Flowright? No hay peligro en ir a ver qué contiene ahora... Puedes pensártelo.

Rashaniel se hizo prudentemente a un lado cuando las jóvenes trajeron los alimentos, terminando de embotellar los materiales. Antes de marcharse a limpiarse, observó con cuidado si los tapones de cera sobre los que había grabado el contenido estaban bien cerrados y si la letra era clara. Luego limpió una pequeña mancha de sangre de uno de los frascos y los colocó en fila, uno junto al otro. Estaba orgulloso de su trabajo. Luego recogió los restos y los sacó al jardín para quemarlos. No era buena idea dejar a los animales salvajes cosas como carne de Mantícora u Oso Búho. Podía dar malas ideas sobre qué se escondía en Fairhill.

Justo entró en la vivienda cuando Brand y Groland hablaban de que el hechicero se quería marchar. No fue una noticia que le hubiera golpeado con la misma intensidad que si la hubiera dicho Arue, Groland o incluso Kerri, pero no le gustaba perder a ningún compañero de viaje.

- Por favor, ten mucho cuidado con el camino. Sé que te vales por ti mismo, pero busca la compañía de mercenarios o guerreros... he aprendido algo desde que llegamos, y es que los arcanos somos de poca utilidad sin alguien que nos guarde las espaldas - su vocecita contrastaba con el aspecto lamentable que llevaba, como si le hubieran dado una paliza. Parecía que se hubiera dado cuenta, porque miró sus manos y enrojeció de vergüenza - Voy a lavarme las manos antes de comer.

Había abandonado el templo con el resto y - por fin - había llegado a la casa que nos habían prestado. Suponá que habían traído mis cosas cómo les había pedido, así que ni siquiera me molesté en buscarlas y comprobarlo. En lugar de eso y sin decir nada más, fui directamente a la habitación que había usado anteriormente y cerré la puerta tras de mi. 

Sin ni siquiera descalzarme, me dejé caer sobre la cama y en cuestión de segundos ya estaba dormida.

Sin embargo, tal vez fue una mezcla de la incomodidad de la ropa, la posición, el ruido de la sala, el hambre o el olor a comida, que me desperté dolorida tras un rato. No tenía ni idea de cuánto itmepo llevaba, pero sí que debía moverme. Escuchando voces en el salón, me pegué a la puerta hasta escuchar cómo alguien con voz de mujer abandonaba la casa. Tras ello, salí de la habitación estirando los músculos doloridos con una única idea en mente: llenar el estómago y volver a la cama, pero esta vez, desvistiéndome.

Al salir me encontré con Rash, el señor Oso y Brand. Me alivió enormemente no ver la cara de Kerri tras levantarme. Suponía que seguía rezando. El aspecto de Rash era algo impactante, pero viendo la tranquilidad de todos supuse que había estado preprarando... algo. Qué, no lo sabía, epro tampoco me importaba. el mago sabía qué hacía, de eso estaba segura.

Me senté en la mesa lmás o menos cuando el resto entablaba conversación y, con una sonrisa amarga, miré a Brand.

- Primero vienes a convencerme de ir con vosotros, y ahora te largas. - le reproché, pero en mi tono se notaba que no iba en serio. A decir verdad, la noche anterior yo había decidido que no iba a volver a poner mi vida en peligro si Kerri estaba en el grupo, y sabía que si debían escoger, escogerían a la Assimaar. No por ser prácticos, si no por ser políticamente correctos. Por eso era más sencillo viajar solo. Mastiqué unas viandas antes de contestar a Groland. - Lo había, y seguramente Brand lo vio mejor que yo. ¿Me equivoco?  - le pregunté al elfo antes de beber algo de agua fresca. 

El tesoro no me importaba demasiado, al contrario que a Groland, pero no me parecía mal volver a recogerlo. Era mejor que nosotros lo recogiésemos e hiciésemos algo útil con él antes de que alguna banda de ladronzuelos lo encontrase.

Miré entonces con una ceja ligeramente levantada a Rash. Parecía aceptar lo que Brand decía sin más comentarios. ¿Se había tomado del mismo modo lo que le confesé la noche anterior? ¿O tal vez era debido a aquello que ahora creía que todos teníamos que separarnos? No estaba segura.

- Ya que Brand saca el tema. - dije antes de morder algo de queso y tomarme mi tiempo para tragarlo. - No quiero que esto suene a ultimatum, pero no voy a trabajar con Kerri. Está jodidamente loca, es un peligro para todos, y junto a ella he estado a punto de morir más veces que todo mi tiempo en solitario. - les dije antes de partir un poco de pan con las manos. Ladeé ligeramente en la cabeza. - Admito que gracias a ella no morí hace un rato, pero no creo que hubiésemos llegado a esa situación en un principio si ella no hubiese estado ahí. Sea cómo fuere, Kerri saca lo peor de mí, así que si queréis seguir colaborando con la assimaar, creo que yo me tendré que despedir también. - les dije antes de meterme el pan en la boca.

El mago había dejado su túnica en la habitación para limpiarla más tarde de polvo y sangre, uniéndose al grupo con unas ropas más cómodas y ligeras. Masticó algo de queso y jugueteó con su pelo para recogerlo en una coleta, de forma que no molestara para comer.

- Jo... esto se desmorona. ¿Por qué todo el mundo se quiere ir? - era evidente que para Rashaniel no significaba lo mismo la marcha de Arue que la de Brand. No sólo por la altanería del hechicero, sino porque había llegado a considerar a la mestiza como una hermana mayor, seria y con instintos asesinos, pero una hermana al fin y al cabo. Saber que quería marcharse no le gustó nada - Vale que hemos tenido nuestras diferencias, y que ha habido discusiones, pero somos como una familia. ¿Y qué familia no las tiene? 

Groland se mantuvo en silencio mientras Rash daba sus consejos a Brand. Su mirada se perdió en algún lugar de la ventana frente a él. Su cabeza parecía sumida en una intensa actividad que sólo se vio interrumpida cuando Arue soltó también su decisión de no volver a trabajar con Kerri. Groland no contestó nada inmediatamente, sino que frunció el ceño y volvió a sumirse en ese estado de reflexión que le era tan impropio. Finalmente:

—La hermana está loca. —Su tono era sentencioso, pero no de reproche: era como si estuviera diagnosticando a su compañera.— Ya era impulsiva antes, pero eso de andar cambiando de dioses... No es bueno: le acabará friendo la sesera. —Lo dijo con cierta lástima, como quien tiene que reconocer que tiene un hijo tonto o se le ha muerto el perro.— Pero es buena gente...

Dejo la cuestión en el aire, sin discutirle nada a Arue. Como si pudiera. No parecía querer entrar en ese tema. Al menos, no ahora.

—Yo no me voy a ninguna parte —contestó a las palabras de Rash—. He hecho un trato con la sacerdotisa... Con lady Shandrill —aclaró, cogiendo un trozo de pan y poniéndose a jugar con él, sin mirar a nadie-. Voy a bajar a las mazmorras del castillo y ver qué hay allí. Ella me dirá a cambio algo que quiero saber. —Se tomó unos segundos antes de seguir.— El trato es entre ella y yo, así que no os he comprometido a nada, claro. Aún así, no puedo hacerlo sólo: si os vais, tendré que buscar a otros. —Tomó aire. Había pensado mucho antes en ese preciso momento. Se giró hacia Rash.- Rash: sé que no te gusta la idea de romper esos sellos, pero piensa en lo que puede haber allí abajo. ¡El castillo era de un mago! Puede que allí encuentres lo que necesitas para seguir con tus estudios. —Luego se giró hacia Arue. Tragó saliva.— Y tú, Flowright: anoche me dijiste que te metías en estos saraos porque puedes ayudar a cambiar cosas... Bueno, no te voy a mentir: no creo que haya nada para ti allí abajo. Pero voy a bajar, eso tenlo seguro, y necesito gente a mi lado en la que confiar y a la que se le dé bien hacer lo que hace... Gente como tú. —Se giró hacia Brand.— Y como tú, elfo: puede haber un gran tesoro allá abajo. Piénsatelo bien.

Rashaniel suspiró, acariciándose la nuca.

- Sé que quieres entrar allí desde que te hablé de ese ritual, pero hay dos cosas que quiero primero si quieres que te ayude: una, vayamos a por ese tesoro de la cueva... quisiera... quisiera hacer algo por Fendrin. Si hay oro, o cosas de valor... no sé. Sería por él por quien obtuvimos eso, ¿no? Y luego... el castillo. Si quieres que nos arriesguemos para entrar, quiero saber por qué. Quiero saber qué necesitas saber y qué puede decirte Shandrill.

Miré a Rash mientras masticaba con tranquilidad. El mago parecía afectado, pero la verdad era que anoche ya le había dicho lo que pensaba hacer. Tal vez pensó que no iba en serio, o era el cabreo del momento, pero no. Cogí un puñado de almendras y me recosté en la silla, sin apartar la mirada del mago, mientras intentaba discernir qué pasaba por su mente. 

Finalmente me giré hacia Groland mientras comía las almendras con tranquilidad, disfrutándolas. Buena gente. La gente loca no era ni buena ni mala, simplemente estaba chalada. Y de todos modos no se trataba de eso, si no del peligro que suponía su volatilidad, su falta de capacidad para trabajar en equipo, su arrogancia novata y el simple y llano hecho de que era la persona más irritante que me había encontrado en mucho tiempo.

Las última palabras de Groland distaban de ser emotivas o poéticas, pero tal vez sabiendo lo rudo que era el guerrero y lo poco diestro con las palabras - comparándolo con Rash, porque yo tampoco era un poeta- , significaban bastante para mí.

"Pero no caigas en el error Arue... Las traiciones duelen más si lo haces. Y las muertes."

- No he dicho que me vaya, técnicamente. - dije al terminar mis almendras para coger algo más de queso. - He dicho que no iba a trabajar con ella. Aprecio mi vida y mi cordura.  - les aclaré a ambos, sabiendo que era mala idea demostrar que de hecho me importaban lo suficiente para no querer marcharme sin más. Me arrepentiría de ello.

Volví a mirar a Rash cuando preguntó a Groland sobre aquello que Shandrill le había prometido. La verdad era que a mí no me importaba demasiado. No creía que una sacerdotisa de Freya le pudiese dar algo que fuese un problema, y entendía que cada uno tenía sus secretos (por todos los Dioses, yo tenía más secretos que ninguno probablemente, teniendo en cuenta que nunca hablaba de mí o de mi pasado). Pero Rash seguramente tenía sus motivos, motivos que yo no llegaba a comprender o compartir. Miré al señor Oso interesada en su reacción. Si fuese yo, seguramente le diría que no es asunto suyo, pero claro, si quería entrar en ese castillo seguramente no tenía otra opción que empezar a hablar.

-Por si no os disteis cuenta, estaba algo distraído en la cueva de las manticoras para ir buscando tesoros -contesta Brand con tono de broma a sus compañeros.- Y aunque no voy a mentir y decir que no me atraiga, la razón principal por la que me convertí en aventurero no fue el oro, así que esta vez no me convenceréis con eso -continuo, refiriéndose al comentario de Groland-.

El elfo se quedo unos segundos pensativo antes de suspirar y acercarse a Arue y a Rashaniel, poniéndoles una mano en cada hombro.

-Siento dejaros aquí tan súbitamente. Arue, tienes razón con que dejar el grupo tras ser yo el que hace nada te convenciera para unirte a el me deja en mal lugar y habla mal de mi, y Rashaniel, siento abandonarte y dejarte sin un compañero con el que compartir tus proezas mágicas, pero siento que mi camino esta en otro lado. Que sepáis que siempre podréis contar conmigo como amigo y, si en el futuro necesitáis ayuda por lo que sea, preguntad por mi y tendré siempre una habitación libre en mi futura mansión. No me he decidido aun en donde donde construirla, pero con mis proezas seguro que os enterareis vosotros solos.

Tras esas palabras les abraza brevemente y se acerca a Groland.

-Y tu, Groland... supongo que te perdono. Y descuida, para ti siempre habrá sitio en el establo, si necesitas dormir la borrachera o algo -dice el elfo mientras da palmaditas en el hombro de Groland con una sonrisa condescendiente.

-Bueno, no tengo hambre ahora mismo así que me voy a dormir para irme mañana temprano. Os podéis quedar con mi parte del botín como parte de mi... supongo que podríamos llamarlo disculpa... por dejaros plantados tan repentinamente. Hasta otra ocasión.

Pasada casi una hora, entre tanta cháchara, descanso y comer, la puerta volvió a sonar, justo cuando Brand desaparecía escaleras arriba. 

Al abrir, os encontrásteis con Voril, el herrero, que mostraba una radiante sonrisa, aunque su andar era algo encorvado y la cabeza la mantenía gacha. "Doy gracias a Freya...¡y al resto de Dioses por traeros aquí!". Casi sin tiempo, le dio un abrazo al primero que le abrió la puerta "¡Gracias, Gracias!" , para, de seguido, girarse y abrazar al siguiente....excepto cuando llegó a Arue, a quien intentó abrazar, pero, sólo por la cara que ella puso, se limitó a dar unas ligeras palmaditas en el dorso de la mano diciendo "sí...sí...gracias....jeje...habéis cumplido con vuestra palabra, doncella." con una sonrisa congelada en su rostro. 

Una vez pasada la "tormenta" inicial, el hombre consiguió tranquilizarse lo bastante como para hablar con normalidad..."Mis buenos señores....no sé como daros las gracias...me habéis hecho feliz de una manera que no se puede describir, ahora mismo, me siento tan ligero como una pluma, con energía para estar toda la noche trabajando..." 

Os miró durante unos segundos con ojos críticos, y finalmente se decidió por Groland. Se acercó a él y sacando un cordel de cáñamo con lo que parecían marcas en él, le dijo...."Señor....ésto va a ser lo más grande que voy a hacer en mi vida, pero siento que debo hacerlo, que vosotros me habéis devuelto lo que más quiero, así que...sí...no se hable más....Por favor, ¿podría levantar éste brazo un momento? Sí, así...gracias...¿y ahora, el otro? Sí sí...así está bien....a ver....contorno de pecho....cintura....". Le estaba tomando las medidas. "Por favor, dadme vuestras armas y armaduras estropeadas. Os las dejaré como nuevas para mañana por la mañana, lo prometo." os dijo a todos.

Y en cuanto alguien le preguntó porqué estaba tomando medidas de Groland, el hombre soltó la bomba..."Voy a hacerle una armadura completa. Sí señor. Será la primera y la única que voy a hacer en mi vida. Pero la haré. Sé que puedo, sé que Freya está conmigo en ésto... y me habéis devuelto mi razón de vivir. No puedo pagar con menos." 

Si alguien trató de convencerle de lo contrario, el hombre se negó rotundamente, recogiendo las armas y armaduras dañadas y saliendo de la casa con un par de reverencias de su cabeza mientras expresaba sin ningún pudor lo feliz que se encontraba y que nadie le había hecho favor tan grande nunca en toda su existencia.....

La despedida de Brand fue como toda su vida juntos, explosiva, pero sabía que tarde o temprano volverían a cruzar sus caminos. El hechicero se había convertido en alguien muy importante para Rashaniel, y siempre estaría en sus plegarias diarias, deseando que los dioses vigilaran su camino y cuidaran de su impetuoso carácter. Apoyado en la mesa de madera, el mago suspiró. Del grupo que había empezado aquel periplo juntos, sólo quedaban Groland, Arue y él: Guerrero, Exploradora y Mago. Humano, Semidrow y Semielfo. Tres mundos distintos, y sin embargo, compañeros. No quería que nadie más se marchara, eso estaba claro, pero también tenía claro que si querían asaltar las mazmorras del castillo necesitaban más ayuda. ¿Quizás Jerinor?

Mientras meditaba, apareció el herrero, que le abrazó con una fuerza desmesurada hasta que le hizo gemir de dolor. Sin embargo, no le importó. La alegría en el rostro de aquel curtido humano era la mayor recompensa que podía esperar tras enfrentarse a una situación tan complicada como fue la del Ettin en aquella colina. Habían salido sanos y salvos gracias a su astucia, y estaba muy orgulloso de cómo lo resolvieron - aunque no duda de que los dioses intercedieron, porque ya daba a Groland por muerto -.

- Una armadura completa - sonrió Rashaniel mirando a Groland - Eso aumenta mucho nuestras posibilidades, pero no te confíes. Hay fuerzas en este mundo que ignoran cualquier protección mundana.

Tras atender Groland a las explicaciones de Arue, vino la despedida de Brand. «Sin él va a ser más difícil: tengo que convencerle de que se quede, pero... Mejor a la noche.» El guerrero no sabía aún lo definitivo de la decisión. Cuando Brand le soltó su «perdón», Groland entendió que era la forma de Brand de hacer las paces. Aquello le conmovió, pero no quería dejarlo ver, y se ruborizó. La pulla en cambio consiguió sacarle un resoplido divertido, que le sirvió para salir del paso. Sin saber por qué, Groland tuvo entonces una amarga sensación que los chistes del hechicero no consiguieron endulzar. Lo atribuyó al obstáculo que su marcha suponía para sus planes.

—Ve a dormir, sí... Será lo mejor —murmuró, como no queriéndole dar peso a la despedida.

A continuación, Groland comenzó a responder las cuestiones de Rash.

—Me parece bien ir a la cueva. Con el mapa de Baran debería ser sencillo encontrarla de nuevo y volver de allí en un día. Respecto a lo otro...

En ese momento, llamaron a la puerta. Fue Groland el que abrió: era el anciano herrero. En un abrir y cerrar de ojos, Groland se vio de pie en medio de la estancia levantando ora un brazo, ora el otro, como un pasmarote. Al cabo de un rato así, el viejo le pidió sus armas y armaduras dañadas. Confundido aún, el guerrero le entregó su camisa de malla. Al hacerlo, preguntó al herrero a qué venían las medidas y, tan pronto lo supo, comenzó a protestar: ¡aquello era excesivo! Dio igual: el anciano no iba a ceder. Entonces, Groland recordó la coraza del orco, que llevaba guardando unos días. Fue a buscarla.

—Llévese esto, maestro —dijo al volver con la pieza—. No sé si puede usarla para ahorrar trabajo, pero quédesela en todo caso. Es lo mínimo.

Groland sabía que fabricar una armadura completa, un solo hombre, sin magia, podía llevar decana y media. Mejor acelerar.

Cuando Voril por fin les dejó de nuevo a solas, Groland volvió a sentarse en la mesa. Ignoró las advertencias de Rash y quizás podía haber intentado ignorar también la pregunta aún no respondida, pero no lo hizo.

—Busco a un hombre desde hace años —comenzó, con reparos pero decidido: ya no había que andarse con rodeos—. Mi padre: Grogere de Fleur. —No contaba esto a menudo y se notaba.— Pregunto allá donde paro, pero lo cierto es que llevo ya bastante tiempo dando palos de ciego. —Se tomó una pausa. Luego fue al grano.— Pasó por Fairhill, pero sólo habló con ella...

Groland dejó la explicación ahí, pero el resto se sobreentendió: Shandrill sabía algo sobre el paradero de ese hombre y había dicho al cormyriense que compartiría esa información con él si aceptaba la misión.

- ¿Y Shandrill sólo te dará esa información si resolvemos el misterio de las mazmorras del Castillo? - Rashaniel estaba visiblemente contrariado - Es una actitud impropia de una sacerdotisa, sobre todo de una de Freya.

Negó lentamente y se sentó para juguetear con algunas cerezas. Estaban rojas y ácidas, así que pronto dejó de comerlas y jugueteó a hacerlas rodar sobre la madera.

- No sabía lo de tu padre... si necesitas ayuda...  - no sabía bien cómo afrontar la situación.

—Lo sé... —murmuró Groland, fastidiado, en respuesta al juicio de Rash sobre Shandrill.

No añadió que, en parte, perdonaba a la sacerdotisa: ¿de qué otra manera iba a conseguir ella que alguien se embarcara en esa historia de locos? Sólo usaba sus cartas en beneficio de su pueblo. Sucio pero altruista.

Cuando Rash le ofreció su ayuda, Groland le miró muy serio durante unos minutos... ¡Y luego rompió a reir!

—¡Lo sé! ¡HAHAHA! ¡Lo sé, mago! —le dijo poniéndole la manaza en el hombro-. Sé que me ayudarías... si pudieras. —Se tranquilizó.— No te preocupes: es mi búsqueda —añadió con una sonrisa—. Pero si me ayudas en esta locura, te estaré agradecido para siempre.

El mago se encogió ante la repentina risotada de Groland, como si temiera que le fuera a golpear, pero luego se relajó al ver que sólo era una reacción típicamente humana. No terminaba de acostumbrarse.

- Mi viaje aún no ha terminado, y una búsqueda de un padre perdido es una buena forma de continuar una historia - dijo, señalando con un ademan su libro de conjuros, donde tomaba notas sobre sus aventuras - Pero antes de embarcarnos en nada, necesitaríamos algo de ayuda. Si Brand se marcha... y Arue... y Kerri... ¿me explico? Quizás podríamos preguntar en La Cocatriz a ver si hay espadas de alquiler.

Brand parecía absolutamente decidido y no importaría lo que pudiésemos decirle. Por ello, me despedí de él en silencio, viéndole marchar. 

Decidí comer un poco más y volver a la cama, pero entonces el herrero interrumpió con mucho ruido y demasiada efusividad. Al ver abrazar a los otros y que se acercaba a mí, me aseguré de poner mi mejor cara de "ni se te ocurra tan siquiera pensarlo" y al parecer funcionó. O funcionó a medias, ya que aún así me tomó la mano y me llamó algo que no me había dicho probablemente nunca: doncella. Me habían llamado niña y mujer, me habían llamado "tú", exploradra, drow, mestiza, monstruo y varios adjetivos igual de favorecedores que ése... y de algún modo me cabreaba más ese "doncella". Aparté mi mano con claro desagrado mirando a Groland y Rashaniel con expresión de "¿Habéis oído lo que acaba de decirme?", pero me contuve de hacer o decir nada más. Al fin y al cabo lo que estaba haciendo era agradecernos que le trajésemos a su hija de vuelta (por mucho que fuese una llorica romanticona soñadora e idiota). 

Los minutos pasaron mientras el hombre nos ofrecía arreglarnos las armas (aunque a decir verdad yo lo que necesitaba eran flechas nuevas) e insistía en hacerle una armadura a medida a Groland, a pesar de que el mercenario se negase.

"Oh vamos, estás deseándolo, no seas ahora víctima de algun tipo de culpabilidad..." - pensé divertida, y se lo habría dicho al guerrero si no fuese porque no quería abrir la boca en esa situación y porque probablemente Groland estaba demasiado aborchornado para entender que era una broma y se enfadase.

Cuando el hombre por fin se fue, la conversación de algun modo volvió a su cauce anterior cómo si no acabase de pasar nada de aquello y Groland contestó a la pregunta que había formulado Rash hacía un rato. Mi expresión se tornó algo más sombría al escuchar que él también buscaba a una persona, y esa persona era su padre. Ironías de la vida, suponía, que hubiésemos empezado como el gato y el perro y cada día tuviésemos más en común.

"Excepto porque yo decidí que no le buscaría más..." - pensé mientras bebía algo de agua, pero aunque me lo había repetido millones de veces, nunca estaba convencida del todo de mis propias palabras. 

Rash siguió hablando cómo si yo ya no formase parte del grupo, pero entonces hablé.

- Te ayudaré con eso del castillo, Groland, si eso te ayuda a encontrarle. - le dije dejando el vaso en la mesa. Ya no tenía hambre, pero no sabía si era por el giro de la conversación o porque realmente estaba saciada. - Y si la chalada de Kerri no está en mi radio de ataque.- y si lo estaba, no me hacía responsable de las consecuencias.

Podría haber añadido una explicación al porqué de mi decisión, pero no lo haría. Mis secretos eran míos, y por mucho que hubiese llegado a apreciar a aquellos dos, no iba a abrirme igual que hacía el humano. 

Groland volvió a su tranquilidad habitual y respondió al ofrecimiento de Arue con un breve «Gracias, Flowright» y un solemne asentimiento. Viniendo de ella, aquello tenía un enorme valor, y Groland era consciente. No quiso saber nada más: los motivos por los que la mestiza había decidido ayudarle eran suyos, como lo habrían sido sus motivos para no hacerlo. Por lo demás, Groland ya había pensado en lo que Rash le estaba diciendo.

—Entiendo lo que dices —contestó muy seriote—. Lo cierto es que ya contaba con no poder convenceros a todos. —Se recostó en la silla.— He pensado un puñado de nombres: conocidos, de confianza... uhm... más o menos. Gente válida, eso sí —dijo mientras hacía memoria de nuevo—. Pensaba escribirles. Si Brand se va, podría llevar las cartas, aunque prefería alguien que no vaya a morir en la primera curva del camino. —Soltó un breve gruñido de disgusto.— Quizás tardemos unas decanas en encontrar respuesta, pero... No hay prisa, ¿no? Quiero decir: tenemos un techo... —Hizo un gesto, abarcando la casona. Levantó el trozo de pan que tenía entre las manos.— ...y comida.

Dicho esto, le pegó un bocao al pan. La verdad es que ahora que había soltado lo que llevaba dentro y las cosas parecían irse encauzando, Groland parecía bastante relajado. Incluso contento. Cómodo. Por el tono, no parecía nada disgustado de tener que retrasar un poco el momento de investigar aquellas ruinas.

Y el día fue pasando poco a poco para los héroes de Fairhill.

Se sentían cómodos, muy cómodos en su nuevo hogar provisional. Todos se retiraron a sus cuartos a descansar tras el almuerzo,e incluso alguno pegó una pequeña cabezada, ligera, pero ciertamente reparadora. Pero al poco, hubo de nuevo actividad en la casa.

En la habitación de Arue se escuchaba con claridad como su piedra de afilar hacía su trabajo, pero mantenía la puerta cerrada para mantener su intimidad. Groland bajó los escalones de la casa sin disimular el ruído y el resto escucharon claramente como la puerta se cerraba al salir él de la casa. Al poco rato, Arue siguió el mismo camino, quedándose Rashaniel a solas en su habitación.

Cada uno tenía cosas que hacer, y por un rato, tener tiempo para sí mismos.