Partida Rol por web

- Bueno, supongo que entrar en esa zona no es demasiado seguro - murmuró Zarkor optando por dejar en paz, por el momento, al orco cegado y ocuparse del que veía se acercaba por la otra zona

- Pero siempre podemos ocuparnos primero de ese otro - agregó en tono más alto demostrando una absoluta tranquilidad - Desde allí arriba, ves a alguno más? - le preguntó a su fortuito compañero de combate - O si acabamos con este y el de las luces podemos volver a dormirnos? -

Sus palabras fueron puntuadas por un feroz movimiento de su arma que impactó en el pecho del orco que había elegido como objetivo atravesando armadura, musculos y huesos

Jed sacó de su bolsa un pedazo de cuero y realizó unos pases mágicos y recitó las palabras arcanas. Un armadura etérea de color purpúrea se manifestó sobre los cuerpos de Jed y de su familiar.

-Vamos, Kell! Busca más peligros en la zona! Grita por cada orco que veas!

Kell salió volando en círculos tratando de localizar a todos los orcos posibles y graznando cada vez que encontraba uno. Desde las alturas no tenía problemas de movimiento y se desplazaba rápidamente hasta volver a la posición del mago.
 

Un golpe y Guau murió. Eulendileas no se lo creía y así lo mostró abriendo su boca enormemente. ¡Eh, capullo, qué te ha hecho un pobre perro!

El mediano no dejó de gritar improperios al orco que se alejaba tranquilamente ante los gritos de otros orcos. ¡No te vayas! ¡No he terminado contigo, cerdo! gritó, disparando su flecha contra el cuerpo de aquella criatura

Fausto se movió hasta el claro. Su enemigo había pasado de largo y se dirigía al lago que se encontraba en aquel lugar.

Acostumbrado a estudiar el terreno y a sus enemigos, a Fausto le maravilló la facilidad que tenía aquel orco para moverse por aquel terreno que tantas dificultades le ponía a alguien experimentado como él.

¡Larguémonos! ¡Creo que con lo que tenía éste será suficiente! ¡Huid! No merece la pena. ¡Son muy poderosos!

¡Vaaaaaaaaaaaaaaaamos!

El pequeño Zurkor decidió dejar en paz al orco que ya había sido cegado para encargarse del que venía por el otro flanco. Sin darle ninguna oportunidad, el mediano le atravesó con su alabarda haciéndole un gran agujero en el estómago. El orco comenzó a toser, e incluso vomitó sangre, pero aún así se opuso a caer inconsciente.

Mientras tanto, Jedemiah buscó un trozo de cuero entre su bolsa de conjuros para, a continuación, decir unas cuantas palabras en un idioma mágico. El fragmento se desvaneció, y una película de cuero recubrió la piel del mago y su compañero.

Después, el mediano que estaba al norte de la charca, cargó su arma para disparar uno de sus flechas, pero de pronto sintió un latigazo y pudo ver como el virote, por poco, acaba clavado en uno de sus peludos pies.

Finalmente, Fauso avanzaba lentamente para tratar de acabar con el orco que se le estaba escapando.

El orco que estaba atacando al mediano terminó de rematarle con un golpe de gracia. La cabeza de Mogui quedó hecha pedazos y los rastros de vísceras, sesos y sangre, inundaba el camino de piedras por el que habían venido. Rápidamente el orco se puso a registrar el cadaver. Y tras gritar a sus compañeros, se dispuso a huir de la batalla.

- Como corren estos cobardes - exclamó Zurkor mientras se acercaba a la zona iluminada sacando un dardo de su cinturón. Sin soltar la alabarda, que llevaba firmemente aferrada en su zurda se detuvo antes de ingresar a la zona donde las partículas luminosas danzaban y movió su brazo con velocidad, brindándole a su arma la velocidad que requería un lanzamiento certero

- Si. Esto es lo que les pasa a los cobardes - exclamó mientras observaba el vuelo de su arma - Mueren por su propia torpeza -

Viendo que un orco había caido y otro huía, Jed descendió para tener al fugitivo a su alcance y pronunció las palabras de su siguiente encantamiento. Realizó unos pases de manos y  luego sacó una luciérnaga de su bolsa de componentes. A continuación, tocó las patas de Kell, que empezaron a emitir una luz como la de una antorcha.

El halcón, entonces, se dirigió hacia el orco que huía de Zurkor, iluminando la zona y haciéndolo un blanco más fácil.

-Ahí tienes, amigo mediano! Acaba con esa rata!

Fausto decidió rodear aquel lago. 

Al otro extremo unas voces de extraños y un resplandor indicaban que habían más como él enfrentados a aquellos orcos.

Se dirigió hacia ellos aunque sin delatar todavía su presencia. Si algo había aprendido en sus años de deambular por los caminos era que no sabías lo que te podías encontrar en el siguiente recodo.

¡Aaah! gritó el mediano, asustado. ¡Casi se había clavado una flecha! Por suerte, quizá relacionada con la que decían que tenían los medianos, se salvó de una bonita herida.

Caminando como pudo entre tantos matorrales, prácticamente llegó al pequeño lago que había por allí.

¡Acabad con él! ¡Han matado a Guau!
 

¿Decían que a enemigo que huye puente de plata? Estaba claro que para Zurkor ese dicho no existía, así que, mientras veía pasar a uno de los orcos, desenfundó uno de sus proyectiles para clavárselo en una de sus bronceadas piernas. Su rival cayó al suelo gravemente herido y a merced de quien quisiese rematarlo.

Mientras tanto, Jedemiah lanzó un conjuro de luz sobre su compañero, para llamar la atención de todos y supieran la posición de los enemigos que huían. Pero uno de ellos ya había escapado, pues aunque el halcón lograra seguirlo, el resto no iban a conseguir darlo alcance nunca porque eran más rápido que cualquiera de los allí presentes.

Una vez que estaba aquel extraño grupo reunido, se dieron cuenta que sus caminos coincían en una misma dirección, todos iban hacia el este, y Melvont parecía estar a pocas millas de allí. ¡Habían hecho un alto en el camino absurdo! Si hubieran andado un poquito más, pronto habrían llegado a la ciudad.

- Bueno, no es la mejor manera de despertarse, pero peor es no despertarse - bromeó Zurkor mientras se dirigía hacia los cadaveres y recuperaba los dardos que había utilizado con tanta eficacia

Una vez completada su tarea observó a los presentes, tratando de catalogarlos - Me llamo Zurkor - se presentó - y aunque decidí detenerme en este sitio, evidentemente muy mal elegido, voy hacia Melvont. Entiendo que es la ciudad mas cercana y me contaron que en ella es posible dormir en algo que llaman "camas" - comentó con una gran sonrisa en el rostro- Los viajeros de la aldea, siempre comentaban que dormir alejado del piso y en algo tan blando era, cuando uno se acostumbraba, la mejor forma de dormir, así que desde siempre quise conocer esa sensación -

- Es más, decían que en todas las ciudades habían de esas "camas", pero hasta que no las vea no estoy seguro de si es verdad o solo eran cuentos para engañar a los pequeños... y no tan pequeños - agregó sin darse cuenta de que la referencia al tamaño no era la más logica dada su raza - Y mi amigo dragón me dijo que el había escuchado algo parecido, pero que los de su raza no las usaban. Así que cuando abandoné la tribu, lo primero que hice fue dirigirme a la ciudad más cercana para ver si es cierto... luego veré que haré de mi vida - finalizó su presentación encogiéndose de hombros

- Por cierto me podrias enseñar a volar de esa manera? - le preguntó a Jeremiah - Soy bueno trepando paredes, pero eso de treparse en el aire debe ser interesante. Y lo de la luz también - completó con sus ojos resplandeciendo de la emoción - Es muy dificil de aprender a hacer esas cosas? -

Jed descendio lentamente hasta anular el efecto del hechizo a un palmo del suelo. Sus articulaciones se quejaron un poco pero peor hubiera sido una flecha en la rodilla. El mago sonrio ante los comentarios del mediano. Podia sentir su energia vivaraz y positiva y aquello le agrado.

- Je, je. Facil no lo es pero todo se puede lograr en este mundo con la perseverancia suficiente, Zurkor. Soy jedemiah Dreyden pero puedes llamarme Jed. 

​El mago se volvio entonces hacia los otros dos desconocidos. 

-Saludos al resto. Parece que esos orcos no han tenido suerte eligiendo a sus victimas esta noche. El destino nos ha juntado en circunstancias de lo mas peculiares. El buitre hambriento acaba atancando al cachorro aun vivo. En eso hay sabiduria. Mis planes eran llegar a Melvont en solitario pero, una vez mas, la vida es CAMBIO y hay que saber ser lo suficientemente flexible para adaptarse. 

Kell se poso en su hombro, iluminando los rostros de los presentes y una gran sonrisa en el rostro de Dreyden.

Eulendileas, que se había ido acercando poco a poco, llegó ante los dos que estaban hablando. De sus múltiples bolsillos sacó un pañuelo y empezó a limpiarse la sangre seca de la herida que le había provocado.

Malditos, ¡han matado a Guau! Pobre Guau, con la cantidad de cosas que le faltaban por hacer. ¡Aún no había desayunado! Grrr se giró hacia el cuerpo caído de uno de los orcos y, con el puño alzado, empezó a gruñir.

Se acercó hasta Jedemiah y Zurkor.

Mi nombre es Eulendileas. Y ahora busco un perro, además de ir a Melvont. ¿Sabéis que mi anterior perro sólo sabía decir su nombre? Cada vez que hablábamos era un "guau, guau, guau" por su parte. Me gustaría uno que se llamase Rascabellisatera. ¿Creéis que repetirá su nombre como el otro? Es como un trabalenguas... ¡Qué divertido! Rascabellisatera, Rascabelista, Rascable.... ¡Jajaja, no he podido!

Fausto se acercó a aquel extraño grupo. Un mago al parecer y dos parlanchines medianos. Fausto era un tipo callado y que prefería el silencio por eso los medianos eran una raza que no soportaba.

Pero Fausto más que nada era un superviviente y lo podría hacer si se unía a gente. Al parecer aquella zona estaba infestada de orcos y aunque normalmente trataría de pasar desapercibido su camino iba en dirección de aquellos tipos.

Algo les ha llamado, el que estaba conmigo no se detuvo a atacarme, estaba más preocupado en seguir su camino. Los orcos no suelen desperdiciar acabar con una presa solitaria. Algo pasa por aquí cerca.

Mi nombre es Fausto y también me encamino a Melvont

Jed asintió ante las palabras de Eulendileas. Al mago no le agradaban particularmente los medianos pero, desde luego, entendía que aquél encuentro no había sido fortuito y que había algo más que casualidad detrás de aquel encuentro.

-No será por perros abandonados en Melvont, amigo. Estoy seguro de que encontrarás a otro compañero. Me sorprende que no esté más afligido por la perdida de tu anterior animal pero alabo tu actitud. Hay que ser positivo en cuanto a los cambios que nos trae la vida. Hay que adaptarse...

Después se giró hacia Melvont y compartió con él una mirada preocupada.

-No estamos tan lejos de la ciudad. A mi también me sorprende que se atrevan a acercarse tanto. Quizás tengas razón y algo está en marcha... creo que la ciudad es el mejor lugar donde averiguarlo. Sugiero que acampemos todos juntos por si se produce otro ataque y mañana reemprendamos el camino.

No lloro, porque Guau está en otra parte. Seguramente esté mirándome desde otro sitio y pronunciando su nombre. ¡O viviendo aventuras! ¡O comiendo! ¡O todo a la vez! Mmm... Creo que me estoy enfadando...

Escuchó como los demás hablaban, pero estaba un poco en su mundo. ¿Y por qué no continuamos hasta la ciudad? Quiero conocer a otro perro, y seguro que no está lejos.

- Jed, Eulendinleas, Fausto - Zurkor movió su cabeza arriba y abajo, en señal de saludo mientras, casi sin darse cuenta, incluia a sus nuevos compañeros en su aura protectora

Por un momento se planteo las alternativas que se estaban barajando y finalmente dio su opinión - No se exactamente cuan lejos está Melvont - reconoció - Está cerca... pero cuánto? Y visto lo que pasó, no sabemos si hay más de esos orcos emboscados en el camino, esperando a unos incautos que caminan en la noche. Quizás, ahora que estamos juntos, sea mejor que descansemos y partamos en la mañana, con la luz. Es más, podríamos organizar algunos turnos de guardia. Es lo que hacíamos cuando saliamos a cazar con la tribu -

El mediano observó a su congernere y le comentó - Tu quieres conseguir un nuevo perro, yo conocer esas "camas", pero antes que nada, prefiero asegurarme que nadie nos sorprende caminando en la oscuridad -

Con gesto desenvuelto, como si fuera lo más normal del muendo, metió la mano en el pequeño morral que llevaba a la cintura y la sacó a empuñando una antorcha encendida de adentro del mismo - Es más, mejor que nos aseguremos algo de luz mientras permanezacamos en este sitio - aseguró antes de preguntar - Alguien en particular se ofrece para la primera guardia? sino puedo hacerla yo y me dicen a quien despierto para la segunda -