Partida Rol por web

Las armas de Fausto aparecieron en sus manos como por arte de magia. Sin pensárselo dos veces las usó contra el bandido que tenía a su espalda.

Utilizó un ataque clásico, fintó con el cuerpo, estocada alta y estocada baja buscando zonas mortales, garganta y estómago.

Había puesto al mago como blanco de aquellos bandidos, algo que trataría de no volver a hacer, aunque así por lo menos estaban salvando el pellejo. Casi le da un vuelco el corazón cuando por el rabillo del ojo vio desparecer al mago y aparecer en su lugar su halcón.

Buen truco.- pensó mientras se volvía a centrar en su contrincante.

Antes de que se pudiese girar para auxiliar a Jed este ya se había movido lejos del combate, hombre inteligente, cuando su mirada se volvió al frente vió por el rabillo del ojo algo que se le echaba encima y su instinto le hizo aferrarse a su escudo. El envite de aquel malcarado asaltante dio contra el acero y le hizo retroceder un paso.

- Unghh...

Sus ojos se clavaron en los de Rowzhar pero su voz se alzó a sus compañeros.

- Confiad en vuestros compañeros y esto será motivo de risa esta noche, pedid ayuda si os hieren o acorralan ¿Entendido Eulendileas? Ni se os ocurra moriros durante mi guardia.

Tras el muro de su escudo su mano derecha, en lugar de empuñar la espada, se cerró en un puño cargado de poder.

- Y tú, bandido sinvergüenza, contemplarás como tus esbirros caen antes de que te interroguemos ¡Mens immobilis!

- No, no, no, no - Zurkor observa sorprendido como los bandidos los rodean y se ensañan con el mago antes de reaccionar. Casi sin darse cuenta se concentra en uno de los extraños poderes que le brindara su amigo dragón y una leve aura verdosa irradia de su cuerpo y, rodea por unas decimas de segundo a sus compañeros

Luego se mueve rapidamente hacia atrás, desenfundando mientras se mueve la guja que lleva colgada a su espalda y con un vertiginoso movimiento busca cortajear a uno de los bandidos con la pala de su arma

- Donde está el mago? - pregunta sorprendido al ver que en su lugar parece haber aparecido su halcón

Jedemiah desenfundó su varita para gritar unas palabras mágicas y salir huyendo de allí. Parecía haber hecho un gran truco de magia, porque en lugar de él se encontraba su familiar, y en lo alto del tejado estaba él. Kell decidió salir huyendo de allí, porque aquella posición era sumamente peligrosa para el compañero del mago¹

Mientras tanto, y sin que nadie se diese cuenta, Fausto había desenvainado un par de armas y había dado muerte, o al menos había dejado inconsciente, a uno de aquellos matones. Halagor yacía en el suelo inconsciente. Aquel gesto fue aprovechado por Zurkor, que sin poder evitar que Aleg le encajara un duro golpe, dio un par de pasos para atrás y clavó sobre él su guja, haciendo que su enemigo escupiese algo de sangre por la boca².

Demetrio decidió paralizar al que le estaba haciendo frente, y dando un paso para atrás se encontró con sendos envites de dos de sus rivales. El primero no logró ni tan siquiera rozarle, mientras que el segundo tenía tan mala suerte que se le había resbalado el arma y se le había caído al suelo.³

Por último, Nanzher decidió dar un paso hacia atrás para recoger la clava que se le había caído. Demetrio se había colocado en muy mala posición, porque ahora Tayne y Aleg aprovecharon para encajarle un par de duros golpes al apotecario, y Rowzhar hacía todo lo posible por moverse, pero el conjuro del clérigo lo había dejado incapacitado.

¡Atacad al que me ha inmovilizado! Gritaba incapaz de hacer nada más.

Jedemiah vió como Kell se elevaba por encima de los tejado y permanecía cerca suyo. El mago hizo un esfuerzo por ayudar a sus compañeros, sacó de su zurrón un papel que contenía dado de manteca y lo nazó al aire. Pronunció unas extrañas palabras y pronto apareció una película grasienta bajo los pies de Nexzhan y Rowzhar que , enseguida, amenazó con derribarlos.

-Elévate Kell, avisame si alguien más se une a la batalla

Fausto observó como aquel malnacido atacaba al matasanos, lo tenían rodeado entre dos frentes así que intentó librarle de al manos uno de ellos.

Usó la misma táctica que con el anterior, espada alta, espada baja, era el abc del combate, lo primero que se aprende, y apenas podía creer que hubiera funcionado tan bien. 

Sonrió cuando la estocada superior esquivó las defensas, pero al instante se percató que algo iba mal, el agarre de la otra no era todo lo firme que debiera y en cuanto tocó la armadura la muñeca se dobló al no llevar la fuerza suficiente.

Zurkor observó la escena y asintió complacido al ver como uno de bribones se veía afectado por su truco dragonil. Sin embargo no alcanzaba con eso. De hecho al ver al Apotecario entre dos rivales y que Fausto se dedicaba a atacar a uno de ellos, optó por apuntarle con su guja al otro.

- Demetrio, sal de allí - le indicó a su compañero antes de mover su arma y, efectuar un barrido horizontal que buscaba cortar la pierna del picaro herido - Yo me ocupo de este - se explicó mientras intentaba golpear con todo su entusiasmo. Sin embargo, los nervios le jugaron una mala pasada, el golpe fue tan violento que no solo no le dió a su objeticvo, sino que...

Una puntada, como a un toro, aquel canalla de Aleg sabía lo que se hacía para encontrar un hueco en su defensa. Mientras le daba la espalda su hoja había entrado por la sobaquera buscando sus pulmones. La reacción del soldado fue rápida y, aunque sangraba, no sentía peligrar su vida. Desenvainó su espada corta, se giró contra Aleg y asestó un tajo en su dirección para luego escapar de su posición comprometida y enfrentarse cara a cara contra el que había perdido su arma.

- Correcto, tomo el frente -le contestó a Zurkor

Rodeados como estaban, Eulendileas no podía sacar provecho de sus habilidades a distancia. La posición con Zurkor era perfecta para golpear, así que desenfundó su maza y la blandió por encima de su cabeza.

¡Os he dicho que lo íbais a pagar! ¡Y después me llevaré vuestras pertenencias como pago! gritó, intentando golpear en la cabeza de uno de los secuaces

Desde lo alto de los edificios el mago logró que el suelo que había bajo los pies de Rowzhar y Nezher fuese resbaladizo, pero solo Nezher cayó¹ ya que el otro no pudo resbalarse pues estaba completamente paralizado.

Fausto logró encajar otro golpe a Tayne, pero una de sus armas se le resbaló de las manos. El golpe de Zurkor acabó casi tan mal como el arma de su compañero. El mediano había esgrimido su arma con tanta fuerza que ésta salió por los aires y se le cayó también al suelo, quedando totalmente desarmado ante su adversario.

El matasanos se dio cuenta de lo mal situado que estaba, así que aprovechó para herir a Aleg y después dar un paso hacia delante, quedando espalda contra espalda del mediano para evitar así que les atacasen por detrás. Eulindileas hubiera encajado un buen golpe si hubiera tenido un poco más de suerte, pero Aleg esquivó su traicionero golpe ya que no tenía por qué preocuparse de Zurkor, pues había perdido su arma y no podría golpearle².

Aleg dio un paso hacia delante hacia Zurkor, para recoger y así arrebatar la guja de su adversario y después alejarse lo más rápido que pudo con ella. ¡Aleg le estaba robando el arma a Zurkor!

Mientras tanto, los demás matones hacían lo que podían; Tayne erraba su golpe contra Fausto, Nezhan rodaba por el suelo tratando de esquivar los ataques de Demetrio³, y Rowzhar... Rowzhar simplemente observaba todo lo que estaba pasando a su alrededor sin hacer nada.

A pesar de la neblina que hay en la ciudad:

¡Kell puede ver como dos enanos se acercan por el oeste!

Jed observó cómo el tal Aleg emprendía la huida con el arma de Zurkor. Por un momento pensó en dejarlo escapar pero luego pensó en que Zurkor parecía bastante apegado a su arma. El mago caminó por el tejado para acercarse al bandido y luego repitió la jugada anterior. Lanzó una bola de manteca y canturreó en aquel idioma de otro tiempo. Pronto, otra zona resbaladiza apareció bajo los pies de Aleg.

-Amigos! Se acercan dos enanos desde el Oeste!

Kell distinguió a las dos figuras que se acercaban y luego se lanzó en picado para flanquear al humano paralizado y clavó su pico en su oreja y tiró con todas sus fuerzas, tratando de arrancarsela.

Fausto había perdido una de sus armas, pero no podía hacer otra cosa que seguir combatiendo. Pero acostumbrado a combatir con las dos armas le costó coger el equilibrio para girar y golpear al bandido que tenía enfrente.

La voz del mago resonó desde las alturas.... enanos, esperaba que pasaran de largo y no fueran ayudantes de estos bandidos.

Eulendileas vio clara la oportunidad. Ya que el hombre había huído, pudo dejar caer su maza y sacar su fiel arco. Si en algo era diestro el mediano, era con ese arco. Apuntó directamente a la espalda de Aleg y cuando vio el objetivo claro, dejó que su flecha volase como un rayo hasta que impactara.

- Eso si que no! - el grito de Zurkor cortó el aire de la noche mientras, enfurecido, se dirigía hacia el ridiculo humano que estaba intentando robarle su arma.

El mediano desenfundó su arma de repuesto que, aunque no tenía alcance, resultaba ser tan inquietante como su arma principal. MIentras se acercaba al ladrón tomo su pequeño mangual pesado con ambas manos y lo hizo girar sobre su cabeza, dispuesto a dejarlo caer en la entrepierna del humano que hacía equilibrio sobre la grasa que había conjurado su compañero - Nadie me roba mi arma - insistió mientras la bola de pinchos giraba amenazadora sobre su cuerpo - Y si lo intenta se debe atener a las consecuencias -

Orgulloso de su pasada instrucción militar, Demetrio vio el panorama con optimimismo pues pese a las heridas ellos seguían todos en pie mientras que sus asaltantes ya dudaban o estaban incapacitados. La bravura de los ataques de sus compañeros, si bien acompañada de algún arma perdida, dio lugar a los nevios de sus asaltantes, que ya empezaban a cometer errores importantes, como quedarse postrado e indefenso frente a un veterano de los Dragones Púrpuras. Su estocada fue directa contra su pecho como acto reflejo.

Entonces escuchó el aviso de Jed, podían ser refuerzos y había que estar preparados. Levantó la espada en alto y trató de animar a sus compañeros.

- Recuperad vuestras armas, Eulendileas y yo aguantaremos un momento ¿verdad que sí? -su espada corta el aire y los colores de su regimiento brillaron un momento, dando renovada confianza a sus compañeros- ¡Acerbus et ingens!

Por último dio tres pasos de lado para poder presionar a Tayne y echarle un cable a Fausto, a quien le dedicó un asentimiento de cabeza y una media sonrisa. Menuda sorpresa se estaban llevando aquellos matasietes.

Jed se mueve ligeramente por los tejados para lanzar un nuevo conjuro de grasa sobre el enemigo que huye. Fausto hace todo lo que puede por golpear a Tayne, pero no se siente cómodo luchando con una sola arma.

Zurkor sale corriendo detrás de Aleg para recuperar su guja, el hombre no es capaz de manejar con soltura el arma robada por lo que no hace ningún amago de enfrentarse al mediano, y cae inconsciente ante el golpe.

Demetrio aprovechó para golpear a Nanzher que estaba tirado en el suelo para clavarle su espada en el pecho, lanzó un conjuro sobre él y sus compañeros y después dio un paso lateral para tomar una mejor posición.

Eulindeleas dio media vuelta sobre sí mismo, dejó caer la maza y desenfundó su arco y colocó una flecha en él para disparar al matón que estaba tendido en el suelo. La flecha se le clavó en el pecho y comenzó a sangrar.

Los enanos llegaron por la calle del este para hacer su aparición y comenzaron a gritar a los rufianes que estaban atacando a los aventureros. Les amenazaron con llamar a la guardia de la ciudad y entonces huyeron de allí lo más rápido que pudieron.

Nezhan siguió rodando por el suelo para huir del conjuro de grasa, ponerse en pie y salir corriendo de allí también. Tayne se llevó las manos a la cabeza para esquivar a Kell y huir de allí lo más rápido que pudo también. Dejando solo a Rowzhar a merced de los aventureros y de lo que le pudieran hacer.

¡Detenedle! Gritaron sacando los grilletes. ¡Capturad a ese empleado de los Leiyraghón! Dijo refiriéndose a Rowzhar.