Partida Rol por web

Puede que debamos dejar la ayuda de mi amiguito para el reptil ese.

Fausto aguardó para saber qué plan llevarían a cabo.

Apenas unos segundos después de que Zurkor hubiera trepado cual araña por el moro, volvió a descender de la misma manera y con una mirada de preocupación en el rostro - Eso que esta durmiendo parece un Draco. Uno grande! - completó comparándolo instintivamente con su propio tamaño

- Lo bueno es que parece profundamente dormido y si bien lo tendríamos a la vista no parece estar "tan" cerca - añadió esperanzado - Si somos capaces de movernos sin hacer demasiado ruido probablemente no debamos preocuparnos por él. O por lo menos esos espero. Después de todo no es un verdadero Dragón! -

¿Qué sabes de esas cosas? ¿Son inteligentes? Quizas podamos usar el bicho de fausto para alejarlo de ahi. O podria intentar inducirle un sueño mágico, mas profundo, si supieramos si la magia le afecta.

- Y... no soy experto, pero se que es un tipo de dragón, así que algo de inteligencia debe tener - contesta el mediano antes de continuar explicándole al mago - Y si bien la magia lo debe afectar, como a los dragones, no creo que puedas conseguir que se duerma más profundamente de esa manera. Hasta donde se los dragones duermen cuando ellos quieren, no cuando un mago lo intenta conseguir -

Sólo hay una forma de saber si está suficientemente dormido dijo Eulendileas, porque él pensaba que ese era el asunto que preocupaba a sus compañeros y es pasar por su lado, saludarle, y ver si responde. Yo sería más de pasar sin intentar hacer ruido, pero eso ya como veais.

Jedemiah mandó una orden mental a su halcón para que se colocara al otro extremo de la plaza, junto a la puerta doble que estaba medio rota, más allá del pozo. Cuando el ave se hubo colocado sacó su varita y teleportó a Zurkor a aquella posición. Después, volvió a mandar a Kell y repitió la operación todos sus compañeros, incluyéndose a él mismo.

-Bien. Lo siguiente será encontrar un sitio donde escondernos. No me gusta el pozo. Demasiado cerca del Draco. ¿Quién sabe si nos olerá?

Al notar que, repentinamente, se encontraba al lado de la puerta doble, donde segundos antes estaba el halcón, Zurkor meneó la cabeza asombrado, sin saber si enojarse con el mago por no haberle avisado lo que iba a hacer, o agradecerle por el rápido movimiento

Tras elevar una de sus manos y mostrar su palma, impidiendo que el mago siguiera "transportando" gente a su lado, verificó si resultaba posible abrir la puerta para salir del patio. Tenía intenciones de, utilizando las sombras del lugar, verificar que nada ni nadie los esperase tras ellas

Al ver cómo Zurkor desaparecía y el pájaro del mago estaba a su lado, Eulendileas se emocionó. Se emocionó tanto que estuvo a punto de escurrise por las piedras, pero por la suerte que rodeaba a su raza, se mantuvo en pie.

¡Yo, yo, yo, yo quiero ser el siguiente! ¡Venga, venga, venga, venga!

Una vez que el mago les había teletransportado a todos, incluido a Guau, Zurkor decidió echar un vistazo tras la puerta derruida. La sala estaba iluminada y tras ella se veía un largo pasillo, pero no se podía ver nada más, pero lo que sí que se oía era movimiento, ruidos metálicos y sobre todo conversaciones orcas. No sabían si les estaban esperando o no, pero lo que sí que sabían es que tras aquella puerta alguien estaría allí. Y parecían ser unos cuantos...

-No me convence el meternos ahí dentro sin saber cuantos orcos puede haber. Creo que deberíamos explorar las puertas pequeñas antes. Quizá alguna sea un almacén o algo así donde nos podamos esconder. Eulendileas, ¿Crees que puedes explorarlas sin despertar al draco? Estoy hablandeo de las de ese rincón - dijo señalando el rincon sureste

¡Sí, claro que puedo! susurró Eulendielas. Acarició a Guau, haciendole un gesto para que se quedara con ellos en silencio, y se empezó a mover hacia la otra puerta. De vez en cuando, echaba un ojo al draco, por si se despertaba y resultaba que echaba fuego o cualquier cosa por la boca, para poder esquivarlo de un bonito salto.

Eulendileas camufló el sonido de sus pisadas con el crepitar de la lluvia, deslizándose entre las sombras sin hacer ningún tipo de ruido. Rápidamente alcanzó la puerta más cercana y tras abrir la puerta se introdujo dentro sin ningún miramiento. La puerta era pequeña y como el mago había predicho, se trataba de un almacén.

Un almacén provisto de barriles de cerveza, que sí, podría tratarse de un lugar perfecto para esconderse, pero si los atrapaban allí sería como una ratonera. Además al tratarse de un lugar de aprovisionamiento lo más probable es que tarde o temprano alguien lo visitase, así que no sería un buen lugar donde esconderse.

Eulendileas llevó la información hasta sus compañeros y rápidamente aprovechó para investigar la otra puerta, por desgracia para él, y especialmente para sus fosas nasales, aquella otra puerta se trataba de las letrinas de la fortaleza.

Cuando su congénere regresó e informó lo que había descubierto Zurkor meneó la cabeza malhumorado mientras se apoyaba en su guja - Parece que vinimos para el lado que no correspondía - murmuró antes de acomodar su arma en el arnés que llevaba a su espalda y trepar por el muro como si se tratase de una araña

Apenas había dado unos "pasos", o más bien gateado verticalmente los primeros centímetros, cuando se volvió a sus compañeros y les dijo - Veré que hay en esa puerta - mientras señalaba la abertura en el sector norte de la pared, demasiado cerca de Draco para su gusto - y en el peor de los casos veré también la plataforma de allá - insistió, esperando que no fuera necesario llegar hasta ese lugar

Dos grandes chimeneas iluminan este salón antaño espléndido, llenando la sala con humo y combatiendo el húmedo frío del exterior. La esquina sureste del salón se encuentra en ruinas, y gran parte del muro del patio se ha colapsado en esa zona, por lo que la lluvia se cuela a través de la grieta. Un gran trozo de techo también se ha derrumbado, dejando un agujero y permitiendo una visión limitada del piso de arriba. Gran parte de los escombros caídos del techo han sido empujados para formar dos grandes montones en la habitación. Ocho pilares sostenían en el pasado el techo, pero dos se han caído y se encuentran rotos entre los restos.

Contra el muro norte, sobre un estrado cuadrado, se alza un enorme trono de roca construido en el cuerpo de una impresionante estatua. La figura a representar es un aterrador soldado orco de más de 3 metros y medio de altura, con la cuenca del ojo izquierdo vacía. Flanqueando al trono hay dos arcadas abiertas y un par de ornamentadas fuentes de piedras, y sentado sobre él hay un orco. 

El sonido de orcos así como el fétido olor corporal de sus cuerpos y el de la húmeda putrefacción llena por completo la habitación. A simple vista hay al menos una docena de orcos y un ogro que los acompaña.

Eulendileas transmitió la información mientras miraba las otras puertas. El que trepaba por las paredes quizá tenía otras cosas que hacer, pero él no se sabía estar quieto.

No ha habido suerte, pero voy a probar con esa puerta de allí abajo dijo. Antes de que nadie pudiera detenerle, se lanzó de nuevo a la aventura

Zurkor, tras echar una mirada salió rápidamente de la sala a la que acababa de entrar y miró a sus compañeros mientras movía su mano derecha, con el indice extendido, hacia la derecha y la izquierda en un amplio arco. Evidentemente, por sus señas, no recomendaba que el resto del grupo se acercase a su posición.

Tras observar que Eulendileas se dirigía a la zona sur del patio, el tomó su propia decisión. Aupándose sobre la puerta, continuó su travesía a través de las paredes acercándose a la plataforma. No tenía car osi desde allí se podría acceder a algún lado, pero tras ella se observaba una puerta que podía investigar

Fausto mantuvo su posición mientras los dos pequeños reconocían el terreno y buscaban una posible entrada.

Dreyden levantó la mirada al cielo en un gesto que recordaba levemente a una plegaria. El ancinao no creia en nada pero en aquel momento deseó hacerlo. Si despertaban al dragón, a saber cómo iban a salir de allí.

-Por los dioses, tened cuidado...